Este texto es una versión para blog de un fragmento revisado el 6-XII-2010 de mi tesis doctoral, Joan Miró: el compromiso del artista (1968-1983), publicado en “Octopus” nº 1 (I-2011) 13-28.
EL COMPROMISO DE MIRÓ: DEL PROCESO DE BURGOS AL ENCIERRO DE MONTSERRAT EN 1970.
Joan Miró tuvo bastantes oportunidades para demostrar fácilmente su compromiso político en este año 1970. Abundaban las causas en las que participar. Combalía (1998) recalca que ‹‹El Miró veterano también fue un antifranquista declarado, manifestando su apoyo a iniciativas en favor de la democracia y en contra de la represión. Pero su figura pública nunca adquirió el peso de la de Picasso. (…)››[1] Miró no descuidaba su colaboración con los sectores catalanistas con actos concretos como su cartel de presentación del primer diccionario enciclopédico en catalán, Salvat Català (1968), su donación de una obra en beneficio del Òmnium Cultural para una exposición de homenaje a Pompeu Fabra en enero, y así años más tarde aceptará la vicepresidencia honorífica del Congrés de Cultura Catalana, su respuesta al Mayo francés de 1968 o sus carta pública en enero de 1969 contra las torturas del régimen franquista. Pero sin duda su más conocido acto antifranquista fue su participación en el encierro de Montserrat, el 12 de diciembre de 1970, en medio de unas semanas críticas de la agonía franquista.
Desde el 3 de diciembre se juzgaba a 16 miembros de ETA, en el proceso de Burgos, y durante esas semanas se multiplicaron los actos de protesta: huelgas, manifestaciones, hasta el encierro en el monasterio de Montserrat, donde unos 300 profesionales, intelectuales y artistas se reunieron los días 12-14 de diciembre. Miró, con 77 años, acudió durante unas horas para manifestar su solidaridad de un modo inequívoco y de resultas fue sancionado. Pero los hechos merecen una mirada más cercana.
En un año 1970 marcado por la radicalización del movimiento obrero (huelga total en enero en la minería asturiana) y estudiantil, en noviembre y, sobre todo, diciembre se vivió la más importante oleada democrática contra el franquismo. Los actos de protesta de diciembre pueden ser considerados un ensayo de lucha prerrevolucionaria. Era un tiempo de zozobra internacional, con un estallido social en Polonia que terminó con el gobierno de Gomulka, con un juicio en Leningrado contra judíos soviéticos que querían huir de la URSS y con una profunda agitación en muchas universidades europeas, mientras que en EE UU la rebelión juvenil contra la guerra del Vietnam estaba en su punto álgido. España estaba integrándose a marchas forzadas en el sistema económico occidental, mientras que Franco había entrado en la ancianidad y el régimen se preparaba para una sucesión controlada bajo el puño de hierro del almirante Carrero Blanco. Todo ello implicaba la necesidad de reformas estructurales que mejorasen la imagen del franquismo, pero sin desmontar su base social y política. La idea era avanzar hacia una “democracia autoritaria”, estrechamente controlada, de tal forma que el poder ejecutivo dependiese básicamente del Jefe del Estado (este vitalicio), con un Parlamento “orgánico” controlado caciquilmente desde el Ministerio del Interior como en los tiempos del canovismo, en la que los partidos comunistas, socialistas y separatistas fuesen ilegales. Era un sistema muy parecido al empleado luego en Turquía y algunas semidictaturas islámicas, una democracia tan vigilada como falsa, pero que se pensaba que podría dar una imagen aceptable en el exterior durante algunos años más, los de la previsiblemente cercana sucesión.
En esos momentos de indefinición entre la apertura y la represión el régimen se expuso con todas sus debilidades —como ocurre generalmente en parecidas fases terminales en los sistemas dictatoriales—. Por una parte la tímida apertura, que se inició con las elecciones del 17 de noviembre, para elegir concejales de representación familiar y consejeros locales del Movimiento (Miró se abstuvo de votar y criticó duramente el proceso), y a las cuales siguieron las elecciones del tercio sindical, el 24 de noviembre. Por otra parte, la dura represión, para dejar claro a los demócratas que el régimen estaba tan fuerte como siempre. En este sentido, lo más fácil y próximo era ajusticiar a algunos de los primeros separatistas vascos, que ya estaban luchando en ETA y que habían sido detenidos después del asesinato del inspector de policía Melitón Manzanas. 16 separatistas fueron detenidos y otros 16 escaparon (estos fueron juzgados en rebeldía). Los detenidos, curiosamente, pertenecían al sector moderado de ETA —algunos de los activistas juzgados, como Gorostidi y Aizpurúa, se radicalizarían mucho más tras esta traumática experiencia—, que no quería la acción violenta sino que pretendía una línea más política, cercana a los métodos de Gandhi y Nehru. De hecho, la gran mayoría nunca habían participado en actos violentos, pero pese a ello ya se preveía antes del juicio que las ejemplarizantes penas fluctuarían entre la condena a muerte y largos periodos de prisión para los menos significados.
Las protestas comenzaron a surgir enseguida. El 24 de noviembre hubo un paro general en la Universidad de Madrid como reacción a la presencia de la policía y la detención de unos estudiantes. También hubo incidentes en la de Barcelona. En los días siguientes la tensión fue creciendo en los centros universitarios del país, con numerosos paros e incidentes callejeros. El 27-28 se supo que el proceso de Burgos sería público. Como entre los procesados había dos sacerdotes (Julián Calzada era el más destacado), la Santa Sede pidió clemencia por si hubiera penas de muerte.[2] Al cabo la represión era dura y eficaz: la policía detuvo en Madrid a las coordinadoras de la oposición universitaria (la llamada Coordinadora de Distrito de Madrid), la primera con 25 estudiantes el 26 de noviembre, y a su sucesora, de otros 19 estudiantes, el 2 de diciembre. Pero a principios de diciembre los conflictos universitarios arreciaron (Madrid, Oviedo, Granada...). La prensa del régimen los presentaba como violentos y ridículos, como irresponsables ofensas a la integridad y la decencia. Los acontecimientos se precipitaban. El movimiento vasco de liberación nacional (terrorista), dividido en varias facciones, se unió entonces, y el 1 de diciembre el sector más duro, llamado ETA V Asamblea, dirigido por Etxabe, secuestró al cónsul honorario alemán en San Sebastián, Eugenio Behil Schaefer, de 59 años y anunció el secuestro el 2, amenazando con matarle según lo que ocurriera en el consejo de guerra de Burgos (finalmente, fue liberado el 29).
