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miércoles, octubre 23, 2024

Miró en la Barcelona de finales de los años 40 y principios de los 50.

Miró en la Barcelona de finales de los años 40 y principios de los 50.


La calle Pasaje del Crédito (Pasatge del Crèdit en catalán), de Barcelona  La casa de Miró estaba en el lado derecho.

La vida de Miró se inserta en el heterogéneo contexto de la Barcelona de finales de los años 40, que se debate entre dos extremos: el vanguardismo voluntarista de los jóvenes artistas e intelectuales, apoyados por iniciativas de los supervivientes del periodo de entreguerras, como el mismo Miró, Prats…; y el conservadurismo de los simpatizantes del franquismo, como Ràfols, Ricart, Junoy, Pla, Dalí...
Los grupos culturales que se reunían en Barcelona en la segunda parte de los años 40 son el caldo de cultivo de la redreça catalanista. Probablemente el primer grupo importante, que se reunió hacia 1945-1947, fue el conocido como grupo Bagatel·la (porque se reunía usualmente en el café Bagatela), al que José “Pepín” Bello llamó grupo “Amigos de Joan Prats”[1], que promovían Joan Prats y Magí A. Cas­sanyes en tándem y que pretendía reanudar el espíritu del grupo ADLAN (1932-1936), y que contaba con la mayoría de sus antiguos miembros que habían sobrevivido a la Guerrra Civil.
Puntualizó que en el grupo convivían dos tendencias: la catalanista que lideraba Prats y la proclive al franquismo que encabezaba Cassanyes (que así dará una patina de respetabilidad al grupo ante el régimen franquista), que había firmado con Ramon Marinel·lo, Joan Teixidor, Josep M. Junoy, Sebastià Sánchez-Juan, Carles Sentís, Carles Sindreu y otros el infausto Homenaje de la Cataluña liberada a su Caudillo Franco (1939-1940). Entre sus asistentes estaban Prats y Cassenyes, el arquitecto Sixte Illescas (discípulo de Gaudí y continuador de las obras de la Sagrada Familia), el doctor Anglada, Alfonso Buñuel (un pintor surrealista, hermano menor del cineasta Luis Buñuel), Joaquim Gomis, J.V. Foix, Pere Casadevall, Alexandre Cirici, Joan Perucho, Joan Triadú, los escultores surrealistas Eudald Serra, Jaume Sans y Ramon Marinel·lo... y ocasionalmente acudían Josep Ma­ria Junoy, Rafael Santos To­rroe­lla, Joan Teixidor y otros miembros de la redacción de la revista “Destino”. Miró asistirá también a bastantes reuniones, tal vez antes de su viaje americano de febrero a noviembre de 1947, y a su vuelta seguro que conocerá en ellas por primera vez a Cirici y el poeta Joâo Cabral de Melo, que era cónsul brasileño en Barcelona.
Uno de los frutos de estas reuniones es que Miró realiza un dibujo para la edición del segundo volumen de la revista “Ariel”, en 1947.[2] Cirici explica los inicios de su relación con Prats y Miró: ‹‹Vaig conèixer Joan Prats després d’aquesta etapa [la prisión en 1939] de la seva vida, en una penya dels dimecres, al Bagatel·la, on ho havia, entre altres —a mi va portar-m’hi Jaume Sans—, els dos germans Marinel·lo, el fabulós Cassanyes, que era el centre dels diàlegs, Eudald Serra i bastants altres, més o menys fluctuants. Allí vaig conèixer també Joan Miró, que hi assistia de vegades, silenciosament.››[3]

