El crítico de arte español Sebastià Gasch
(1897-1980) y su relación con Joan Miró.
Sebastià Gasch i Carreras (Barcelona, 9-X-1897 a 9-XII-1980).
Crítico de arte y de espectáculos (toros,
ballet, flamenco, jazz, boxeo...). Apasionado de la cultura francesa desde su
juventud. Formado en arte en el Cercle de Sant Lluc, del que fue bibliotecario
en 1918-1919, cuando conoció a Miró, con quien mantuvo una estrecha amistad
toda su vida. Comenzó como crítico de arte enviando espontáneamente un artículo
a la “Gaseta de les Arts” en diciembre de 1925 en el cual exaltaba la obra de
Miró. Fue un defensor de las vanguardias (García Lorca, Dalí, Buñuel...) y en especial de Miró, en “La Gaseta de
les Arts”, “D’Ací i d’Allà”, “L’Amic de les Arts”, “La Publicitat” y “Mirador”, y publicó con Dalí y Montanyà el fundamental Manifest Groc en 1928.
Se retiró de la
crítica de arte en 1930, aunque siguió escribiendo artículos hasta 1938, cuando
la Guerra Civil estaba en su apogeo. En 1939 se exilió en Francia y retornó en
1942 a Barcelona, donde pasó tres meses en la cárcel. Tras un largo silencio, impuesto por la censura, volvió a ser un destacado crítico de
espectáculos y divulgador de la Barcelona bohemia, e incluso volvió a escribir
críticas de arte, en la revista “Destino” desde 1946, gracias al mínimo cambio
político originado al finalizar la II Guerra Mundial, hasta su retiro; también colaboró
en “Diario de Barcelona”. Ya en 1947 hizo su primera crítica de Tàpies (unos
dibujos) y en este segundo periodo contó siempre con la amistad de Miró y la inquina de Dalí, con el que se había peleado en 1932, tras proclamarse Dalí como (breve) comunista.
Escribió libros como
el imprescindible L’expansió de l’art català al món (1953), El arte
de los niños (1953), monografías sobre Artigas (1951), Jaume Mercadé
(1952), Joan Miró (1963), Aguilar Moré (1971), Antoni Tàpies (1971), Wifredo
Lam (1976). Hay varios tomos de memorias, especialmente interesantes los de
1939-1940.
Se
puede apuntar a Sebastià Gasch como el principal iniciador y sostén de la tesis
del compromiso de Miró con Cataluña. Será quien primero (1925) le presentará
como un artista profundamente comprometido y rupturista que abría en Francia
nuevas vías al arte moderno en general y catalán en particular, hasta el punto
de afirmar que Miró era el más universal de los artistas catalanes.[1]
Los
artículos de Gasch en los años 20 y 30 iluminan y refuerzan la evolución
mironiana hacia el arte puro y el compromiso con la creación, sin olvidar jamás
las raíces catalanas. Su relación con el artista era tan estrecha que se puede
considerar, a la luz de la correspondencia, que Gasch era casi su alter ego
(y, a su través, del pensamiento estético de la vanguardia francesa), tomando
muchas ideas a las que luego daba forma literaria. En las cartas se siguen las
reflexiones de los dos amigos sobre la independencia del arte, que luego en
gran parte pasaban a sus artículos. Hay una irreconciliable oposición entre los
conceptos de compromiso según Breton y según Gasch, pues la idea recurrente de
éste era que el artista sólo era revolucionario si en su frente de acción (el
arte) rompía esquemas tradicionales, y que para ello requería una radical
independencia del poder político.
Joan Miró y el crítico Sebastià Gasch en
1925-1927.
La relación entre Miró y el crítico Sebastià
Gasch es de una enorme importancia para ilustrar la evolución del pensamiento
estético del artista. Gasch es quien primero, en 1925, le presenta como un artista
profundamente comprometido y rupturista que abre en Francia nuevas vías
al arte moderno en general y catalán en particular.
Habían sido compañeros y amigos desde la
época del Cercle de Sant Lluc hacia 1918 y compartido confidencias sobre su
lucha por sobresalir en la cerrada escena cultural catalana. Pero mientras Miró
se abrió camino en París, Gasch, menos talentoso y arriesgado, se quedó y agostó
en Barcelona, y hacia 1925 se considera a sí mismo un pintor definitivamente
fracasado y busca un nuevo camino para destacar en la crítica de arte y cultura,
con una posición inequívocamente vanguardista. Luchará durante un quinquenio,
hasta rendirse en 1930 y después, en unos pocos años de progresivo alejamiento
de la crítica de arte, se quedó sólo en un avezado periodista cultural, aunque
con ocasionales excursiones al arte, sobre todo en forma de recuerdos y
monografías.
El evento fundamental de este cambio
vocacional de Gasch, hacia finales de 1925, es su primer artículo de crítica de
arte, publicado en la “Gaseta de les Arts” del conservador (pero tolerante)
Joaquim Folch i Torres, dedicado en especial a Miró y en general a la pintura
catalana de vanguardia, que circunscribe al cubo-purismo de Picasso y Miró, que
compartirían el concepto de “anti-pintura” (en el sentido de “pintura pura”),
el antecedente directo del concepto mironiano de “asesinato de la pintura”.
Desde entonces Gasch se consagra a la sagrada misión de abrir las mentes
catalanas. Minguet explica este momento tan especial:
‹‹(...) a finals del 1925, Gasch, havent
abandonat ja la pràctica pictòrica com a objetiu professional, es decidí a
enviar a Joaquim Folch i Torres, director de la prestigiosa “Gaseta de les
Arts”, un article sobre el seu amic Joan Miró, que, aleshores, ja havia fet
dues exposicions a París malgrat que aquí era gairebé desconegut (només havia
exposat individualment el 1918,
a Can Dalmau, amb un resultat més aviat penós: dibuixos
esquinçats i incomprensió generalitzada). Gasch apostava fort; l’article, titulat
Els pintors d’avantguarda: Joan Miró[2], no solament se centrava en un
pintor inconegut, sinó que, a més a més, incloïa una llarguíssima part
introductòria en la qual arremetia contra l’Impressionisme i esbossava una
petita història de la pintura d’avantguarda des de Cézanne fins als darrers
cubistes. Gasch apostà fort perquè els seus fervorosos elogis del Cubisme, de
Picasso, del mateix Miró, d’allò que ell deia “Anti-pintura”, no entraven en
el tarannà habitual de la “Gaseta de les Arts”, revista de tall marcadament
classicista que perpetuava, en certa mesura, els models aproximadament
noucentistes i que no solia acollir en les seves pàgines reflexions netament
favorables a l’art d’avantguarda. Gasch jugà fort, doncs. I guanyà: Folch i
Torres, gairebé escriuríem incomprensiblement, publicà aquell article en el
penúltim número de l’any 1925.››[3]
Barenys y Portell (2002) han destacado que
Ràfols favoreció que Floch publicara este primer artículo, aunque no compartía
las apasionadas opiniones de Gasch sobre Miró: ‹‹En el treball sobre en Miró,
certes apreciacions jo no les compartesc. Mes no crec gens desacertat
publicar-lo a la Gaseta de les Arts si en Floch l’accepta deixant per ara de
publicar els altres treballs. (…)››[4]
Desde entonces, su carrera como crítico de
arte se vinculó estrechamente a Miró, como comprobaremos. Gasch publicará en
pocos años numerosos artículos sobre arte en variadas publicaciones
catalanas, españolas y extranjeras. En Cataluña colaboró asiduamente en
algunas de las publicaciones más prestigiosas: “Gaseta
de les Arts”, “D’Ací i d’Allà”, “La Nova Revista”, “La Veu de Catalunya”, “La
Publicitat”, “Mirador”... y hacia 1927 ya era el más reputado crítico
catalán del arte contemporáneo. Desde entonces es una figura esencial para
comprender la época de las vanguardias, como lo reconocerá la exposición
dedicada a Gasch celebrada en la FJM en 1997.
Cirici (1971) concluía que conocer su papel
era esencial para comprender globalmente el arte de una época: ‹‹No solament
és necessari adonar-se del paper simptomàtic de la crítica com a element
essencial de la inserció d’un corrent artístic en una societat, sinó que escau
de considerar que Gasch, com molts d’altres, com un Baudelaire o un
Apollinaire, va ésser un aglutinant i un agitador que participà activament
dintre l’acció que emprenien els artistes››[5]
Joan M. Minguet.
Minguet (1987) afirma que la posición tan
relevante que Gasch asumió con el tiempo se debe precisamente a su defensa de
Miró y al triunfo final de éste, lo que reforzó su convicción y su posición de
crítico de valía, en su constante tarea de renovación cultural en la Cataluña
de antes de la Guerra Civil:
‹‹Joan Miró simbolitzà, en la ploma de Gasch
i en la d’altras avantguardistes, tot allò pel que s’havia de batallar, en el
registre cultural, a Catalunya. (...) l’èxit i la importància graduals assolits
per l’obra de Joan Miró afermaren la posició de Sebastià gasch, i li
possibilitaren de senitr-se vencedor davant tots els detractors que li havien
retret més d’una vegada la seva insistència a parlar del pintor. Sebastià Gasch
se serví, en certa mesura, de la seva coneixença especial de l’obra de Joan Miró,
como se serví, en d’altres ocasions, de la informació que rebia [a través de
Miró y las revistas] sobre el món artístic francòfon, per plantejar renovacions
culturals profundes a Catalunya. (...) Joan Miró esdevingué una creença
artística fonamental en la poètica gaschiana; ell mateix ho deixà escrit, l’any
1932, quan a propòsit de les preferències pictòriques de diversos crítics
d’art, deia: “I un servidor s’ha esgargamellat, s’esgargamella i
s’esgargamellarà a l’entorn de l’obra de Joan Miró”.››[6]
Minguet (1987) considera que la influencia
estética determinante —yo apunto que no para una aceptación acrítica, sino como
una especie de referente con el que dialogar y al final oponerse— sobre Gasch
en sus primeros años de crítico sería la revista francesa, “L’Esprit Nouveau”
(1920-1925).[7]
La dirigían Ozenfant
y Le Corbusier, que desarrollaron las teorías “puristas” según las cuales el
arte, la pintura, habían de desprenderse de los elementos imaginativos y fantásticos,
para decantarse hacia la perfección plástica lograda mediante reglas estrictas
de composición. El funcionalismo de Le Corbusier y el cerebralismo de Ozenfant
llevarían, como resultado, a Gasch a defender hacia 1926 el valor superior del
cubismo, en oposición al impresionismo que dominaba todavía la escena
artística catalana. Esto explica que a veces Gasch vea rasgos cubistas en lugares
insospechados.
Por ejemplo, cuando considera que en 1918
Miró era un cubista, por encima de toda otra influencia. Para Gasch el gran
arte es hijo sólo de la lógica y la razón, siendo el fin de la pintura alcanzar
la “plasticidad” mediante el juego perfecto y ordenado de los volúmenes
reunidos en el espacio. Por contra, rechaza la pintura representativa, figurativa,
imitativa. La concepción ha de predominar sobre la visión.
Gasch opinaba que Miró sería un artista
incluso mejor si pudiera dominar mejor su imaginación, ordenarla con la razón.
Pero no lo rechaza, en absoluto, sino que le admira por sus innegables valores
plásticos, por su valentía, y a través de esta constatación Gasch, hacia 1927,
ya se decanta hacia una nueva concepción de lo que debe ser el arte: un
difícil e inestable equilibrio entre el cerebralismo de Ozenfant y la intuición
de Miró, una fusión que el crítico juzga que sólo ha conseguido plenamente un
artista, Picasso, el genio indiscutido.
Carmona (1996), por su parte, considera que
Gasch tomaba sus ideas estéticas sobre todo de Tériade, quien era traducido en
“La Gaceta Literaria” en 1927 y defendía el arte nuevo de los jóvenes pintores
españoles en París, incluido Miró.[8]
Pero en los años siguientes Gasch
desarrollará un eclecticismo —como el de Miró, de raíz muy
catalana—, que explica su creciente desconfianza hacia las corrientes
artísticas de vanguardia, desde el cubismo al surrealismo. Por ejemplo, del
cubismo rechazará su devenir en purismo geométrico, olvidando la naturaleza. A
cambio, reivindica el papel superior de las individualidades y la necesidad de
su independencia. Esto lo comparte con Miró, que también se aleja por entonces
de los surrealistas como grupo, y llevará a Gasch —y de rebote a Miró— a romper con Dalí, quien justo
a principios de 1929 está desarrollando el camino inverso (desde la
independencia respecto a las corrientes pasa a integrarse en el grupo
surrealista parisino), lo que se plasma en el último número de “L’Amic de les
Arts” (III-1929). Minguet lo explica como la oposición entre los partidarios de
luchar en la periferia (Gasch) y los de acudir y luchar al centro de la
vanguardia (Dalí).[9] El triunfo debía corresponder
siempre, en último término, a los que afrontaban (Picasso, Miró, Dalí) el gran
reto de París, centro del mundo artístico.
Minguet considera que la relación Gasch-Miró
es esencial para explicar la evolución del pensamiento del crítico hacia una
mayor aceptación del componente irracional en el arte —yo añado que sin duda también influyó Dalí, que
tras Picasso y Miró fue el tercer pintor favorito de Gasch—.[10] Minguet, empero, no valora la
previsible influencia en Gasch de Maritain —uno de los
pensadores cristianos citados, junto a Reverdy y Raynal, como “artistas de hoy”
en el Manifest Groc—, una lectura inevitable en un
hombre profundamente católico como era Gasch —lo que no le
impedía ser también fervientemente catalanista y republicano, una tríada
ideológica compartida con Miró y tantos otros de su entorno—.
