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viernes, abril 01, 2016

El sacerdote español Josep Torras i Bages (1846-1916) y su influencia en Joan Miró.

El sacerdote español Josep Torras i Bages (1846-1916) y su influencia en Joan Miró.


Josep Torras i Bages (Les Cabanyes, Vilafranca del Penedès, 12-IX-1846-Vich, 7-II-1916). Eclesiástico español. Licenciado en Derecho y Filosofía, fue confesor de conventos de monjas en su juventud, consiliario de instituciones católicas en la madurez y obispo de Vic desde 1899 hasta su muerte en 1916. Allí lideró la corriente catalana “católica tradicionalista”, con su órgano de prensa “La Veu de Montserrat” (1878-1900), que será un factor fundamental en la derecha política catalanista.
Fue un destacado promotor de innumerables actividades culturales y escritor propagandista, y resultó uno de los influjos más importantes en la formación ideológica de los jóvenes catalanes hacia 1900-1930. Una gran parte del pensamiento romántico del joven Miró y de sus amigos de juventud parece inspirado directamente en sus escritos, sobre todo su reivindicación del valor de lo regional, lo catalán. 
Junto a los historiadores Pijoan, Puig i Cadafalch, Gudiol y Folch i Torres, y el político Prat de la Riba, ensalzó las dos grandes manifestaciones artísticas del reino independiente catalán: el románico en la pintura y la escultura y en cambio el gótico en la arquitectura. En 1892 fundó el Cercle de Sant Lluc, apoyado por Baixeras y los hermanos Llimona, donde Miró estudió dibujo en 1913-1916, y donde compartió intereses artísticos e ideológicos con otros jóvenes católicos.

La influencia del pensamiento religioso y estético de Torras en el joven Miró.
El representante por excelencia del grupo de Vic fue Josep Torras, uno de los ideólogos más influyentes sobre la juventud catalana del 1900 y por ende en el joven Miró. Ha sido llamado el “Patriarca espiritual de la Catalunya moderna”[1] porque formuló las bases teóricas del catalanismo cristiano y conservador del siglo XX. En este sentido, fue él, al parecer, quien lanzó la divisa ‹‹Catalunya serà cristiana, o no serà››.[2] Teorizó sobre los males del progreso y preconizó el rechazo por ineficaz de la industrialización (que privaba a la Iglesia de sus bases sociales rurales) y de la modernización. Su fama trascendió las fronteras de Cataluña y llegó a Hispanoamérica.[3] Solé Tura ha escrito que era: ‹‹la voz directa de la tierra, la voz pura del ruralismo, la voz de un campo militarmente doblegado, pero socialmente subsistente y económicamente influyente. Esta voz fue la de Torras i Bages››.[4]
En las ideas de la vida personal  de Miró se puede rastrear con facilidad su rastro.
Por ejemplo, si Torras defendía el ideal de una vida matrimonial fiel y casta: ‹‹El dogma de l’amor lliure, que la Maçoneria ha après de les bèsties, és la conculcació del vertader amor i la profanació d’un nom honrat. El matrimoni civil és el crepuscle verpertí de la nit de l’amor lliure.››[5] en Miró esto se reflejaba en su abierto desprecio por la homosexualidad, pederastia y la promiscuidad en general, que le parecían manifestaciones de debilidad moral, propias de un hombre inferior dominado por las bajas pasiones, de modo que su repulsión asoma frecuentemente en su correspondencia anterior a 1939.[6] Además el rechazo de Miró hacia la promiscuidad y la homosexualidad, aunque tenía una base cristiana, congeniará bien en su madurez vanguardista con la apuesta ideológica de los surrealistas Breton o Man Ray, que también aborrecían la pederastia y la homosexualidad, entonces consideradas enfermedades idénticas.[7]
Lo que no será óbice para que con su amigo Gasch visite los ambientes más sórdidos de Barcelona durante los años 20, antes de su boda con Pilar Juncosa; tal vez por una atracción hacia lo prohibido, o bien un interés por tomar apuntes del natural.
