Los
elementos animales, en especial el pájaro.
Los elementos animales son innumerables,
predominando los mamíferos en los primeros tiempos, para pasar luego a
interesarse por los insectos y finalmente concentrar su atención sobre todo en
los pájaros.
Alexandre Cirici.
Cirici (1978) enumera los más importantes:
‹‹Hay elementos animales: caballos, asnos, perros, gatos, mariposas, mosquitos,
pájaros, serpientes, caracoles.›› y los clasifica: ‹‹De los animales, los hay
de tres clases. En primer lugar, los domésticos. En segundo, los que vuelan y
ocupan el cielo, como las estrellas. En tercer lugar, los que se arrastran por
los suelos, los más acentuadamente táctiles como las serpientes y los
caracoles.››[1]
Combalía (1983) apunta que los animales son
indisociables de su sentido del mundo rural: ‹‹Los animales son igualmente
básicos en la obra de Miró: desde su experiencia en el mundo rural de Montroig,
los animales, como las plantas y los objetos, serán ya parte de un universo
espiritual y frecuentemente antropomorfo: el Perro ladrando a la luna (1926,
Philadephia Museum of Art) ladra, en realidad, al infinito.››[2]
Mi clasificación los divide en seis grupos:
los domésticos, los de granja, los que viven en el suelo, los aéreos, los
acuáticos y los fantásticos.
El huevo es también un elemento animal, pero
en tanto en la mayor parte de los casos no sabemos a cuál de los grupos
pertenece en sus varias condiciones de ser (reptil, anfibio, pez, pájaro…)
hemos de darle un tratamiento excepcional, a modo de introito de
los grupos, como potencia de ser animal, como signo transfigurado de fecundidad
del hombre como los testículos del guitarrista de Interior holandés I (1928)
[DL 304], y de fertilidad multiplicadora de la mujer como el huevo cósmico en
la ingle de Patata (1928) [DL 308] e incluso como signo de
juego en la pelota ovalada que brinda a posibilidad de tocar o recuperar la
felicidad infantil que desea el equilibrista de Pintura (1930)
[DL 315].
Abundantes y variados ya desde sus años
mozos, perdurarán en su obra, tanto en pintura como en escultura, pues su
dinamismo se aviene bien con su nueva poética desde 1923, sobre todo con los
juegos irónicos que asocian animales con caracteres humanos, dentro de una
concepción orgánica e instintiva de la vida.
Cirici (1977) resume sobre los animales:
‹‹Los animales tendrán un papel más prolongado
[que los vegetales] en el lenguaje de Miró. Comienzan por ser los animales
inmediatos, del entorno del campesino, asnos, caballos, bueyes, mulos, mulas,
cabras, ovejas, conejos, gatos, perros, palomas, gallos y gallinas. Sólo
aparecerán peces muertos, como corresponde a la experiencia de comerlos. Pero
con el tiempo van tomando casi la exclusiva los animales que sirven para
subrayar los dos tipos fundamentales del lugar, la tierra o el cielo. En la
tierra, los que más se adhieren a ella: caracoles, serpientes, gusanos; en el
cielo, los volátiles: pájaros, moscas y mosquitos.››[3]
Los animales domésticos son los perros, los
gatos y los pájaros enjaulados.
Perro ladrando a la luna (1926).
Los perros son animales fieles al amo y como
tales aparecen en sus primeras pinturas o en Pintura (Mujer, periódico,
perro) (1925) [DL 120], en la que parece rendir pleitesía a su ama.
Miró (1968) le cuenta a Serra su opinión sobre los gatos y los perros: ‹‹Los
gatos son misteriosos, fascinantes... traidores. ¡Son muy misteriosos los
gatos! Me gustan mucho los gatos... Pero los perros son muy hermosos y muy
nobles... sí, muy fieles. Sí, me gustan los perros. ¿Cuál escogería? No lo
sé... es difícil la pregunta. Viviría medio año con un gato y medio año con un
perro.››[4]
Miró tenía varios perros y multitud de gatos
en la masía de Mont-roig y la casa de Son Abrines, pero la relación de cariño
la reservaba a los primeros, según los reiterados testimonios de sus amigos y
los documentos gráficos. Pero los perros pueden mostrarse también aislados,
pertenecientes sólo a sí mismos, en sus mejores pinturas de su primera época de
madurez como en Perro ladrando a la luna (1926) [DL 222] e
incluso en sus últimas obras como en la escultura en bronce Perro (1981)
[FO 370].