Esta posición católica tenía repercusiones
en su visión estética, como prueba esta crítica moralista del surrealismo:
‹‹Jo accepto aquesta part sana, poètica, del superrealisme. En rebutjo categòricament,
però, el seu contingut malaltís de sadisme, de pederàstia, d’immundícia
constant, tot aquest tuf de drogues i de bordell que exhala el superrealisme
literari.››[11]
Hay factores emocionales que explican en
parte la influencia que Miró ejerce sobre Gasch. Ciertamente, Miró es el único
gran artista reconocido que le corresponde con su amistad e incluso con su
colaboración —se reunían frecuentemente en Barcelona y le informaba puntualmente
por carta sobre la evolución del arte y la crítica en París—. Se siente unido
al artista que él mismo tanto ha ayudado a valorar en Cataluña y tal vez
presiente que su prestigio está asociado al de él, que la gloria del artista
se refleja un poco en su propia gloria como descubridor.
En todo caso, Gasch le corresponderá con
una defensa cerrada y fiel. Si en 1925 Gasch ya decía que ‹‹l’obra de Joan
Miró representa, dins el clos de la pintura moderna, l’esforç més original i
important que s’ha realitzat després de Picasso››[12], en 1932, reflexionando sobre
los muchos artículos que ha dedicado a defender a Miró en los siete años
anteriores, proclama su eterna fidelidad: ‹‹Les tendències han tingut el
seu crític. I també l’ha tingut l’home, l’artista. Ambrose Vollard era un
fanàtic de Cézanne. Jean Cocteau ha idolatrat Picasso. I ací, hi ha exemples també. Josep
Maria Junoy s’ha dedicat a elogiar Joaquim Sunyer. (...) I un servidor s’ha
esgargamellat, s’esgargamella i s’esgargamellarà a l’entorn de l’obra de Joan Miró››.[13]
En estos años, Gasch ha evolucionado lo
suficiente como para solicitar la constitución de un nuevo arte y para exigir
la desaparición de la pintura, la tesis del “asesinato de la pintura” que
sustentará Miró, tanto más cuanto coincide con su propia e inicial tesis de la
anti-pintura.
Gasch, en su primer artículo, Els pintors
d’avantguarda: Joan Miró, publicado por Joaquim Folch i Torres en la “Gaseta de les Arts” (15-XII-1925), se centra en destacar que Miró
es la aportación más original al arte moderno después de Picasso.[14] Introduce una declaración de
sus gustos artísticos, y es conveniente interesarse por ellos, porque nos
permitirá compararlos con los de Miró en aquella misma época, pues veremos que
había significativas diferencias pero también insospechadas coincidencias. Parece
muy probable que Miró tomaba algunas de sus ideas críticas directamente de
Gasch.
De entrada, Gasch aboga por reclamar como
objetivo programático una composición ordenada del cuadro: ‹‹(...) lleis més
essencials de l’organització de l quadre, lleis d’equilibri, de composició, de
construcció, lleis immutables i primordials que han constituït sempre la
sòlida ossamenta interior de tota vertadera obra d’art››.[15] Juzga que los impresionistas
olvidan esas leyes y dan el predominio al color y la luz, a las sensaciones no
controladas por la inteligencia. Su superación será un camino que desembocará
en el cubismo. Cézanne sería el primero en advertir las limitaciones del impresionismo
y en criticarlo: ‹‹Monet no es más que un ojo››. La obra cézanniana intentaría
establecer un orden interno del cuadro, lo mismo que intentó otro precursor,
Seurat, en sus estudios sobre la armonía de las líneas y colores. Tras los intentos
fauves, el cubismo reuniría en 1907 los hilos de estos maestros y los
uniría a la influencia del arte primitivo africano, El Greco, Corot, Ingres,
Delacroix, todos ellos ligados por su cuidado por la estructura, por el orden
interno de la obra artística.
Picasso será el genio que une la tradición
estructural y la supera, con una “Pintura Pura”, compuesta únicamente por
formas y colores, bajo la única exigencia de lograr la plasticidad. Desde
entonces su camino ha sido seguido por Braque (sobre todo) y un grupo de
acólitos: Gleizes, Metzinger, Léger, Lefauconnier, Marcoussis, Herbin...
Gasch puntualiza que, desde entonces, un
artista que se considere cubista:
‹‹consulta la natura com un repertori de
formes, imposant-li el ritme preconcebut, sometent-lo a la composició
preestablerta. Partir de la tela per arribar a la natura, passatge de
l’abstracte al concret, sistema sintètic, deductiu, segons Maurice Raynal. Els
cubistes construeixen així un fet pictòric pur que no és bell per comparació,
qué és bell en si, un joc ordenat de formes i de colors independent de tota
imitació que té la seva significació en si mateix. / Pel cubisme la clàssica
tradició ha estat retrobada. El cubisme ha preservat la pintura del naufragi
vers el qual l’arrastrava fatalment l’impressionisme.››[16]
No nos puede sorprender al leer tales ideas
que Gasch vea en el estilo detallista de Miró en 1918-1922 unos rasgos afines a
los de cualquier discípulo cubista. A continuación, el arrojado Gasch divide y
acota el territorio artístico entre dos bandos: a un lado la Pintura y los
Pintores, al otro lado la anti-Pintura y los anti-Pintores.
La Pintura se caracteriza por el
individualismo, el instinto, el azar del genio ciego, la materia, los colores
sin forma. El impresionismo es el estilo de la Pintura y los Pintores tipo son
Rembrandt, Velázquez, Monet, Renoir... esclavos de las sensaciones no
organizadas previamente, esclavos de la naturaleza.
La anti-Pintura, por contra, es composición,
construcción, equilibrio, armonía, unidad, arquitectura, predominio de la forma
sobre el color. El cubismo es el estilo de la anti-Pintura y los anti-Pintores
tipo son Rafael, Ingres, Picasso... Y en este campo sitúa Gasch a nuestro
artista: ‹‹En Joan Miró és un anti-Pintor com una casa››. Justifica esta
adscripción con la afirmación harto discutible de que Miró es un pintor
cubista desde 1918:
‹‹Després de l’esclat de les anhilines
primàries de les seves teles fauves exposades per primera vegada a Can
Dalmau en 1918, en Miró, com toda la selecció de la seva generació, s’adhereix
ben aviat al cubisme. Asprament, dins el silenci del seu taller, supedità la
realitat a les necessitats de l’organització del quadre. La natura passà a
constituir per ell un repertori de formes i de colors. La botella passà a
constituir per ell un repertori de formes i de colors. La botella cessà d’ésser
botella per esdevenir cilindre; el plat cessà d’ésser plat per esdevenir cercle;
el paper cessà d’ésser paper per esdevenir blanc; l’ombra cessà d’ésser ombra
per esdevenir negre. Més que de representació, en Miró es preocupà de
l’afinitat de dues línies, de les relacions de les formes entre elles; més que
d’imitació en Miró es preocupà de l’acord d’un blau amb un taronja, d’un groc
amb un violeta, d’un roig amb un verd, triple conjunció magnífica dels
complementaris. El cubisme s’enriquí notablement de l’aportació del nostre
jove pintor.››[17]
Gasch, empero, no considera al cubismo como
el estilo definitivo de la Historia del Arte, sino como un paso más en un
largo camino de evolución, pues tiene una propensión indeseable a caer en el
purismo geométrico, y aquí cita a Ozenfant, Jeanneret, Van Doesburg y Mondrian,
cuyas teorías admira, pero cuya “fría” obra rechaza:
‹‹El cubisme, però, és un passatge. El
cubisme deu tenir tot el caràcter de rígida disciplina transitòria, d’austera
penitència obligada després de la “juerga” impressionista. El cubisme,
considerat com una fi en si, es converteix, no en Pintura Pura, sinó en
Decoració Pura, en darrera anàlisi, en el carreró sense sortida de l’Art per
l’Art totalment inadmissible. El considerar el cubisme com una fi i no com un
mitjà, o bé l’evadir-se’n per la porta falsa caient dins un eixut
neo-classicisme, ha permés el lamentable estat actual de la pintura francesa,
ha permés els quilòmetres de teles dels darrers salons parisencs amb llurs
nusos de cartró pedra, amb la col·lecció de cames, braços, torsos arreglats,
composats i construïts segons tots els angles drets, totes les seccions d’or,
tots els triangles egipcis; ha permés les teles de Gino Severini, batent tots
els “récords del todavía més difícil”, els quadres d’Ozenfant &
Jeanneret, freds teoremes implacablemente glacials, les obres de tota la pègre
internacional lectora de “L’Esprit Nouveau”: recordem, entre les produccions
més inexorablement cerebrals les dels holandesos Theo Van Doesburg, animador
de la revista “De Stijl” d’Ámsterdam, i el seu company P. Mondrian.››[18]
Si reivindica a Miró en especial es porque
éste ha advertido este peligro y lo ha conjurado con una obra que aúna los
logros constructivos del cubismo y el purismo con los valores perennes del
color, la fantasía, la poesía, la naturaleza...
En suma, Miró trasciende a Picasso:
‹‹En Miró s’adonà, ben aviat, del caràcte
passatger del cubisme i se’n evadí tot just feta aquesta constatació. Recordem
encara les paraules pronunciades pel nostre caríssim amic, una tarda de circ,
després que tots els instruments de l’imponderable Rastelli hagueren dubuixat
dins l’espai llurs precisos arabescs: “Després del cubisme —ens deia— tots els resorts tècnics han
estat tocats, totes les possibilitats tècniques han estat esgotades. Ens cal
ara explorar el camp bastíssim de la nostra sensibilitat sempre inexhaurible”
i sorgiren les seves obres actuals, veritables joies de lirisme pur. Obres de
pura sensibilitat, no exemptes d’harmonia, però. Harmonia no pas eixida d’un
tractat de geometria, però sí filla completament de l’instint. Ordenació
instintiva dels elements que integren la tela a mida que l’obra es produeix.
Com a conclusió, cal subratllar que l’obra
d’en Joan Miró representa, dins els clos de la pintura moderna, l’esforç més
original i important que s’ha realitzat després de Picasso. Aquesta afirmació
semblarà gratuïta a molts. Aquesta afirmació, però, no la fem nosaltres.
Aquesta afirmació en Miró tingué la gran sort d’escoltar-la de llavis del
malagueny, ell mateix››.[19]
Gasch sigue en los meses siguientes la
entrada y la actividad de Miró en el grupo surrealista y escribe en mayo de
1926 en “L’Amic de les Arts” que Miró y los surrealistas representan una
tendencia intuitiva —es la primera referencia a Miró como máximo pintor del
instinto y la imaginación—: ‹‹art predominantment intuïtiu, un art en el que
juguen l’instint i l’imaginació un rol de primera pla, l’art de l’artista que
ho fia tot a l’inspiració. Sensibilitat desbocada: el Miró actual i els sobrerealistes.››[20] Valora una vez más que la de
Miró se opone radicalmente a la tendencia del purismo de Ozenfant y Jeanneret,
el arte hecho lógica, en el que la razón ha estrangulado la sensibilidad, en el
que el cerebralismo ha extirpado la humanidad. Entre ambas, la tendencia
clásica de Picasso, es incondicionalmente recomendable sobre las otras dos
porque equilibra a la vez la razón y la imaginación, la inteligencia y la
sensibilidad, el cerebro y el corazón.
Pero era un sentimiento ambiguo puesto que Gasch
se opone al purismo, pero a la vez se contamina de éste. En otro artículo de
1926, Gasch nos cuenta una reflexiones que hizo en un paseo por Barcelona con
Miró, recién llegado de París. Hablaban de los cenáculos literarios y
artísticos parisinos, cuando se fijaron en un edificio de líneas geométricas
puras, la Fábrica de Electricidad, una lección de arquitectura funcionalista
moderna: ‹‹Unes formes nues i pures, crues i simples. Unes formes despullades
de tota inútil ornamentació. Unes formes violentament reduïdes al cub i al
cilindre, a l’esfera i a la piràmide, a l’element primari que la llum expressa
bé. Lliçó de volum››.[21] Y la oponían al gran edificio
de Gaudí en el Passeig de Gràcia, Amonstruosa illa de cases” (la Casa Milà). Miró, en aquel tiempo, si
hacemos caso a Gasch, no profesaba admiración a Gaudí, que había fallecido
apenas unos meses antes. Ambos conversaban sobre las teorías de Ozenfant y Le
Corbusier, sobre la necesidad de lograr un arte con sentido del orden, y la
estética de la arquitectura funcionalista sería un modelo en esta búsqueda.
El siguiente paso en la elaboración de su
teoría vinculará la aparición del movimiento abstracto en pintura con la arquitectura
funcionalista. En el capítulo II, sobre la “caída en la abstracción”, del
artículo Del cubisme al superrealisme (1927), Gasch nos explica su
visión del proceso que ha llevado a los pintores a cultivar la abstracción,
como búsqueda de formas y colores puros (abstractos):
‹‹De moment que les nostres recerques ens han
aconduït a constatar el fet que les relacions de formes i colors són element
primer de tota obra pintada; de moment que tots els quadros del passat només
són, en el fons, relacions plàstiques, una abstracció recoberta de realitat, un
ossam revestit de carn; de moment que aquesta cobertura sensual exterior de
les obres del passat només féu que disfressar, dissimular i desnaturalitzar el
fet pictòric integral, fent-lo sovint impur; de moment que havem arribat a la
conclusió que la realitat és un pur pretext per atenyer la realitat pictòrica,
feta de formes i colors harmonitzades, un pur trampolí per saltar dins el
quadro que, en el fons, no és res més que un equilibri d’abstraccions; de
moment, doncs, que la pintura, com totes les arts, només és, en el fons,
arquitectura —mare de totes les manifestacions
plàstiques— y que l’arquitectura no
representa ni imita res, sinó que viu únicament gràcies a l’eloqüència de les
proporcions i de les relacions de formes: per què no fer com ella? Per què no
suprimir el pretext natural? Per què no fer un art no representatiu? Per què
no mostrar purament el fet pictòric d’una faisó integral, desposseït
d’enfarfec? Per què no crear de totes peces una obra que posi únicament en obra
els elements pictòrics purs per excel·lència: les formes i colors abstractes
òrfenes de representació? Per què no fer Pintura Pura? I, conseqüència lògica
d’aquests raonaments, les obres completament abstractes no es feren pas
esperar››.[22]
Pero tras este párrafo aparentemente
favorable a la abstracción, Gasch nos informa de que no considera a la
abstracción como Pintura Pura, sino como “Decoración Pura”. En ello sigue
las ideas “funcionalistas” de Ozenfant y Le Corbusier, expresadas en el libro
Après le cubisme, así como las “sistemáticas” de Gino Severini, en Du
cubisme au classicisme, que desembocará en una corriente neoclásica (de
fijación rigurosa de la realidad exterior, olvidando la realidad interior), y
su opuesto, las tesis “emotivas” de Charensol que promueve una corriente
neo-romántica —el retorno al drama—. Miró formará en este caldo de cultivo contrario a la abstracción
su discurso teórico igualmente contrario.
