Su obra más magistral es
la Sagrada Familia (desde 1883), con influencias naturalistas, góticas y
africanas en sus torres cónicas, de la que André Breton, a pesar de su acendrado espíritu laico, dijo en una
conferencia en Barcelona en 1922: ‹‹una iglesia en construcción que no me
desagrada si olvido que es una iglesia››. Otras obras famosas son la Casa Batlló, la Casa Milà
(la Pedrera) y el Parque Güell, de una estructura neogótica y un organicismo
barroco, con predominio de las líneas curvas, una decoración floral y
figurativa.
Consideró que la
estructura misma debía ser decorativa, siempre que se inspirase en principios
naturales, y se confiesa partidario de un tradicionalismo viviente.
Pocas veces realizaba planos detallados de sus obras; prefería recrearlos sobre maquetas tridimensionales, moldeando todos los detalles según los iba ideando mentalmente. En otras ocasiones, iba improvisando sobre la marcha, dando instrucciones a sus colaboradores sobre lo que debían hacer, aunque concebía sus edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como a las funcionales y decorativas. Estudiaba hasta el más mínimo detalle de sus creaciones, integrando en la arquitectura toda una serie de trabajos artesanales como la cerámica, la vidriería, la forja de hierro, la carpintería o el tratamiento de los materiales, como su famoso trencadís hecho con piezas rotas de cerámica.
Características de Gaudí.
Como características generales de su estilo se citan:
- El recurso a los estilos medievales, especialmente el Gótico, del cual toma las bóvedas tabicadas, que ofrecen la posibilidad de cubrir el máximo espacio con la mínima cantidad de material posible; además, por su flexibilidad se adapta muy bien a las formas sinuosas. De la arquitectura islámica tomará el manejo de la luz y la plasticidad de la decoración de azulejos.
- Inspiración en la naturaleza, en plantas, flores y tallos que dotan al edificio de una extraordinaria flexibilidad y dinamismo. Estas formas de la naturaleza son reinterpretadas a través de la geometría, que traduce el mundo natural a líneas útiles y racionales para el edificio. Así se explican las formas helicoidales, las parábolas y las líneas curvas en general.
- Preocupación por el color, la luz y la armonía de las proporciones. Gaudí concibe un espacio dinámico, en expansión, con un color que, unido a formas y texturas, configurará un nuevo entorno: “Es cuestión de ponerse dentro del tiempo, del ambiente y de los medios, y coger su espíritu.”
- Personalidad, que nace de un conocimiento de las estructuras —quería superar el Gótico dotando al edificio de un esqueleto más racional y perfecto—, de los nuevos materiales y de la libertad y expansión decorativas.
- Utilización de materiales de desecho (cerámica) para los revestimientos de sus edificios ‑con su colaborador Jujol.
- Misticismo y consagración al arte de construir. Esta consagración se mezcla con una creciente religiosidad que le llevará, especialmente en sus últimas etapas, a rechazar cualquier encargo no religioso, o a grabar anagramas de Jesús y de María por doquier.
- Mecenazgo burgués. Gaudí fue un hombre afortunado al comenzar su trabajo cuando Barcelona vivía momentos de auge económico y los antiguos límites de la ciudad habían sido rebasados. La mayoría de sus trabajos estaban en los nuevos barrios o en localidades periféricas que se iban anexionando a la ciudad. Además, tuvo la suerte de llamar la atención de una serie de familias pudientes de la clase media y la aristocracia catalana que aceptaban, entendían y asimilaban sus proyectos suntuosos.
Su gran mecenas fue el conde Eusebio Güell, perteneciente a la nueva aristocracia de los negocios y, además, un magnate de la industria textil, cuyo nombre casi es sinónimo de las grandes obras de Gaudí.
Las etapas de Gaudí:
Se pueden distinguir tres etapas:
1) De 1878 a 1900.
Es una etapa de formación, un período ecléctico o historicista, donde desarrolla los estilos históricos según la corriente de la época, aunque ya se acusa una gran innovación en cuanto al concepto de volumen. Realiza obras de estructura básicamente clásica, y comienza a aplicar sus teorías sólo en pequeños detalles. Reproduce las formas naturales superficialmente, y el color es sólo un complemento para el volumen y el movimiento. Predominan las formas planas y las líneas rectas.
Los edificios más representativos de esta época son: Casa Vicens en Barcelona, El Capricho en Comillas, Palacio Episcopal en Astorga, Palacio Güell (con el que inicia su período de plenitud) en Barcelona y Casa de Los Botines en León.
2) De 1900 a 1914.
