El artista francés Jean-Auguste-Dominique Ingres (1780-1867) y su influencia en Joan Miró.
Jean-Auguste-Dominique
Ingres (Montauban, 1780-1867) fue hijo de un escultor
de escaso éxito pero que se volcó en enseñarle arte. En 1791 se asentaron en
Toulouse, donde estudió en la Academia de Bellas Artes, mostrando de inmediato su
genio como dibujante, y también llegó a ser un buen violinista. En 1796 llegó a
París, donde entró enseguida en el taller de David, donde mejoró su técnica compositiva
aunque Ingres mantuvo cierta distancia respecto al apasionado neoclasicismo de
su maestro. Allí conoció a los españoles José Álvarez Cubero, José Aparicio y
José de Madrazo, que muchos años después todavía mantenían su amistad y le
enviaban estampas de Velázquez o Murillo. Pero Ingres se decantaba más por los
clásicos italianos, sobre todo Rafael, de quien llegó a poseer una cajita de
sus cenizas.
Aquiles recibe a los embajadores de Agamenón (1801).
En 1801 ganó el primer premio de la Academia de Roma
gracias al óleo Aquiles recibe a los embajadores
de Agamenón. Marchó a Italia acto seguido, y allí permaneció la mayor parte
de los años siguientes, entre Roma y Florencia, hasta su retorno definitivo a
París en 1841. Durante sus breves estancias parisinas entremedias pintó dos famosos
retratos napoleónicos, Napoleón como primer cónsul (1804) y Napoleón en el trono imperial (1806), y números retratos de damas y prohombres de la alta
burguesía francesa.
Retrato de Napoleón como primer cónsul (1804).
Napoleón en el trono imperial (1806).
El voto de Luis XIII (1824).
Siempre quiso ser pintor de historia, faceta en la que destaca el gigantesco óleo El voto de Luis XIII (1824), y trabajó a menudo en cuadros de alto erotismo (sobre todo al final de su vida) y temática heroica como Ruggiero liberando a Angélica (1819) u orientalizante, como La gran odalisca (1814) o El baño turco (1852-1859 o 1862).
Ruggiero liberando a Angélica (1819).
La gran odalisca (1814).
El baño turco (1852-1859 o 1862).
Pero ya en vida fue más reconocido como pintor de
retratos de la burguesía, muy demandados por su realismo, penetración psicológica, perfección del
dibujo y elaborada composición, que el historiador Miguel Falomir incluso considera
cercana a la abstracción.
La condesa de Haussonville. Col. Frick, Nueva York.
Madame de Moitessier. Col. National Gallery, Londres.
Princesa Albert de Broglie (1853), Col. Met, Nueva York.
En el Romanticismo latió una duradera polémica entre
los antiguos, encabezados por Ingres, y los modernos, representados por Delacroix
que se enconó con la enemistad personal entre ambos artistas. Baudelaire
escribió que “Delacroix e Ingres se reparten el favor y el odio públicos”.
Ingres se consideraba a sí mismo un “conservador de
las buenas doctrinas y no un innovador”, pero rechazaba que le etiquetasen como
“un imitador servil de las escuelas de los siglos XIV y XV” o un fanático de
Rafael, aunque sí un admirador. En efecto, les era afín en su humilde amor por
la naturaleza, pero no les copiaba. Empero, aupado a los más altos puestos oficiales, en los últimos decenios de su vida fue un academicista conservador, a menudo denostado.
Ingres donó a su ciudad natal su amplia colección
personal, con la que se constituyó el Museée Ingres (también cuenta con unas
salas dedicadas al escultor Émile-Antoine Bourdelle, el otro gran artista de la
ciudad de Montauban), dirigido desde 2003 por la especialista Florence Viguier.
La única obra de Ingres en una colección española es el retrato de Felipe V imponiendo el Toisón de Oro al
mariscal de Berwick (1818), que le encargó el duque de Alba.
La influencia de Ingres.
Durante la mayor parte del siglo XIX Ingres
fue admirado por numerosos artistas franceses y europeos, notablemente por
Renoir y Degas, y cuando llegaron las vanguardias su influjo no decayó sino que
se convirtió en una pasión generalizada en los medios artísticos europeos,
sobre todo desde que se le dedicó en París en 1905 una gran antológica, pues
alentaba a cuantos buscaban una pintura rigurosa en la composición.
El nabi Maurice
Denis, al señalar su influencia sobre el simbolismo y el Art Nouveau, escribe
entonces: ‹‹Enfin, voici Ingres; c’est notre maître le plus récent; il n’y a
pas longtemps que nous l’avons décourvert; quelle vérité, quelle vie dans son
portrait par lui même, dans tous ses dessins! Je remarque au premier plan, une
petite nature morte, quelques tasses qu’on dirait peintés par un enfant: si M.