En otro capítulo del artículo, sobre el
superrealismo, Gasch explica su opinión matizadamente crítica sobre este
movimiento, al que ahora pertenece su amigo Miró. Cree que es una convulsión
delirante, hija del neoromanticismo, del estado de espíritu romántico que
renace y caracteriza la época pictórica de los años 20. Toma la definición del
propio Breton del surrealismo como automatismo psíquico puro que expresa el
funcionamiento real del pensamiento, al margen de la razón, e independiente de
toda estética o moral.
Gasch, tras afirmar que el surrealismo es un
movimiento irracional, lo fustiga y emplea un argumento típicamente
vanguardista (no interesa porque no es una auténtica novedad) y su búsqueda es
una falacia:
‹‹Fidels a aquests principis, els pintors
superrealistes, esclaus de llurs instints aliberats de tota trava de la raó,
han produït obres sense preocupacions estètiques, òrfenes de qualitats
plàstiques: doncs, completament insuficients, al nostre entendre. A més a més,
fidels encara a aquests principis, alguns superrealistes han produït obres sense
preocupacions morals, més clarament, obres absolutament immorals, en les
quals —Freud no ha travessat en va
l’estètica superrealista— els símbols onírics i les imatges
sexuals abunden. (...) el superrealisme, en el fons absolutament pueril, no és
res més que la imaginació portada a les darreres conseqüències. (...) Aquesta
doctrina no brilla pas certament per la seva novetat. Els seus mateixos
promotors no es vanten pas d’haver inventat res de nou. Segons Breton, Dant, Shakespeare,
Chateaubriand, Hugo, Poe, Baudelaire, tots els artistes d’imaginació, en fi,
foren, més o menys superrealistes.››[23]
Gasch defiende, empero, a un surrealista (por
omisión, rechaza a Masson, al que considera como el único superrealista
francés), a Miró:.
‹‹Molts ens han retret, mantes vegades, la
nostra insistència a parlar de Joan Miró. L’obra de Joan Miró és completament
desconeguda ací. Molts pocs, poquíssims, som aquells que hem pogut seguir-ne
l’evolució. Perquè som d’aquests, perquè coneixem a fons la seva obra actual,
parlem com parlem. D’altra part, el superrealisme existeix, és un fet. Ell ha
influït directament molts artistes actuals. A més a més, dins aquest
moviment, Miró és l’únic valor plàstic positiu. Miró a part —potser, també, Paul Klee—, el superrealisme pictòric només
ha produït mediocritats. No creiem, doncs, equivocar-nos en posar Miró com una
fita››.[24]
Gasch, en su artículo Cop d’ull sobre
l’evolució de l’art modern, aparecido en “L’Amic de les Arts” en septiembre
de 1927, proclama su consideración de Miró como artista-poeta, una línea
interpretativa que este cultivará toda su vida acerca de sí mismo, porque
indiscutiblemente le satisfacía. De París llega una nueva tesis sobre el arte
moderno: este vive un periodo poético, con Picasso, Braque, Dufy, Léger, Ernst,
Chagall, Lipchitz, Gris...
Gasch, alborozado, incluye sin dudar a Miró
en este selecto grupo. Cita al crítico griego Tériade (afincado en París),
que escribía poco antes: ‹‹La darrera exposició de Picasso [Galerie Paul
Rosenberg de París, en mayo de 1926], feta el moment en què aquest artista,
meravellós de maturitat, féu una profunda crida a les riqueses de la seva
raça, inaugura allò que hom podria anomenar el període poètic i que serà, no
en dubtem, l’esdevenidor immediat, el gran esdevenidor de la pintura moderna,
un bell renaixement, si els vertaders pintors escolten la seva crida››. Un
periodo poético del que Gasch resume los rasgos que le parecen esenciales: en
primer lugar, la fusión totalizadora de dos influencias determinantes: del
cubismo (siempre en primer lugar para el crítico), con su equilibrio plástico;
de la poesía, con su instintivo lirismo en percibir la realidad.
Gasch también cita a Maurice Raynal, y sus
palabras parecen dar definitiva autoridad a este periodo poético:
‹‹I si podíem formular una idea del més
perfecte pintor segons el títol donat per Félibien a una de les seves
obres, diríem, que aquest més perfecte pintor no és no aquell qui estranya,
qui sorprèn, per un ingeniós i paradoxal lirisme plàstic, ni aquell qui sedueix,
qui charme, per una observació falaguera, exacta o cruel de la realitat,
sinó aquell qui emociona les sensibilitats avisades per una unió de les
dues tendències, aquell qui expressa els sentiments d’una humanitat
profundament sincera per l’intermediari del més puixant lirisme de la tècnica
i dels mitjans, com ho feren tots els grans mestres.››[25]
En Cataluña, Gasch identifica a varios artistas-poeta:
el primero, claro está, Miró, seguido por Dalí, Francesc Domingo, Sisquella y
Rafael Benet.
Pero no hay unanimidad crítica sobre tal
movimiento “poético” —que en realidad era un forzado
cajón de sastre—, y Gasch lanza sus dardos sobre
el movimiento que parece levantarse en oposición a la pintura-poesía, la Nueva
Objetividad (Neue Sachlichkeit), al que el crítico e historiador de arte
alemán Franz Roh había aupado al rango de movimiento director del arte europeo
de los años 20. Roh incluía entre los “realistas mágicos” a Miró —por el estilo detallista y al tiempo poético de La masía—, Picasso, Auguste Herbin, Jean Metzinger, Josep Mompou y Gino
Severini.[26] Otro crítico catalán, el
germanófilo Magí A. Cassanyes, también muy buen amigo de Miró, había
reivindicado la validez de esa interpretación y había comenzado una polémica
con Gasch. Como fuese que Roh se había atrevido a poner La masía de Miró[27] y obras de Picasso de 1920
entre las obras de la Nueva Objetividad, Gasch lo aprovecha para demostrar
con obras de 1927 que la evolución posterior de ambos pintores desmienten su
adscripción a tal movimiento, que el crítico catalán limita únicamente al
ámbito alemán (Schrimpf, Grosz y Dix).
Joan Miró en 1928-1929. El crítico Sebastià Gasch,
el Manifest Groc y el asesinato de la pintura.
Miró necesita un adalid que le defienda en
Barcelona en este momento de ruptura vanguardista, y este defensor es Gasch,
que comienza en 1928 mencionando las recientes apariciones de Miró en las
revistas francesas.[28]
En el número especial de la revista “L’Amic
de les Arts” (30-VI-1928) sobre el surrealismo y Miró, Gasch repite sus
conocidos argumentos de que Miró es el más destacado vanguardista después de
Picasso, con su constante capacidad de transgresión:
‹‹El artista ha de extraer la sustancia
oculta de las cosas, captar el espíritu que vive dentro de la materia y
expresarlo en sus obras.
El artista, sin embargo, que no es un ser
puro, no entra en contacto directo con ese espíritu ni lo expresa en toda su
inmaterialidad. El artista lo capta en lo sensible y lo expresa por medio de lo
sensible. Es decir que ese espíritu es revelado al artista por medio de aquello
que muchos filósofos denominan forma
y que, según el doctor Cardó, es la revelación de la realidad a través de la
materia.
El artista obtiene la primera noción de la
forma por los sentidos. El artista, por medio de los sentidos, entrevé esa
forma reveladora del espíritu, que entra entonces en contacto con su alma,
donde es trabajada hasta hacerla apta para ser trasladada a sus obras.
En el artista, sin embargo, que
como hemos dicho no es un ser puro, no se establece el contacto de esta forma
con las regiones más profundas del alma, sino con las regiones más
superficiales. Son muchos los que coinciden en delimitar nuestra alma en dos regiones:
la superficial y la profunda. Paul Claudel las define magníficamente: animus
la primera y anima la segunda. Generalmente, estas dos zonas son
denominadas por los esteticistas modernos consciente y subconsciente.
Evidentemente, en el artista, el
subconsciente desempeña un papel importante, pero generalmente es controlado
por el consciente. El artista opera muy del lado de la zona profunda del alma,
pero sin moverse de la zona superficial.
Tenemos pues que el artista se
entrega generalmente a la siguiente operación: unir la zona superficial de su
alma con el espíritu de las cosas revelado por la forma. Esta es la regla
general. No hay, sin embargo, regla sin excepción. Y hoy hemos de enfrentarnos
con una excepción de alta categoría, una excepción tan insólita, tan sin precedentes,
que el crítico se dispone a examinarla no sin un cierto recelo. Nos referimos a
la obra de Joan Miró.
Nos atreveríamos a decir que Miró
pone en estrecho contacto la esencia de las cosas con la zona más profunda de
su alma. Pone la esencia de las cosas, sin el intermediario de la forma, en
contacto con la zona más profunda de su alma, más allá de la zona superficial.
Nos atreveríamos a decir que Miró tiende un cable que va desde su alma, sin
pasar por el animus, hasta el espíritu de las cosas, sin pasar por la
forma.
Esto nos lleva trágicamente a
considerar que, más que frente a un esteta, nos hallamos frente a un asceta;
más que frente a un artístico frente a un místico. Porque el místico prescinde
del intermediario de la forma para llegar al espíritu: une su subconsciente,
desligado de la tutela del consciente, con la realidad profunda, sin la
intercesión de la forma.
Pronto nos damos cuenta de los
terrenos peligrosísimos que pisa constantemente Joan Miró. Otro que no fuera
ese étonnant catalan como lo ha llamado un crítico belga, no tardaría
mucho en precipitarse en el abismo. Otro que no fuera Joan Miró, caería
fatalmente en el suicidio angelista por olvido de la materia, del cual nos
habla Maritain. Pues nos hallamos de lleno en la concepción de la poesía,
indudablemente equivocada, del abate Bremond, que confunde al místico con el
poeta, y que el doctor Cardó rebatía magistralmente en un admirable ensayo
reciente. Y hay que confesar que, teóricamente, el doctor Cardó tiene toda la
razón. Pero hay que confesar también que las teorías fallan ante un caso
práctico: el caso práctico de Joan Miró.
Hemos dicho que, en las alturas
en las que opera Joan Miró, otro que no poseyese sus dones ya se habría
despeñado definitivamente. Y es que nuestro artista bordea constantemente el
precipicio, pero sin caer jamás en él. Un tacto exquisito lo preserva de tal
cosa en todo momento.
En las obras de Miro, en efecto,
siempre hay, aunque sean rudimentarios, vestigios visibles de la forma. En
nuestro artista, también, el consciente, aunque sea a pequeña escala, controla
siempre los actos del subconsciente. Sin eso, Miró se hallaría en la terrible
situación de unir dos espíritus puros, inexpresables.
En las obras de Miró hay también,
aunque rudimentarios, medios pictóricos sin los cuales su autor se hallaría aun
en la terrible situación de no poderse expresar, al igual que un orador que no
dispusiera de la palabra.
Pero los vestigios de la forma de
los que hemos hablado están reducidos a la mínima expresión: simples signos,
sencillas alusiones, estrictos puntos de referencia, que nos privan de
perdernos en las tinieblas de lo inexplorado, en el laberinto de lo
desconocido.
Por lo que a los medios plásticos
se refiere, también están reducidos a la mínima expresión: primarios, puros,
completamente descarnados. Los colores de Miró, por ejemplo, nos hacen
cosquillas a nuestros ojos por relaciones más o menos ingeniosas, más o menos
decorativas. Los colores de Miró, limpios, desinfectados, esterilizados, de una
limpieza brutalmente incisiva, son de una fuerza espiritual inenarrable, y
ayudan poderosamente a comunicar a nuestro espíritu aquel inefable temblor que
le contagian las obras de Joan Miró.
Es decir que los vestigios de
forma y los medios pictóricos son, en la obra de Joan Miró, los estrictamente
necesarios para no sucumbir al suicidio angelista del que hemos hablado más
arriba.
Saludamos en Joan Miró al artista más puro,
más irreductiblemente puro de los tiempos modernos. Y acaso el artista más
puro, no solamente de todos los que son, sino más aún de todos los que han
sido.››[29]
Gasch en otro artículo (viene a continuación
por lo que parece un apartado del anterior) titulado L’exposició Joan Miró repasa la recepción crítica que ha recibido
en la prensa francesa.
‹‹Nos hablan desde París de la
exposición Joan Miró en la galería Georges Bernheim como de uno de los
acontecimientos más importantes y de más resonancia de la temporada artística
que acaba de terminar.