Es la etapa más conocida y personal de Gaudí. Comienza con la realización del Parque Güell. Prescinde ya del Historicismo y se cristalizan los tanteos de la primera época; se separa de la influencia neogótica. La escultura se anexiona al edificio formando un cuerpo único y monumental, y el color ya constituye un elemento importante de la obra.
Casa Batlló de Barcelona, vista de la decoración externa.
Los edificios e intervenciones más importantes son: la Casa Batlló, la Casa Mila o La Pedrera, la Colonia Güell, el Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, la Restauración de la catedral de Palma de Mallorca y los Jardines de La Pobla de Lillet.
Gaudí realizó a principios del siglo XX el diseño de los jardines de La Pobla de Lillet, por encargo del empresario textil Joan Artigas, detrás de su fábrica sobre el río Llobregat. El arquitecto logró poner la naturaleza al servicio de la arquitectura, con arcos catenarios, puentes colgantes, materiales autóctonos y el uso de cemento portland en las barandas (añadiendo hierro en la mezcla), elementos simbólicos (los cuatro evangelistas del Tetramorfos, aunque no ha perdurado el ángel). Muy abandonados, fueron redescubiertos y recuperados en los años 1990.
3) De 1914 a 1926.
Es la etapa menos conocida. Centrado en las obras del Templo de la Sagrada Familia, rechaza otros encargos.
La Sagrada Familia de Barcelona.
El Templo Expiatorio de la Sagrada Familia es la obra a la que dedicó más tiempo. Se hizo cargo de la dirección de las obras en 1883, y trabajó en ellas hasta su muerte, en 1926.
La idea del templo nació con Jose Maria Rocabella, que había fundado la Asociación de Devotos de San José, y, después de algunas gestiones, centró su esfuerzo en levantar un Templo Expiatorio. Encargó de ello a Francisco de Paula del Villar, quien se serviría de la línea goticista de Viollet-le-Duc para diseñar el proyecto.
En 1883, surgió una discusión entre Rocabella y Villar, y, finalmente, este último presentó la dimisión. Es entonces cuando Gaudí recibe el encargo de realizar el templo.
Al poco de hacerse cargo de las obras, Gaudí terminó la cripta —cuya construcción había sido comenzada un año antes según el proyecto gótico de Villar—, si bien modificando los capiteles. También hizo una zanja alrededor de la cripta para darle luz.
Después, Gaudí decide replantearse el proyecto para salvar lo que él llamaba “deficiencias del Gótico”. Su mentalidad de arquitecto le hacía comprender que la solución del Gótico, a base de pilares verticales, muros rectos, arbotantes y pináculos, no era perfecta, entendiendo por perfecta su idea gaudiana de “adaptado a la naturaleza”.
Por todo ello, concibió el Templo de la Sagrada Familia como un conjunto de columnas arborescentes inclinadas, cuyas ramas sujetan un follaje de bóvedas parabólicas. Las columnas deben estar inclinadas, pues así reciben mejor las presiones perpendiculares; además, no existe peligro alguno, porque los esfuerzos se transmiten de forma helicoidal, como hacen en la naturaleza los troncos de los árboles. Las bóvedas son superficies hiperboloides, que tienen una abertura superior y permiten mayor entrada de luz en el templo.
Este esquema estructural va acompañado de un profundo sentido litúrgico, y cada piedra del templo adquiere significado religioso. Imaginó una iglesia de planta de cruz latina partiendo de la cripta inicial. Sobre ésta, se instalaría el altar mayor, rodeado de siete capillas del ábside, dedicadas a los siete gozos y a los siete dolores de San José.
En el exterior, las fachadas del Nacimiento —lado de la Epístola— y de la Pasión —lado del Evangelio— presentan tres puertas que se corresponden con la fe, la esperanza y la caridad.
Sigue, en sentido perpendicular, el cuerpo central del templo, con cinco naves y cerrado por el Portal de la Gloria, que no se llegó a realizar en vida suya, y rematando las capillas circulares del Bautismo y la Penitencia. Las torres serían 18, cuatro encima de cada fachada, que harán un total de 12, dedicadas a los 12 apóstoles; en el centro de la iglesia, el cimborrio dedicado a Jesucristo; detrás, el cimborrio de la Virgen y alrededor de la torre central otras cuatro, las de los evangelistas.
Amplias escalinatas llevan a cada puerta; la más monumental, la del Portal de la Gloria, tendría en el rellano un surtidor de agua como símbolo de los elementos de la naturaleza, siempre presentes.