Dominar el infierno del pecado carnal, ese era el objetivo. Torras ante la “perversa inclinación” de la lujuria, predica el consejo de ‹‹l’exercici, el moviment, la distracció i el treball››[8] Por su parte, Miró practicará el ejercicio físico con una disciplina férrea y se dedicará al trabajo con el ansía del atormentado. Esto era una idea común de la época, ya divulgadas las teorías de Freud acerca de la sublimación. A este respecto, Miró creía que debía reprimir completamente sus apetitos sexuales y su vida social para dedicar toda su potencia a la creación, como manifiesta en una carta a Roland Tual en 1922 en la que se atreve a identificar el pintar con practicar el sexo: ‹‹D’ailleurs je suis convaincu qu’une oeuvre saine et puissante demande un corps sain et vigoureux. Ici [Mont-roig], je ne vois personne et mon chasteté est absolue. Choc sensible à ma vie mondaine et de fréquentation à Paris, qu’il ne faut point négliger non plus. (...) Parfois, au bout de ma séance de travail, je me laisse tomber dans un fauteuil, épuisé, comme après l’acte sexuel de faire l’amour.››[9]
Esta idea sugiere el temprano influjo de Freud, probablemente ya en los años 10 a través de fuentes indirectas, como las tertulias en el círculo de Dalmau desde 1916 o las lecturas de revistas francesas de vanguardia, con autores como Apollinaire, que glosan sus teorías a partir de la publicación en 1900 de su Interpretación de los sueños, fundamento de la teoría sobre el onirismo y la sexualidad. En los años 20 crece su influencia sobre los intelectuales y artistas, surrealistas o no, como Max Jacob, Raymond Roussel, Rober Desnos, Breton… y Miró, gracias a que sus libros comienzan a traducirse al francés. Así, en 1926 la fundamental La Science des Rêves;[10] en 1927 Trois Essais sur la théorie de la Sexualité[11], mientras que el número doble nº 9-10 (1-X-1927) de “La Révolution Surréaliste” publica un fragmento de la traducción de su libro La question de l’analyse par les non-médecins (25-32), con ilustraciones de Chirico, Tanguy y dos cadavres exquis, y en 1930 la editorial Gallimard publica Le Mot d’Esprit et ses rapports avec l’Inconscient (1905 alemán, 1917 inglés).[12]
Respecto a la ética del trabajo, Torras predicaba una diligencia intensa y constante en el trabajo a fin de evitar el mal de la pereza: ‹‹La peresa és incompatible amb qualsevol virtut cristiana o humana; és incompatible amb qualsevol de les perfeccions humanes, i això no tan sols en l’esfera moral, sinó també en el terreny intel·lectual.››[13] El trabajo es un requisito para ser considerado un hombre pleno: ‹‹El hombre que no trabaja casi no es persona››.[14]
La preocupación de Miró por este tema se relaciona probablemente por el problema de hiperactividad que parecía sufrir desde niño[15], hay numerosísimas afirmaciones sobre rl trabajo en su correspondencia y en sus declaraciones, hasta ser un lugar común. Apenas hay una carta suya en la que no haya referencias al trabajo, a lo mucho que trabaja, a que desea que su correspondiente pueda trabajar más, etc. El tenor es muy parecido a estas líneas suyas que dirige a Ricart en 1915: ‹‹Jo fins ara he treballat amb força; des de ja quelques dies estic ensopit; crec que això és motivat per la concentració en que hi he treballat durant la meva darrera època, que m’ha mostrat homs problemes a resoldre, fins ara desconeguts per mí, després d’aquest ensopiment crec jo vindrà una nova tanda de dies de treball.››[16] o, pocos meses después, ‹‹Jo crec deus estar treballant, que aquest és el deute de tot home qui té talent.››[17] El trabajo, siempre como disciplina creativa de la que extrae los mejores frutos, como razona Giralt-Miracle (1993):
‹‹El treball va ser la raó de ser de la seva vida, el motor que inspirava les seves idees i la seva producció. Si d’una banda era molt metòdic, pausat, reflexiu, com ho constaten els milers d’obres, dibuixos i esbossos preparatoris que va realitzar, d’altra, el mateix Miró confesava que treballava sota l’efecte d’una apassionamet i d’una compulsió que només a través de la feina aconseguia alliberar.››[18]
Y Alessandra Fornasiero (2003) comenta que:
‹‹Miró è um distratto attento, um sognatore risvegliato. I suoi sensi strarodinariamente acuti son sempre all’erta, senza parere, e questa tensione dello spirito che lui steso si riconosce proviene da una volontà caparbia di cuoi non lascia trapelare nulla. Di questa volontà, di questa perseveranza nello sforzo, spinta a volte fino all’ostinazione, tutta la sua vita ne porta il segno.››[19]

En cuanto al dinero, Torras consideraba la frugalidad y el ahorro como cualidades del buen cristiano, siguiendo los principios de la buena ética tanto católica como calvinista. De la preocupación de Miró por el dinero tenemos abundantes referencias, pero más matizadas, cuando no vergonzosas. Atesoraba el dinero con dedicación y contabilizaba minuciosa y cuidadosamente todos sus gastos, incluso cuando ya en la madurez tenía una desahogada posición. Su actitud austera en ocasiones ha sido tildada de tacañería (aunque jamás llegó a los extremos de un Dalí), pero no era sino su deseo de afirmar su independencia económica para poder mantener una familia y dedicarse libremente al arte (escribe en 1919 que ‹‹De quedar-me a Barcelona no veig altra solució que fer cualsevol carallada per poder pintar i guanyar els diners que per això es necessiten››[20]), y asimismo de probar irrefutablemente que había triunfado como artista pese a las lacerantes ironías y desconfianzas de su padre que tanto le habían avergonzado en su juventud.