Los gatos son pues animales independientes,
que la atraen por no necesitar aparentemente de nadie y tomar lo que quieren
sin dar nada a cambio, como el gato que sentado e hierático como un rey espera
la ofrenda del conejo que la mujer le prepara en Interior (La granjera o La
masovera) (1922-1923) [DL 87].
“Nord-Sud” (1917).
Los pájaros enjaulados son un motivo complejo
porque reúne dos símbolos, el pájaro como signo de libertad y la jaula como signo
de prisión, dos opuestos que en el universo mironiano resultan en una nueva
realidad llena de sugerencias: la cárcel del matrimonio, la opresión de la
dictadura, la falta de libertad del pintor joven para lograr sus sueños… siendo
un caso emblemático la pintura “Nord-Sud” (1917) cuya
jaula abierta por un lado nos ofrece una inmediata asociación con la aspiración
del artista de marchar al París de las vanguardias.
Los animales de granja son los toros y
bueyes, los caballos, los asnos, los mulos y mulas, las cabras, los conejos y
las aves de corral, en especial las palomas, los gallos y las gallinas.
La masia (1921-1922).
Los toros, bueyes y vacas se confunden
sexualmente los unos con los otros en una criatura hermafrodita con propiedades
divinas tanto masculinas como femeninas, como en el toro de La tierra
labrada (1923-1924) [DL 88], las dos pinturas tituladas La
corrida de toros (1925) [DL 118] y (1945) [DL 761] y los varios
dibujos también homónimos (ca. 1934 hasta ca. 1941). Y en medio, el cuaderno de
20 dibujos del verano de 1933 con la técnica del lápiz grafito sobre papel
(23,6 x 15,8) que titula Vingt dessins sur Minotaure. Desde joven
era muy aficionado a las corridas (en esta época asistía a menudo con Gasch,
crítico taurino entre otras facetas; más tarde frecuentará este gusto con Cela,
Dupin y otros amigos) y apreciaba la iconografía y el simbolismo del tema, tan
relacionado con el mundo mediterráneo y mágico, así como con el mito de la
seducción y la muerte, recurrente en el arte figurativo y abstracto, como
Rothko confiesa: ‹‹La receta de una obra de arte: (…) Debe existir una intensa
preocupación por la muerte: sentimientos de mortalidad. (...) El arte trágico,
el arte romántico, etc., tienen como objeto el conocimiento de la muerte.››[5]
Ejemplos del influjo de la caricatura
catalana los encontramos en un collage con tinta y colores para un proyecto
frustrado de ilustración para la portada de la revista “Minotaure”, de la que
Fanés (2007) comenta que muestra la influencia de la esquematización que nutre
la ilustración cómica catalana (de los caricaturistas catalanes, sobre
todo Apa) y la simplificación de los personajes, especialmente la reducción de
los rasgos del rostro a unos breves trazos:
‹‹En ella podía verse a tres personajes: el
animal mitológico, cuya cabeza era directamente la fotografía de un toro pegada
en forma de collage; Teseo con el rostro simplificado según la forma reseñada
[la depuración de los rasgos en un sencillo trazo al modo de las caricaturas de
Apa]; y finalmente Ariadna, representada mediante una reproducción —una postal—
del cuadro de Ingres, La fuente, pegada también en forma de
collage.››[6]
Los caballos, los asnos, los mulos y mulas,
aparecen en contextos rurales en los años 10, como en La trilla del
trigo (1918) [DL 60] o El huerto con asno (1918) [DL
62], pero en los años 20 ya se limita al caballo en un nuevo contexto urbano,
desde el caballo convertido en juguete de El caballo, la pipa y la flor
roja (1920) [DL 76], al caballo vinculado a la autoridad en El
gendarme (1925) [DL 127], al caballo amaestrado para el espectáculo
que une los cuadros de la serie El caballo de circo (1925-1927)
[DL 229 y ss.].
