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viernes, noviembre 10, 2023

La influencia del arte medieval en Miró.


La influencia del arte medieval en Miró.

En este capítulo comienzo a abordar las influencias del arte medieval en Miró, concentradas en tres estilos: el románico, el gótico y, en menor grado, el islámico, que tendrán apartados específicos. Apunto que algunas imágenes prerrománicas también le inspirarán obras, aunque no es una influencia tan general ni evidente como las tres anteriores.


El arte de la época medieval representaba para Miró el arte de la gran Historia nacional catalana, siguiendo la estela de la ideología estética del catalanismo noucentista. No debemos minusvalorar esta influencia en el doloroso proceso de parto estético que sufrió Miró en esta época, cuando su alejamiento de la esfera noucentista de Galí desde 1915 le lleva a una rápida emancipación estética, aunque se complete sólo en los años 20. Miró cree entonces que es preciso crear un Arte verdaderamente Catalán, del que cabe hallar sus raíces en el arte románico y gótico.





Santa María de Ripoll, un monasterio emblemático del Medievo catalán. Un edificio de origen prerrománico del siglo IX, reconstruido en estilo románico en en los siglos posteriores, y restaurado a finales del siglo XIX, muy agresivamente, por el arquitecto Elies Rogent. [https://www.monestirs.cat/monst/ripoll/crp13mari.htm

El románico se ha asociado por lo general a lo irracional y místico, y por ello será desde la Restauración borbónica el preferido por la Iglesia catalana, de tal modo el obispo de Vic, Josep Morgades, hace restaurar la románica Santa Maria de Ripoll y la reconsagra en 1885, y su sucesor, el obispo Torras i Bages, lo defenderá con pasión como modelo de arte ortodoxo mientras que lanza virulentos ataques al gótico que llevaría en su seno las semillas heterodoxas del Humanismo y la Reforma, y esto explica que sea hasta hace bien poco el estilo preferido por la historiografía artística catalana, tan influida por el pensamiento católico, con autores tan relevantes como Elies Rogent, Bonaventura Bassegoda, Josep Gudiol, Josep Puig i Cadafalch, Joan-Francesc Ràfols, Josep Pijoan, Joan Ainaud de Lasarte... 

No es extraño que el primer Miró, el más vivencialmente católico, esté tan interesado por los motivos y el simbolismo del románico. Pero quedarnos aquí sería caer en un reduccionismo, porque las vanguardias recuperarán justamente el románico como un antecesor de la modernidad y la abstracción gracias a la sencillez, depuración y esquematismo de sus formas, su tendencia a la fragmentación y el caos, y el uso de perspectivas anticonvencionales (las perspectivas caballera y empírica, la pluralidad de puntos focales y de planos de fuga…) que se acercan a las tradiciones más primigenias y a las soluciones infantiles al problema de la tridimensionalidad.


 


Catedral de Palma de Mallorca, una obra maestra del gótico mediterráneo. La Seu de Mallorca fue una de las iglesias más queridas por Miró. [https://iessonferrerdghaboix.blogspot.com/2023/05/comentario-la-catedral-de-palma-de.html]


En cambio, el gótico será el preferido por los laicos, debido a que la historiografía francesa del siglo XIX (Eugène Viollet-le-Duc) le asignó el papel de un arte racionalista y matemático, antecedente necesario del humanista Renacimiento. Así, el Miró más maduro, que ha tenido ocasión de admirar el extraordinario gótico francés, aprecie mejor el gótico catalán —lo mismo que un autor temprano como Pau Piferrer o el más reciente Alexandre Cirici—, aun sin superar jamás al románico en su aprecio, y conecte el gótico de la catedral de Palma de Mallorca con la música sagrada como trasunto de un orden matemático que teje la maraña de las constelaciones.


Precisamente es la búsqueda en estas nuevas raíces (en las que ve un intenso expresionismo) la que van separando en los años 10 a Miró del noucentisme, demasiado volcado en la recuperación de una Cataluña clásica y mediterránea, de raíces griegas y romanas (por tanto más racionales, más contenidas, lo que Miró ya rechazaba entonces). Esta divergencia consideramos que se debe no sólo a la influencia de las vanguardias europeas (con su apetito por un lenguaje artístico más auténticamente personal) sino también a la concepción mironiana del catolicismo, que conecta mucho mejor —en una somera división referida a la interpretación vigente en la época— con el mundo cristiano medieval, más espiritualista, que con el mundo antiguo pagano, más sensualista.


Pilar Parcerisas (1995) explica que el arte medieval vivió un resurgir de la mano de las primeras vanguardias y de las ideas del retorno al pasado nacional, el primitivismo y la naturaleza:

‹‹En el siglo XX, el arte se convierte en la revelación de uno mismo y la ruptura con el pasado y la tradición se fundamenta en lo subjetivo y la voluntad artística. El individualismo moderno triunfa por encima de la academia; el romanticismo había abierto las puertas a la sublimación de la naturaleza, al misticismo y a la revalorización de mitos y leyendas y, en el ámbito del resurgimiento de los nacionalismos europeos, generó la necesidad de buscar en el pasado los motivos del presente y las tradiciones artísticas autóctonas.

El alejamiento progresivo de la naturaleza y del realismo del ideal clásico, obligó a buscar las formas simplificadas y simbólicas de la abstracción en la naturaleza, y a dotarlas de cierto contenido espiritual (...).

Hasta el siglo XVIII, el arte medieval era visto como “bárbaro” y “monstruoso”, y todavía en el siglo XIX era considerado como un ciclo indiferenciado, en el que no se distinguía el románico del gótico. De hecho, el descubrimiento y los estudios sobre estas formas de arte medieval son fruto de la modernidad y están datados en la segunda mitad del siglo XIX; su reconsideración y aprecio creciente se desarrolla en las primeras décadas del siglo XX, al mismo tiempo que se vive el impacto en toda Europa de la expresión de las culturas no europeas, que serán muy apreciadas por los artistas contemporáneos.›› [Parcerisas, Pilar. L’avantguarda i el romànic al segle XX*<Agnus Dei. L’art romànic i els artistes del segle XX>. Barcelona. MNAC (1995-1996): 164-165.]


Sobre el tema del arte nacional catalán véase el dosier L’estil nacional: romànic o gòtic, de “L’Avenç”, 276 (I-2003) 25-55, con artículos de Ramon Grau. Introducció (26). Ramon Grau; Marina López. Estil gòtic i identitat catalana. Una harmonització difícil (25-26). Ramon Grau. La formació nacional de Catalunya i l’art romànic. El mirall de totes les ortodoxies (27-34). Eduard Riu-Barrera. Coneixement i actuació sobre l’art romànic al llarg dels segles XIX i XX (42-49). Immaculada Lorés i Otzet. El procés de formació de les col·leccions d’art medieval del museus de Vic i Barcelona (42-55). / Barral, Xavier. L’art romànic català a debat. Edicions 62. Barcelona. 2009. 192 pp. / Montañés, José Ángel. Xavier Barral / Historiador de l’art. “El romànic català està sobredimensionat”. “El País” Quadern 1297 (12-III-2009) 6.


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