El proceso de Burgos comenzó el 3 de diciembre y acabó el 9. Fue el juicio sumarísimo número 31-69, realizado de acuerdo al decreto-ley antiterrorista de 1960, “contra el bandidaje y el terrorismo”. El polémico artículo 3, derogado en 1964, fue reimplantado para juzgar a los 16 activistas vascos y el carácter retroactivo de esta aplicación del derecho penal anterior fue muy criticado en España y el extranjero. En el círculo de amigos de Miró la reacción fue inmediata y apasionada, y aunque no se sabe lo que él opinó entonces, se puede suponer que también le pareció inaceptable.
El Partido Comunista había convocado ya el 3 de noviembre a una jornada de lucha por la amnistía, y a lo largo del mes la tensión fue subiendo en el movimiento obrero y estudiantil. Asambleas, paros, pintadas y acciones callejeras desembocaron en la huelga general universitaria del 3 de diciembre. En Barcelona abundaron las manifestaciones, pero más importante aun fue la extensión de estas a otras ciudades antes siempre pasivas, como Girona.[3] El Òmnium Cultural suspendió la fiesta literaria de Santa Llúcia. El 3 se realizó un paro general en Guipúzcoa. Incluso, la Conferencia General Episcopal solicitó la máxima clemencia para los encausados, y, yendo más allá, los obispos de Bilbao y San Sebastián pidieron que el régimen fuese cauto y responsable, lo que se interpretó por el régimen como una intromisión en la vida civil.
El mismo día 3, el fiscal del proceso pidió contra los 16 acusados un total de 6 penas de muerte —otros 16 acusados huidos fueron declarados en rebeldía, hasta un total de 32 procesados—, por los delitos de asesinato del inspector Melitón Manzanas y pertenecer a una organización terrorista y separatista. Desde entonces, la prensa informó con enorme amplitud del proceso y de los incidentes callejeros, la gran noticia de aquel mes. Miró debió sentir la misma expectación que el resto del público, leyendo tanto la prensa española como la francesa que le dedicaba atención a diario, pero tuvo la precaución de no guardar recortes que le pudieran comprometer si la policía registraba su casa en Palma.
En esos días (sobre el 4 de diciembre) fue cuando Miró volvió a su habitación en el hotel Colón de Barcelona (donde había estado recientemente, en la segunda semana de octubre, hasta la muerte de su amigo Prats el 14), por un lado para preparar una exposición y solucionar una cuestión en Tarragona[4], pero también atraído por los acontecimientos, al igual que sus amigos catalanes. Las reuniones fueron diarias y el tema dominante de las conversaciones era la situación política y qué podrían hacer ellos para ayudar. Un amplio grupo, formado por Tàpies, Brossa, Bohigas, Portabella[5] y otros, participaban febrilmente junto a las organizaciones de artistas e intelectuales independientes montadas por el PSUC (Partido Socialista Unificado de Catalunya, de filiación comunista), y le encarecieron a Miró que se comprometiera más a fondo, aunque sin pedirle la afiliación, mientras que otros de sus amigos, como Gomis y los Gaspar, preferían una colaboración más prudente y le indicaban que debía ser consecuente con su larga trayectoria independiente. Miró se sentía dividido entre ambas posiciones: en una fecha imprecisa decidió no militar en las organizaciones clandestinas, pero sí seguir colaborando con ellas, mediante la donación de obras y con su presencia ocasional en las reuniones.
El 4 de diciembre se declaraba el “estado de excepción” en el País Vasco, por un periodo de 3 meses, debido al enfrentamiento de las fuerzas del orden y los trabajadores en Guipúzcoa. En Eibar una gran manifestación consiguió que la policía se retirase al principio, para volver después y disparar con fuego real durante un cuarto de hora, resultando un joven muerto y otros heridos de gravedad. Se sucedieron en los días siguientes el encierro de Montserrat, las huelgas en los cinturones industriales de las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Bilbao), las masivas movilizaciones populares, y las presiones internacionales y de la prensa extranjera. El 12 el régimen proclamaba numerosas adhesiones institucionales, mientras se suspendían las clases en Valladolid y Granada.
El encierro en el monasterio de Montserrat se celebró desde la tarde del 12 hasta la noche del 14 de diciembre. La iniciativa fue de un reducido grupo de militantes y simpatizantes progresistas y catalanistas, entre los cuales estaban Octavi Pellissa, Oriol Bohigas, Xavier Folch, Núria Serrahima... que promovieron una “tancada d’intelAlectuals contra el procés de Burgos i la perpetuació de la dictadura”, en una acción de resonancia internacional. Se escogió el monasterio benedictino porque era un lugar emblemático de Cataluña así que un acto en él multiplicaría el impacto público, y además, lo que fue un factor fundamental, la comunidad de monjes era recepticia a permitir el acto. El abad anterior había sido el famoso Aureli Maria Escarré, que había partido al destierro en 1965 debido a sus críticas al régimen franquista aparecidas en “Le Monde” (14-XI-1963), y el nuevo abad desde 1966, Cassià Maria Just, había aumentado su compromiso con las libertades. De inmediato los intelectuales y monjes fueron rodeados por la Guardia Civil , atónita ante la magnitud del sorpresivo desafío. Estaban 300 de los más significados profesionales, intelectuales y artistas de Cataluña, con representantes de la “Nova Cançó” como Joan Manuel Serrat, Guillermina Motta, Quico Pi de la Serra , Raimon, pintores como Antoni Tàpies, Albert Ràfols Casamada, autores y actores teatrales como Josep Maria Benet i Jornet, Fabià Puigserver, Núria Espert, novelistas como Ana María Matute, Montserrat Roig o Terenci Moix, políticos como Josep Andreu i Abelló, Jordi Carbonell, filósofos como Manuel Sacristán, poetas como Joan Oliver, Joan Brossa y Gabriel Ferrater.[6]
Miró, por su parte, estuvo allí apenas unas horas. Parece que le convencieron para ir varios de sus amigos, por lo que no podemos significar a unos sobre otros, pero entre ellos, con seguridad, estuvieron Bohigas y Tàpies (que recuerdan haber hecho gestiones personales).[7] Subió en un coche junto al escritor Mario Vargas Llosa y probablemente también Tàpies, antes de que el cordón policial se cerrase y, a su llegada, de inmediato le mostraron a los asistentes como prueba del éxito de la convocatoria, lo que tuvo un efecto excelente en sus ánimos (se le aplaudió, aunque él no dijo nada). Tàpies explicó así el recibimiento: ‹‹Lorsque nos sommes entrés dans la salle commune tout le monde applaudit. Car en Espagne, Miró est une personnalité importante. Comme Picasso, il sert le prestige du pays (…). En venant à Montserrat, il protégeait tous les résistants.››[8] Un testimonio del escritor Biel Mesquida explica sus sentimientos al ver a Miró en el acto:
‹‹(...) quan s’estengué el remor de “Ha arribat en Miró! Ha arribat en Miró!” com un ventaguer d’alegria quasi no ho podia creure. I era vera. Allà enmig d’aquella gentada Jota Ema [Miró] semblava un benèfic i benigne patriarca que amb els seus ullets d’un blau espirejant d’estrelletes es solidaritzava amb tots els lluitadors antifranquistes i ens saludava un per un. Vaig quedar bocabadat de la seva senzillesa per un cantó i de la seva fortalesa per l’altre. Aquella reunió estava plena de tensions. Calia redactar un manifest que havia de ser signat per persones de molt diferents ideologies amb l’antifranquisme com a front de batalla i no era fàcil. En Jota Ema aconsellava amb l’altra tradició dels seus 75 anys les paraules més conciliadores, civilitzadores i justes. I l’endemà tots els mitjans de comunicació del Plante sabien que malgrat quaranta anys de franquisme unes veus de pensadors i artistes simbolitzaven el clam de tot un poble. Havia vist el compromís moral d’en Jota Ema i això m’obria moltes més finestres a les clarors dins la tenebrosa agonia feixista.››[9]
Miró se marchó muy pronto de vuelta al hotel Colón, a la mitad de la primera sesión, junto a Tàpies, el poeta Joan Oliver (conocido por su seudónimo Pere Quart) —que estaba enfermo— y algunos otros, y la Guardia Ci vil identificó a los ocupantes de los vehículos.