La cabra aparece en La masía (1921-1922)
[DL 81] como animal dominante sobre su entorno inmediato, alzada sobre un
mueble-peana. En cambio, no hay ovejas en su obra.
Los conejos se asocian al poder fecundador de
la naturaleza y aparecen en un contexto de falsa vida en La mesa (Bodegón
con conejo) (1920) [DL 74], de comunicación con el mundo subterráneo y
de multiplicación de la especie en La masía (1921-1922) [DL
81], de ofrenda a otros animales (entendidos como superiores) en Interior
(La masovera) (1922-1923) [DL 87]. Una variante es el conejo libre y
casi humano de Paisaje (Paisaje con conejo y flor) (1927) [DL
226] y la liebre de Paisaje (La liebre) (1927) [DL 228] en la
que es un animal único, sin atributos de fertilidad, encarnando la materialidad
de los animales del mundo terrenal.
Las aves de corral, en especial las palomas,
los gallos (de lejos el predominante) y las gallinas son recurrentes en su
imaginario del mundo agrario de Mont-roig en los años 10 y 20, incluso en
imágenes sobre objetos de bodegones, siendo un buen ejemplo de ello el gallo
del jarrón de Bodegón del guante y el periódico (1920-1921)
[DL 77] o como el gallo encerrado de La masía (1921-1922) [DL
81], pero decaen en los decenios posteriores, resurgiendo ocasionalmente, como
en la escultura Gallo (1970) [FO 198]. La paloma aparece muy
estilizada, por ejemplo a la derecha en Paisaje (1926) [DL
217].
Los animales que viven en el suelo son las
serpientes, los caracoles y los gusanos.
Paisaje (Paisaje de la serpiente) (1927).
La serpiente es un animal de riquísima
simbología, con antecedentes tan antiguos como el sumerio Cilindro-sello
de la Tentación (col. British Museum) o las estatuillas de la
minoica Diosa de las Serpientes. En la obra de Miró aparece
tempranamente en un dibujo modernista de 1908 pero entonces es todavía una obra
mandada, sin implicaciones acerca de su imaginario personal, al que ya
pertenece el reptil de Paisaje (Paisaje de la serpiente) (1927)
[DL 227], una advertencia de la amenaza del poder del volcán, así como médium
entre el mundo subterráneo y la superficie terrestre. En los años 40-60
aparecerá muy frecuentemente en los márgenes, sobre todo inferiores, de sus
pinturas.
El caracol es un animal recurrente a lo largo
de casi toda su obra, sea como elemento figurativo bien definido o como signo
esquematizado de la espiral. Krauss y Rowell (1972) explican la abundante
presencia del motivo hermafrodita del caracol en la pintura mironiana, en
relación a menudo con el motivo de las estrellas, explicable por la influencia
de la poesía vanguardista y el aprovechamiento plástico de su forma espiral,
patente en Pintura-poema ("estrellas en sexos de caracol”) (1925)
y otras obras:
‹‹The escargot or snail is
one of Miró’s constant motifs. Obviously part of his familiar landscape at
Mont-roig, it was to be assimilated into his emotional landscape and his poetic
repertory. It is found in paintings as early as a still life, Bottle
and Snail, of 1916, and reappears in The Farm, 1921-1922, The
Tilled Field, 1923-1924, Snail, Woman, Flower, Star,
1934, Personages in the Night Guided by the Phosphorescent Tracks of
Snails, 1940.
The association between stars and snails is
understandable in the sense that both, for Miró, are essentially spiral
configurations. The artist frequently depicts stars leaving spiral trail of
sparks.[7] The juxtaposition of the two motifs cthe astral and
the elementaryC as well as their use in an alliterative context is found
in other literature of this period. An exemple of this is seen in a poem by Tristan
Tzara which was published in April 1918 in the French magazine “SIC”: “Violon lampes une queue une lumière blanche / très blanche fuir soleil et
étoiles escargot / ou poissons volant dans la gare un pied humain / salle d’attente des pots différents en terre cuite deux couteaux.”[8] The imagery in Tzara’s poem is strikingly close to the
spirit of Miró’s imagery in 1925-1927. (...)››[9]
Los gusanos se relacionan a través de la
metamorfosis con las mariposas, en una dualidad, muy atractiva para los
surrealistas, de lo feo y lo hermoso. Para Aristóteles y Teofrasto los gusanos
eran lo más ínfimo del universo junto a las plantas, la medida menor de la
escala animal. Pero también son la comida preferida de sus animales favoritos,
los pájaros, esos tordos y becadas que llegan a los campos de Mont-roig en el
otoño, cuando él todavía no ha regresado a París, Barcelona o Palma, y así los
gusanos constituyen una oculta ofrenda de la naturaleza al propio pintor, como
sucede en La tierra labrada (1923-1924) [DL 88].