Pretende que esta obra sea la manifestación de la arquitectura en el más alto grado de perfección moral y religiosa. Hombre apasionado de su profesión, al final de su vida este impulso se convirtió en misticismo. De tal modo le obsesionó este proyecto, que la muerte le sobrevino cuando tomaba apuntes del exterior de la obra, sin fijarse, ensimismado como estaba, en que pasaba un tranvía, que le atropelló.
Enlaza y combina libremente las formas geométricas por él empleadas. A fines de 1919, perfecciona la plástica del templo aplicando formas regladas, buscando el equilibrio. Emplea columnas con doble giro, más equilibradas y reposadas.
En la época final, de 1914-1926, realiza:
- Las cubiertas de la Sacristía, formadas por formas parabólicas enlazadas.
- Los cinco cimborrios centrales, cuyos proyectos se han perdido.
- La última solución para el tramo de naves interiores, donde la clave es un hiperboloide elíptico.
Gaudí al final de su vida.
Su influencia sobre Joan Miró.
De todos los modernistas
de la primera generación que influyeron en Miró el más destacado es Gaudí, el
más citado en la historiografía al respecto. Miró le conoció hacia 1913 en el
Cercle de Sant Lluc, del que el arquitecto fue socio entre 1889 y su muerte en
1926, aunque su actividad se limitaba a dibujar en las clases del natural y
asistir a sus procesiones (como una del Corpus de 1924 de la que se guarda una
fotografía), pues era un devoto católico, muy amigo del obispo Torras i Bages.
Trencadís de Gaudí y Jujol en el Parque Güell. La cerámica rota y recompuesta al azar ha sido relacionada a menudo con la experimentación de la escritura automática del surrealismo y la época surrealista de Miró o Dalí.
Miró apreció mucho su
pensamiento simbolista hermético y su obra, especialmente la cerámica en
mosaico de fragmentos (trencadís; aunque ésta es una influencia que debe
en gran medida a Jujol) y puso en homenaje suyo el nombre de Gaudí a una
serie de 21 grabados (1979). La influencia gaudiana se extendió incluso con sus
edificios más delirantes [Dalí. “Minotaure”, 3-4 (1933)].
Miró tenía en su biblioteca
las monografías de Juan Eduardo Cirlot, El arte de Gaudí (Omega.
Barcelona. 1950. 50 p. más 64 ilus.) y Joan Bergós, Antoni Gaudí. L’home i
l’obra. (Ariel. Barcelona. 1954. 180 pp.).
Miró
(1974) explica que Gaudí fue una influencia decisiva en sus inicios, sólo un poco menor a la del estilo románico, y preguntado sobre si prefiere su faceta de
arquitecto o de escultor, responde: ‹‹C’est l’homme, l’homme et en plus de
cela, en plus de l’homme, il a un sens de l’architecte énorme, un mathématicien
remarquable et en même temps il a ajouté la céramique et la sculpture, toutes
les choses que nous aimons maintenant.››[1] Y le sitúa en el contexto de la época: ‹‹Ah! Comme un phénomène, comme un phénomène. Ce qui arrive
toujours dans notre pays. Pendant des années rien ne se passe et tout d’un
coup, voilà c’est quelque chose qui éclate: c’est comme Gaudí. On sommellait et
tout d’un coup, voilà on se réveille par un grand poum! C’est le cas de Gaudí.
(...)›› e insiste con franca admiración que ‹‹Mais Gaudí, il dépasse tout, il
dépasse la chose plastique, et c’est pour cela que Gaudí m’intéresse
énormément.››
Y acto seguido confiesa sobre la similitud de sus
técnicas de creación: ‹‹Ah! Oui,
de Gaudí, ah oui évidemment. Il a ce rapport très net par exemple le moulage:
il prend un objet ou même un être humain, il fait un moulage. Alors, c’est
maintenant ce qu’on fait. Et puis la céramique: il met la céramique avec
l’architecture et avec des moulages, il enrichit l’architecture, qui serait
froide.››[2]
Miró le declara a
Raillard (1975) sobre su relación y se sugieren su común interés por la
artesanía: ‹‹Gaudí era muy creyente. Le conocí bien. Era muy modesto, muy
tímido. Y trabajaba como un artesano, improvisaba continuamente. (…) [Ve su
Sagrada Familia] Como un universo mental, delirante si se quiere.››[3] Pero añade que nunca le vio trabajar:
‹‹No, jamás. Pero hablé con los obreros que trabajaban con él, ellos me
contaron cómo trabajaba. No hacía dibujos: hacía gestos. (…)››[4] Poco después, Miró (1976) explica sus
primeros encuentros de tal modo que parece seguro que no le dirigiera la
palabra: ‹‹(...) Era en el Cercle de Sant Lluc, que frecuenté hasta 1918. (...)