Acabada de inaugurar esta
exposición ya estaban adquiridas todas las telas que la integraban. El nombre
de Joan Miró ha pasado a enriquecer los catálogos de numerosas colecciones que
no poseían todavía telas suyas, y ha engrosado la lista de obras de otras
colecciones que ya las poseían desde hacía tiempo.
No nos extraña ese éxito
sorprendente. Nuestro pintor parece haberse convertido, desde hace unos años,
en el favorito de los más importantes coleccionistas europeos y americanos.
Bastará decir, para justificar nuestras afirmaciones, que las telas de Miro
antiguas, las de cuando llego a París y que se vendían a 200 francos, se
revenden hoy a 20.000.
Estos son los nombres de algunas
de las grandes colecciones que cuentan con obras de nuestro amigo: colección
Gaffe, de Bruselas; colección Van Hecke, de Bruselas; colección Schwarchenberg,
de Bruselas; colección Janlet, de Bruselas; colección del vizconde de Noailles,
de París; colección Mme. Cüttoh [sic; Cuttoli] de París; colección Kahn, de
París. Museo de Moscú, Museo de Arte Moderno de Nueva York, Museo de Grenoble.
El éxito de público de la
exposición de Miró ha sido, pues, completo. La crítica, por su parte, no ha
vacilado en poner el nombre de nuestro pintor en el lugar altísimo que
legítimamente le corresponde.
(…) [siguen transcripciones de
críticas de Waldemar George, Paul Fierens, Tériade y uno anónimo en “Le
Centaure”]
Finalmente, que todos los
imbéciles del terruño que han considerado siempre a Miró como un idiota, me
permitan anotar un punto a mi favor. Yo decía en el primer artículo que
publiqué (Gaseta de les Arts, del día 15 de diciembre de 1925):
«Como conclusión, hay que
subrayar que la obra de Joan Miró representa, dentro del cercado de la pintura
moderna, el esfuerzo más original e importante que se ha realizado después de
Picasso.»
Ante una afirmación como ésta,
todos los imbéciles del terruño se rieron. Pero esta frase es hoy moneda
corriente en toda Europa. El tiempo me ha dado brutalmente la razón.››[30]
En el artículo Arte: Joan Miró
aparecido en “La Gaceta Literaria” de Madrid (1-VIII-1928), y que utiliza
similares argumentos de textos anteriores, Gasch hace una encendida defensa, al
considerarlo el artista que mejor capta el espíritu de las cosas:
‹‹El artista ha de discernir el espíritu que
vive en la materia —la escondida substancia de las cosas— para expresarla en
sus obras. (…) Me atrevería a decir que Miró pone en estrecho contacto la
esencia de las cosas con la zona más profunda de su alma. La esencia de las
cosas, sin la mediación de la forma, con la zona más profunda de su alma, más
allá de la zona superficial. (…) nos hallamos ante un asceta; más que ante un
artista, nos hallamos ante un místico. (…) En las obras de Miró, en efecto, hay
siempre, aunque rudimentarios, vestigios visibles de la forma. (…) también,
aunque rudimentarios, medios pictóricos (…). Los vestigios de forma de que he
hablado, sin embargo, son reducidos a la mínima expresión: simples signos,
sencillas alusiones, escuetos puntos de referencia, que nos impiden perdernos
en las tinieblas de lo inexplorado, en el laberinto de lo desconocido.
En cuanto a los medios plásticos, son también
reducidos a la mínima expresión: primarios, puros, completamente descarnados.
(…)
Joan Miró: he aquí el artista más puro, más
absolutamente puro de los modernos tiempos. Y quizá el artista más puro, no
sólo de todos los que son, sino también de todos los que han sido.››[31]
Un documento notable como fuente biográfica y
como prueba de la defensa que los vanguardistas hacen de Miró es el artículo Constatacions,
de Gasch, aparecido a finales de 1929, en el que defiende a los dos artistas
catalanes “maudits” por excelencia: Miró y Dalí, de los que traza un
breve recorrido por su carrera artística pública, la de los penosos fracasos
en Barcelona y los grandes éxitos en París:
‹‹Joan Miró n’iniciarà la sèrie. Tothom
recorda I’actitud que havia adoptat la nostra gent davant l’obra de Joan Miró.
Tothom recorda la ràbia amb què eren esquinçats clandestinament els dibuixos de
Miró, exposats per primera vegada a les Galerías Dalmau. Tothom recorda les
burles sagnants, l’hostilitat despietada, el tracte cruel de què era objecte
Joan Miró, considerat unànimement com a foll. Recordo perfectament que un jove
pintor —un d’aquells “genios” que
brollen ací amb insistència alarmant, i dels quals, esbravat l’estrèpit
espectacular de llur exclusió teatral, ja no se’n canta gall ni gallina— muntava la guardia tot el sant dia davant els quadros de Joan Miró
exposats a les susdites Galeries, i —malgastant
energies precioses dignes d’ésser esmerçades en empreses més profitoses— deia a tothom qui el volia escoltar que totes aquelles teles eren
l’obra d’un boig.
No cal dir que els quadros de Miró no ens
ofegaren mai amb la simpatia dels col·leccionistes, que els rebutjaven categòricament.
Fetes dues excepcions honorables —els senyors
Manyach i Mompou— ningú no s’atreví mai a comprar
una tela de Joan Miró. Fins que sobrevingué l’inevitable. Miró es decidí a emigrar.
I es traslladà a París. I l’hostilitat despietada que no havia cessat de
perseguir‑lo implacablement, es convertí automàticament en admiració
incondicional.
Tot just arribat a la capital de França, Miró
exposà a —La Licorne” i aconseguí de fer‑se
prologar el catàleg per Maurice Raynal, l’àrbitre de la situació en aquells
moments. Tots els que s’ocuparen dels pintor català, dipositaren en ell les més
fermes esperances. Miró estava llançat. Més tard, la Galeria Pierre acollí
entusiàsticament les seves obres, i les aplegà en una exposició memorable
avalada pels components mes solvents del grup superrealista. I la fama
creixent del nostre pintor culminà magníficament en l’exposició apoteòsica de
1928, mitjançant la qual, Miró triomfà d’inapel·lable faisó.
La crítica el situà a altures gairebé
inaccessibles que —excepció feta de Picasso— cap pintor estranger no havia aconseguit d’escalar. La crítica posà
el nom de Miró al lloc altíssim que legítimament li correspon. Waldemar
George s’atreví a afirmar que l’obra del pintor de Mont‑roig[32] Amarca la fi d’una civilització i
el naixement d’un món”. Paul
Fierens constata que l’art de Miró obria a la pintura camins novíssims.
Georges Marlier afirmà que Miró s’havia apoderat del lloc prestigiós que
Picasso havia ocupat.
L’èxit de públic no fou inferior a l’èxit de
crítica. Excepció feta d’una dotzena de teles que es reservà el seu marxant,
totes les obres exposades foren venudes. El nom de Joan Miró passà a enriquir
els catàlegs de nombroses col·leccions que no posseïen encara teles seves, i
ana a engrossir la llista d’obres d’altres col·leccions que ja en posseien
temps ha. Les obres de Miró
augmentaren les col·leccions Gaffé i Van Brussel·les[33]; Vescomte de Noailles, Hecke,
Schwarchenberg i Janlet, de Mme. Cüttoh [Cuttoli] i Kahn, de París. I anaren a parar als Museus de Grenoble,
Moscou i Nova York.
Actualment, la fama de Miró no s’ha limitat a
vegetar a la capital de França. Ha traspassat les fronteres. I ha traspassat
l’Oceà. Miró compta amb nombrosos admiradors a Nord‑Amèrica. Alguns d’ells —com el crític Henry McBride— travessa
expressament l’Atlàntic, i es trasllada a París per a conèixer les obres de
Miró. Ens ho contava recentment en un article de la revista “The Dial”, de Nova York. I si per
a Enric IV, París bé valia una missa, per a aquest singular americà, la pintura
de Miró bé val el viatge a París. Un altre exemple, encara: no fa gaires dies que he rebut la visita del
senyor Marven Chauncey Ross, instructor de la Universitat de Pittsburg, que
corre adalerat per Barcelona a la recerca de teles de Miró. A més a més, el
Museu “The Art” [la Gallery of Living Art de Gallatin], de Nova York, ha
adquirit no fa gaire El gos lladrant la lluna, del nostre pintor.
I és que actualment Joan Miró s’ha convertit
en el favorit dels més importants col·leccionistes europeus i americans.
Constatarem —per a recolzar les nostres
afirmacions— que les teles antigues de Miró,
les quals, quan arribà a París, es venien a 300 francs, són ara revenudes a
20.000. El seu marxant Pierre Loeb vingué l’any passat a Barcelona amb
l’objecte exclusiu d’apoderar‑se de totes les obres antigues del seu “poulain”
que encara romanien ací. Aquelles teles que provocaven la riota espessa de la
nostra gent, farcida d’impermeabilitat suficient.
Val a dir, però, que molts ja semblen haver
iniciat ací la lògica “volte‑face”. Avui, en
efecte, la nostra gent, suggestionada per una glòria llançada als quatre vents
pels més potents megàfons de tot el món, intimidada pel soroll constant d’una
fama que ens porten vents d’altres terres, ha unit la seva veu al chor de
lloances generals. No fa gaire, el director d’una de les mes importants
galeries d’art de Barcelona, s’adreçà humilment —i diverses
vegades— a Joan Miró, oferint‑li totes
les seves sales, en les quals —durant la seva exposició— no seria exhibida ni una sola tela de cap altre pintor. Naturalment, el silenci més absolut de
Miró acollí invariablement els precs reiterats. No cal entusiasmar‑se massa,
en efecte, amb aquesta consideració tardana. Coneixem perfectament el veritable
sentit de les adulacions que necessiten les consagracions de fora per a
mamifestar‑se. “No oblidem —m’escrivia un dia Joan Miró— que si ara els d’aci m’elogien, és perquè són prou pagesos per no voler‑ho
semblar”.››[34]
Gasch en el artículo Pintura neta, pintura
bruta (1929) medita sobre un escrito de René Gaffé para la revista
“Cahiers de Belgique” en la que este hace una reflexión sobre la pintura sucia
(bruta), como opuesta a la de Miró, Picasso, Braque, Gris, Léger,
Chirico y Ernst. El argumento de Gasch es que en oposición a la pintura sucia,
hay una pintura limpia (neta), representada por los antedichos artistas.
¿Qué rasgos posee esta pintura? Sin duda está caracterizada por la innovación,
la razón, el riesgo. Gasch además lanza una andanada al crítico Joan Cortès —que en los años 60 será un defensor de Miró— que atacaba el arte vanguardista y defendía sólo el arte impresionista
o posimpresionista. Gasch le espeta a Cortès que los artistas localistas que
él defiende están condenados al olvido, mientras que Miró triunfa.
‹‹Jo comprenc perfectament que no deu ésser
gaire agradable per un fanàtic de la mediocre pintura pairal que un Joan Miró,
per exemple, aquell Joan Miró que hagué de fugir de la seva terra empès per
les burles sagnants, l’hostilitat despietada, el menyspreu cruel dels seus
compatriotes, sigui ara proclamat arreu com el més legítim successor de
Picasso, mentre que ací els pintor més o menus holanditzats i els fabricants de
paisatges mansois no tenen altra solució que anar fent teles exangües per a ús
d’un públic incapacitat.››[35]
Gasch sostiene también en 1929 un
enfrentamiento con el crítico Rafael Benet[36] —ahora enemistado
con Miró—, que había rechazado una
afirmación anterior de Gasch: que Miró era el más universal de los artistas
catalanes.[37] En octubre de 1929 pasa
claramente al ataque, en “La Veu de Catalunya” (3-X-1929), sugiriendo que la
excesiva promoción de Miró es poco ética:
‹‹El nostre col·laborador Sebastià Gasch no
és pas un defensor massa agut de la pintura de Joan Miró. Primerament,
l’esmentar el nom del seu admirat amic, gairebé en cada una de les seves notes,
no és pas una fórmula que predisposi massa l’ànim ni del lector mitjà ni del
lector intel·ligent. Senzillament ens sembla que Sebastià Gasch en fa un gra
massa, dedicant gairebé únicament els seus ditirambes a l’art de Joan Miró, el
nom del qual ha esdevingut internacional, cosa, per altra banda, no massa
difícil per a qui es vulgui dedicar a fer-se un nom, sigui com sigui. (…) En
art no és la primera vegada que passa, el “rira bien qui rira le dernier”.