Ingres avait vécu davantage, il aurait “fait du Rousseau”.››[1]
Ingres es admirado, entre otros muchos
artistas del siglo XX, por los futuros puristas Ozenfant y Le Corbusier o el
purocubista Léger, y por artistas tan diversos como Matisse[2], con el que destacan las afinidades de composición y la
inspiración en motivos orientales, y otros artistas como Gino Severini, Dalí,
Man Ray —que en 1920 compone su famosa fotografía Violon d’Ingres—
y Picasso, que en distintas etapas de su vida recurrió a imágenes de Ingres
como inspiración de sus temas eróticos, y confesaba que le había enseñado el
modo de componer y descomponer el cuerpo humano, y justo hacia 1919 y durante
los años siguientes se volcó en este neoclásico, tan emparentado con el estilo
de su gran maestro Rafael.[3] Al parecer su pasión le llevó a visitar el Museo Ingres al
menos en tres ocasiones, la primera en 1904, junto a su amigo Junyer, a medio
camino de sus periodos azul y rosa; en 1913 (lo indica en una carta a Gertrude
Stein); y una tercera en 1938, cuando de viaje a Toulouse decidió pararse otra
vez en la ciudad a “hacerle una visita a Ingres”.
Joan Miró estaba bien dispuesto a su favor,
pues le escribe a Ràfols en marzo de 1920: ‹‹Ingres, emocionante (Le bain
turc).››[4] y en julio le vuelve a enfatizar a Ràfols sobre: ‹‹Ingres
(que es un gran revolucionario).››[5]
El Musée Ingres, en Montauban.
Además, en sus encuentros en 1920 Picasso
probablemente recomendaría a Miró visitar el Musée Ingres en Montauban, lo que
hizo con Espinal el 11 de febrero de 1921, a lo que se refiere
(con errores en la datación) en 1963: ‹‹En 1918, en arrivant à Paris, j’aimais
surtout Mantegna et Ingres. J’étais même allé voir ses desins à Montauban.
Aujourd’hui je préfère ça.››[6]
Una prueba añadida es una carta de Ràfols a
Ricart en la que cuenta que a finales de 1920 Miró trabaja según unas pautas aclásicas”
figurativas: ‹‹(...) Vaig estar molta estona ahir conversant amb en Miró. Em
sembla que té bones idees sobre pintura —admira extraordinàriament Ingres—; i
em vaig convèncer de que treballa amb una fe i amb un entusiasme d’heroi››.[7]
Sólo los dadaístas atacaban a este clásico:
Picabia dedicó el nº 14 de “391” (XI-1920) a Ingres,
encabezando el número con una Copie d’un autographe d’Ingres en
el que firma (Francis) Ingres, esto es, se apropia y transgrede el “retorno al
orden” y lanza una crítica implicita al neoclasicismo reciente de Picasso.
En cambio, Breton manifiesta su admiración en
una carta a Tzara de enero de 1919, poniéndole al frente de una lista en la que
figura Derain[8], y en marzo de 1921 en su revista “Littérature” todavía le
encomia por encima de Arp, Aragon, Ernst o Picasso.[9]
Incluso el radical Bataille y su grupo de
“Documents” le reivindican por sus caracteres de clásico y primitivo a la vez.[10]
Miró usa a Ingres como referente de la
pintura convencional y de su transgresión. En el dibujo La caída mortal (1924)[11] escribe la palabra “INGRES” en filigrana, con un rol
a la vez verbal y visual, un uso a la vez como leyenda y punto de comienzo de
la composición, una alusión a la vez al academicismo clásico y al valor
plástico del soporte.
También aparece Ingres en una postal de su cuadro La fuente, en la joven que representaría a Ariadna, pegada como collage en un proyecto frustrado de ilustración para la portada de la revista “Minotaure” hacia 1933-1934, como advierte Fanés (2007).[12]
Fuentes.
Internet.
Exposiciones.
<Ingres: Portraits>. Nueva York. MET (1999).
<Ingres 1780-1867>. París. Louvre (24 febrero-15 mayo 2006). 79 pinturas y 101 dibujos. Comisario: Vicent Pomarède. Reseñas de Octavi Martí. El Louvre muestra el más transgresor y sabio Ingres en una gran antológica. “El País” (20-II-2006) 42. William Feaver. Ingres 1780-1867. “Art News”, v. 105, nº 6 (VI-2006) 138. Grangeon, Michel. Ingres. Une beauté si proche de l’horreur. “Arts Press”, 324 (VI-2006) 44-50; un artículo esclarecedor sobre el motivo del turbante-máscara de muerte repetido en las versiones de La Bañista. / Luna, Juan J. Ingres, el amante de los reflejos. “Descubrir el arte”, v. 8, nº 85 (III-2006) 18-24.