Esta salida temprana no debe entenderse como descontento por la utilización política que se hizo de su adhesión, sino como un reconocimiento de que lo que importaba era el conocimiento mediático de su presencia. Su amistad con muchos de los participantes, como Bohigas, Tàpies, Brossa... fue un acicate más: no podía fallar a sus amigos. Cuando unos días después los organizadores le llevaron una copia de su declaración reivindicativa, la firmó enseguida.
La prensa española y extranjera publicó noticias y en algunos casos fotos (tomadas por Català-Roca) sobre la presencia del anciano artista de 77 años en el encierro y ello contribuyó a que en el exterior se prestase más atención a la situación política española, como deseaban los organizadores.[10] El mismo sábado 12 aparecía en “La Vanguardia ” el primer artículo de una serie de cuatro, de Permanyer, Joan Miró en aquel París que era una fiesta (el de los años 20), y los otros tres salieron el 15, 18 y 19 sin problemas, y el domingo 13 salía una nota sobre la donación de un tapiz suyo a la Cruz Roja de Tarragona, en tamaño grande para dar una impresión de normalidad y en la misma página se incluía una noticia pequeña en la que se citaba a Miró entre los participantes del encierro, que se vinculaba con el proceso de Burgos.[11] El lunes 14 no salían los diarios habituales (una costumbre de la prensa española entre 1920 y 1982) sino la oficialista “Hoja del Lunes”, que recogió la noticia del encierro para criticarlo, y por la tarde el gobierno español suspendía el artículo 18 del Fuero de los españoles, que garantizaba que nadie podía ser detenido más de 72 horas sin ser libertado o puesto a disposición de la Justicia ─significaba en la práctica que la Administración podía aplicar sanciones inmediatas de hasta seis meses de arresto menor o de retirada de pasaporte (la que se aplicará a Miró)─, y el Tribunal Supremo confirmaba las penas para unos condenados anteriores de ETA, mientras proseguía el consejo de guerra de Burgos. El martes 15 las noticias anteriores acaparaban las portadas de la prensa. La agencia oficial Logos informaba del final del encierro y precisaba que Miró y Tàpies no habían pernoctado en la abadía, en contra de lo divulgado:
‹‹Informa la agencia Logos que el grupo de casi trescientas personas recluidas voluntariamente en la hospedería de Montserrat desde la tarde del sábado, a última hora de la tarde del lunes empezaron a abandonar el monasterio. Se señala que por la mañana el abad dom Casiano Just solicitó a la fuerza pública garantías para que en el caso de que abandonaran el encierro no les fuera solicitada la documentación. A última hora del lunes, la agencia Logos ha completado su información en los siguientes términos: Las personas que en numeroso grupo se encontraban recluidas en la hospedería de Montserrat, han abandonado ya su encierro voluntariamente y regresado a sus domicilios tras el anuncio de que, de no hacerlo da forma voluntaria, la fuerza pública hubiera desalojado el recinto donde se encontraban. La salida se ha efectuado en perfecto orden, figurando al frente de la comitiva el abad de Montserrat don Casiano Just. También se ha sabido ahora que ni Joan Miró ni Antonio Tapies han pernoctado en la Abadía , como se había indicado, pues simplemente hicieron acto de presencia el sábado y a continuación siguieron viaje hasta Barcelona. — Logos.››[12]
Las autoridades civiles de Barcelona se ufanaron enseguida de haber puesto punto final al encierro:
‹‹Nota del Gobierno Civil. Como ha informado la Prensa , desde las últimas horas de la tarde del sábado, un grupo de aproximadamente 230 personas, permanecía encerrado en el convento de los monjes benedictinos del Monasterio de Montserrat, dando lugar con su actitud a una campaña de calumnias y falsedades recogida por alguna prensa y radio extranjeras, con la finalidad de desprestigiar al país y a sus Instituciones. Ante estos hechos, que no podían tolerarse, en la tarde da ayer, lunes, los encerrados fueron emplazados por la autoridad para que desalojaran el convento, lo que realizaron sin necesidad de que las fuerzas del orden público allí presentes tuvieran que intervenir. — Barcelona, 15 de diciembre de 1970.››[13]
Y el diario “La Vanguardia ”, en una nota editorial del mismo 15, celebraba que no hubiera habido incidentes violentos y que las autoridades mostraran moderación:
‹‹La reclusión voluntarla de un numeroso grupo de personalidades destacadas de la vida barcelonesa en la Abadía de Montserrat, ha terminado ayer sin intervención de la fuerza pública y sin que se produjera ningún incidente. Esta forma de reflexionar colectivamente respecto a una circunstancia dada —porque no se ha informado sobre su finalidad cierta—, es discutible quizá en cuanto a su oportunidad y eficacia, si bien hay que reconocer que realizada por personas como las que se han reunido en Montserrat, no podía llegar hasta ningún extremo de peligrosas derivaciones, ni para el orden ni para la paz públicas. Es muy satisfactorio, pues, que el acto haya terminado sin mayores consecuencias. Y hay que hacer constar la satisfacción que producirá en Barcelona, y en todo el país, ver cómo un acto —quizá poco trascendente en su materialidad táctica, pero destacado por la personalidad de muchos de los reunidos y el lugar en que se ha realizado, tan querido por todos los catalanes—, haya acabado felizmente.