Resulta pueril haver-ho de recordar.››[38]
Benet al día siguiente insiste en estos
argumentos, sobre todo critica por poco talentosa la defensa que Gasch hace de
Miró, afirma que no es difícil convertirse en un artista internacional de
éxito —bastaría tener un buen marchante—, que Miró es surrealista porque le es cómodo y no sabe dominar la
realidad (no sabría ni imaginarla ni copiarla), por lo que se había retirado
ante este obstáculo en vez de superarlo.[39]
Gasch le responde finalmente que sí es muy
difícil vencer en la esfera internacional y que Miró lo ha hecho entrando en
las mejores galerías, en las colecciones privadas, en los museos de arte
moderno, mientras que los artistas protegidos por Benet no habían conseguido
ni conseguirían hacerlo; además, Miró sí que había vencido los obstáculos de
representar la realidad, como lo había demostrado en sus obras hacia 1920.[40]
Minguet (1987) explica la gran significación
de estos debates, que tuvo amargas consecuencias para Gasch, quien por su
radicalismo promironiano sufrió represalias:
‹‹[polèmiques amb d’altres crítics d’art del
moment. La més sonada és la mantinguda entre Gasch y Rafael Benet, aleshores
responsable de la secció d’art de “La Veu de Catalunya”, on escrivia
intermitentment Gasch. En aquella ocasió, Benet contestà un article de Sebastià
Gasch en el que es remarcava, és clar! la importància de l’obra de Joan Miró;
Benet, que portava ja de de feia temps una brega especial amb el seu
col·laborador, replicà a les opinions de Gasch i impedí una contrarèplica de
Gasch a les planes de “La Veu”. Les conseqüències d’aquest afer foren diverses:
Gasch aprofità les planes de la revista d’avantguarda “Hélix” per contestar a
Benet, aquest s’emprenyà definitivament i expulsà Gasch del diari (...). La
resposta final de Sebastià Gasch no trigà: en la més alta provocació que fins
aleshores havia llançat contra la cultura benestant catalana, Gasch escrivia al
primer i únic número dels “Fulls Grocs”: “Rafael Benet: ¿encara no us haveu
convençut que la vostra pintura és una MERDA”. Joan Miró s’havia convertit, un
cop més, en protagonista involuntari d’un dels episodis més vius de
l’avantguardisme a Catalunya.››[41]
En otros textos Gasch sigue esta firme
campaña. En Panorama internacional: Abstracción en “La Gaceta Literaria”
de Madrid (15-VI-1929) defiende que el arte de Picasso y Miró no es de minorías
ni de mayorías, sino que es una cuestión de sensibles o insensibles.[42]
Poco después, en Vida artística: Coses
vives en “La Veu de Catalunya” (19-VII-1929) alega que las obras de Picasso
y Miró son de las pocas “cosas vivas” en el arte actual.[43]
En Nord-Sud en “La Veu de Catalunya” (27-VIII-1929) presenta a Miró y Dalí como
continuadores de una tradición catalana que comienza con la pintura románica.[44]
En Comprensión
del arte moderno, en “La Gaceta
Literaria” (1-IX-1929),
presenta a Miró como jefe del surrealismo pictórico y menciona algunas
declaraciones suyas hechas a Trabal.[45]
Ironiza en L’elogi del mal gust en “La
Publicitat” (29-XI-1929) sobre el “mal gusto” (lleno de fuerza) de Miró.[46]
En Personalismes, en “Fulls Grocs“ (15-XII-1929), insiste en su combate con Benet y la
defensa del éxito internacional de Miró.[47]
Gasch en Les Arts. Un pintor,
aparecido en “La Publicitat” (17-XII-1929) sobre Miquel Villà, hace una
referencia al “objetivismo” de Miró y Dalí: ‹‹l’únic realisme que ha existit ací de molts
anys ençà és el de l’etapa objetivista de Joan Miró i Salvador Dalí, en la qual
la realitat era plasmada amb punyent veracitat.››[48]
Las ideas de Gasch y Miró se plasman en esta
época en el Manifest Groc del primero y en el “asesinato de la pintura”
del segundo, y que se desenvuelve en los artículos que el crítico consagrará al
artista entre 1928 y 1930. En principio, se puede resumir en que ambos
procuraban una transformación positiva de la alicaída, postrada, situación del
arte catalán de vanguardia de su tiempo. La defensa de una feroz transgresión
fue su propuesta, aunque bajo distintas fórmulas.
Miró abre el fuego al explicarle a Gasch en
una carta de enero de 1928 que está a punto de comenzar la realización de un
viejo proyecto, abandonar temporalmente la pintura para dedicarse a la búsqueda
de nuevos medios expresivos: ‹‹Jo, a part això, he après ja la meva vida normal
i treballo força en les grans teles que li vaig parlar, i que seran, em
penso, els meus adéus a la pintura, almenys una temporada, per a atacar-me a
nous medis d’expressió, baix relleu, escultura, etc., empleiant nous vocabularis
i elements d’expressió que ignoro encara.››[49] Si la idea es confusa, su
plasmación es evidente.
En marzo de 1928 tres miembros del grupo
“L’Amic de les Arts” (sólo falta Foix, que ya ha iniciado su desmarque hacia la
moderación), punta de lanza de la vanguardia catalana, Sebastià Gasch, Lluis
Montanyà y Salvador Dalí, publican en su revista “L’Amic de les Arts” el Manifest
Groc (o Manifest Anti-Artístic Català). Este texto tuvo un impacto
inmediato en el mundo cultural y artístico catalán, por oposición más que
por asunción.[50]
Prudenci Bertrana se hace eco enseguida,
demandando moderación en el artículo Assassineu l’art, bé, però…,
aparecido en “La Veu de
Catalunya” (21-X-1928), en el que comenta:‹‹En Dalí, en reproduir el crit d’En Miró d’assassineu l’art, ens sembla el
propagandista més oportú que pugui haver-hi.››[51]
El Manifest Groc era un libelo
implacable contra el Noucentisme aún predominante, contra el
conservadurismo de los intelectuales catalanes, y tomaba partido a favor del
mundo moderno, caracterizado por el triunfo del maquinismo —la influencia teórica del futurismo es innegable en el Manifest
Groc—, en contra de la “Catalunya
grega” defendida por D’Ors. El manifiesto se cierra con una relación de los
“artistas de hoy, en las más diversas tendencias y categorías”, que es más
explícita de la complejidad de esta propuesta que los propios textos:
‹‹Picasso, Gris, Ozenfant, Chirico, Joan Miró, Lipchitz, Brancusi, Arp, Le
Corbusier, Reverdy, Tristan tzara, Paul Éluard, Louis Aragon, Robert Desnos,
Jean Cocteau, García Lorca, Strawinsky, Maritain, Raynal, Zervos, André Breton,
etc., etc.››
Gasch mantuvo durante unos años estos
atrevidos puntos de vista del Manifest Groc, un aldabonazo que Miró, por
su parte, seguramente suscribió en casi todos sus puntos, pues en su alegato
se encierran las ideas subyacentes en el “asesinato de la pintura” que Miró
defiende en estos años, a favor de un arte integral, fusión de todas las artes
conocidas, que el artista plasmará en sus collages, en sus objetos
escultóricos, en sus nuevas experiencias pictóricas, en su pensamiento estético
(el pensamiento ahora se juzgará también como una particular manifestación
artística, del mismo valor que un cuadro o un edificio).
Muy poco después, en mayo de 1928, Gasch
publica su artículo André Breton: Le surréalisme et la peinture, en
el que protesta por la apropiación de Miró —como Picasso,
otra de sus querencias— por los surrealistas.
Gasch hace aquí su primera mención de la
frase del “asesinato de la pintura” (del que ha conocido en enero la
consecuencia del abandono temporal de la pintura, que teme nefasto para su
amigo), cuyo origen achaca a las “malas influencias” del surrealismo en el
artista: ‹‹Els superrealistes volen assassinar la pintura. I no ho dic per
Joan Miró, autor d’aquesta frase, qui, malgrat tots els seus esforços, no ha
aconseguit d’assassinar-la. Assassinat de la pintura. No seria més lògic de començar per no pintar?
No seria més lògic de prescindir definitivament de les formes i dels colors?››[52]
En este artículo se muestran explícitamente
los límites que el catolicismo de Gasch ponen a su estética, así como podemos
establecer paralelismos con el pensamiento del propio Miró. A Gasch le repele
el surrealismo por su automatismo psíquico, por su abandono de la razón. Lo
que más le horroriza es el uso libre que los surrealistas hacen del sueño sin
ningún freno moral, de las imágenes sexuales, de los símbolos oníricos que
surgen automáticamente. Para Gasch (y su amigo Ràfols) estas manifestaciones freudianas
no eran sino el ‹‹pecat original. El superralisme literari —no el pictòric—
porta sempre a la base aquesta tara repugnant. Les obres així realitzades
podran ésser belles, car “moralitat no és condició essencial de bellesa”: ens
ho recorda el doctor Cardó en el petit pròleg de la Doctrina estètica
del doctor Torras, meravellós petit pròleg que no ens cansaríem de ventar i de
recomanar. Les obres així realitzades podran ésser belles. No oblidem, però,
com diu Maritain, que l’art és de l’home i per l’home, i que les obres així
realitzades van contra la fi última de l’home que és Déu››.
Lo remacha más abajo: ‹‹Jo accepto aquesta
part sana, poètica, del superrealisme. En rebutjo categòricament, però, el
seu contingut malaltís de sadisme, de pederàstia, d’immundícia constant,
tot aquest tuf de drogues i de bordell que exhala el superrealisme literari››.
Pero, por contra, aprecia en el surrealismo
un evidente factor positivo: la poesía. ‹‹El superrealisme és una lliçó de
poesia d’alta categoria››. Reverdy, sobre todos, le entusiasma porque es un
poeta surrealista sano y limpio, ‹‹amb la diàfana transparència d’un cristall
que no ha sabut entelar l’alenada de drogues, de bordell i d’ocultisme del
superrealisme literari›› de Breton, Aragon y Éluard. No nos dice, empero,
otro motivo suyo para admirar a Reverdy: que este se ha convertido al
catolicismo militante —no necesariamente retrógado— de la mano de Maritain, un pensador de presencia constante y
dominadora en los círculos intelectuales que procuran conjugar el catolicismo
y el espíritu de vanguardia.
Su crítica al surrealismo es, por tanto,
inequívocamente un alegato moral, ético, nacido de una opción católica ante la
vida y la necesidad de espiritualidad que advierte en los hombres de una
sociedad en crisis.
Aclarada su propia posición —Cassanyes, otro crítico católico, había escrito que Gasch era
proclive a los surrealistas—, Gasch concluye con una
defensa moral y estética de su amigo Miró, apropiado. Y parece que sus
palabras las dicte al mismo tiempo que Miró. Sentimos en esta defensa el
aliento del propio Miró, insuflando a su amigo sus ideas de independencia
respecto al grupo surrealista, que nunca dejó de remarcar.
El artículo acaba con unos párrafos
imprescindibles para comprender esta etapa de creciente alejamiento de Miró
respecto a los surrealistas y que el dadaísmo implícito en el “asesinato de la
pintura” es un factor más en esta separación:
‹‹Els superrealistes s’han apropiat el nostre
amic. Ell, malgrat d’haver-se
negat categòricament de signar cap manifest del grup, es trobà molt bé
durant un cert temps, amb semblant veïnatge. Ignorem si actualment, després
de l’excomunió llançada pels seus antics amics, el seu entusiasme continua
essent tan viu, o si s’ha refredat bon xic. Sigui com sigui, però, Joan Miró
està molt per damunt dels superrealistes. Com ho està Picasso, que els
superrealistes s’han fet també seu. Si Miró pinta com pinta, si Miró es troba
d’acord amb algunes de les directives del superrealisme, no és per haver
accedit als dictats d’una moda passatgera. Es perquè el seu temperament l’aconsella
de fer-ho així. Miró s’ha trobat insensiblement en el camí dels
superrealistes.
Des de La masia, que contenia ja, latents, algunes marques inequívoques
de superrealisme (—aquesta tela agradarà als dadaistes—, em deia en aquella època el meu amic), Miró ha anat evolucionant
lentament fins a trobar-se en una situació paral·lela a la des
superrealistes. Aquesta
situació, però, no ha estat volguda. Obeeix simplement al fet que Miró, després
dels tanteigs inicials, s’ha trobat a si mateix a la fi, ha trobat el camí que
ha de seguir si no vol violentar el seu temperament.
Segurament, el superrealisme desapareixerà. I
sobre les seves cendres s’alçarà, en reacció, una nova etapa racionalista.
Miró, però, continuarà fent el seu camí. I si ara Breton se l’apropia, llavors
el nou Ozenfant els rebutjarà. Ell, però, continuarà engendrant aquestes obres
meravelloses, les més pures que han eixit de pinzell de pintor a la nostra
època.››[53]
Pese a su inicial rechazo al “asesinato de la
pintura”, pronto Gasch se rendirá a la influencia de su amigo Miró, de modo que
cuando vuelve sobre esta idea, en este mismo año, su rechazo ya ha
desaparecido. A finales de 1928, en Inaugural de les Galerías Dalmau,
escribe:
‹‹La pintura, però, està cridada a desaparèixer,
car és ja inapta a satisfer les necessitats espirituals de la nostra època.
Molts esperits clarividents han profetitzat ja aquesta desaparició. Paul
Morand la considerava imminent en unes recents prediccions. I la situació
actual de la pintura mundial, inhàbil a superar-se, incapaç de renovar-se,
entestada a solucionar problemes ja meravellosament resolts per èpoques
anteriors, confirma plenament aquestes pessimistes prediccions. A França, es
pot dir que la pintura ja no existeix: no cal, en efecte, donar el nom de
pintura als quilòmetres de tela que embruten profusament els Favory i
comparses. A Alemanya, la pintura no sap eixir de l’impasse de la nova
objectivitat, reedició no superada de realitzacions d’èpoques jaj
definitivament closes. A Bèlgica els pintors es debaten inútilment dins un
primitivisme més volgut que vertader. I així a tots el països. I en front de
tot això -activitats completament al marge de les activitats actuals- hi ha el
cinema, hi ha l’arquitectura, hi ha l’ingenyeria, hi ha la indústria, hi
ha la imprempta, hi ha la fotografia, hi ha innombrables activitats amb
les quals la pintura no pot competir.››
Gasch nos aporta así unos datos útiles para
comprender el pensamiento de Miró al respecto, como la influencia de las
predicciones de Morand, y sostiene que la desaparición de la pintura es
inevitable, con el mismo desparpajo como si lo hubiese pensado siempre, como
si unos meses antes no hubiera defendido que la “tendencia poética” era un
nuevo camino triunfal para la pintura. Ahora verá la poesía sólo como la
salvación del arte, en general.
Es más, en el mismo texto a continuación
considera que el asesinato de la pintura, que ve cercano, vendrá de la mano de
tres pintores: Picasso, Miró, Dalí (es notable la clarividencia de Gasch en
asignar los tres primeros puestos a la gran tríada del arte español
contemporáneo). Y nos hace la primera mención de la intención de Miró de
abandonar la pintura por un tiempo, a fin de crear “objetos”.