Estas preocupaciones económicas explican en parte que Miró siempre, ya desde su juventud, pugnase por mostrarse en público como un artista que vivía de su trabajo y que había sufrido una terrible pobreza hasta que comenzó a vender bien su obra a finales de los años 20. Esa imagen que trasmitía de sí mismo es inexacta porque no ganó dinero salvo durante los breves meses de su trabajo en la droguería Dalmau en el otoño-invierno de 1910-1911 y por su escuálida venta a Dalmau del fondo de la exposición de 1918, así que su familia le mantuvo al menos hasta 1926, cuando él tenía ya 33 años, e incluso después los envíos familiares y las rentas de Mont-roig fueron esenciales hasta 1946.
En realidad, Miró en su juventud y más allá vivió casi siempre en una muy decorosa prosperidad, como un buen burgués perteneciente a una familia bien acomodada, puesto que, aunque fuera a regañadientes y salvo en ocasiones cuando querían presionarle, sus padres no le negaron el dinero necesario para ejercer como artista, vivir como bohemio o pasar sus vacaciones donde le gustara, con un modesto desahogo a condición de que no derrochase, lo que nunca hizo. Pero el ideal moral que deseaba era incompatible con su realidad personal, y esto le desgarraba, llevándole a extremar algunas facetas de su conducta.

También la ideología política de Torras, envuelta en un verbo apasionado y directo, resultó muy atractiva en las zonas rurales de la Muntanya catalana, de gran tradición carlista, y se convirtió en el modelo más exitoso de adaptación de la Iglesia a la nueva sociedad catalana, asentando su influencia social entre todas las capas de la burguesía y el campesinado, e incluso en muchos círculos obreros e intelectuales. En La Tradició catalana (1892), subtitulada Estudi del valor étic i racional del regionalisme català, ya planteó un discurso regionalista y tradicionalista, al margen de la pugna entre integristas y “mestissos”.[21] Pero, aunque era muy crítico con el Estado liberal de la Restauración, siendo autor de infinidad de documentos de denuncia contra las corrientes liberales y masónicas y sus peligrosas consecuencias de democracia, sufragio y laicismo, en realidad no pretendía levantar una alternativa al sistema (al contrario del absolutismo carlista), sino que se amoldaba a los parámetros políticos de la burguesía conservadora y regionalista catalana que temía el avance político de las masas obreras.
Así, como programa del regionalismo defendía la desaparición de los partidos políticos, la limitación del voto popular, la abolición de la mayoría numérica (a fin de dar más importancia al voto de la élite), el predominio del derecho histórico (pero emanado no de las instituciones democráticas, sino de las organizaciones sociales, en especial la Iglesia y las asociaciones conservadoras).[22] Repudiaba a los partidos no catalanistas de un modo virulento: ‹‹No devem mai fiar-nos dels partits que tot ho volen anar a cercar fora de casa.››[23] Carner también los denostará y el mismo Miró manifestará en alguna ocasión en su juventud su rechazo al régimen político de la Restauración. En suma, el credo político de Torras es que el regionalismo defiende los grandes principios de una sociedad sana, esto es la religión, la propiedad y la familia: ‹‹La religió, la propietat i la família, principis que d’una manera forta i blana aglutinen als homes entre si, i els restaurament de les quals tant necessita la nostra desconsolada societat, que es veu amenaçada de mort per la secta dels socialistes (...) eficaçment protegides i fecundades per la pràctica de la vida regional.››[24]

En abierto contraste con sus muy conservadoras posiciones políticas y sociales, promovió unas ideas tomadas del romanticismo —como la búsqueda de las raíces en el sentimiento estético de reivindicación de lo regional, que será una constante del pensamiento mironiano—, bastante abiertas respecto al arte y la cultura, desarrollando en este campo una alternativa católica más moderna, aperturista, que influyó decisivamente en el pensamiento de muchos artistas: Antoni Gaudí, los hermanos Llimona y la mayoría de los artistas del Círcol Artístic de Sant Lluc, la Academia de Belles Arts de Sant Jordi i la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat, que Torras, como consiliario, dominaba como un coto. Por sí mismo y a través de todos ellos influyó en el joven Miró. También llegó su influencia a la poesía, marcando, en fin, de un modo rotundo el ideario político y estético de la primera generación noucentista formada por Carner, Guerau de Liost, Ors...[25]
Pero contra la panoplia modernista se levantó el obispo Torras, quien criticó el modernismo como un exceso anárquico (salvo la obra de Gaudí y de Maragall, naturalmente).[26] Sin embargo, Vidal Oliveras (2002) explica que Torras i Bages era un conservador abierto a la modernidad, contrapuesto al modelo de un Gaudí que un cristiano más fanático e intransigente:
‹‹Frente a lo que se dicho en muchas ocasiones, la Iglesia católica catalana participa de este proyecto de modernización, que, dicho sea de paso, sintoniza con un movimiento más general a nivel europeo. Claro que representa el ala conservadora del Modernismo, pero no adopta una posición de censura frontal y convive Cno sin contradicciones y limitaciones con las transformaciones de la ciudad industrial. La expresión artística de esta iglesia se concreta en el Cercle artístic de St. Lluc, que aglutina críticos, artistas, arquitectos; su doctrinario: el obispo Torres [sic] i Bages, el gran teórico del catolicismo conservador. El arte que proponía Torres i Bages, era la expresión de valores cristianos y poseía sin duda alguna un registro de modernidad en el contexto de la época. Los hermanos Llimona Joan, el pintor, y Josep, que pasa por ser la cima de la escultura catalana del momento expresan este ideal; hoy en día los percibimos como creadores de una gran sensualidad. Y en todo caso tal vez por esta razón, respondían a un sentimiento cristiano, cristalino y diáfano.››[27]

Toda su obra escrita muestra que era un apasionado admirador como Miró de los místicos Teresa de Jesús, Juan de la Cruz y Fray Luis de Granada: ‹‹San Juan de la Cruz y Fray Luis de Granada sólo exhortaban a la perfección humana sin cohibir la libertad individual››.[28] Su ideal era el equilibrio de un espiritualismo atento a la satisfacción de las necesidades del cuerpo y de la mente, pero que no cayera en las trampas del racionalismo escéptico.[29] Su estética romántica (de reivindicación nacional catalanista) y neotomista (como De Wulf, Maritain, Menéndez y Pelayo, Étienne Gilson...) se encuentra desperdigada, además de en La tradició catalana, en numerosos artículos, sermones y conferencias, entre las que destacan De la fruïció artística (1894), De l’infinit i del límit en l’art (1896) y Del verb artístic (1897).[30] Su pensamiento estético está inspirado por sus lecturas de Platón, Aristóteles, Plotino, Dionisio Areopagita, San Agustín, Dante, Goethe, Taine, Verdaguer... y, sobre todo, Tomás de Aquino (de quien admira su racionalidad) y se define a sí mismo como tomista, considerando al arte como un medio de conocimiento de lo divino, sin confundirse con este: ‹‹L’art és un preàmbul de la religió, però no una religió, com la filosofia és un preàmbul de la fe, però no és la fe.››[31] En este sentido, Miró seguirá de un modo tenue la doctrina del tomismo a través de Torras y, más tarde, de Maritain, su pensador católico favorito en la madurez.
La ideología estética de Torras la resume así Colomer:
‹‹(...) la Renaixença cristianitzada amb el model medieval, apareix i s’aplica amb l’èxit en el lideratge de Torras al capdavant del Cercle Artístic de Sant Lluc. Calia retenir del modernisme tot allò que fos tradicional (medievalista) i expressiu del catalanisme (floralisme, localisme, gnòmica, etc.); se n’ahavien de suprimir, però, els aspectes exagerats, llibertaris i bohemis (liberalisme d’imatge i humorisme anticristià). Amb el naixent noucentisme calia fer el mateix: afavorir els aspectes clàssico-romanistes, la seriositat, la grandesa, el hieratisme, la serenitat i la gravetat; però calia injectar-hi la inspiració cristiana (en lloc d’un universalisme laic i fred) i el caràcter català (en lloc d’un cosmopolitisme generalista).››[32]
Su pensamiento lo difunde sobre todo entre sus tutelados en el Cercle Artístic de Sant Lluc, como Eugeni d’Ors, quien rechazaba el materialismo de Cézanne utilizando el concepto en el mismo sentido que Torras, quien defiende que ‹‹materialisme i Art són dos conceptes que mútuament es repel·leixen, com les tenebres i la llum››.[33] Santo Tomás de Aquino y Goethe le proporcionan la idea de que las formas sensibles son representaciones de las creaciones divinas y participan de su divinidad (una de las múltiples expresiones de la “falacia sentimental” romántica): ‹‹Les formes no són més que simulacres, però simulacres divins (...) [Tomás de Aquino] dient que en les formes sensibles hi ha una participació de similitud amb les substàncies o existències superiors, les quals parlen a l’ànima de l’home que les contempla.››[34] En consecuencia, el artista debe usar como modelo las formas naturales, frutos de la divinidad: ‹‹serà cert que no teniu més remei per a comunicar als homes el plaer de l’Infinit que valer-vos de les formes que ensenya amb gran eloqüència la mateixa naturalesa.››[35] Al tiempo, se interesa por la idea de infinito en el arte, lo que los posrrománticos (y Miró) entenderán como una vía para identificar el infinito en la naturaleza profunda de las pequeñas cosas:
‹‹L’Infinit és una condició per a conèixer bé lo finit; qui es fixa solament en aquest no tindrà mai una vera noció de l’existència, i, de consegüent, de la vida i, per tant, de la bellesa. Així com la llum física s’apaga quan està fora de l’aire, així també la llum misteriosa que dóna a una cosa el caràcter estètic, es desvaneix quan se la separa de la immensitat de l’horitzó que forma l’Infinit. (...) L’Art modern sent d’una manera molt fonda i viva el desig de l’Infinit; més que mai ara es parla de l’Art transcendental.››[36]
Así se puede comprender mejor que Miró declare (1981), poco antes del final, acerca de su amor por la naturaleza:
‹‹Para mí, una brizna de hierba tiene más importancia que un gran árbol, una piedrecilla más que una montaña, una libélula más que un águila. En la civilización occidental es necesario el volumen. La enorme montaña es la que tiene todos los privilegios... El ombligo que mira es una banalidad. Por el contrario, en los frescos románicos los ojos están por todas partes. El mundo entero te mira. Todo; en el cielo raso, en el árbol, por todas partes hay ojos. Para mí todo está vivo; ese árbol tiene tanta vida como esos animales, tiene un alma, un espíritu, no es sólo un tronco y hojas››[37]
Torras cree que la función del artista es ser un vidente que percibe la divinidad en la materia: ‹‹Sí, la fruïció artística reposa principalment en les espirituals visions, consisteix en sentir l’esperit vivint en la matèria: per això qualifiquem de vidents als grans artistes››.[38] Por consiguiente, critica al artista individualista, anarquista, que pretende distinguirse del resto con un arte forzadamente original, enemigo del carácter social del arte, del arte religioso y católico.[39]
Una tesis, que llevada al extremo de exigir un arte figurativo realista, le alejaría de los jóvenes artistas vanguardistas catalanes, como Miró, pero que se emparenta con el ideal de Torras (y compartido por Miró), de que el arte tiene una función moral y social, que es la elevación y progreso del hombre: ‹‹el fi de l’Art és essencialment humà i, per tant, si es dirigeix a l’home ha d’ésser per a perfeccionar-lo i ennoblir-lo.››[40]
Contra la idea de los artistas “anárquicos” de que el arte es absolutamente independiente (entre otras cosas, respecto a la moral), afirma que el arte debe obedecer a la ley divina, superior a los hombres y sus creaciones. En suma, el arte debe servir a Dios, a la Iglesia y al hombre, a través de una obra que eleve espiritualmente al hombre hasta la contemplación y la admiración de Dios. Y opina que el artista no sabe responder racionalmente sobre los misterios de su propia obra, porque el arte es irracional, no explicable:
‹‹LArt està ple de misteris. Si demaneu a l’artista la raó d’ésser de tots els elements de la seva obra, el perquè d’ells, d’on es tragué la llei de les colors, qui li ensenya l’expressió que devia donar als personatges que crea, no us sabrà respondre, ho ha fet sabent lo que feia, ho ha fet volent-lo fer; però la seva obra no ha sigut execució d’alguna regla concreta. L’obra d’art no es fa en motllo, ni el principi de la seva existència és deu a una fòrmula. És una nova criatura.››[41]
Torras considera que la inspiración del artista es casi siempre irracional, al igual que Miró pensará toda su vida: ‹‹En la fecundació intel·lectual de l’artista, en la concepció de la seva obra, tothom hi reconeix un element inexplicable: la conjunció entre el món de la matèria i el món dels esperits; la imaginació popular i la saviesa dels filosofs de l’antiguitat crearen muses i genis per a explicar el misteri (...) el nom d’inspiració››.[42]
La inspiración (el verbo artístico) tiene un origen muy complejo. Torras explica la teoría platónica del origen divino, la que más le gusta sin duda: ‹‹l’estat d’inspiració com efecte d>una influència divina.››[43], así como la tesis hegeliano-wagneriana del origen humano de la inspiración, que se halla en los profundos recovecos del yo del artista[44] y la tesis positivista de Taine de que la inspiración proviene del medio geográfico y social.[45] Propone la conciliación de las tres teorías en la tesis de Santo Tomás de Aquino, proplatónica, de que la inspiración (verbum cordis, el verbo del corazón) procede de Dios, aunque se expresa a través de sus criaturas: el hombre y la naturaleza.[46]
Atento al interés del arte griego para su proyecto, reivindica que ‹‹l’Art grec ha sigut proclamat com una summa manifestació de bellesa plàstica. (...) L’antiguitat, Grècia i Roma, fou essencialment religiosa. ho fou erradament, però ho fou en un grau eminent. Per això és indubtable que l’Art clàssic és profundament religiós.››[47] Con esto se legitimaba la mediterraneidad sensual, alejándola de una peligrosa adjetivación pagana y asienta las bases estéticas del noucentisme mediterraneísta en la ya muy próxima generación (faltan sólo 11 años para que D’Ors comience su glosario).