Al mismo tiempo, se sentirá también, por parte de la opinión, una impresión de confianza respecto a las autoridades de la provincia que han abordado el asunto sin nerviosismo, sin deformarlo, sin desquiciarlo. La prudencia y sangre fría con que las autoridades aludidas han obrado a la vista del suceso de Montserrat, merecen ser retenidas como un elemento favorable en las actuales circunstancias patrias que sería ciego no apreciar en su verdadera importancia.››[14]
Fuera de España se difundirá la sugerencia de que Miró había estado los tres días del encierro, y había salido con los demás, ante la amenaza de la policía, entre dos filas de guardias civiles armados con metralletas: ‹‹About 300 Spanish intellectuals and artists including Joan Miró staged a sit-in at an abbey near Barcelona today to protest the trial of 15 Basque nationalists in Burgos.››[15] Esa es la imagen que impacta en la opinión pública internacional. Miró es el más conocido de los participantes y el que aparece en primer lugar (a menudo es el único nombre publicado) en casi todas las listas. En una carta de febrero de 1971, el poeta japonés Shuzo Takiguchi se refiere a la importancia internacional del ejemplo de Miró, en una reflexión indirectamente política, poco después de llegar a Japón las noticias sobre la participación de Miró en el encierro de Montserrat.
‹‹Les jeunes gens ici d’intéressent beaucoup sur l’actualité de votre travail, particulièrement dans la situation actuelle catalane, pourtant ce n’est pas facile à comprendre ici en Japon. Je crois que votre position comme le plus grand artiste doit être un point cardinal avec une autorité unique dans le monde actuel —très souvent imbécile et en désordre!—.››[16]
Pierre Descargues (2004) comenta poéticamente la relevancia que tuvo para él de la participación de Miró, en contraste con la pasividad de Dalí, en el encierro de Montserrat:
‹‹(...) en 1970, les quotidiens nos apprendront que Miró a rejoint quelques protestataires, dont le peintre Antoni Tàpies, qui se sont enfermés dans le lieue sacré de la Catalogne , l’abbaye de Montserrat, pour manifester contre la condamnation à mort de plusieurs membres de l’ETA. La police assiège le monastère. Miró a 77 ans. Je me demande ce que fait Salvador Dalí, cet autre Catalan. À la fin, l’assaut ne sera pas donné. Qui savra jamais pourquoi? Peut-être parce que les oeuvres de Miró ont toujours apprivoisé les merles, les lavandes, les grillons, les silex et les étoiles. Et que toutes ces puissances de la nature s’étaient refugiées, avec lui, dans le sanctuaire. On ne lance pas sa police à l’assaut de ça. Il faut peut-être ajouter que le monastère de Montserrat est placé sous la protection du Saint-Graal, comme l>a conté Richard Wagner dans son Parsifal. Et se demander si le Généralissime a reculé devant le clergé ou devant Joan Miró.››[17]
Los encerrados que se quedaron se constituyeron en asamblea permanente y aprobaron un manifiesto en el que denunciaban el carácter represivo y totalitario del régimen, expresando su adhesión fraternal al pueblo vasco, exigiendo la amnistía, la abolición de la pena de muerte, el establecimiento de un Estado que garantizase las libertades democráticas y los derechos de los pueblos y naciones que formaban el Estado español, incluyendo el derecho de autodeterminación. La declaración reza así:
‹‹Nosotros, intelectuales catalanes constituidos en Asamblea permanente en Montserrat, nos creemos obligados a tomar posición ante la gravísima situación política y social provocada por el Consejo de guerra sumarísimo contra dieciséis militantes de ETA acusados de luchar por el socialismo y por los derechos nacionales del pueblo vasco:
En estas circunstancias comprobamos:
1. Que se sigue aplicando en el Estado español, contra toda opinión de signo democrático, una legislación represiva iniciada hace más de treinta años, durante la guerra civil.
2. Que el actual sistema político‑jurídico, al servicio de una estructura social clasista y anacrónica, convierte en delitos hechos políticos y sociales que en todo estado democrático se consideran legítimos y hasta constituyen derechos elementales de todo ciudadano.
3. Que la tortura y los malos tratos físicos y morales, reiteradamente denunciados, son todavía una práctica policíaca sistemática.
4. Que los derechos de los pueblos y naciones que hoy forman el Estado español son ignorados y reprimidos en nombre de una supuesta y falsa unidad nacional, principio básico de las leyes del Estado español.
A la vista de estos hechos, consideramos inadmisible la aplicación de las gravísimas penas pedidas en el Consejo de guerra sumarísimo de Burgos.
Denunciamos que los medios de comunicación del Estado, especialmente Radio Nacional, Televisión Española y la Agencia Cifra , tergiversan o escamotean sistemáticamente la información. Y, como no existen medios normales de libre expresión, nos vemos obligados a manifestarnos en este documento.
En primer lugar, repudiamos el proceso de Burgos, de acuerdo con los movimientos de recusación del mismo que se han producido y se producen en el interior y en el exterior.
En segundo lugar, reclamamos que se tomen inmediatamente las siguientes medidas:
1. Que quede sin efecto cualquier condena que pueda ser dictada por el tribunal de Burgos.
2. Que se promulgue una amnistía general para todos los presos políticos y sociales, los sancionados y los exiliados.
3. Que se derogue el decreto‑ley de bandidaje y terrorismo y sean abolidas las jurisdicciones especiales.
4. Que sea abolida la pena de muerte para toda clase de delitos.
5. Que se establezca un Estado auténticamente popular que garantice el ejercicio de las libertades democráticas y de los derechos de los pueblos y naciones que forman el Estado español, incluido el derecho de autodeterminación.
Por último, manifestamos nuestra completa adhesión fraternal al pueblo vasco y a sus reivindicaciones que son las nuestras. (Montserrat, 13 de diciembre de 1970)››.[18]
Muchos de los asistentes firmaron por asentimiento a posteriori porque no estaban presentes cuando se redactó, y entre éstos figura Miró.