Durante las sesiones de dibujo, se podía ver a un señor mayor que se sentaba
con nosotros y sacaba su cuaderno de croquis: era Gaudí. Un gran personaje,
nosotros lo sabíamos. Entre los genios de primera fila, yo sitúo a Gaudí.
(...)››[5]
Miró (1978) asimismo le
incluyó en la más detallada lista de sus maestros de juventud:
‹‹P. Son grandes
maestros aquellos que, como usted, y por paradójico que parezca, ni tienen ni
pueden tener discípulos. ¿Ha tenido maestros?
R. Sí, en forma de
impactos decisivos. El primero de ellos me vino dado en la contemplación de las
pinturas románicas de Cataluña. Son impactos del arte, de la vida, de la
historia (…) otro purista opinó que Gaudí era un genio de la imbecilidad. Ya ve
usted, Gaudí fue otro gran impacto››[6]
Además, su amigo Ràfols,
también arquitecto, fue discípulo suyo. A veces su admiración vacilaba, pues en
1926 Miró prefería el funcionalismo y rechazaba, durante sus paseos con Gasch,
el gran edificio de Gaudí en el Passeig de Gràcia, la “monstruosa illa de
cases” de la Casa Milà.[7] Y no hay noticia alguna en su
correspondencia de que visitase la exposición de homenaje a Gaudí que se
celebró en la Sala Parés (11-28 junio 1926), ni participase en la asociación
“Amics de Gaudí” creada en 1952 en el Cercle, en la que sí participaron amigos
suyos como Joan Ainaud o Alexandre Cirici.
Pero es indudable que le
tuvo casi siempre en la más alta estima, como lo prueba que en 1958 promoviera
un homenaje a Gaudí en la UNESCO y escribiese: ‹‹Amb en Peter Bellew parlàrem
de fer una sessió Gaudí a l’Unesco, amb projeccions del film de Català-Roca i
del fotoscop de Prats-Gomis, pots escriure-li amb urgència per posar-te d’acord
a 12, rue Galilée, París (16). Estarà molt bé si es fa això.››[8] Además, fomentaba este aprecio la
admiración que sentían por el arquitecto vanguardistas tan notables como
Apollinaire[9] o Breton ante la Sagrada Familia a pesar
de que fuera una iglesia[10].
La historiografía y la
crítica reconocieron bastante tarde su influencia en la obra mironiana. La
primera y rotunda mención es de Greenberg (1948), que destaca su prioridad y
fundamenta su apasionada defensa en que el modernismo está sufriendo un
infundado descrédito: ‹‹Because, no doubt, of the general oblivion in which Art
Nouveau rest nowadays, no one has yet painted out how much of its feeling
still clings to the flowing, undulant contours and flat shapes that dominate
the paintings of Miró’s maturity.››[11] Greenberg señala a continuación que el
modernismo ha influido, en menor o mayor grado, en todos los artistas europeos
aparecidos entre 1900 y 1910, como Kandinsky y Klee, que comenzaron su andadura
en el seno de ese movimiento, para incluso volver a él en ciertas fases de su
madurez. Y destaca que Miró es en su opinión el mejor heredero del modernismo,
‹‹Miró in particular is the master of Art Nouveau in painting››[12], por haber experimentado e integrado su
influencia en una ciudad como Barcelona, la ciudad europea más dominada por
este estilo, durante más de un decenio, precisamente el de la formación del
joven Miró, que aprendió de él la libertad, la inspiración en la naturaleza, el
instinto decorativo, la estilización formal...