Influido por el romanticismo, sin desmerecer la románica, enaltece la importancia de la arquitectura gótica y relaciona la naturaleza y la religión, el árbol y el templo, y estos símbolos con la agricultura entendida como arte popular catalán (es evidente el paralelismo de estas ideas con las de Miró):
‹‹Perquè precisament en l’agricultura lo natural i lo sobrenatural es toquen. La naturalesa és com un temple, en ella hi sentim la religió; per lo qual l’art arquitectònic, cristià per excel·lència, l’art gòtic, s’inspira en els boscos i muntayes, i nosaltres dins d’una catedral gòtica hi sentim el misteri de Déu etern i infinit com dins d’un bosc; i fins el salmejar dels sacerdots en el cor, ens recorda el ritme de les grans harmonies naturals. La naturalesa i la religió estan íntimament relacionades. El signe de la nostra redempció és un arbre, l’arbre de la Santa Creu (...)››[48]
Dentro de esta recuperación medievalista, hace constantes invocaciones a Dante[49] como poeta cristiano, en el que se hermanan el amor por Dios y la belleza, en contraste con el pecaminoso Byron. Dante era un tema común para el arte catalán en los decenios anteriores[50] y será también uno de los poetas favoritos de Miró en estos años de formación, como consta en su correspondencia con Ricart. Torras valora las obras medievales (se entiende románicas y góticas), por su valor espiritual, aunque su valor técnico-plástico sea menor: ‹‹aquelles obres primitives ingènues, quasi puerils, però clares com un mirall per a expressar una situació o un estat espiritual (...) avui encara són cercats pels homes de la nostra civilització››.[51] Esto conecta plenamente con los intereses medievalistas de Miró, Marés, Galí y tantos otros artistas catalanes de esta época.
En cambio, critica a los modernistas e impresionistas por buscar un placer puramente espiritual con una obra que representa ‹‹ombres, figures i aparences, en lloc de la bellesa real, fruit del geni creador, que evoca racionalment amb grans afectes l’Infinit››[52] y en otra nota les apostrofa: ‹‹Els decadents, els impressionistes, els místics i tots els epilèptics de l’Art››.[53] Era el aspecto más oscuro de su juicio estético y es justo el que Miró no podía compartir ya desde 1912.

No menos importante, Torras sostenía una empeñada defensa del idioma catalán[54]desde la onomástica:
‹‹Què més ridícul que usar noms castellans i fins de vegades francesos o anglesos per anomenar persones nascudes i que han de morir al cor de Catalunya? Amb la intel·ligència que, quan els diminutius de que sol usar-se per als nens i per les nenes, difícilment pot trobar-se, fora de la italiana, llengua que els tingui més graciosos que la llengua catalana. Comparem, per exemple, Marieta i Antonieta a Mariquita i Antoñita. La més fàtua moda arriba a corrompre el bon gust natural dels homes.››[55]


El 7 de febrero de 1916 murió Josep Torras i Bages y dejó un hueco enorme. Había sujetado con una sabia mezcla de disciplina y mano izquierda las filas de los artistas católicos y desde entonces se produce una especie de anarquía, que explica en parte que Miró, Artigas, Torres García y otros jóvenes artistas antes cobijados bajo sus alas deriven hacia ideas estéticas que Torras jamás hubiera aceptado. Carner, quien ya le había dedicado un poema en 1900, escribió un poema panegírico, cuyo contenido es explícito acerca de lo que sentían sus huérfanos espirituales: ‹‹Oh Pare i mestre que te n’han anat / pels camins de l’eternitat! / (...) / Oh Catalunya, camp ara mateix sembrat, / novella nau, encara no gosada, / casa d’ahir, tot just embanderada, / infant al caire de la humanitat, / sigues en pau, que Ell tha senyat!››[54]

NOTAS.
[1] Torras era un paradigma de la Iglesia catalanista y fue defendido como tal incluso en la época franquista. Cuando el falangista José María Fontana (de Reus, fue jefe provincial de FET y de las Jons en 1939 y autor del libro Los catalanes en la guerra de España, 1951, un éxito editorial de la época), atacó a Torras por su catalanismo, a finales de 1951, en un artículo en la revista “Mundo Hispánico”, recibió un duro contraataque de la Iglesia catalana. [Thomàs, Joan M. 1951; ressò i polèmica a l’entorn de la publicació de Los catalanes en la guerra de España de José María Fontana. “L’Avenç”, 178 (II-1994): 62.] Su influencia aún era tan importante como para que la Iglesia catalana conmemorase su cincuentenario en 1966. [“La Vanguardia Española” (6-II-1966) 49].
[2] Carme Arnau en introducción a Torras. La tradició catalana. 1981 (1892, 1906): 11. También lo cita Costafreda, en Riquer, Història. Política, Societat i Cultura dels Països Catalans. 1995: 133. Parece que se basan en Vicente Cacho Viu, Catalanismo y catolicismo en el ambiente intelectual finisecular, en José Manuel Cuenca (ed.), Aproximación a la historia social de la Iglesia española contemporánea. Ed. Colegio Universitario del Escorial. 1978: 304, que aunque éste apunta la falta de una constatación documental y sugiere que es una idea tardía. En una atenta relectura de las obras de Torras tampoco hemos encontrado esta frase, pero, en todo caso, se ajusta perfectamente a su pensamiento y probablemente la pronunció en un sermón o conferencia no transcrito y perduró con éxito por la fuerza inmediata de su mensaje.
[3] Una anécdota lo ilustra: al parecer el Arzobispo de Santiago de Chile favoreció la boda de Josep Carner con Carmen de Ossa, porque Carner llevaba una carta de presentación de Torras, a quien admiraba. [Manent, Albert. Josep Carner i el noucentisme. 1988 (1969): 178].