Los animales aéreos son los pájaros e
insectos, sean mariposas, moscas o mosquitos, una langosta o un murciélago, o
abejas.
El más frecuente es el motivo del pájaro, por
su estrecha relación con el universo femenino. Aparece por primera vez muy
tarde: enjaulado en “Nord-Sud” (1917) [DL 30], y en el cielo
surge más tarde aún, en La tierra labrada (1923-1924) [DL 88].
El contraste es acusado: no salía ni en uno solo de los numerosos paisajes
anteriores, cuyos cielos están completamente ausentes de vida, y de repente se
convierte en un motivo casi omnipresente en sus paisajes, aunque luego tenderá a
alternar los grupos de pájaros con las nubes.
Fitzsimmons (1958) reconoce como el primero
de los tres grandes grupos de temas en las “pinturas salvajes” el de los
pájaros, que se presentan como simples pájaros, hombres-pájaro y
mujeres-pájaro, que actúan como mediadores espirituales en una relación
estrechamente emparentada con la noción religiosa del mundo primitivo:
‹‹(...) I think of his birds, birdmen and
birdwomen, reminiscent of Precolombian notions. Miró’s birds fly high or
faintly visible in the distance. They come down to earth to supervise our
activities, to carry messages and functions as chorus, participate in rites of
marriage, death and transformation. They hover by the nest (see 1936 painting
of masonite) or, monstrous and voracious, screaming the agony and heralding
ours the flap heavily across a darkened land (see Flight of the Bird,
1938).››[10]
Penrose (1970) explica la estrecha asociación
mironiana entre mujer y pájaro, aunque centrándose en las obras de finales de
los años 30 y las posteriores:
‹‹Encuéntranse en estas pinturas [de
1938-1939], así como en toda la obra del artista posterior a ellas, varias
metáforas sobre la mujer, la más frecuente de las cuales es, con mucho, la del
pájaro. Ciertas cualidades comunes a la mujer y al pájaro resultan seductoras,
como la suavidad de las partes inferiores, el atractivo del color, la gracia de
los movimientos en la danza y en el vuelo, y la hechicería del canto. Otras
veces sus atributos son diabólicos, tomando la forma de garras, dientes o picos
afilados, como los de las arpías o de los diablos medievales. Para Miró, el
pájaro es además, con frecuencia, símbolo de movimiento, de fuga, que permite
pasar de un elemento a otro, de la tierra al aire. Es también un signo
indicador de la profundidad y de lo ilimitado del espacio, un medio de sugerir
la trascendencia. Su significación es tal que no se puede limitar del todo la
metáfora del pájaro al aspecto femenino: a menudo se refiere, en la obra de
Miró, a la acción sexual del macho, como en la pintura de 1926, Un
oiseau poursuit une abeille et la baisse, y en ciertas referencias al
cisne, con su largo y delgado cuello y su fálico pico.››[11]
Dupin (1971) escribe sobre el simbolismo del
repetido tema de Mujer y pájaro, con la mujer como diosa-madre, y
el pájaro como representación del propio pintor recluido en el claustro materno
del taller y ávido de escapar:
‹‹Devant l’insistance dans l’oeuvre de Miró du thème: Femme et oiseau, on s’interroge: la femme n’est-elle pas cette
déesse-mère, familière et envoûtante, et l’oiseau n’est-il pas le peintre lui-même qui cherche auprès d’elle refuge, mais surtout puissance du vol et intensité du chant? Contre le
dehors, son pouvoir d’érosion, de dispersion, d’égarement, Miró descend dans l’atelier maternel, le lieu
propice, le réservoir d’énergie, le lieu d’attente féconde. Là, et là seulement, peuvent se déployer toute sa force,
sa science, sa violence et sa rêverie. Là il est à la fois hors de lui et dans
le seul dedans à l’intérieur duquel il obtient de sortir, d’affronter la
réalité du dehors, d’exploiter son inépuisable gisement. L’atelier n’est plus la maison qu’il habite; il est un peu plus bas, il est beaucoup plus grand.››[12]
Cirici (1977) apunta la estrecha relación
entre la mujer y los pájaros: ‹‹Especialmente los pájaros tienen un gran papel
y no es infrecuente que su morfología se intercambie con la que sirve para
expresar la feminidad, de modo que temas como Pájaros en la noche o Mujeres
en la noche aparezcan en cierta manera como equivalentes.››[13] Esta relación la vemos ya en Pintura (1926) [DL
201] en la que a la derecha hay una mujer-pájaro, con una cabeza globular
con un ojo de la que surge un pájaro que se eleva.