‹‹Equidistants de la pintura i de les esmentades activitats, però, hi ha uns
quants pintors, molt pocs: els més dotats, els més intensos i els més purs.
Uns pintors clarividents que s’han adonat del tràgic carreró sense sortida on
evoluciona penosament la pintura i que han decidit apartar-se paulatinament,
per a esmerçar llur talent en d’altres activitats més vivents. Aquests pintors
són tres: Picasso, Miró i Dalí. Les realitzacions d’aquests pintors, que ja no
poden ser anomenades pictòriques, són l’arma amb la qual s’assassinarà la
pintura, el trampolí que permetrà a una pròxima generació de saltar des de
l’època pictòrica a l’època futura (...). [pero pese a las críticas que se les hacen
por seguir pintando] Aquests pintors encara pinten perquè han nascut a una
època encara pictòrica, perquè no es creuen encara capacitats per trencar
rotundament amb el passat, i perquè llurs realitzacions anti-pictòriques
preparen magníficament l’adveniment d’una època millor. (...) Em deia Joan Miró
que pensava aviat abandonar momentàniament la pintura, i lliurar-se a la
confecció d’objectes, que seran tan intensament poètics, no en dubtem, com les
seves teles actuals. I això és el que es tracta de demostrar. Poesia.
L’artist, en un temps no tan llunyà com sembla, no pintarà. Exterioritzarà el
lirisme per altres mitjans més vivents, menys morts, que són encara difícils de
determinar. El lirisme no morirà.››[54]
Aquí vemos la estrecha relación entre las
tesis de la anti-Pintura y del asesinato de la pintura, así como la
reivindicación de la tesis del lirismo de Breton. Además, ¿profetizaban Gasch y
quienes pensaban así que los caminos del arte llegarían en los años 60 al
Pop-art, el Land-art, el Conceptual, el Minimal...?
Gasch en Arte: Joan Miró aparecido en
“Gaseta de les Arts” (III-1929), comienza el artículo con una reflexión sobre
la teoría de Jung que divide a los hombres en extrovertidos e introvertidos,
ciclotímicos y esquizotímicos, y sitúa a Miró entre los artistas introvertidos
y esquizotímicos. Después de una cita de la idea de Maritain de que el artista
no puede prescindir de las cosas sin caer en un suicidio angélico por olvido de
la materia —una idea que Gasch ya había comentado en junio de 1928 en “L’Amic
de les Arts”—, o sea, que no puede renunciar a la realidad, afirma:
‹‹Joan Miró, en consequència, no menysprea
radicalmet els objectes. La seva posició inicial és francament objectivista.
(…)
Axí, doncs, jo crec que Miró segueix aquest
procés: els seus ulls i el seu esperit han entrevist, a través de les aparences
materials, la realitat profunda de les coses. Això és el punt de partença, la
revelació inicial. Després Miró s’apropia aquesta sensació, la instal·la en la
seva ànima, la treballa, la despulla de tota nosa, de tot parasit, fins a
poder-la translladar purament i intensament en les seves obres. I aquest és el
vertader treball intern de l’introvertit. En d’altres paraules: Miró ha descobert
el resplendor espiritual en la cosa real. Llavors s’apropia aquesta cosa, la
instal·la en el seu esperit, la treballa, la poleix, la deforma, la
transfigura, per a fixar-la en les seves obres, tota ella resplendent d’aquell
esperit que s’amaga darrera les coses materials, i que l’artista ha presentit,
o millor dit intuït, en la cosa real abans de començar la seva obra.
És, podríem dir, una fusió de l’objectivisme
i del subjectivisme, que Joan Miró, l’únic a la nostra època, realitza
plenament, purament i intesament.››[55]
Justo en el artículo siguiente
(31-III-1929), Vers la supressió de l’art, presenta nuevamente la misma
idea del “asesinato de la pintura”, e insiste en la necesidad de superar la
concepción actual del arte, de modo que se fusione con las otras manifestaciones
del espíritu (la poesía, la filosofía, la ciencia...), única salida que le
queda en una época maravillosamente “anti-artística”.[56]
En otros artículos de 1929, como Pintura
neta, pintura bruta[57], en sus artículos laudatorios
de Miró[58] y en su polémica con Benet para
defender a Miró[59], Gasch sólo deja caer algunas
breves notas sobre la importancia de la transgresión mironiana.
Gasch, en otro artículo, L’elogi del mal
gust (1929), defiende un arte que produzca emoción, un arte fuerte, excesivo,
como opuesto al arte bando, refinado y delicuescente propio del llamado buen
gusto. Y Miró es el mejor ejemplo de ese “mal gusto”, de ese arte
hipertrofiado, fuerte y apasionado. Así, dentro de surrealismo, Miró (la
fuerza) es superior a Masson (la gracia). ‹‹No fa gaire dies hem vist les
obres darreres de Joan Miró. Uns grans dibuixos on juguen un rol important els
materials més diversos: paper de vidre, filferro, paper d’embalar. Obres d’un
mal gust detestable. Joan Miró ha estat sempre un pintor d’un mal gust
detestable. Però quina intensitat! Una intensitat que no tindran mai els
paisatges en sèrie de la nostra gent››.[60]
En el
artículo Constatacions, aparecido a finales de 1929, Gasch insiste sobre
los dos artistas catalanes “maudits” por excelencia: Miró y Dalí, de los que
traza un breve recorrido por su carrera artística pública, la de los penosos
fracasos en Barcelona y los grandes éxitos en París. Pero no analiza su obra
actual.[61]
NOTAS.
[1] Gasch. Vida
artística: Expansió catalana. “La Veu de Catalunya” (12-VII-1929).
[2] Gasch, Sebastià. Els pintors d’avantguarda: Joan
Miró. “Gaseta
de les Arts”, Sitges, nº 39 (15-XII-1925) 3. El texto, como indican Barenys y Portell, lleva una fotografía de Miró y
una niña, y dos reproducciones de La
masía (1921-1922) y Juego de cartas
(1920), datadas por error en 1925. [Gasch; Ràfols. Epistolari Sebastià Gasch - Josep Francesc Ràfols (1921-1954).
2002: 37, n. 2.]
[3] Minguet, en Gasch. Escrits d’art i d’avantguarda.
1987: 13-14. Para la lectura de los artículos de Gasch es aconsejable recurrir
a la recopilación preparada por Minguet, en Gasch, S. Escrits d’art i d’avantguarda
(1925-1938). 1987. Sobre el tema de Gasch y Miró véanse: Minguet i
Batllori, Joan M. Miró, Gasch i l’avantguarda catalana. “El País” (26-IV-1987).
Minguet i Batllori, J.M. A propósito de lo periférico en la vanguardia
española (La oposición entre Salvador Dalí y Sebastià Gasch). “Actas VIII
Congreso CEHA”, Cáceres, 1990. pp. 547-510. / *<Miró-Dalmau-Gasch. L’aventura per l’art
modern, 1918-1937>. Barcelona. Centre d’Art Santa Mònica (20 mayo-30
agosto 1993): J. Minguet Batllori. Joan
Miró i Sebastià Gasch. La ressonància d’una amistat (79-90). Índex crític. Textos de Sebastià Gasch sobre
Joan Miró (91-96). Cartes de Joan
Miró als seus amics (99-117).
[4] Carta de Ràfols a Gasch. La Selva del Camp (22-IX-1925).
Reprod.
Gasch; Ràfols. Epistolari
Sebastià Gasch - Josep Francesc Ràfols (1921-1954). 2002: 32-33 y notas. Ràfols le
da una presentación e incluso piensa prestarle una fotografía de La masía que Miró le había enviado para
una publicación anterior, El pintor Joan Miró. “D’Ací i d’Allà”,
v. 15, nº 92 (VIII-1925) 243, sobre Miró en la exposición surrealista en la Galerie Pierre.
Pero Carlos Soldevila, el director de la revista, no se la devolvió, como
consta en la tarjeta postal de Ràfols a Gasch del día posterior (23-IX-1925) [op.
cit. 35]. Y en la siguiente tarjeta, ya del 15-XII-1925, enviada desde Vilanova
i la Geltrú ,
Ràfols manifiesta ‹‹Acabo de llegir a la “Gaseta de les arts” el seu article
sobre el nostre company Joan Miró. M’agrada força. Amb les modificacions que
vostè degué introduir (després d’haverme’l donar a llegir) trovo que encara
guanya. (…)›› [op. cit. 36]. Aún en la inmediata tarjeta del 29-XII-1925 Ràfols
se compadece de que hayan suprimido fotografías de obras de Miró en el
artículo. [op. cit. 37].
[5] Cirici, Alexandre. L’aportació de Sebastià Gasch.
“Serra d’Or”, nº 140 (15-V-1971).
[6] Minguet Miró, Gasch i l’avantguarda catalana. “El
País” (26-IV-1987).
[7] Minguet, en Gasch. Escrits d’art i d’avantguarda.
1987: 17 y ss.
[8] Eugenio Carmona. Tipografías desdobladas. El Aarte nuevo” y las revistas de creación entre el
novecentismo y la vanguardia. 1918-1930. *<Arte moderno y revistas españolas 1898-1936>. Madrid.
MNCARS (29 octubre 1996-9 enero 1997): 85.
[9] Minguet. A propósito de lo periférico en la vanguardia
española (La oposición entre Salvador Dalí y Sebastià Gasch). “Actas VIII
Congreso CEHA”, Cáceres, 1990. pp. 547-510.
[10] Minguet, en Gasch. Escrits d’art i d’avantguarda.
1987: 19.
[11] Gasch, S. André
Breton: Le surréalisme et la peinture. “La Veu de
Catalunya” (15-V-1928).
[12] Gasch, S. Els pintors
d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta de
les Arts”, Sitges, nº 39 (15-XII-1925) 3.
[13] Gasch. La crítica d’art. “Mirador”, nº 176 (16-II-1932).
[14] Gasch. Els
pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta
de les Arts”, Barcelona, v. 2, nº 39 (15-XII-1925) 3-5. [Umland. <Joan
Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 324, cit. 247. / Trad. castellano
en Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró y sus críticos, 1918-1929.
1990: 158-159.
[15] Gasch. Els pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta
de les Arts”, Barcelona, nº 39 (15-XII-1925): 3.
[16] Gasch. Els
pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta
de les Arts”, Barcelona, nº 39 (15-XII-1925): 3.
[17] Gasch. Els
pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta
de les Arts”, Barcelona, nº 39 (15-XII-1925): 3.
[18] Gasch. Els
pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta
de les Arts”, Barcelona, nº 39 (15-XII-1925): 3.
[19] Gasch. Els
pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta
de les Arts”, Barcelona, nº 39 (15-XII-1925): 3.
[20] Gasch. Sección De galeria en galeria. “L’Amic
de les Arts” 2 (V-1926) 5.
[21] Gasch. L’embranzida vers l’ordre. “D’Ací i d’Allà”,
nº 106 (X-1926).
[22] Gasch. Del cubisme al superrealisme. “La Nova Revis ta”, nº 7 (VII-1927).
[23] Gasch. Del cubisme al superrealisme. “La Nova Revis ta”, nº 7 (VII-1927).
[24] Gasch. Del cubisme al superrealisme. “La Nova Revis ta”, nº 7 (VII-1927).
[25] Gasch. Cop d’ull sobre l’evolució de l’art modern.
“L’Amic de les Arts”, nº 18 (30-IX-1927). Gasch señala en este artículo otros
escritos suyos en los que ya defendía la tendencia poética, aunque sin la solidez
teórica de este artículo.
[26] Roh, Franz. Nach-expressionismus,
Magischer Realismus, Probleme der neuesten europäischen Malerei (Leipzig,
1925; en español, Realismo mágico. Postexpresionismo. Problemas de la pintura europea más reciente. Revista de Occidente. Madrid. 1927. Trad. de
Fernando Vela. Bonet se refiere a este libro como Phantasticher Realismus
(Realismo fantástico). [Bonet, J.M.. Divagando por la Barcelo na de Miró.
AA.VV. Joan Miró. “Los Cuadernos del Norte”, Oviedo, v. 4, nº 18 (marzo-abril
1983): 67]. El término “Nueva Objetividad” o “Nueva Sobriedad” lo acuñó Gustav
Friedrich Hartlaub, director de la Kunsthalle de Mannheim, donde presentó con gran
éxito una exposición del grupo, por lo que a la postre prevaleció su concepto.
[Foster; Krauss; Bois; Buchloh. Arte
desde 1900. 2006 (2004): 202.] Hay un
artículo esclarecedor de González García, Á. Meditación de los cactus (35-47),
en catálogo *<Realismo Mágico. Franz
Roh y la pintura europea, 1917-1936>. Valencia. IVAM (19 junio-31 agosto
1997). Madrid. Fundación Caja Madrid (17 septiembre-9 noviembre 1997). Las
Palmas de Gran Canaria (2 diciembre 1997-2 febrero 1998). Reprod. en González
García, A. El resto. Una historia invisible del arte contemporáneo.
Museo de Bellas Artes de Bilbao y Centro de Arte Reina Sofía. Madrid. 2000:
216-231.
[27] Gasch fecha La masía en 1920, el año en que
fue diseñada, a pesar de que fue acabada en 1922. Tal vez Miró le informó de
cuando comenzó a pensar en el cuadro, pero no recordó cuando lo terminó.
[28] Gasch, S. Revista de la premsa artística. “La Veu de Catalunya” (12-II-1928).
[29] Gasch, S. Joan Miró. “L’Amic de les Arts”, Sitges, v. 3, nº 26 (30-VI-1928)
202-203. Reprod. en
español. “La Gaceta
Literaria ”, Madrid, v. 2, nº 39 (1-VIII-1928) 5. Reprod. en francés. “Cahiers de Belgique”,
Bruselas, v. 2, nº 6 (VI-1929) 208. Reprod. Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró
y sus críticos, 1918-1929. 1990:
201-203.