[4] Solé Tura, Jordi. Catalanismo y revolución burguesa. 1970: 79. cit. Bozal. Pintura y escultura españolas del siglo XX (1900-1939). 1995: 44.
[5] Torras. La tradició catalana. 1981 (1892): 79.
[6] Por ejemplo Miró escribe ‹‹En estos tiempos de pederastas y esnobs, habríamos de golpear muy duro a este grupo de imbéciles.›› [Carta de Miró a P. Matisse, en Nueva York. París (14-XII-1936). cit. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 133. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 145. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 195-196.] Miró utiliza aquí “pederasta” como sinónimo de débil, pero en esa época era una forma ampliamente reconocida de referirse a los homosexuales. Estos ya teneían entonces una presencia normalizada en los ambientes artísticos y literarios de vanguardia y Miró aprendió pronto a mantener un trato respetuoso con ellos, pero su tolerancia ha facilitado que se propalen rumores entre los estudiosos acerca de tendencias o episodios homosexuales en la vida de Miró, argumentando que sólo tuvo una hija y además en el primer año de matrimonio y las quejas de su esposa por no tener más, su iconografía de la mujer como un ser amenazador y agresivo, su discreción acerca de sus relaciones sentimentales, y sus numerosas relaciones de sincera amistad con homosexuales. Ciertamente, su rechazo moral no le impidió tratar a tan notorios como los poetas René Crevel y Evan Shipman, el escritor Louis Aragon (aunque bisexual), el poeta y marchante Jacques Viot, los artistas Louis Marcoussis, Robert Rauschenberg y Jasper Johns, el músico John Cage y su pareja el bailarín Merce Cunningham, y muchos más. No obstante, mi conclusión es que ni siquiera tuvo escarceos homosexuales, debido a que jamás muestra una atracción sospechosa en sus cartas o testimonios; en mi investigación han surgido varias relaciones heterosexuales de antes de su matrimonio, pese a que él procuraba ocultarlas con discreción y caballerosidad; la férrea formación religiosa que impregnaba su vida; sus amigos a los que he entrevistado ni siquiera sospechaban algo así; y su esposa estaba celosa de sus relaciones con otras mujeres, nunca con hombres. Esto explica que mis análisis sobre la sexualidad en sus imágenes obvien siempre esta interpretación, por no tener fundamento.
[7] Breton (1928): ‹‹Acuso a los pederastas de proponer a la tolerancia humana una carencia mental y moral que busca erigirse en sistema, paralizando todas las empresas que respeto››. Man Ray (1928): ‹‹(...) las relaciones sentimentales entre hombres me han parecido siempre peor que entre hombre y mujer.›› [cit. Pariente. Diccionario temático del surrealismo. 1996: 173.]
[8] Torras. La formació del caràcter (1899) en Obres completes. v. II, 1986: 537.
[9] Carta de Miró a Roland Tual, en París. Mont-roig (31-VII-1922). En francés. Reprod. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 79-80. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 91-92. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 131-133. Repetirá las mismas palabras en el filme de Bouchard, tres decenios después.
[10] Breton y Freud mantuvieron una correspondencia en diciembre de 1932 sobre un problema académico de citas de este libro. Reproducida en “Le Surréalisme au service de la révolution”, nº 5 (1933): 10-11, denota sobre todo la admiración que Breton sentía por el austriaco.
[11] La publicidad de esta edición aparece en una página inicial de “La Révolution Surréaliste”, nº 9-10 (1-X-1927).
[12] Jean Frois-Wittman celebra el aumento del interés del público francés por las teorías de Freud en Les Mots d’Esprit et l’Inconscient. “Le Surréalisme au service de la révolution”, nº 2 (1930): 26-29. Le sigue un artículo de Breton, Le médecine mentale devant le surréalisme, en 29-32. El nº 4 (1932) tiene más artículos sobre el inconsciente, tema recurrente de la revista.
[13] Torras. La formació del caràcter (1899) en Obres completes. v. II, 1986: 582.
[14] Torras. Lo eterno y lo variable del cuerpo social (Discurso en la Semana Social de Sevilla, 1908) en Obres completes. v. III, 1987: 243.
[15] Arte Miró. Biografía (1893-1983). Temas: La hiperactividad de Miró.* [https://artcontemporanigeneral.blogspot.com/2011/11/el-problema-de-hiperactividad-de-joan.html]
[16] Carta de Miró a Ricart. Barcelona (15-III-1915) BMB 445.
[17] Carta de Miró a Ricart. Barcelona (10-VI-1915) BMB 446.
[18] Giralt-Miracle, Daniel. Les “energies” vitals i creatives de Joan Miró. 1993: 12.
[19] Fornasiero. Miró e Dalí. La pittura catalana degli anni venti. *<Picasso, Miró, Dalí tra Modernismo e Avanguardia nella pittura cattalana del primo Novecento>. Cremona. Museo civico Ala Ponzone (2003): 71. Trata a Miró en 71-78 y Dalí en 79-81.
[20] Carta de Miró a Ricart. Mont-roig (Domingo, febrero, 1920) BMB 485.