‹‹Art
Nouveau took great liberties with nature, but in the name largely of
decoration. The liberties Miró took in the name of easel painting and “poetry”
are, in the final reckoning, nor so far themselves from decoration. Confronted
with his audacities, we feel, as we do not about Picasso’s, that they profit
somewhat by the special license that has always belonged to decoration, even
during the Renaissance and the 19the century. Miró’s arabesques and linear
flourishes are controlled to the ends of easel painting but, because of their
filiations with Art Nouveau, the “feel” of decoration still perhaps
persists in them and the contradiction will cause him much trouble at times.››[13]
Posteriormente la
historiografía, con Dupin, Cassou, Malet…, acepta la influencia modernista,
destacando la enseñanza de su maestro Josep Pascó y el ejemplo de Antoni Gaudí,
del que Dupin (1961, 1993) destaca su faceta presurrealista, su compendio de
tradición e innovación:
‹‹Gaudí vuelve al
gótico, a la iluminación de los grandes místicos, pero también a la simplicidad
de los elementos y los objetos de la naturaleza. Y de golpe libera a la
arquitectura de todas las reglas, de todas las convenciones, de todos los
modelos académicos. Inventa el collage con pedazos de mosaico roto. Prefigura
todos los delirios surrealistas, todas las liberaciones formales del arte
abstracto, las audacias del arte gestual. (...) Gaudí es la fuerza visionaria
en estado puro y es la libertad. La libertad de un pueblo, el amor a su tierra,
su grito de libertad.››[14]
Cassou (1962) explica
por su parte la notable relación entre la sensibilidad estética de Gaudí y de
Miró, formado en la Barcelona modernista de la vejez del primero, del que sigue
rasgos como el gusto por la artesanía y los oficios manuales.[15]
Un autor conocido como
“E. H.” (2003), antes de tratar sobre la Serie Gaudí de grabados (1979),
resume la influencia de Gaudí, en la doble faceta de arquitecto y artesano,
sobre Miró:
‹‹Miró
est fasciné par la prise de risque, l’imagination, la liberté de Gaudí, par le
caractère extravagant et colossal de la Sagrada Familia (commencée en 1883) et
les bancs colorés, les mosaïques et les faïences rutilantes du Parc Güell
(1885-1888). Gaudí suggère à Miró les possibles d’une création rompant avec
l’idée traditionnelle de construction et ouvrant l’accès à d’ineffables
rêveries d’infini. Miró admire aussi en l’architecte, l’artisan qui se fait tour
à tour décorateur, maître céramiste, forgeron, créateur de meubles. Miró
lui-même, petit-fils de forgeron, fils d’orfèvre horloger, respecte la rigueur
et la minutie du travail artisanal et l’associe tout au long de sa carrière aux
artisans, enrichissant ainsi ses modes d’expression. (...)››[16]
Como características
generales del estilo de Gaudí que Miró desarrolla, dentro de sus posibilidades,
en su propio arte, citaremos:
- El recurso a los
estilos medievales, especialmente el Gótico, del cual toma las bóvedas
tabicadas, que ofrecen la posibilidad de cubrir el máximo espacio con la mínima
cantidad de material posible; además, por su flexibilidad se adapta muy bien a
las formas sinuosas. De la arquitectura islámica tomará el manejo de la luz y
la plasticidad de la decoración de azulejos. Por su parte, Miró toma asimismo
el Románico como un primer referente plástico y admira el Gótico sobre todo por
su luz y su austera espiritualidad (son conocidas sus visitas a las catedrales
de Barcelona y Palma de Mallorca), mientras que del arte islámico le interesa
especialmente el arabesco y la decoración cerámica. Al respecto, Rose (1982) explica que
Gaudí le influyó en el aprecio del arabesco islámico:
‹‹(...) Critics
attribute the elaborate arabesques of Miró’s work to the influence of art
nouveau. However, his ornate filigreed tendrils and minaret forms are as
likely a relic of the Mozarabic heritage of Catalonia, a reflection of the
islamic decorative impulse which filtered into Spanish art at all levels and is
expressed in Gaudí’s minaret-like turrets. This Near Eastern influence, felt in Miró’s twisting,
intricate line, is surely one of the aspects of his style that made it so
attractive to the Armenian Gorky.››[17]
- Inspiración en la
naturaleza, en plantas, flores y tallos que dotan al edificio de una
extraordinaria flexibilidad y dinamismo. Estas formas de la naturaleza son
reinterpretadas a través de la geometría, que traduce el mundo natural a líneas
útiles y racionales para el edificio. Así se explican las formas helicoidales,
las parábolas y las líneas curvas en general. Miró, a su vez, sigue casi al pie
de la letra esta característica: el interés por la naturaleza y el predominio
de la curva son constantes mironianas. Podría decirse que es una pauta común a
los artistas catalanes. En 1942, cuando planifica la adaptación de su taller de
Mont-roig para trabajar en escultura, escribe: ‹‹En Gaudí feia també mouler
varis objectes,›› (FJM 4430b) ‹‹fins i tot feia mouler nois que li agradaven i
éssers vivents, que després feia servir com model i punt de partida. Crec que
en la meva manera de treballar hi ha gran afinitat amb en Gaudí. (...)›› (FJM
4431a).[18]
Robert Lubar destaca
entre las influencias sobre Miró la de Gaudí porque: ‹‹La ornamentación de su
obra es radial, dura, expresionista, arcaica, a la vez que el reflejo de una
recreación fantástica del ciclo cósmico››.[19] El poeta Pere Gimferrer evoca de Gaudí:
‹‹la intercomunicación constante, la mutua remisión del mundo artificial y el
mundo natural: floración mineral, arquitectura vegetal, piedra viviente. Todo
nace y pulula. Contagios: contigüidades: identidades... Todo se anula y se
magnifica en la unidad››.[20]
- Preocupación por el
color, la luz y la armonía de las proporciones. Gaudí concibe un espacio
dinámico, en expansión, con un color que, unido a formas y texturas,
configurará un nuevo entorno. Dice el arquitecto: ‹‹Es cuestión de ponerse
dentro del tiempo, del ambiente y de los medios, y coger su espíritu.›› Miró,
por su parte, coincide plenamente en esta estética: el color fauvista, la luz
en la etapa surrealista y en los años 40, la voluntad de armonía o equilibrio
de la composición...