[30] Gasch, S. L’exposició
Joan Miró. “L’Amic de les Arts”, Sitges, v. 3, nº 26 (30-VI-1928) 203-204. Reprod.
Combalía. El
descubrimiento de Miró. Miró y sus críticos, 1918-1929.
1990: 204-206.
[31] Gasch, S. Arte: Joan Miró. “La Gaceta Literaria ”,
Madrid, v. 2, nº 39 (1-VIII-1928) 5. 4 ilus. Col. FPJM, v. I., p. 98.
[32] En este contexto parece que ya se decía en 1929 que
Miró era natural de Mont-roig, pero cabe que se refiera sólo a que pintaba allí.
[33] Gasch parece que confunde el lugar, Bruselas, con
Gaffé de Bruselas, pues Van BruseAles significa Ade Bruselas”. Tal vez leyó un artículo remitido en
flamenco, de una exposición en la galería Le Centaure de Bruselas (11-23 mayo
1929).
[34] Gasch, S. Constatacions.
“Publicitat” (28-XII-1929).
[35] Gasch, S. Pintura
neta, pintura bruta. “Mirador”, nº 16
(16-V-1929).
[36] Rafael Benet publica desde 1926, después de ocho años
de silencio, varios artículos en “La
Veu de Catalunya”sobre Miró: Joan Miró. v. 38, nº
10.046 (9-XI-1926) 6. Joan Miró. (12-VIII-1928). Benet, R. [fimado “Baiarola”]. Vida artística. “La Internacional ”.
“La Veu de
Catalunya” (3-X-1929). Col. FPJM, v. I, p. 121. [firmado “Baiarola”]. Crisi de la memòria, de l’enteniment i de la
voluntat (4-X-1929). Pessebres I, II, III y IV. (30 y 31-XII-1929,
3 y 7-I-1930).
[37] Gasch, S. Vida artística: Expansió catalana. “La Veu de Catalunya” (12-VII-1929).
/ Gasch, S. Pintar de memòria. “La Veu de Catalunya” (27-IX-1929).
[38] Benet, R. [firmado “Baiarola”]. Vida
artística. “La
Internacional ”. “La Veu de Catalunya” (3-X-1929). Col. FPJM, v. I, p.
121.
[39] Benet. Crisi de la memòria, de l’enteniment i de
la voluntat. “La Veu de Catalunya” (4-X-1929).
[40] Gasch, S. Sebastià Gasch: in-fighting. “Hèlix”,
6 (X-1929) 4-5.
[41] Minguet i Batllori, Joan M. Miró, Gasch i
l’avantguarda catalana. “El País” (26-IV-1987).
[42] Gasch, S. Panorama internacional: Abstracción. “La Gaceta Literaria ”,
Madrid, v. 3, nº 60 (15-VI-1929) 5. Col. FPJM, v. I, p. 114.
[43] Gasch, S. Vida artística: Coses vives. “La
Veu de Catalunya” (19-VII-1929). Col. FPJM, v. I, p.
114. Reprod. en español en
Cosas vivas. “La
Gaceta Literaria ”, Madrid (1-II-1930). Cita de Maritain la
admiración por el arte primitivo y antiguo más puro, y Gasch confiesa su
admiración por el románico catalán y la vitalidad del “barri xino” de
Barcelona.
[44] Gasch, S. Nord-Sud.
“La Veu de
Catalunya” (27-VIII-1929).
[45] Gasch, S. Comprensión del arte moderno. “La Gaceta Literaria ”,
Madrid, 65 (1-IX-1929). Reprod. de artículo anterior en “La Veu de Catalunya” (27-VIII-1929).
[46] Gasch, S. L’elogi del mal gust. “La Publici tat” (29-XI-1929).
[47] Gasch, S. Personalismes.
“Fulls Grocs“, Barcelona, 1 (15-XII-1929).
[48] Gasch, S. Les Arts. Un pintor. “La Publicitat ” (17-XII-1929).
Col. FPJM, v. I, p. 128.
[49] Carta de Miró a Gasch.
París (28-I-1928).
[50] Miralles, Francesc. L’època
de les avantguardes, 1917-1970. v. VIII de Història de l’Art Català.
1983:
85-88. / Lubar, Robert
S. Art and Arti-Art: Miró, Dalí, and the
Catalan Avant-Garde. *<Barcelona and modernity. Picasso, Gaudí, Miró, Dalí>.
Cleveland . Cleveland Museum of Art (2006-2007): 339-347, en
especial 339.
[51] Bertrana, Prudenci. Improptu. Assassineu l’art,
bé, però… “La Veu
de Catalunya” (21-X-1928). Col. FPJM, v. I, p. 92.
[52] Gasch, S. André
Breton: Le surréalisme et la peinture. “La Veu de Catalunya” (15-V-1928).
[53] Gasch, S. André
Breton: Le surréalisme et la peinture. “La Veu de Catalunya” (15-V-1928).
[54] Gasch, S. Inaugural de les Galerías Dalmau. “L’Amic de les Arts”, nº
30 (31-XII-1928).
[55] Gasch, S. Arte: Joan Miró. “Gaseta de les Arts”, Barcelona,
v. 2, nº 7 (III-1929) 68-69. dos ilus. En catalán. Reprod. en francés “Cahiers de Belgique”, Bruselas,
v. 2, nº 6 (VI-1929) 202-205. / Laugier, Beaumelle, Merly. Chronologie.
<Joan Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004):
343, fotografía de artículo en catalán.
[56] Gasch, S. Vers la
supressió de l’art. “L’Amic de les Arts”, nº 31 (31-III-1929).
[57] Gasch, S. Pintura
neta, pintura bruta. “Mirador”, nº 16 (16-V-1929).
[58] Gasch, S. Vida
artística: Expansió catalana. “La
Veu de Catalunya” (12-VII-1929).
/ Gasch, S. Pintar de memòria. “La Veu de Catalunya” (27-IX-1929).
[59] Gasch, S. Sebastià
Gasch: in-fighting. “Hèlix”, 6 (X-1929) 4-5.
[60] Gasch, S. L’elogi
del mal gust. “Publicitat” (29-XI-1929).
[61] Gasch, S. Constatacions.
“Publicitat” (28-XII-1929). Lo citamos
ampliamente en el apartado inicial de esta fase, para documentar su éxito entre
los vanguardistas.
Fuentes.
Internet.
Enlaces.
Joan Miró en 1928-1929. El crítico Sebastià Gasch,
el Manifest Groc y el asesinato de la pintura.*
Exposiciones.
*<Miró-Dalmau-Gasch.
L’aventura per
l’art modern, 1918-1937>. Barcelona. Centre d’Art Santa Mònica (20 mayo-30 agosto 1993). Cat. Comisarios y
autores de textos: Joan Minguet Batllori. Presentació
(7). Pilar Parcerisas. Joan Miró. De la
terra a la llum (11-35).
Jaume Vidal Oliveras. Josep Dalmau. El primer marxant de Joan Miró
(49-74). J. Minguet Batllori. Joan Miró i
Sebastià Gasch. La ressonància d’una amistat (79-90). J. Minguet Batllori. Índex crític. Textos de Sebastià Gasch sobre
Joan Miró (91-96). Cartes de Joan
Miró als seus amics (99-117). Biografies
(119-130): Joan Miró (120-124), Josep Dalmau (125-128), Sebastià Gasch
(129-130). Catàleg d’obres i documents
exposats (131-135). 135 pp.
*<Sebastià Gasch. Crític d’art i de les arts de
l’espectacle>. Barcelona. FJM
(9-26 octubre 1997), Cat. Texto de J.M. Minguet Batllori.
Libros de Gasch sobre Miró o relacionados con este.
Desnos, Robert; Gasch,
Sebastià; Loeb, Pierre; Miró, Joan. Miró. Serie “Maestros actuales de la
pintura y escultura catalanas” nº 22. La Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao. 1974.
40 pp. 32 láms.
Gasch, Sebastià. Joan
Miró. Serie “Col.lecció de biografies populars”. Alcides. Barcelona. 1963. 80
pp.
Gasch, S. La
pintura catalana contemporània. Comissariat de Propaganda de la Generalitat
de Catalunya. Barcelona. 1937. 40 pp.
Gasch, S. L’expansió
de l’art català al món. Imp. Clarasó. Barcelona. 1953. 192 pp. Miró (89-104),
con epistolario de Miró a Gasch (97-104), conservado en Arxiu Gasch.
Gasch, S. París, 1940.
Selecta. Barcelona. 1956.
Reed. Quaderns Crema. Barcelona. 2001. 206 pp.
Gasch, S. Etapes d’una
nova vida. Diari d’un exili. Quaderns Crema. Barcelona. 2002. 127 pp.
Gasch, S. Escrits d’art
i d’avantguarda (1925-1938). Antología de textos por Joan M. Minguet i Batllori.
Edicions del Mall. Barcelona. 1987. 244 pp. Reprod. separata del Manifest groc.
Gasch, S. Barcelona de
nit. Parsifal. Barcelona. 1997. 221 pp.
Gasch, S.; Ràfols, J.-F.
Epistolari Sebastià Gasch - Josep Francesc Ràfols (1921-1954). Pub. Abadia
de Montserrat. Barcelona.
2002. 213 pp. Prólogo y anotaciones de Natalia Barenys y Susana Portell. Ref. a Miró, Dalí, Picasso, García Lorca,
De Chirico, Bergamín, Valéry...
Artículos de Gasch sobre Miró o relacionados con este.
Gasch, Sebastià. Els pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta de les Arts”, Barcelona,
v. 2, nº 39 (15-XII-1925) 3-5.
Gasch, S. De galeria en galeria.
“L’Amic de les Arts”, v. 11, nº 2 (V-1926) 5.
Gasch, S. Els dibuixos de Josep
M. Ràfols. “Gaseta de les Arts”, Barcelona, v. 3, nº 51 (15-VI-1926) 1.
Gasch, S. L’obra actual del
pintor Joan Miró. “L’Amic de les Arts”, v. 1, nº 5 (VIII-1926) 15-16. Reprod. en Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró
y sus críticos, 1918-1929. 1990: 173-174. Se añade un texto anónimo, probablemente de
Gasch, en medio de un artículo de Foix en p. 17, con una reprod. de La
lámpara de petróleo, comentando la expulsión por los surrealistas de Miró y
Ernst.
Gasch, S. L’embranzida vers
l’ordre. “D’Ací i d’Allà”, 106 (X-1926).
Gasch, S. Max Ernst. “L’Amic
de les Arts”, v. 1, nº 7 (X-1926) 7. Compara Ernst y Miró.
Gasch, S. El
pintor Joan Miró. “La Gaceta Literaria”, Madrid, v. 1, nº 8 (15-IV-1927) 3.
Gasch, S. Del
cubisme al superrealisme. “La Nova Revista”, 7 (VII-1927).
Gasch, S. Cop d’ull sobre l’evolució
de l’art modern. “L’Amic de les Arts”, v. 2, nº 18 (30-IX-1927) 91-93.
Gasch, S. Les fantasies d’un
reporter. “L’Amic de les Arts”, v. 2, nº 19 (3-XI-1927).
Gasch, S. Revista de la premsa
artística. “La Veu de Catalunya” (12-II-1928).
Gasch, S. André Breton: Le surréalisme
et la peinture. Secció
Llibres i Revistes. “La Veu de Catalunya”, v. 38, nº 9969 (15-V-1928) 3.
Edición matinal.
Gasch, S. (sin
firma). Joan Miró a can Bernheim. Secció Llibres i Revistes. “La Veu de Catalunya”, v. 38, nº 9969
(15-V-1928) 3. Ed. matinal. FPJM, v. I, p. 84. [Caroline Edde. <Joan Miró 1917-1934:
la naissance du monde>. París.
MNAM (2004): la ficha como anónimo en p. 407.]
Gasch, S. Joan Miró. “L’Amic
de les Arts”, Sitges, v. 3, nº 26 (30-VI-1928) 202-203. Reprod. en español. “La Gaceta
Literaria”, Madrid, v. 2, nº 39 (1-VIII-1928) 5. Reprod. en francés. “Cahiers de Belgique”, Bruselas,
v. 2, nº 6 (VI-1929) 208. Reprod. Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró y sus críticos,
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Gasch, S. L’exposició Joan Miró. “L’Amic de les Arts”, Sitges, v. 3, nº 26 (30-VI-1928)
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El descubrimiento de Miró. Miró y sus críticos, 1918-1929.
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Gasch, S. Revistes.
“La Veu de Catalunya” (4-VII-1929). Sobre el número de la revista belga
“Variétés” (1929) dedicado al surrealismo.
Gasch, S. Arte: Joan Miró.
“La Gaceta
Literaria”, Madrid, v. 2, nº 39 (1-VIII-1928) 5. 34ilus. FPJM, v. I., p. 98.
Gasch, S. Les revistes.
“La Veu de Catalunya” (12-VIII-1928).
Gasch, S. Inaugural de les Galeries
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“La Veu de Catalunya” (1929).
Gasch, S. Sobre Joan Miró. “Circunvalación”, Ciudad de
México, 3 (1929). Revista dirigida por Humberto Rivas. Número con textos sobre
Manolo Hugué, Barradas y Miró, con ilustraciones.
Gasch, S. Arte: Joan Miró.
“Gaseta de les
Arts”, Barcelona, v. 2, nº 7 (III-1929) 68-69. dos ilus. En catalán. Reprod. en francés “Cahiers de Belgique”, Bruselas,
v. 2, nº 6 (VI-1929) 202-205. / Laugier, Beaumelle, Merly. Chronologie. <Joan
Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004): 343, fotografía
de artículo en catalán.