Dupin (1993) explica sobre el significado de
la mujer en relación al pájaro: ‹‹Nos interrogamos ante la insistencia, en la
obra de Miró, del tema Mujer y pájaro: ¿no será la mujer la diosa
madre, familiar y embrujadora, y no será el pájaro el propio pintor que busca
su amparo, pero sobre todo la potencia del vuelo e intensidad del canto? (…)››[14]
Los motivos del pájaro y la escalera de
evasión están íntimamente relacionados, porque hacen referencia a la elevación
(lo que implica huida) desde el mundo terrenal al celestial. La escalera
aparece primero en La masía (1921-1922) y sigue con el Carnaval
de Arlequín (1923-1924), Perro ladrando a la luna (1926), Una
estrella acaricia el seno de una negra (1938)... Penrose (1970)
explica que estos motivos del pájaro y la escalera de evasión tienen una misma
inspiración primitiva:
‹‹La filosofía hindú nos asegura que “quien
comprende tiene alas”. La idea de vuelo como símbolo de liberación está muy
difundida. Es tentador encontrar una semejanza entre la atmósfera creada por
Miró y los ritos del chamanismo —religión de los pueblos no budistas de
Mongolia occidental y de Siberia— en que el adepto puede visitar el
paraíso celestial y describir con detalle a su auditorio cuanto ve que allí
acontece.
La importancia de esto radica en la primitiva
concepción de que al vidente le es necesario no sólo ver más allá de nuestros
límites ordinarios y restablecer en beneficio de su auditorio el contacto con
lo trascendente, sino también perfeccionar sus medios de hacerlo. Sus
procedimientos para entrar en trance extático implicarán, inevitablemente,
símbolos y metáforas. El chamán se pone unas alas imaginarias, se eleva por
encima de la tierra mediante lianas o subiéndose a un gran árbol, o, como en
Siberia, trepa por un poste enclavado en medio de la tienda y que sale al
exterior por el mismo orificio que sirve de chimenea. “Pero —según Mircea
Eliade— sabemos que este orificio, practicado para dar salida al humo,
está en conexión con el ‘agujero’ que hace la estrella polar en la bóveda del
Cielo”[15] —elemental pero vívida descripción metafórica del
paso a la Trascendencia—.
Este anhelo procede, dondequiera que se
siente, de la necesidad de liberarse de las ataduras del mundo material; un
medio universal de alcanzar esa trascendencia es el empleo de símbolos formados
en estado de trance. La universalidad de los símbolos implica su pertenencia al
inconsciente colectivo. Son producto de un estado de trance que se asemeja a la
paradisíaca condición lograda por el chamán por medio de sus ritmos y
ceremonias. Para él, “los árboles o piedras sagrados, sigamos citando a Eliade,
no son adorados en su misma naturaleza, son sólo en cuanto hierofanías...
algo totalmente distinto”.[16]››[17]
También están relacionados los motivos del
pájaro y la mariposa, la cual aparece por ejemplo como imagen en el asiento
de Desnudo con espejo (1919) [DL 71] y como ser vivo en la
pintura Flores y mariposa (1922-1923) [DL 82] o reducida a sus
alas en un Dibujo-collage (1933) Collage (Le Papillon) [D 355]
o relacionada con la fémina en Mujer y mariposa (1939) [DL
619] y, sobre todo en la última, es inmediata la interpretación de que
simboliza la inconstancia pues la mariposa va de flor en flor, de forma
inestable, durante su corta existencia, pero también se interpreta como símbolo
de la metamorfosis a partir del gusano.