- Personalidad en el
método, que nace de un conocimiento de las estructuras —quería superar el
Gótico dotando al edificio de un esqueleto más racional y perfecto—, de los
nuevos materiales y de la libertad y expansión decorativas. Miró se interesa
por el problema de la estructura desde 1914 aproximadamente, tomando a Cézanne
y el cubismo como referentes; se interesará toda su vida por las posibilidades
artísticas de los nuevos materiales y desarrollará un instinto especial para la
libertad decorativa en sus obras más festivas.
Miró declara en 1965 su
paralelismo de método con Gaudí, al comentarle Porcel que había una enorme
diferencia: ‹‹Sí? Deu ser que no us hi heu fixat bé. En Gaudí improvisava
seguint la seva inspiració. I amb un pobre plànols volen acabar la Sagrada
Família! Quin disbarat! Un obrer que treballà a les seves ordres al Parc Güell
em contà com va indicar-los el traçat d’una escala que havien de fer. Dibuixà a
terra una línia ondulada amb el dit, i digué: “Feu-la així”. I jo ja us he
explicat com pinto.››[21] Dupin (1961, 1993) se explaya sobre esta
faceta de Gaudí tan influyente en Miró:
‹‹Habrá que esperar seis
siglos para que los arquitectos góticos tengan en Gaudí un sucesor capaz de
superarlos. Gaudí llevó hasta el paroxismo la rica diversidad y el genio
contradictorio de Cataluña, descubrió posibilidades arquitectónicas que están
lejos de haber sido agotadas. A principios de siglo edificó en Barcelona y sus
alrededores casas de vecindad, palacios, una capilla, un parque y una catedral
que desafían a la imaginación. Además innovó en el mobiliario y la decoración,
experimentó incansablemente nuevas estructuras y nuevos materiales con una
audacia a la vez sosegada y vertiginosa. La extrema libertad que se otorgaba
reposaba, sin embargo, en el detallado estudio, en el conocimiento intuitivo de
la naturaleza y sus leyes. Tenía muy en cuenta la configuración, la luz y todas
las características de los lugares en los que pensaba construir. Se inspiraba
asimismo, muy libremente, en las formas de las rocas, los árboles y los
animales, hasta el extremo de integrar en sus construcciones vaciados de
animales y plantas. Inventó la columna inclinada imitando a un árbol que
despliega sus ramas, al tiempo que la estructura de las conchas le dictaba
nuevas soluciones para la bóveda, más ligera y resistente gracias al alabeo de
sus formas. En el admirable parque Güell construyó los muros y las terrazas
respetando y prolongando las ondulaciones de la colina en la que se asienta,
utilizando incluso la piedra extraída de su propio suelo. Inventó suntuosos
mosaicos a partir de fragmentos de cerámica de todos los colores, donde se ha
visto uno de los orígenes del collage moderno. Y tuvo el acierto de dejar que
los obreros compusieran libremente según su propia imaginación. Miró retuvo esa
lección de creación colectiva cuando tuvo que colaborar con ceramistas,
litógrafos o grabadores. Un viejo obrero que había trabajado en la construcción
de la capilla de la Colonia Güell le contó a Miró que, para realizar una
escalera en espiral, Gaudí le había indicado lo que deseaba con un simple gesto
ondulatorio de la mano, sin más precisiones. Sin embargo, esa inspirada manera
de trabajar no excluía los más doctos cálculos, ni un virtuosismo técnico que
dejaba boquiabiertos a los constructores.››
Y luego Dupin se centra
la influencia artística de Gaudí sobre Miró en la estructura y el ritmo, el gusto
por la curva, y, sobre todo, en el estudio de la naturaleza como privilegiada
inspiración:
‹‹Podemos ver la
influencia de Gaudí en las estructuras y en los ritmos mironianos, en la
insistencia de las líneas curvas y onduladas, en la obsesión por la espiral, en
la continuidad dinámica y en la proliferación orgánica de las formas. Pero el
pintor, que siente por el arquitecto una admiración sin límites (“en cabeza de
los genios ‘le confesó una vez a Georges Duthuit’ coloco a Antoni Gaudí”), ha retenido fundamentalmente
el espíritu del proceso mental en lo que este tiene básicamente de puesta en