Su sucesor fue sin duda el más importante grupo de la época, el Club 49­. En 1947, el poeta Josep Maria Junoy, entonces crítico de arte en el “Correo Catalán”, promovió la revista “Cobalto. Arte antiguo y moderno” (junio 1947-1949) y fue su director en los tres primeros números, mientras su protegido Rafael Santos Torroella era subdirector y María Teresa Bermejo (futura esposa del anterior) administradora, contando con suscripciones del entorno conservador de Junoy y de los miembros del grupo Bagatela a los que había solicitado apoyo. Destacó en 1948 el número especial dedicado al surrealismo, en el cuaderno primero del volumen segundo.
En 1948 el fracaso de una exposición de las pinturas (en parte de atribución discutida) de Turner de la colección de José Lázaro Galdiano que la revista promocionó y el impacto del cuarto número, dedicado al surrealismo, provocaron el distanciamiento de Junoy y el salto a la dirección de Santos Torroella, de pensamiento más avanzado, que junto a sus amigos Joan Teixidor y Arnau Puig, enseguida recibió el apoyo de Prats, Gomis, Gasch e Illescas y de la mayoría del grupo Bagatela, resultando así el grupo “Cobalto 49” (1949-1951), que se transformará después en el Club 49, cuya cobertura legal fue la asociación musical Hot Club. El grupo era más amplio que el anterior pero no dejaba de ser relativamente pequeño en la Barcelona de la época. Lubar (1994) resume la acción del grupo de artistas y escritores de la resistencia cultural catalana reunidos en el Club 49:
‹‹Entre estos estaban Sebastià Gasch, Magí A. Cassanyes, Foix (todos los cuales [habían] colaborado en “L’Amic de les Arts”), Joaquim y Odette Gomis y Joan Prats. Su dedicación al arte vanguardista como forma de resistencia cultural era compartida por los escritores Joan Teixidor, Rafael Santos Torroella, Alexandre Cirici y Arnau Puig. En 1949 los dos grupos se unieron para lanzar “Cobalto 49”. Aunque era una continuación de la revista “Cobalto” de Josep Maria Junoy, ahora reflejaba un claro viraje ideológico en dirección al arte avanzado. Aquel mismo año, sin embargo, los miembros más radicales del grupo se apartaron de “Cobalto 49”, por su deseo de mantener la identidad lingüística y cultural catalana. Bajo la dirección de Joan Prats, a principios de 1949 formaron el Club 49, que defendía la obra de Miró y los pintores jóvenes de Dau al Set.››[4]
En los años 1948-1949 Miró colabora con el grupo y acude de tanto en tanto a sus reuniones y actividades semanales, en los primeros años en el local del Hot Club de Barcelona (en el Passatge Permanyer) y desde octubre de 1952 en los locales de la Sala Gaspar. Así comienza su relación con Santos Torroella —tan intensa que algunas fuentes, como Catalina Serra, llegan a considerar que fue su secretario particular entre 1948 y 1951[5]—, que impulsa de inmediato la primera gran retrospectiva española de Miró, en las Galerías Layetanas de Barcelona en 1949. Santos Torroella escribe en su diario el 17 de octubre de 1949 sobre una visita al taller de la casa de Miró:
‹‹A casa de Miró con Alberto Sartoris [el arquitecto italiano], su mujer Carla Prina, el arquitecto Sixto Yllescas, Munné... Nuevos cuadros de Miró, dentro de la misma serie de los que ya conocía. Mi sorpresa cuando me aclara que todo esto no lo expondrá en París hasta 1951 (¡con las prisas que siento yo por dar a conocer cada cosa que escribo!). En la pared, a manera de hoja de ruta, un trozo de papel en el que Miró ha esquematizado el proceso a que deberá atenerse una de esas obras. Las palabras escritas allí constituyen una especie de poema, acompañado de algunos grafismos células vivas de la obra en formación que registran los elementos del sueño, visión o proyecto que quiere realizar.››[6]
Jordi Amat (2004) explica el inicio de la relación entre Miró y Santos Torroella.
‹‹Santos i Miró no feia gaire que es coneixien, però després d’una trobada a les Galeries Layetanas es veieren sovint i sortiren moltes nits. Començaven sopant a l’Amaya, seguien després pels locals de varietats la Bodega Bohemia (decorada amb quadres de Clavé, animada per l’espectacle del Gran Gilbert i Mary Alda), el Barcelona de Noche i acabaven, ben entrada la matinada, menjant xocolata amb xurros a les granges del Barri Xino. A Miró li agradava el Paral·lel, perquè li recordava l’esclatant animació dels anys vint i trenta.››[7]
Cassanyes, empero, después de una larga amistad, se distanció de Miró en esta época, tal como cuenta Joan Brossa:
‹‹Amb en Prats anàvem sovint a lestudi de Joan Miró, al passatge del Crèdit, on ens mostrava les obres abans que sortissin per ser exposades a lestranger. Una de les vegades, potser la segona, va venir en Cassanyes, que era un tipus molt sarcàstic. Es mirava els quadres de Miró amb gran ironia, perquè deia que el que feia Miró era un fals infantilisme, que tots aquells símbols els havia tret de llibres. Senzillament, no se’l creia. Per exemple, llavors Miró pintava molt sovint un ull, i en Cassanyes deia que era l’ull dels vaixells grecs i que en Miró l’havia agafat d’allí, que no era autèntic sinó una cosa de cultura. Una dia en Cassanyes va dir de cop: “En Picasso és un pintor de guitarres tortes.” A partir de’aquell moment Miró no el va invitar mai més al taller.››[8]