Mientras tanto, proseguía la lucha alrededor de la vida de los procesados. Por una parte las revueltas callejeras y universitarias, las huelgas... mientras la Santa Sede volvió a interceder por los acusados (ya hemos dicho que dos eran sacerdotes) el 15 de diciembre y las embajadas seguían su línea de discreta presión. Las universidades acordaron dar vacaciones desde el 15 de diciembre hasta el 7 de enero para evitar que los estudiantes se organizaran para protestar. Picasso suspendía una exposición de sus obras en Barcelona. El artista Alfred Manessier tomará el asunto de la represión franquista para su pintura de mensaje político Proceso de Burgos (1971).
Por el otro lado la represión se plasmaba en cientos de detenidos —la mayoría por poco tiempo— mientras que la propaganda franquista denigraba a los manifestantes y mostraba a Occidente (Italia, Francia, EE UU) sufriendo un aluvión de batallas campales, huelgas y manifestaciones, como si hubiera una conspiración marxista internacional en la que los disturbios en España sólo serían un pequeño eslabón. El 16 se manifestaron unos 35.000 burgaleses a favor del Gobierno —se había conminado al cierre de los establecimientos para conseguir la máxima asistencia—. Otra gran manifestación franquista en Madrid, ante el Palacio de Oriente, el 17, tuvo 500.000 manifestantes según la prensa franquista (100.000 según la prensa extranjera). El 22 de diciembre (tras un acto previo el 20), el régimen organizó otra manifestación en Barcelona, con decenas de miles de personas llevadas desde todas las comarcas de Cataluña en autobuses y trenes, para defender ‹‹la sagrada Unidad de España contra el contubernio internacional››. Personas del Ripollés, L’Empordà, la Garrot xa, el Gironès, con pancartas con inscripciones como ‹‹San Juan de las Abadesas. Unidad y Paz››, ‹‹Comunismo no. Franco sí››. En Palma no hubo actos de masas, sino declaraciones institucionales de apoyo a Franco. La oposición mallorquina era demasiado débil para enfrentarse al férreo control policial. Miró permaneció en su casa, al parecer con una severa admonición de las autoridades para permanecer callado.
El 28 de diciembre la sentencia de Burgos establecía nueve penas de muerte (para seis de los reos juzgados), tres absoluciones y veinticinco penas de reclusión. El 29 el cónsul alemán fue liberado por ETA y el 30, previa reunión urgente del Consejo de Ministros, Franco, bajo fuertes presiones internas[19] e internacionales, indultó a los condenados a muerte, conmutando las penas por otras de 30 años de reclusión mayor. Lo peor para el régimen fue que ETA salió robustecida, radicalizada y unida de la prueba, más popular incluso fuera del País Vasco, con una renovación de sus cuadros y militancia. Sería una herencia envenenada para la democracia venidera.
El apoyo de Miró a los procesados disgustó sobremanera al franquismo. Cuando vuelve a Palma, pocos días después (probablemente la tarde del 16), el diario “Baleares”, de línea falangista, envía a un periodista a sonsacarle unas palabras de renuncia... y lo consigue, al menos en parte —Miró alegará después a un periodista francés de “Le Monde” que el falangista sólo habló por teléfono con su esposa, que sólo le dijo que los aires fríos del monasterio no convenían a su salud—. Inmediatamente, el día 18, sale en la prensa nacional más adicta al Gobierno una entrevista a Miró, en la que este desmentía cualquier motivación política de su presencia en Montserrat y se presentaba como totalmente neutral en política. Un periodista del “Baleares” fue el autor y este diario lo publicó parcialmente en portada —con una foto de Miró— y el resto en la sexta página. El texto completo de los titulares decía: ‹‹La verdad ante todo. Joan Miró acudió a Montserrat engañado. “Creí que se trataba de un acto cultural. Cuando comencé a ver claro me marché inmediatamente”››. Y el texto reza:
‹‹(...) Joan Miró acaba de regresar a Palma. Conversamos con él para decirle que un periodista de una importante cadena de televisión solicita desplazarse a su estudio de Palma con la intención, nada menos, de que el artista explique, con unos dibujos, “lo que él opina” sobre lo que está pasando. Como lo ve, con sus ojos de artista. Joan Miró palidece de indignación y se le apaga la voz. Su esposa comenta que “qué barbaridad”. Que ni soñarlo. Que su esposo no quiere ni oír hablar de nada de eso. El pintor asiente cuando ella dice: “Acudimos allá engañados, y de mala gana porque además hacía mucho frío y a Joan el frío no le conviene”.
- Creía (añade ahora el propio don Juan) que se trataba de una cosa exclusivamente cultural. Pero apenas vi de qué se trataba, nos marchamos inmediatamente. No permanecimos allá ni diez minutos. ¿Me oye usted? Ni diez minutos.
- Ya nos extrañaba, palabra de honor. Usted tiene sus ideas o lo que sea. Pero es un hombre de sentido común, de orden, que se limita a trabajar y además sin descanso.
- Exactamente. Eso es. Yo no permanecí allá ni diez minutos en cuanto vi de qué iba la cosa. Y además, estoy muy afectado. Me duele vivamente que haya sido explotado mi nombre para una cosa así. Ha sido para mí un duro golpe verme de esta manera relacionado con este asunto.