Gasch, S. Els pintors d’avantguarda: Joan Miró. “Gaseta de les Arts”, Barcelona, nº 39 (1929).
Gasch, S. Vers la supressió
de l’art. “L’Amic de les Arts”, 31 (31-III-1929).
Gasch, S. En marge. Une lettre
de Barcelone. “Cahiers de Belgique”, v. 2, nº 5 (1-V-1929) 193-194. Introducción
de un redactor Redacción. FPJM, v. I, p. 107. Reprod. Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró
y sus críticos, 1918-1929. 1990: 228-229.
Gasch, S. Pintura neta i pintura bruta. “Mirador”, 16 (16-V-1929). FPJM, v. I, p. 106. Reprod.
Combalía. El
descubrimiento de Miró. Miró y sus críticos, 1918-1929. 1990: 229-231.
Gasch, S. Panorama
internacional: Abstracción. “La Gaceta Literaria”, Madrid, v. 3, nº 60
(15-VI-1929) 5. FPJM, v.
I, p. 114.
Gasch, S. Vida artística:
Revistes. “La Veu de Catalunya”, v. 39, nº 10323 (5-VII-1929). 4. Ed. matinal.
FPJM, v. I, p. 117. Reprod. Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró y sus críticos, 1918-1929. 1990: 247-248.
Gasch, S. Vida
artística: Expansió catalana. “La Veu de Catalunya”, v. 39, nº 10329
(12-VII-1929) 4. Ed. matinal. FPJM, v. I, p. 115. Reprod. Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró
y sus críticos, 1918-1929. 1990: 250-252.
Gasch, S. Vida artística:
Coses vives. “La Veu de Catalunya” (19-VII-1929). FPJM, v. I, p. 114. Reprod. Combalía. El descubrimiento de Miró. Miró
y sus críticos, 1918-1929. 1990: 252-253. Reprod. en español en Cosas vivas. “La Gaceta Literaria”,
Madrid (1-II-1930).
Gasch, S. Nord-Sud. “La
Veu de Catalunya” (27-VIII-1929).
Gasch, S. Comprensión
del arte moderno. “La Gaceta Literaria”, Madrid, v. 3, nº 65 (1-IX-1929).
Reprod. de artículo anterior en “La Veu de Catalunya” (27-VIII-1929).
Gasch, S. Pintar
de memòria. “La Veu de Catalunya” (27-IX-1929).
Gasch, S. Sebastià Gasch:
in-fighting. “Hèlix”,
6 (X-1929) 4-5.
Gasch, S. Arte:
superrealismo. “La Gaceta Literaria”, Madrid, v. 3, nº 67 (1-X-1929) 3.
Gasch, S. L’elogi
del mal gust. “La Publicitat”,
v,. 51, nº 17361 (29-XI-1929) 4. FPJM, v. I, p. 124.
Gasch, S. Personalismes.
“Fulls Grocs”, Barcelona, 1 (15-XII-1929).
Gasch, S. Les Arts. Un pintor.
“La Publicitat” (17-XII-1929). FPJM, v. I, p. 128. Sobre Miquel Villà,
con referencia al “objetivismo” de Miró y Dalí.
Gasch, S. Constatacions.
“La Publicitat” (28-XII-1929).
Gasch, S. Creacion
e imitación. “La Gaceta Literaria”, Madrid, 73 (1-I-1930).
Gasch, S. Joan Miró.
“Mirador”, v. 2, nº 57 (27-II-1930) 7.
Gasch, S. Variedades
superrealistas. “La Gaceta Literaria”, Madrid, v. 4, nº 77 (1-III-1930)
8-9.
Gasch, S. La baralla de l’art viu. “La Publicitat” (5-III-1930). FPJM, v. I, p. 134.
Reprod. en otras fuentes
como “Mirador”, 3 (III-1930).
Gasch, S.
(“Monitor”). Tres pinturas catalanas recientes. “La Gaceta Literaria”,
Madrid, v. 4, nº 79 (1-IV-1930) 9-10. Ilus. collage
(1929) de Miró. FPJM, v. I, p. 136. Sobre pinturas de Miró, Sunyer y Domingo.
Gasch, S. Intensidad.
“La Gaceta Literaria”, v. 4, nº 81 (1-V-1930) 9. FPJM, v. I p. 140.
Gasch, S.
(“Monitor”). Monitor estético y grande museo del mundo. “Blanco y
Negro”, 2.033 (4-V-1930) 21-24. Cuatro fotos de obras de Miró.
Gasch, S. Les
Arts. Escudero o el geni. “La Publicitat” (6-VI-1930). FPJM, v. I, p.
142.
Gasch, S. Ya
vuelven los bárbaros, madre... “La Gaceta Literaria” (15-VI-1930).
Gasch, S. Superrealisme.
“Butlletí de l’Agrupament Escolar”, Barcelona, v. 2, nº 7-9 (julio-septiembre
1930) 195-197.
Gasch, S. Elogi
de la violència. “Mirador”, v. 2, nº 75 (3-VII-1930). FPJM, v. I, p. 144.
Gasch, S. Dibuixos
infantils. “La Publicitat” (10-VII-1930). FPJM, v. I, p. 144.
Gasch, S. Escultures de Joan
Miró. “La Publicitat” (15-X-1930). FPJM, v. I, p. 148. Primer artículo sobre su escultura.
Gasch, S. Dibujos
infantiles. “La Gaceta Literaria”, 100 (1-III-1931). Trad. de artículo en
“La Publicitat” (10-VII-1930).
Gasch, S. Punts
de vista: Elogi de la irresponsabilitat. “Mirador”, Barcelona, v. 3, nº 112 (26-III-1931)
7. Ilus. collage de Miró. FPJM, v. I, p. 164.
Gasch, S. (sin
firma). Miró en Barcelona. “L’Opinió”, Barcelona (3-VII-1931). FPJM, v.
I, p. 170.
Gasch, S. L’estil
targeta postal: Joan Miró col·lecionista de targetes postals. “Mirador”,
137 (IX-1931) 7.
Gasch, S. Joan
Miró a Montroig. “Mirador”, 140 (8-X-1931) 7. FPJM, v. I, p. 174.
Gasch, S. La
crítica d’art. “Mirador”,
v. 3, nº 176 (16-II-1932).
Gasch, S. L’esperit
nou. “La
Publicitat” (15-IV-1932).
Gasch, S. Resurrecció
dels ballets russos. “Mirador”, 169 (28-IV-1932) 2-3.
Gasch, S. Necessitat
d’una disciplina. “Mirador”, 184 (11-VIII-1932).
Gasch, S. El
fetixisme de la matèria. “La Publicitat” (2-VIII-1932).
Gasch, S. Clar i català.
“La Publicitat” (7-IX-1932).
Gasch, S. El circ
d’un escultor. “Mirador”, nº 191 (29-IX-1932). El circo de Calder.
Gasch, S. Amics de l’art nou.
“La Publicitat” (30-XI-1932).
Gasch, S. Crisi necessària.
“Mirador”, 206 (12-I-1933).
Gasch, S. Els ballets russos
de Monte-Carlo al Liceu. “Mirador”, 225 (25-V-1933). FPJM, v. II, p. 11.
Gasch, S. Art d’avantguarda
a Barcelona. “D’Ací i D’Allà”, 179, nº extraordinario (XII-1934).
Gasch, S. Magrinyà al Barcelona.
“Mirador”
(11-IV-1935). FPJM, v. II, p. 52. Sobre una pieza de baile con decoración de
Miró.
Gasch, S. Notes
sobre el concret. “L’Horitzó”, Barcelona, 1 (3-VIII-1935).
Gasch, S. El Joan
Miró de vint anys enrera. “Catalans” (10-III-1938).
Gasch, S. Unes
declaracions sensacionals de Carl Einstein. “Meridià”, Barcelona, 17
(6-V-1938).
Gasch, S. Dibuixos
infantils. “Meridià”, Barcelona, 19 (20-V-1938).
Gasch, S. Juan
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Sobre Miró (con reprod. de entrevistas) y Calder.
Gasch, S. Juan
Miró. Cuaderno “Cobalto”, Barcelona, v. 2, nº 1 (1948) 30, 32-34 e ilus.
(nº monográfico de Surrealismo; el nº 5 según J. E. Cirlot. Miró.
1948).
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Gasch, Sebastià (“G.
S.”). Crónica de París: Picasso y Miró, grandes
figuras del año pictórico francés. “El Noticiero Universal”, Barcelona
(29-X-1949). FPJM, v. III, p. 91.
Gasch, S. Joan Miró. “Das Kunstwerk”, Baden-Baden,
v. 4, nº 5 (1950) 21-25, con ilus. Cubierta
en colores para nº titulado Reich der Dämonens. En algunas fuentes se
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Anónimo (¿Gasch?). El
coloquio de ayer en la Escuela Oficial de Periodismo. “El Noticiero
Universal” (17-I-1953). FPJM, v. IV, p. 170.
Gasch, S. Jacques
Viot, argumentista de Marcel Carné, en Barcelona. “Destino”, Barcelona
(18-IV-1953). FPJM, v. IV, p. 180. Incluye entrevista a Miró.
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Mylos). En el taller de los artistas. Con Ismael Balanyá. “Destino”,
Barcelona (7-VII-1956). FPJM, v. VI, p. 90.
Gasch, S. (Mylos). En
el taller de los artistas. Con Carlos Vallés. “Destino”, Barcelona
(8-XII-1956). FPJM, v. VI, p. 146.
Gasch, S. (Mylos). En
el taller de los artistas. Con Adolfo Aymerich. “Destino”, Barcelona
(5-I-1957). FPJM, v. VI, p. 161.
Gasch, S. (Mylos). En
el taller de los artistas. Con Vilá Moncau. “Destino”, Barcelona
(14-XII-1957). FPJM, v. VII, p. 43.
Gasch, S. Proyección
de Barcelona en el arte contemporáneo. “Blanco y Negro”, Barcelona, 2.399
(26-IV-1958).
Gasch, S. (Mylos). En el taller de los artistas. Con Català-Roca.
“Destino”, Barcelona (22-XI-1958). Co. FPJM, v. VII, p. 168.
Gasch, S. Visita a Montroig.
“Destino”
(16-IV-1960). FPJM, v. VII, p. 105. Recuerdo de una visita en 1930.
Gasch, S. Sobre el mal gusto. “Destino” (23-VII-1960) 35. FPJM H-3295.
Gasch, S. “Jeux d’enfants”,
de Joan Miró. “Destino” (2-VI-1962). FPJM H-3327.
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comienzos de Joan Miró. “Diario de Barcelona”, Sección “Hurgando en el
recuerdo” (14-VII-1962).
Gasch, S. Barcelona,
cuna del arte de vanguardia español. “ABC” (23-VI-1963) 81.
Gasch, S. Joan
Miró, barcelonés universal. “ABC” (21-VII-1963) 63.
Gasch, S. La
escuela barcelonesa de escenografía. “ABC” (26-IV-1964) 99.
Gasch, S. Los
comienzos de Joan Miró. “ABC” (1-X-1964) 65.
Gasch, S. Las
pinturas murales de Torres García, recuperadas. Evocación de un ambiente y de
un gran artista irascible. “ABC” (22-IV-1966) 85.
Gasch, S. Olga
Sacharoff, recordada. “ABC” (19-III-1967) 89.
Gasch, S. El
estreno de “Juegos Infantiles”, ballet de Joan Miró. “El Noticiero
Universal” (5-X-1967).
Gasch, S. El “Año
Miró”. “ABC” (26-III-1968) 73.
Gasch, S. Las
fuentes de la pintura de Miró. “ABC” (6-VI-1968) 83.
Gasch, S. Los
“Amigos del Arte Nuevo”. “ABC” (4-VIII-1968) 41.
Gasch, S. Los
comienzos de Joan Miró. Especial 1968: Año Miró. “Destino”, 1.625 (23-XI-1968)
48.
Gasch, S. Los
comienzos de Joan Miró. “Bellas Artes” 14 (marzo-abril 1972) 22-25.
Gasch, S. Joan
Miró en sus comienzos. “La Vanguardia” (13-IV-1973).
Gasch, S. Joan
Miró en el record. “Avui”
(22-VI-1976) 11. FPJM H-4149.
Libros de otros.
Bonet, J. M. Diccionario
de las vanguardias en España (1907-1936). Alianza. Madrid. 1995: 282-283.
Calvo Serraller
(dir.). Enciclopedia del arte español del siglo XX. 1991-1992): t. II.
205.
Díaz Sánchez, Julián;
Llorente Hernández, Ángel. La crítica de arte en España (1939-1976).
2004: 520-521.
Artículos de otros.
Anónimo. Biografía de
Gasch. “Avui” (5-XII-1990).
Mas, Cristina. Carmen
Amaya. “Papers d’Art”, nº 86 (1r semestre 2004) 71-79. El interés de Gasch
y Miró por el flamenco en 74.
Massot,
Josep. Cartas de Dalí hacia el
surrealismo. “El País” (26-VIII-2018). El archivo Gasch entra en la
Biblioteca Nacional de Catalunya, con su correspondencia con Miró, Dalí, Arp, Calder, Torres García, Ángel
Ferrant, Maruja Mallo, Millares, Foix, Espriu, René Clair… Joan Minguet
Batllori, el mejor especialista en Gasch, destaca su importancia para estudiar
las vanguardias del siglo XX. La familia se ha reservado las cartas originales de
Joan Miró y García Lorca, ambas ya publicadas, y Dalí, inédita aunque es la más
numerosa, con más de un centenar de misivas entre 1926 y su ruptura en 1932. En
un anexo se reproduce una carta de Dalí en diciembre de 1927.
Massot, Josep. Confidencias íntimas y quejas entre
creadores. “El País” (27-VIII-2018).
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