Queneau (1949) alertaba de que Miró trataba
los signos de pájaros al igual que el signo chino de mariposa.[18]
Las moscas y los mosquitos son símbolos de la
brevedad de la vida, la libertad y el juego alegre del vividor, por lo que
generalmente aparecen en cuadros marcados por las dudas sobre el destino en una
naturaleza de vida fugaz, como las moscas a punto de ser devoradas en Paisaje
catalán (El cazador) (1923-1924) [DL 90] o Diálogo de insectos (1924-1925)
[DL 114] o en temáticas festivas como el mosquito de La botella de vino (1924)
[DL 92].
Las abejas son insectos sociales que
simbolizan la creación mediante el trabajo y el compromiso, por lo que Miró las
sitúa en cuadros de temática amorosa, pues el amor exige ambas condiciones,
como en la Pintura-poema (“Un pájaro persigue a una abeja y la
besa”) (1927) [DL 262].
La langosta en cambio es un ser destructor
pero que puede representar también el animal que limpia de vegetación el
paisaje hasta dejarlo desnudo de aditamentos, tan blanco como aparece en La
langosta (1926) [DL 220]. Y hasta aparece un murciélago en Interior
holandés I (1928) [DL 304] como representante de la noche.
Los animales acuáticos son los peces (muertos
y vivos) y los crustáceos.
Paisaje catalán (El cazador) (1923-1924).
Los peces son el más importante. El filósofo
griego Anaximandro había defendido en el siglo VI aC que todos los seres vivos
estaban hechos de agua y tierra calentada por el sol, y que los seres humanos
fueron peces que evolucionaron hasta perder sus escamas y convertir sus aletas
en miembros. Esta idea mítica resurge en la visión mironiana del pez como
metáfora del ser humano, como vemos en La tierra labrada (1923-1924)
[DL 88] o en la sardina descarnada de Paisaje catalán (El cazador) (1923-1924)
[DL 90]. En algunas de las primeras pinturas aparece sobre la mesa de un
bodegón, como el más clásico La mesa (Bodegón con conejo) (1920) [DL
74] o el más fantasioso Carnaval de Arlequín (1924-1925)
[DL 115]. En ocasiones aparece en forma mixta de pez-pájaro, como en la
pintura Paisaje (1924-1925) [DL 113] o en el bronce Mujer
con un sombrero bonito (1971) [FO 230] en el que sirve de
sombrero. En ocasiones es una amenaza velada como las dos velas que sugieren
aletas dorsales de tiburón que aparecen en el mar La trampa (1924)
[DL 97].
El crustáceo favorito de Miró parece ser el
cangrejo que aparece en varias de sus pinturas, como en la tardía Pintura (?)
[DL 2024] como un único personaje aplanado con largas patas, pinzas y antenas,
un ser amenazador que pasa libremente del mundo marino al terrestre.
Los animales fantásticos con que Miró amplía
su imaginario surgen de su libérrima imaginación y sobre todo del amplísimo
bestiario medieval.[19]
Aparece este animalario en los años 20,
con Pintura (La sirena) (1927) [DL 294] y perduran hasta el
final, como el can alado, las aves fénix y los dragones.
En la escultura en bronce Perro
pájaro (1981) [FO 369] el perro posee unas alas que le convierten en
un Cerbero alado.