Luego la conversación prosigue por otros derroteros, de esos que le gustan al pintor: su trabajo, la Navidad , sus nietos y sus trabajos de horticultor aficionado. “Diga a ese americano de la televisión que no se moleste en venir a Palma, que no pierda el tiempo. No pienso ni recibirle. Que me dejen en paz, caray”.››[20]
Esta entrevista se difundió incluso en el extranjero y siguió siendo tema de debate en Mallorca y debió tener un efecto negativo sobre los conocidos y amigos de Miró, pese a parecer harto evidente, al menos para los que han leído cientos de entrevistas y declaraciones suyas, que el periodista hace una libre interpretación de las medias palabras del artista y su esposa. Debemos leer entre los silencios, tanto la primera intervención de su esposa (para la cual sí que la neutralidad política era un ideal), como la deformación de sus palabras por el periodista... Pero posiblemente dijo más de lo que pretendía decir, y enseguida fue consciente de que iban a utilizarlo. Es muy significativo que no recortara la noticia para su álbum (en el que guardaba casi todo lo que se escribía sobre él, incluyendo las críticas más feroces) como si quisiera hacer desaparecer de su vida este episodio que oscurecía lo que él consideraba una de sus mejores acciones en favor de sus ideales. De hecho, siempre negó haber dicho aquellas palabras, al menos tal como habían salido publicadas. Su primera respuesta fue una declaración a la prensa dos días después, en la que afirmaba que fue a Montserrat voluntariamente y plenamente consciente así que ‹‹el significado de mi presencia debe interpretarse como un deseo de expresar y confirmar los sentimientos que he sostenido toda mi vida, y que por tanto no puede considerarse en modo alguna como una repulsa a los que estaban allí reunidos››.[21] De esto y de sus precisiones, probablemente a través de Dupin, se hizo eco un artículo en “Le Monde” (30-XII-1970), que hacía un resumen político de lo que ocurrió en los días inmediatamente posteriores, señalando que el periodista del “Baleares” era un falangista y que su información era falsa.[22]
Considero que Miró fue a Montserrat no por la publicidad que su nombre generaría a sí mismo, sino, como dirá tiempo después, por lo qué podía contribuir al movimiento con su imagen pública. Su solidaridad había sido empañada por la lamentable entrevista. Tiempo después explica que fue allí: ‹‹(...) porque ese era mi sentimiento, fui sin pensar en la publicidad. (...) Algunos dijeron que fui allí sin saber que se trataba de un asunto político. Hice publicar un desmentido para establecer la verdad, que algunos querían enmascarar. Lo que hice, lo hice con conocimiento de causa››.[23] Miró se rebela contra la idea que se había difundido mucho en los años 60, incluso entre los artistas progresistas, de que era un inocente, un ingenuo, que no se implicaba en las causas políticas y que vivía fuera de la sociedad y que se había afianzado con su mismo triunfo artístico y con noticias o entrevistas como la del diario “Baleares”. El artista se revuelve harto de tal impropiedad: ‹‹Esa reputación me fastidia mucho. Le hablé de pereza intelectual; eso es; la gente no tiene fuerza para comprender lo que son los otros... Esa imagen de mí es facilona››.[24] En otra ocasión insiste: ‹‹Fui a Montserrat para cumplir un deber humano. Creo que aquel gesto ayudó a salvar a aquellos chicos, porque tuvo una amplia repercusión internacional. Todavía recuerdo emocionado la buena acogida que nos dieron los monjes.››[25]
En los días finales, la represión del régimen franquista contra los participantes en los disturbios fue bastante blanda: algunas leves condenas de arresto, algunas expulsiones o suspensiones para profesores, y sobre todo numerosas sanciones administrativas y multas.[26] El castigo a Miró fue al parecer la retirada de su pasaporte, como recuerda su nieto Emili Fernández Miró (2006): ‹‹El 1971, la policia va anar a casa seva a retirar-li el passaport.››[27], lo que sucedió probablemente hacia enero o poco después y con una probable duración de seis meses, lo que cuadra con el hecho de que excepcionalmente no viajase fuera de España en el primer semestre de ese año pero que en octubre volviera a París.[28] Pero Miró no se amilanó en su decisión de participar en los años siguientes en exposiciones y actos de compromiso con la lucha democrática. Su prestigio y su conciencia le exigían seguir este camino.
Antonio Boix Pons, en Palma de Mallorca (6-XII-2010).
[2] Redacción. Noticia. “Baleares” (27-XI-1970). Para estudiar el encierro de Montserrat nos hemos basado sobre todo en las noticias de la prensa de la época, que nos han parecido plenas de inmediatez, aunque hay una amplia bibliografía, como el libro reciente de Muñoz Pujol, Josep M. La gran tancada. Columna. Barcelona. 2000. 349 pp. Aizpeolea, Luis R. “Nos avergonzaba matar”. “El País” Domingo (5-XII-2010) 11. Recuerdos de Eduardo Uriarte, juzgado en el proceso de Burgos. / Hay una web con un excelente resumen de la información [historiadehoy.iespana.es/burgos.htm].
[5] Uno de los mejores amigos de Miró en esta época, Pere Portabella, era el portavoz de la Taula Rodona de intelectuales y artistas catalanes comprometidos con la oposición, con la que colaboraban Miró, Tàpies, Guinovart, Bohigas... A principios de 1971 se subsumió en otra organización clandestina, L’Assemblea Permanent d’IntelAlectuals Catalans [Portabella, Pere. L’Assemblea Permanent d’IntelAlectuals Catalans (724), en Dossier: L’Assemblea de Catalunya (1971-1977): el catalanisme popular antifranquista. “L’Avenç”, 43 (XI-1981). No se cita a Miró.]
[6] Muchos de los asistentes eran miembros de la llamada gauche divine, un término inventado en los años años 60 por el crítico teatral Joan de Sagarra, para referirse a un amplio grupo de jóvenes burgueses barceloneses que se reunían, entre otros lugares, en la discoteca Bocaccio, y que se caracterizaban por su antifranquismo y su voluntad de transgresión moral e intelectual, aunque su ideario político no fue homogéneo como grupo. Sus años culminantes fueron 1963-1971. Miró no fue miembro de ella, desde luego, pero trató personalmente a algunos de sus miembros más destacados, como Bohigas. Otro de sus miembros, el fotógrafo Xavier Miserachs escribirá en sus memorias (Fulls de contacte): ‹‹La reunión de Montserrat fue el epílogo de una divertida y provinciana pirueta social con voluntad transgresora, pero que a fin de cuentas se mostró incapaz de transgredir poco o nada, y así terminó por agotamiento y esterilidad››. [cit. Sagarra, Joan de. La izquierda gamberra. “El País” Semanal, 1228 (9-IV-2000) 45-52].
[7] Oriol Bohigas lo explicó brevemente en una charla pública en la FJM en 1997. Antoni Tàpies nunca ha llevado un diario escrito y sus recuerdos son muy posteriores, pero es una fuente estimable: ‹‹Sí, Teresa y yo habíamos convencido a Miró para que viniese con nosotros a Montserrat. Todos estábamos en Tarragona porque Miró había donado un tapiz al hospital de la ciudad. Debido a esta circunstancia, los que lo habíamos acompañado hasta allí formábamos un grupo numeroso. A la hora de comer convencimos a Miró de que viniese con nosotros. Entonces salimos directamente de Tarragona hacia Montserrat en coche. Dupin y Lelong también estaban con nosotros; y otros extranjeros, por ejemplo, Vargas Llosa. Una vez allí, asistimos a la asamblea, pero enseguida nos dijeron que podían surgir dificultades para los extranjeros. Como Miró ya era bastante anciano entonces, decidimos quedarnos sólo hasta el anochecer. O sea que salimos de Montserrat antes de que llegara la policía.›› [<Tàpies. Comunicació sobre el mur>. Barcelona. Fundació Tàpies (23 enero-29 marzo 1992), que toca la relación con Miró en 259-261.]