entredicho total del medio de expresión, sin retroceder ante ninguna audacia y,
a la vez, sin olvidar el profundo respeto a las leyes de la naturaleza,
alternando los cálculos más precisos con los momentos de pura improvisación.››[22]
- Utilización de
materiales de desecho (cerámica) para los revestimientos de sus edificios. En
cuanto a Miró, es seguro que recibió sobre todo la influencia de los mosaicos
cerámicos de Gaudí —en realidad, más obra de su colaborador Jujol—, de una
doble vertiente, abstractos unos mediante la fragmentación y disposición
azarosa de los cantos, figurativos otros con representaciones naturalistas
(animales y vegetales) mediterráneas que se asemejan notablemente al universo
simbólico de Miró. En este sentido, Penrose, siguiendo las explicaciones del
propio artista, establece su relación con la arquitectura orgánica de Gaudí,
concretamente del Parc Güell y el templo de la Sagrada Familia y apunta la
anécdota de que, en los años 60, al hacer sus obras monumentales para el Laberinto
de la Fondation Maeght, encuentra en la naturaleza objetos que le recuerdan a
Gaudí, como una arquitectura escondida en los pequeños objetos.[23] Miró le explica a Permanyer su influjo,
especialmente en los murales de la Unesco:
‹‹Más que nuestro modernismo
lo que de veras me interesó siempre ha sido Gaudí. De sus obras las que quizá
prefiero son la cripta de la Colonia Güell y, por supuesto, el Parque Güell.
Pues bien, justo antes de entrar, en un rincón sucio y que la gente suele
aprovechar para mear, di con un gran círculo como esculpido en bajorrelieve en
un muro enorme. Aquello me atrajo de inmediato por las calidades naturales que
poseía, y de ahí me vino la idea del círculo que representa al Sol en uno de
los Muros de la Unesco. Del Parque Güell me ha fascinado siempre el techo
cerámico de la llamada sala hipóstila, en donde Gaudí ya realizó un collage muy
valiente y precursor, al incorporar incluso cabezas de muñecas, que por
desgracia se han estropeado. Pero sobre todo me entusiasma aquel banco
serpenteante hecho con fragmentos rotos de cerámica, procedimiento llamado “de
trencadís” y que ahora mismo he decidido aplicar en la gigantesca escultura de
hormigón que será colocada en el futuro Parque del Matadero de Barcelona.››[24]
Rose (1982) explica que
Gaudí le influyó sobre todo en el tratamiento libre y nada convencional de los
materiales, hasta lindar con lo grotesco:
‹‹Gaudí’s fantasy and
metamorphic forms went far beyond the stylized organic ornament of art
nouveau in terms of fantasy and the grotesque.
The Byzantine richness
of the combinations of materials Gaudí used, many of which were light
reflexive, affected Miró deeply and helped form the unconventional attitude
toward materials that is one of the most original features of his art and one
of its greatest influences on American art. (...)››[25]
- Misticismo y consagración
al arte de construir. Esta consagración se mezcla con una creciente
religiosidad que le llevará, especialmente en sus últimas etapas, a rechazar
cualquier encargo no religioso, o a grabar anagramas de Jesús y de María por
doquier. En 1883 Gaudí comenzó las inacabadas obras de la Sagrada Familia, un
acontecimiento de enorme importancia social y artística en Barcelona durante
más de treinta años, lo que prueba la importancia del catolicismo en el arte
catalán de esta época. Su eco llega hasta el presente. Miró intervendrá en
1964-1966 en la polémica sobre la continuación de las obras, en contra de que
se acabasen, porque pensaba que la impronta del artista se perdía.
Miró
admiraba esa entrega apasionada y así le explica a Duthuit en 1936 que entre
los genios que admira (y cita a Picasso, Roussel, Huysmans, Bach, Mozart),
destaca al arquitecto: ‹‹Et au premier rang de ces génies, je place Antonio
Gaudí... (...) Le génie de
Gaudí échappera toujours aux touristes. Il vaudrait mieux, tant les malentendus
sont constants, d’un pays à l’autre, ne plus voyager.››[26]
NOTAS.