<Ingres>. Madrid. Museo del Prado (24 noviembre 2015-27 marzo 2016). Comisario: Vincent Pomarède. [https://www.museodelprado.es/actualidad/exposicion/ingres] Reportaje de Seisdedos, Iker. Ingres conquista el Museo del Prado. “El País” Semanal 2.042 (15-XI-2015) 58-63.
Libros.
Cuzin, Jean-Pierre; Salmon, Dimitri. Ingres, regards croisés. Mengès-RMN. París. 2006.
Guégan, Stéphane. Ingres érotique. Flammarion. París. 2006.
Ingres. Écrits et propos sur l’art. Prefacio de Manuel Jover y antología crítica. Hermann. París. 2006.
Laclotte. Diccionario Larousse de la Pintura. 1987 (1979): v. II, p. 1371-1372. Un resumen sobre el Museo Ingres de Montauban.
Toussaint, Helène. Les portraits d’Ingres. MNR. París. 1985.
Artículos.
Coignard, Jërôme. Ingres, chirurgien esthétique. “Beaux Arts”, 133 (IV-1995) 78-85. Para entender la índole del influjo clásico de Ingres en los vanguardistas en el “retorno al orden” de los años 20.
García, Ángeles. Ingres, un vanguardista en el siglo XIX. “El País” (21-XI-2015) 31.
De las Heras, Rut. Ingres de todos los tiempos. “El País” Babelia 1.252 (21-XI-2015) 18.
Calvo Serraller, F. Bizarro. “El País” Babelia 1.252 (21-XI-2015) 18.
Muñoz Molina, A. El último de los antiguos. “El País” Babelia 1.258 (2-I-2016) 4.
NOTAS.
[1] Maurice
Denis. Le Salon du’Automne de 1905, en Théories.
Hermann. París. 1964: 108. Cit. Teresa Camps. El nostre primitivisme.
<L’avantguarda de l’escultura catalana>. Barcelona. Centre d’Art
Santa Mònica (28 septiembre-octubre 1989): 25.
[2] Jack
Flam. Matisse and Ingres. “Apollo”, v. 62, nº 464 (X-2000) 20-25.
[3] <Picasso
et Ingres>. París. Musée Picasso (3 abril-21 junio 2004). Reseña de
Octavi Martí. Una exposición revela la gran influencia de Ingres en
Picasso. “El País” (4-IV-2004) 32.
[4] Carta
de Miró a Ràfols. París (III-1920). cit. Rowell. Joan Miró.
Selected Writings and Interviews. 1986: 71. / Rowell. Joan
Miró. Écrits et entretiens. 1995: 83. / Rowell. Joan Miró. Escritos
y conversaciones. 2002: 119.
[5] Carta
de Miró a Ràfols. Mont-roig (25-VII-1920) BC. Reprod. Rowell. Joan
Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 73. / Rowell. Joan
Miró. Écrits et entretiens. 1995: 86-87. / Rowell. Joan Miró.
Escritos y conversaciones. 2002: 124-125. / Soberanas; Fontbona. Miró.
Cartes a J.F. Ràfols, 1917/1958. 1993: 45. / cit. Umland. <Joan Miró>.
Nueva York. MoMA (1992-1993): n. 116, p. 348.
[6] Schneider. Au Louvre avec Miró.
“Preuves”, 154 (XII-1963): 41.
[7] Carta
de Ràfols a Ricart. Vilanova (12-XII-1920) BMB.
[8] Carta de Breton a Tzara, en Zúrich.
París, Hôtel des Grands Hommes (22-I-1919). Cit. Spector. Arte y escritura surrealistas (1919-1939). El oro del tiempo. 2003 (1997): 182 y n. 2, p. 448.
[9] Breton. Liquidation.
“Littérature” (III-1921). Cit. Spector. Arte
y escritura surrealistas (1919-1939). El oro del tiempo. 2003 (1997): 182 y
n. 2, p. 448.
[10] Redacción. Dessins
inédits d’Ingres. “Documents” 6 (1929) 310-315.
[11] La chute mortelle.
Lápiz grafito, lápices de colores sobre papel Ingres (45,5 x 61), realizado en
Mont-roig (21-X-1924). Reprod. <Joan Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París.
MNAM (2004): nº 64.
[12] Fanés. Pintura, collage, cultura de masas. Joan Miró,
1919-1934. 2007: comentario en p. 167,
ilus. nº 56 en p. 169.
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