[8] Warnod, Jeanine. Les journées de Montserrat racontées par les témoins. “Le Figaro” París (22-XII-1970). cit. Tàpies, Miquel. Chronologie, en Agustí, Anna (dir. y cat.). Tàpies. Catalogue Raisonné. 1992. v. 3. 1969-1975: 534. Véase Batista, A.; Playà Maset, J. La gran conspiració. Crònica de l’Assemblea de Catalunya. Ed. Empúries. Barcelona. 1991: 69-85.
[10] Warnod, Jeanine. Les journées de Montserrat racontées par les témoins. “Le Figaro” París (22-XII-1970). Minguet considera que la breve visita de Miró tuvo como principal finalidad conseguir ese impacto mediático en el extranjero. [Minguet. Joan Miró. L’artista i el seu entorn cultural (1918-1983). 2000: 33.]
[11] Redacción. Montserrat: Trescientos intelectuales y artistas catalanes se recluyen en el monasterio. “La Vanguardia ” (13-XII-1970) 44. La agencia Europa Press difundió la noticia y se recogió en otros diarios, como en Redacción. Reclusión voluntaria de intelectuales catalanes en Montserrat. “ABC” Sevilla (13-XII-1970) 38. Pero no lo hizo en la edición de Madrid del “ABC”, probablemente más controlada por el Gobierno.
[15] En EE UU: Redacción (Reuters). Miró Joins Protest on Trial of Basques. “The New York Times” (14-XII-1970) 4. Para la cita. / Más extensa es la información en el principal diario de la capital: Cemlyn-Jones, William. 300 Intellectuals Protest Basque Trial. “The Washington Post” (14-XII-1970) A3. / Redacción. Franco Gives Police New Arrest Power. “The Washington Post” (15-XII-1970) A16. / Acoca, Miguel; Shub, Anatole. Spanish Cabinet Declares Loyalty to Gen. Franco. “The Washington Post” (19-XII-1970) A16. / En Gran Bretaña: Redacción. Spanish artists join protest. “The Guardian”, Londres (14-XII-1970) 3. / Redacción. Price of Montserrat defiance. “The Guardian”, Londres (24-XII-1970) 5. Con las primeras sanciones a los participantes.
[18] Se publicó en “L’Espoir”, Niza (31‑I‑1971). Reprod en Julián, Tàpies. Diálogo sobre arte, cultura y sociedad. 1977: 218-221. Pese a que la lista de 284 firmantes es muy amplia he optado por reproducirla completa, porque en ella figuran casi todos los más significados intelectuales comprometidos en la lucha democrática en Cataluña, y muchos (he contado hasta 53 pero probablemente eran más) eran amigos íntimos o conocidos de Miró: Josep Andreu Abelló, Marta Abelló, Domènec Aguilar Forment, Maria Alberó, Jaume Albertí, Pedro Ancochea, Francesc Aragay, Vincent Aranda, Maite Arbó, Pere Balanyà, Enric Barbat, Nuria Bareta, Francesc Bellmunt, Josep Benet, J. M0 Benet i Jornet, Antoni Blanch, Anna Bofill, Oriol Bohigas, Esther Boix, Joaquim Boix, Pep Benet, Pau Bordonava, Mª Lluïsa Borràs, Esteve Borrel, Joan Brossa, Marina Bru, Enric Cabestany, Jaume Cabré, Josep Mª Cabré, Rafael Cáceres, Jordi Cadena, Jaume Calix, Carme Calvet, Jaume Camino, Joan Ramon Capellà, Jordi Carbonell, Angel Carmona, Marta Carrera, Francesc Carreras, Rosé Carrobé, Ramon Casanellas, Damià Casanova Serra, Albert Casas, Xavier Castellá, Jordi Castellanos, Josep Mª Castellet, Francesc Català-Roca, Pere Català-Roca, Josep Cercós, Lluís Cigés, Alexandre Cirici Pellicer, Jaume Ciurana, Josep Mª Clua, Cristina Coll, Joan Colominas, Joan Ramon Colominas, Consol Cama, Pere Comes, Mercé Connan, Alejandro Corniero, José Corredor-Matheos, Anna Lisa Corti, Isabel Cowell, Lluís Domènech, Pere Domènech, Ramon Domènech Girbau, Cristobal Domingo, Emili Donate, Carles Duran, Montserrat Durany, Jaume Echevarri, Josep Elias, Nuria Espert, Colita Esteba, Josep Esteve, Montserrat Esther, Pere Ignasi Fages, Josep Fargas, Javier Fernández de Castro, Germán Fernández López, Javier Fernández López, Gabriel Ferrater, Josep Ferré, Jaume Figueres, Xavier Folch, Maite Fontanet, Feliu Formosa, Josep Mª Forn, Rosina Gallego, Pere Garcès, Julián Carcía, Ramón García, Miquel García López, Alfons García Seguí, Charo García Verde, Mario Gas, Eulalia Gil, Gustau Gili, José Luis Giménez Frontín, Maria Girona, Eulalia Goma, Joan Gomis, Eduard Guardino, Carles Jordi Guardiola, Romà Gubern, Josep Mª Guerrero, Josep Guinovart, Jorge Herralde (firma Jordi de Herralde), Carmen Hernández, Joan Hernández Pijoan, Enric Irazoqui, Ángeles Izquierdo, Juliana Joaniquet, Joana Jordá, Sergi Jover, Joan Enrich Lahosa, Esteve Lamotte de Grignon, Santi Loperena, Josep Mª López Llavi, Inmaculada Llorenç, Lluís Magrinyà, Angels Manuel, Jordi Marfà, Irena Martínez Mora, Joan Martinet Mora, J. Mª Martorell, Oriol Martorell, Joana Mas, Antoni Matabosch, Ana María Matute, Rafael Medina Ortega, Jaume Melendres, Domingo Melero, Joan Miró, Toni Miserachs, Xavier Miserachs, Anna Maria Moix, Terenci Moix, Biel Moll, Pau Monguió, Víctor Mora, Fernanda Morón, Armando Morono, Guillermina Motta, Beatriç de Moura, Rafael Muñoz Palones, Josep Mª Muñoz Pujol, Josep Montanyés, Francesc Nel.lo, Joan Nicolás, Ramón Noguera, Valeri Novell Sala, Manuel Núñez, Arnau Olivar, Joan Oliver, Magda Oliver, Jesús Oliver Rotellas, Frederic Pagés, Carlos Pasqual, Octavi Pellissa, Nuria Pérez de Lara, Jordi Pericot, Yago Pericot, Francesc Pi de la Serra , Pere Planella, Maria Plans, Jaume Pomar, Joan Pons, Pere Portabella, Miquel Porter, Albert Puigdomènech, Fabià Puigserver, Josep Mª Queralt, Albert Ràfols Casamada, Raimon, Frederic Raurell, Rosa Regás, Maria Reniu, Marta Ribalta, Dolors Ribera, Lluís Ribera, Josep Ribera Pinyol, Josep Mª Riera de Leyva, Francesc Rius, Manuel Rius, Paco Rodón, Armonía Rodríguez, Eduard Rodrigo Ferrer, Montserrat Roig, Eduardo Romero Girón, Pep Ramou, Xavier Romou, Jacint Ros Hombravella, Jaume Resell, Carol Rosés, Josep Lluís Rovira, Manuel Sacristán, Josep Sanmartí, Carles Sanpons, Josep Sant, Carlos Santasusana, Enric Satué, Concha Segarra, Eulalia Serra, Eva Serra, Francesc Serrahima, Nuria Serrahima, Carme Serrallonga, Oriol Serrano, Ramon Serrano, Joan Manuel Serrat, Annle Settimo d’Esteva, Joan Solà, Carlota Soldevila, Joan Soler, Llorenç Soler, Maria Subirachs, Gonzalo Suárez, Antoni Tàpies, Teresa Tàpies, Jordi Teixidor, Antoni Tomàs, Dolça Tormo, Joan Trabé, Mª Angels Tren, Carlos Trías, Eugenio Trías, Josep Mª Tubau, Félix Tusell, Jordi Tusell, Esther Tusquets, Javier Valdivieso, Francesc Valls, Manuel Valls, Ramon Valls, Francesc Vallverdú, Guillermo Vázquez, Francesc Vayreda, Jordi Ventura, Albert Vila, Ramón Viladàs, Enrique Vila-Matas, Roc Villas, Xavier Zulaica.