La participación de Miró en estos dos grupos se encardinaba en el proyecto de redreça de la cultura catalana que impulsaba Joan Prats, que consideraba esencial ensalzar a su amigo como el principal artista catalán, por encima de un Dalí tildado de traidor. Prats, entre sus varias acciones, mos­traba a los jóvenes artistas su biblioteca y su colección de arte (nu­cleada por las obras de Miró, en especial por obras de los años 30 y la serie Barcelona), concer­tó varias visi­tas de sus amigos al ta­ller del artista en Passatge del Crèdit para ver las obras de Miró antes de enviarlas a París y Nueva York (restablecía así una de las más queridas actividades de ADLAN en los años 30), y fue uno de los impul­sores de la exposición-homenaje de 1949. Prats era un declarado enemigo del realismo socialista, así como de la poesía militante y social, que entendía como un producto cultural dominado por el estalinismo y por ello enemi­go del vanguardis­mo, y su ac­titud influyó en Tàpies y otros jóvenes artis­tas catala­nes.[9]
Tàpies recuerda su proyecto:
‹‹Esta fue una labor paulatina. Creo que Joan Prats fue un poco el alma del renacer artístico y a su lado se halla­ban Joaquim Gomis, Vidal de Llobatera, Joan Teixidor... Cirici se incorporó a este movimiento en el año 1949 cuando se creó el Club 49. Pero ellos habían empezado ya un poco antes. Joan Prats concretamente tenía un decidido proyecto de empezar una campaña por el “Arte Nuevo” para volver a enlazar con el movi­miento vanguardista que había existido antes y durante la gue­rra civil.››[10]
Así, factores esenciales del despegue de la consideración de Miró en Barcelona son la promoción de Prats y la exposición de las Galerías Layetanas de 1949. Ese mismo 1949 se publican casi a la vez dos monografías sobre Miró, una escrita por Juan-Eduardo Cirlot y la otra por Alexandre Cirici, que dotaron de una información fundamental a los críticos e historiadores de arte, y se le dedi­ca una aten­ción espe­cial en el exce­lente número mo­nográfi­co dedicado al su­rrealismo en la revista “Cobalto”, por el editor y escultor Jaume Sans.
Como resultado, la creciente influencia de Miró en las nuevas hornadas de artistas se hace patente hacia 1948-1949, tanto entre los jóvenes artistas del ámbito español, sobre todo Saura y Millares, con los que no tendrá contacto personal hasta mucho después, como entre los jóvenes de Cataluña, como se evidencia cuando comienza a publicarse en Barcelona la revista vanguardista “Dau al Set”, del grupo homónimo formado por Tàpies, Cuixart, Brossa, Ponç, Puig y Tharrats; el grupo está muy influido por Klee y el surrealismo, especialmente Miró.
Lubar (1994) explica la relación entre Miró y el grupo Dau al Set, a la luz de su entorno, la oposición cultural catalanista:
‹‹dado que Ponç y Brossa heredaron de Miró el título de "pintor-poeta", se impone la clarificación del diálogo personal y artístico que los dos mantuvieron con él.
Entonces Miró vivía en Barcelona. Tras apoyar a la República y colaborar en el pabellón de ésta en la Exposición Internacional de 1937 en París, gozaba de escaso prestigio bajo el régimen franquista. Desdeñado por sus coetáneos y por el gran público, Miró seguía siendo un enigma para casi todos, con la sola excepción de un selecto grupo de artistas y escritores que había asumido la defensa de su causa dos décadas antes.››[11]
Pero entretanto Miró sufre las reticencias de los sectores más conservadores, encarnados precisamente en antiguos amigos o conocidos de juventud como Junoy, Ràfols, Ricart, Dalí, Josep Pla… El rencor político de los catalanes adictos al franquismo marcaba profundamente la vida de Miró en Barcelona. No fue un plan meditado o concebido por una mente única, pero sí fue una idea común, que lo impregnaba todo, porque estos hombres dominaban el arte oficial, la prensa, las galerías, el gusto del público... De resultas, Miró tardó más en ser reconocido por el público y las ventas de sus cuadros o de la obra gráfica en España fueron nulas durante largo tiempo, puesto que no había clientela ni mecenas para un artista con el estigma de izquierdista. ¿Puede extrañarnos su rechazo a conceder entrevistas y a colaborar con la crítica catalana, sus constantes alusiones a la ignorancia y al boicot con el que se le castigaba en su país?
En cuanto a la oposición de Josep M. Junoy y Josep Pla, y la difícil relación con Salvador Dalí me refiero a ellas en otros apartados específicos de la crítica y las relaciones con los artistas.