Hay numerosas aves fénix como la que
hunde su pico en el sexo-araña de Carnaval de Arlequín (1924-1925)
[DL 115], la del gouache El gallo (1940), otra en Mujeres
y pájaros delante de la luna (1944) [DL 673]. El mito del ave
fénix, asociado en el mundo pagano a la creación y a la renovación de la
naturaleza, es uno de los más prolíficos de la iconografía antigua y medieval.[20]
El dragón alado o pájaro-dragón chino aparece
en el gouache Muchachas y animales en un paisaje nocturno (1942). El
dragón es un tema de larga tradición, cargado de un rico simbolismo
cosmológico. La poetisa norteamericana Marianne Moore canta en ¡Ay,
ser un dragón! ‹‹Sí, como Salomón… / yo pudiera cumplir mi deseo.
// —mi deseo… ¡ay, ser un dragón!, / símbolo
del poder del cielo— del tamaño / del gusano de seda o inmenso; invisible a
veces. / Extraordinario fenómeno!››[21]
NOTAS.
[1] Cirici. Corpus
cósmico de Joan Miró, inventario. “Batik”, 41 (IV-1978) 14-15.
[2] Combalía,
Victoria. “El País” (22-IV-1983). En una crónica con motivo de la exposición
<Joan Miró: años veinte. Mutación de la realidad>.
[3] Cirici. Miró
mirall. 1977: 120.
[4] Serra,
Pere A. Entrevista en tres actos: prólogo con J. Miró. “Majorca
Daily Bulletin”, Palma de Mallorca, especial Miró (XII-1968). Reprod. de la
tercera parte (entrevista 24-XII) en Serra. Miró y Mallorca. 1985:
278.
[5] Mark
Rothko, escrito dirigido al Pratt Institute, noviembre de 1958. cit. *<La
abstracción del paisaje. Del romanticismo nórdico al expresionismo abstracto>.
Madrid. Fundación Juan March (5 octubre 2007-13 enero 2008).
[6] Fanés. Pintura,
collage, cultura de masas. Joan Miró, 1919-1934. 2007: comentario en p.
167, ilus. nº 56 en p. 169.
[7] Pintura-poema (“música, el Sena, Michel, Bataille y yo”) (1927) (Dupin. 1961: 192; 1999: 260).
[8] Tzara,
Tristan. “SIC” (IV-1918): s/p.
[9] Krauss;
Rowell. <Joan
Miró: Magnetic Fields>. Guggenheim Museum (1972-1973): 92.
[10] Fitzsimmons. On the “peintures
sauvages” of Joan Miró. <Miró. Peintures sauvages 1934-1953>.
Nueva York. Pierre Matisse Gallery (1958): s/n.
[11] Penrose. Miró. 1970:
94-95.
[12] Dupin. L’Impromptu, l’Intempestif. “Derrière le Miroir”, 193-194
(1971).
[13] Cirici. Miró
mirall. 1977: 121.
[14] Dupin. Miró.
1993: 354.
[15] Eliade. Myths,
Dreams, and Mysteries (1957, ed. francés): 62.
[16] Eliade. Myths,
Dreams, and Mysteries (1957, ed. francés): 125.
[17] Penrose. Miró. 1970:
194-195.
[18] Queneau, Raymond. Joan Miró ou
le poète préhistorique. Serie “Les trésors de la peinture française”. Albert Skira. Ginebra/París. 1949. 8 pp. + 10 láms. Idea
tomada de Calzada. Arte prehistórico en la vanguardia artística de
España. 2006: 94.
[19] Clébert. Dictionnaire
du Surréalisme. 1996: 88-93 sobre el bestiario surrealista, con los
significados de sus símbolos.
[20] *<Il
mito della fenice in Oriente e in Occidente>. Venecia. Palazzo de la
Fenice de (29 enero-2 abril 2005), comisariada por Alessandro Grossato
(Oriente) y Francesco Zambon (Occidente). Cat. Marsilio Editori. 2004. 174 pp.
Reseña de Milena Fernández. La Fenice reúne por primera vez la
iconografía mundial del ave fénix. “El País” (29-I-2005) 34.
[21] Moore,
Marianne. Poesía completa. Trad. de Olivia de Miguel. 2010: 339 y
338 (inglés). ¡Ay, ser un dragón! (O to be a dragon),
del poemario homónimo (1959). ‹‹If I, like Solomon… / could have my wish—. //
—my wish… O to be a dragon, / a symbol of the power of
Heaven—of silkworm / size or immense; at times invisible. / Felicitous
phenomenon!››
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