[19] El vicepresidente del gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco no quería empañar con sangre los últimos años de Franco y había en el Consejo de Ministros muchas dudas sobre la legalidad del juicio. Carrero encargó a los servicios de información (espionaje) una solución y el comandante Andrés Casinello planteó pedir el indulto para un preso aduciendo que era hijo de un requeté del bando nacional. Darlo a uno significaba indultarlos a todos.
[20] Se difundió por la agencia Pyresa y se reprodujo y comentó, incluso apasionadamente, en: Redacción. “Joan Miró acudió a Montserrat engañado”. “ABC” (18-XII-1970) 44. / Redacción. Declaración de Miró. Acudí a Montserrat, engañado. “Baleares” (18-XII-1970) 1 y 6. FPJM H-3882. / Redacción. Acudí a Montserrat, engañado. “Solidaridad” (18-XII-1970). FPJM H-3880. Resumen comentado de entrevista en “Baleares”, en primicia. / Redacción. Declaración de Miró. Joan Miró acudió a Montserrat engañado. “Baleares” (19-XII-1970). FPJM H-3882. / Redacción. La verdad ante todo. Lo que dijo Joan Miró es lo que dijo “Baleares”. “Baleares” (20-XII-1970) 1 y 4. FPJM H-3888. / Redacción. La prensa italiana recoge objetivamente las manifestaciones de Sánchez Bella. El “Corriere de la Sera ” publica las manifestaciones de Joan Miró sobre su estancia en Montserrat. “Baleares” (20-XII-1970). FPJM H-3887. / Redacción. “Baleares” se ratifica en su información sobre Joan Miró. “Última Hora” (21-XII-1970). FPJM H-3890.
[26] El Gobierno Civil de Barcelona comenzó de inmediato a tramitar las sanciones, aplicando la Ley de Orden Público, de 30 de julio de 1959, que el encierro de Montserrat había vulnerado en el artículo 2, apartados a) e i), referidos a desórdenes en lugar público contra el Régimen. A guisa de ejemplo, Gabriel Ferrater fue sancionado el 20 de enero de 1971 con una multa de 25.000 pesetas (una cantidad importante entonces). [Notificación del Gobieno Civil expuesta en <Gabriel Ferrater. Pintura, poesía, lingüística>. Palma de Mallorca. Edifici Sa Riera, UIB (14 diciembre 2007-28 febrero 2008).]
[27] Fernández Miró, Emili. Joan Miró: una violència elegant. <Joan Miró 1956-1983. Sentiment, emoció, gest>. Barcelona. FJM (2006-2007): 25. Es casi segura la sanción de la retirada del pasaporte, muy probablemente desde enero de 1971, porque la mayoría de los más significados participantes la sufrieron por entonces y también durante seis meses, como recordaba Francesc Català-Roca en una conversación privada con Boix en 1997. La versión de Pere A. Serra [Serra. Declaraciones. “Panorama” (26-IV-1993)] sobre la retirada del pasaporte a Miró inmediatamente después de la participación del artista en el encierro es errónea sólo en cuanto se afirma que fue Carlos de Meer el gobernador civil de Baleares que se lo retiró y que le fue devuelto a los pocos días por orden del ministro de Gobernación, enfadado por tal exceso, al enterarse a través del ministro de Información y Turismo, Pío Cabanillas. Por su parte, Mesquida explica basándose en fuentes orales que De Meer envió a unos policías nacionales (entonces conocidos como los grisos) a su casa a reclamarle el pasaporte [Mesquida, Biel. J. M. “El Mirall”, Palma, 65 (noviembre-diciembre 1993): 61]. El error consiste en que De Meer (conocido en Mallorca como un duro represor) fue gobernador civil sólo entre abril de 1974 y enero de 1976 y que Cabanillas fue ministro de Información y Turismo durante el primer gobierno de Arias Navarro, desde el 3 de enero hasta el 29 de octubre de 1974, cuando el ministro fue cesado por Franco por su aperturismo —luego sería ministro de Cultura en el primer gobierno de Suárez, etapa en la que tuvo un trato muy amistoso con Miró—. Esta nueva sanción pudo producirse tal vez debido a alguna de las colaboraciones de Miró con la campaña a favor de los presos políticos que comenzó en julio de 1974, coincidiendo con la formación de la Junta Democrática opositora.
[28] Carta de Damienne de Truchis (Galerie Maeght de París) a Maurice Tuchman (LACMA de Los Angeles) (22-IX-1971). [Lax; Bordoy. Cronología, en AA.VV. Miró. Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca. 2005: 557, n. 1298, 1301.] Sobre una entrevista entre Miró, que estará en París hacia el 14 de octubre para el vernissage de una muestra en la Galerie Maeght , y Tuchman en París a celebrar en octubre, en la que este le propondrá una escultura monumental para el LACMA.
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