En cambio, Josep Francesc Ràfols y Enric.-C. Ricart habían sido amigos más próximos y su defección le dolió más. Podemos ver ciertos aspectos de este choque en la escasa correspondencia de Ràfols y Ricart de esta época que versa sobre él. 


J. F. Ràfols.

Ràfols, siempre el más tolerante con Miró, le escribe en noviembre de 1947 a Ricart que no quiere participar en el homenaje a Miró, pese a que le estima personalmente, porque está en contra de su posición espiritual-artística, porque le parece poco cristiano (como surrea­lista) y demasiado pro­gresista, ‹‹comunista››. Ricart, a su vez, aunque no puede dejar de estimarle personalmente, no le per­dona sus simpatías republicanas durante la guerra civil, y expresamente condena su pochoir Aidez l’Espagne!:
‹‹L’homenatge a Miró: No, ni hi compteu. Si pot ésser, no m’ho dieu tantsols. En Miró ha estat sempre gentilíssim amb mí: particularment i àdhuc artísticament. Sembla que hauria de vo­ler ésser en l’homenatge, ¿veritat? I no en vui sapiguer res: detesto com a cristià que vui ésser i com a home que sóc la seva posició espiritual-artística. No puc oblidar, en aquest cas, el segell de propaganda de la Revolució Espanyola que va dibuixar: amb un home alçant el puny enlaire. Propaganda comu­nista enllaçada manifestament amb el surrealisme. Si en Ramon Sunyer torna a parlar-t’en li pots dir que en Miró és un dels que contribuiren a que a ell l’empresonessin. (Si jo el veig també li diré) Tot això no vol dir que jo, artísticament, no senti una vera admi­ració per determinades èpoques de l’obra mironiana; i fins per determinats aspectes de la seva producció d’avui. Però el primer és el primer.››[12]
Pero poco después, en diciembre de 1947, Ràfols demuestra que estas prevenciones políticas no condicionan su respetuoso trato personal, y le escribe a Ricart: ‹‹Habilíssimes, crec jo, les respostes donades per Joan Miró a les preguntes que li féu Del Arco. / Ahir vaig visitar-los (amb la Magdalena [su esposa]) als Miró. Parlà­rem de Mont-roig, dels recaders de Reus a Barcelona i ells em parlaren de la casa que volen comprar als barris alts de Bar­celona: Sarrià, Horta, Pedralbes o Sant Gervasi. Han tornat dels èxits dels Estats Units casolans com sempre (...)››[13]
Con todo, en 1948 Ràfols publica un artículo que rememora su relación de amistad y la evolución de Miró antes del viaje a París de 1920.[14] Es un texto ambiguo, pues el mensaje subliminal es que el artista que él admira es el figurativo realista de 1918-1922, y no el surrealista o el rupturista posterior, siendo así coherente con su correspondencia con Ricart.
La interrupción del contacto Ràfols-Miró durante un año finaliza con un encuentro fortuito a finales de enero de 1949 en una ex­posición de Amat en la Sala Parés de Barcelona, a donde Miró asistió, junto a su esposa y su hija.[15]
Hacia mayo de 1949 Ràfols le escribe a Ricart haciendo un ácido co­mentario general sobre la obra de Miró, aunque todavía aprecia su pintura­­ figurativa de los años 1916-1919:
‹‹D’acord amb el que em dius de l’exposició Miró (que l’al­tre dia amb la Magdalena varem visitar). El que em va interes­sar més és el retrat del pintor quan era nin. D’acord el que em dius de que el conjunt de pintures de 1916-1919 s’ha esmortuït. No obstant, encara mi interessen, i em treuen 30 anys del da­munt. Desgraciadíssim el cartell de L’Instant. El surrealisme no m’interessa, malgrat veure que vol empènyer en el món dels monstres, com avans volia empenyer la saba de la vegetació dels millors dels paisatges que havia fet. He llegit a Destino el suprem esforç d’En Teixidor per a valorar l’obra del pintor (o el que sigui) de Montroig i del Passatge del Crèdit. Malaguan­yada feina!››[16]
Todavía en 1950, Ràfols le escribe a Ricart que no ha querido par­ticipar en el catálogo del reciente homenaje a Miró: ‹‹Per això que contes de l’escola testiculària (i per altres coses) jo no vaig voler que sortís el meu nom al catàleg de l’homenatge a Miró.››[17]