Miró, Joan. Miró parle. Entrevista concedida a Carles Santos y Pere Portabella en 1974, para el film Miró un portrait. 2003: 5.
Miró, Joan. Miró parle. Entrevista concedida a Carles Santos y Pere Portabella en 1974, para el film Miró un portrait. 2003: 6.
Raillard. Conversaciones con Miró. 1993: 133.
Raillard. Conversaciones con Miró. 1993: 163.
Picon. Joan Miró. Cuadernos catalanes. 1976: 20-22. Miró insiste en lo mismo en el documental de Chamorro. Miró. 1978. nº 53. Sobre la actividad de Gaudí en el Cercle, véase: <Gaudí i el Cercle de Sant Lluc>. Barcelona. Cercle de Sant Lluc (2002). Reseña de M Carmen Riu de Martín. “Revista Art”, Barcelona, nº 71 (IX-2002) 14-15. Amón. Entrevista a Miró. “El País” (4-V-1978).
Gasch, S. L’embranzida vers l’ordre. “D’Ací i d’Allà”, nº 106 (X-1926).
Carta de Miró a Joan Prats. París VII, Pont-Royal Hotel, 7 rue Montalembert (17-XI-1958) FJM. En la carta también pide que le envíe un ejemplar a Penrose.
‹‹Es uno de los arquitectos modernos más personales››. [Apollinaire. Gaudí. “L’Intransigeant”, París (14-VII-1914). Reprod. <Universo Gaudí>. Madrid. MNCARS (15 octubre 2002-6 enero 2003): 67.]
Breton le escribe a Picasso en una postal de la Sagrada Familia, AEs una maravilla”. Y la elogia asimismo en una conferencia en el Ateneo de Barcelona (1922), reproducida en Les pas perdus. [<Universo Gaudí>. Madrid. MNCARS (15 octubre 2002-6 enero 2003): 159.]
Greenberg. Joan Miró. 1948: 28. El apartado sobre la influencia del Art Nouveau sobre Miró se prolonga en las pp. 28-30 y destaca especialmente a Gaudí y las formas biomórficas de su Sagrada Familia. En cuanto al noucentismo no emplea el término sino que lo considera un apéndice modernista tardío en Cataluña, destacando a Manolo, Joan Junyer y Torres García.
Greenberg. Joan Miró. 1948: 28-29.
Greenberg. Joan Miró. 1948: 30.
Dupin. Miró. 1993: 12-13.
Cassou. <Joan Miró>. París. MNAM (1962): 5.
E.H. Série Gaudí. *<Sous le signe de Miró: Miró et l’atelier Barbarà>. Castres. Musée Goya (2003): 66.
Rose. Miró in America. <Miró in America>. Houston. Museum of Fine Arts (1982): 27.
Ambas citas se recogen en Miró. Notas de trabajo 1941-1942. cit. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 192. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 212. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 273. El texto reza: ‹‹Gaudí también hacía mouler diversos objetos, incluso hacía mouler niños que le gustaban y seres vivientes a los que luego les hacía hacer de modelo y que le servían de punto de partida; creo que en mi modo de trabajar hay grandes afinidades con Gaudí››.
Lubar. Miró before the Farm... 1989. cit. Dupin. Miró. 1993: 13.
Gimferrer. Miró y su mundo. 1978: 196. cit. Dupin. Miró. 1993: 13.
Porcel. Joan Miró o l’equilibri fantàstic. “Serra d’Or”, año 7, nº 4 (15-IV-1966): 49.
Dupin. Miró. 1993: 16.
Miró. Theatre of Dreams. Escrita y narrada por Roland Penrose. BBC 1978.
Permanyer, Lluís. Entrevista a Miró. El arte ha de volver a la pureza de sus orígenes. (Fechable entre mayo y diciembre, 1981). Sirvió de prólogo de Historia del Arte, ed. Carroggio.
Rose. Miró in America. <Miró in America>. Houston. Museum of Fine Arts (1982): 27. Duthuit, G. Où allez‑vous Miró. “Cahiers d’Art”, París (1936). cit. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 152-153. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 163-164. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 217. La entrevista es anterior al estallido de la guerra civil, aunque se publicó en el verano.
Combalía. Miró surrealista. Rebelde en Barcelona, callado en París, en Solana, G; et al. El Surrealismo y sus imágenes. 2002: 104-105.
Combalía, V. Jujol y Miró. “El País”, Catalunya (25-VII-2002) 2-3.
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