E. C. Ricart.

Ricart también se niega a participar en el homenaje a Miró. Hacia 1949 o 1950, apunta en sus memorias que abomina del surrealismo, por ser heredero del dadaís­mo y por agostar los talentos de los artistas. Respecto a Miró, aprecia mínimamente su interpretación de las cosas según la tradición del arte popular catalán, pero denosta su simpleza y más veladamente su compromiso político izquierdista:
‹‹Els resultants ara ja es pot dir han estat migradíssims perquè ni Miró ni Dalí, per exemple, no han demostrat cap més qualitat de les que posseïen anteriorment! Dalí no ha fet res més que continuar mostrant la seva extraordinària destressa de pintor i Miró la seva congènita catalanesca manera d’interpre­tar les coses amb un regust d’art popular, com els decora­dors de la vella terrissa i els rústecs creadors de figures de pes­sebre. Ens agrada Miró pel mateix que ens agradava i ens desa­grada, per moltes coses més.››[18]

NOTAS.
[1] Castillo; Sardá. Conversaciones con José “Pepín” Bello. 2007: 168. Se reprod. una fotografía de estos participantes, tomada en febrero de 1944 a los pies de la estatua de Colón. Hay un personaje sentado sin identificar, muy probablemente Gomis.
[2] Joan Triadú escribe una breve nota sobre su relación con Miró y cuenta que le visitaron en su estudio de la calle Passatge y consiguieron un dibujo suyo para ilustrar un poema de René Char en la revis­ta “Ariel”. Les sedu­cía que siguiese utilizando el nombre de Joan y su ejercicio de liber­tad en la Barcelona de los años 40. [Triadú, Joan. Miró o l’art evi­dent. “Punt i seguit”, Barce­lo­na (¿abril o ma­yo?-1968)].
[3] Cirici. Lart català contemporani1970: 132.
[4] Lubar. Joan Ponç. 1994: 39-40.
[5] Serra, Catalina. Especial Santos Torroella en “El País”, Quadern nº 992 (3-X-2002): 6.
[6] Santos Torroella. Fragments d’un dietari inèdit. “El País”, Quadern nº 1052 (8-I-2004) 2. Fechado el 17-X-1949.
[7] Amat, Jordi. L’art de Santos Torroella. “El País”, Quadern nº 1052 (8-I-2004): 3.
[8] Brossa, en Borràs. Tres Joans: Joan Brossa, Joan Prats i Joan Miró. <Joan Brossa o la revolta poètica>. FJM (2001): 47.
[9] Julián; Tàpies. Diálogo sobre arte, cultura y sociedad. 1977: 33-34.
[10] Julián; Tàpies. Diálogo sobre arte, cultura y sociedad. 1977: 31.
[11] Lubar. Joan Ponç. 1994: 39-40.
[12] Carta de Ràfols a Ricart. Barcelona (19-XI-1947) BMB 1093.
[13] Carta de Ràfols a Ricart. Barcelona (18-XII-1947) BMB 1096.
[14] Ràfols, J.F. Miró antes de La Masia. “Anales y Boletín de los Museos de Arte de Barcelona”, v. 6, nº 1-2 (1948) 497-502.
[15] Carta de Ràfols a Ricart. Barcelona (30-I-1949) BMB 1120. Antes escribe que Miró y Artigas han vuelto a París, pero no se menciona un encuentro personal. [Carta de Ràfols a Ricart. Barcelona (16-I-1949) BMB 1119].
[16] Carta de Ràfols a Ricart. Barcelona (2-V-1949) BMB 1127. La escribe un lunes y como la exposición estuvo abierta del 23 abril al 6 mayo, la fecha más probable es el lu­nes 2 de ma­yo., fecha en la que aún no ha visto la exposición de Miró.
 [17] Carta de Ràfols a Ricart. Barcelona (2-VII-1950) BMB 1166.
[18] Ricart. Memòries. 1995: 130. Pero eso no obstaba a que mantuviera las formas con el marchante de Miró, Matisse, quien cuidaba como oro en paño a los amigos o conocidos de Miró, como demuestra una carta suya a Ricart. ‹‹Cher Monsieur Ricart. / De Chicago nous arrive votre Sourire par les bons soins de “Life”. Dont je vous envoie un article sur les collections de peinture moderne de cette ville. / Nous avons regretté beaucoup de n’avoir pas en le plaisir de vous voir l’été passé. Nous avons restés trés peu de temps en Espagne, mais esperons nous rattraguer l’eté prochain. / Avec nos meilleurs souvenirs. Votre devoué, Pierre Matis­se››. [Carta de P. Matisse a Ricart (17-XI-1952) BMB].

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