[21] La Tradició Catalana fue una lectura casi obligada de los catalanistas católicos hasta los años años 40. Por ejemplo, fue la única lectura “catalanista” del joven Alexandre Cirici durante los años de la guerra civil, después de muchas recomendaciones. [Cirici. A cor batent. 1976: 203.]
[22] Torras. Influència moralitzadora del Regionalisme (1887), en Obres completes. v. II, 1986, 7-16. En especial 13-14. Solé Tura lo resume en: ‹‹Torras formula una programa completo de regionalismo tradicionalista, directamente opuesto a las fórmulas del centralismo político y del “nihilismo revolucionario”: 1. Admisión de la existencia de una sustancia nacional invariable. 2. Abolición del poder del sufragio universal y de la mayoría numérica. Los ciudadanos no pueden declarar ni definir el derecho: han de ser los órganos sociales indicados por la naturaleza misma de las cosas. 3. Abolición de los partidos políticos: la vida política debe fundarse en la familia, el municipio, la comarca, las asociaciones eclesiásticas, literarias, agrícolas, industriales, etc. 4. Rechazo de la revolución y de la violencia como formas de implantación del regionalismo: no debe imponerse por la fuerza sino por su propia virtualidad››. [Solé Tura, J. Catalanismo y revolución burguesa. 1970: 89. cit. Bozal. Pintura y escultura españolas del siglo XX (1900-1939). 1995: 44].
[23] Torras. cit. Sobre el 1501 aniversario de Josep Torras i Bages, “El País Quadern”, 706 (12-IX-1996).
[24] Torras. Consideracions sociològiques sobre el Regionalisme (1893), en Obres completes. v. II, 1986, 36-94. cit. en p. 70.
[25] Las conferencias de Torras eran su recurso favorito, ante asistencias multitudinarias, por ejemplo, en la Academia de la Llengua Catalana (dominada por el padre Ignasi Casanovas y en la que también dieron conferencias Verdaguer y Josep Carner). Su estilo popular y sus contactos hicieron que fuera llamado en bastantes ocasiones para presidir jurados de premios de poesía, en especial los Jocs Florals, aprovechando la ocasión para lanzar sus discursos. En 1905 la revista “Catalunya”, dirigida por Josep Carner, le dedicará un número especial a él y los Jocs Florals. En el nº 35-36, la revista proclamará: ‹‹Serem defensors del sentit Tradicional del Catalanisme, de l’Art Cristià, de la Fe, de la Serenitat i del Treball seguit i sense defalliment››. Es el mismo ideario de Torras. Véase: Manent. Josep Carner i el noucentisme. 1988 (1969): 38-41; y Osvald Cardona. El temps de Josep Carner. Barcelona. 1967: 14. 
[26] Casals, Josep. Nou-cents i modernitat. “El País”, Quadern nº 113 (24-XI-1984) 3. Torras era crítico respecto al modernismo, al que consideraba una importación nórdica sin raíces mediterráneas, aunque su llegada significaba que había una necesidad espiritual insatisfecha de los jóvenes catalanes. Un resumen de las críticas de Torras al modernismo en Castellanos. Raimon Casellas i el Modernisme. 1983. v. I: 172-218, especialmente 205-213. Véase sobre todo Torras. De la fruïció artística (primera conferencia al Círcol Artístic de Sant Lluc, 1-III-1894), en Obres completes. v. II, 1986, 216-256; también Torras. L’art modernista, en Notes d’art (inéditas, 1936), en Obres completes. v. II, 1986: 435. En otra nota, escribe que: ‹‹L’Art modernista de tot fa misteris; és la reacció exagerada d’aquella tendència que volia anihilar els misteris››. [Torras. Nòtules d’art agnòstic, en Notes d’art (inéditas, 1936), en Obres completes. v. II, 1986: 484]. En otro fragmento, Torras declara que modernismo y cristianismo son opuestos, porque el primero no quiere tener fe, se guía sólo por la razón, que al final siempre cae en el escepticismo. [L’art modernista i l’idealisme cristià, en Notes d’art (inéditas, 1936), op. cit.: 451]. En esta última nota Torras hace una referencia a consultar un asunto de arte moderno a Artigas, seguramente Llorens Artigas, quien era socio del Círcol de Sant Lluc y muy católico.
[27] Vidal Oliveras, Jaume. Formas líquidas. “El Cultural” (20 a 26-III-2002) 32-33.
[28] Torras. Los excesos del Estado (1906), en Obres completes. v. III, 1987: 187.
[29] Torras. Devoción al Sagrado Corazón de Jesús (1881), en Obres completes. v. I, 1984: 62-63 y 73.
[30] Se pueden consultar Torras i Bages, J. Obras completas. PAM. Barcelona. 1991. 3 vs. (consulta en BMB de Vilanova). Una monografía interesante es el resumen de la tesis doctoral de Oriol Colomer i Carles, El pensament de Torras i Bages (1991). Una ampliación sobre el tema más específico de su estética, del mismo Colomer, es Josep Torras i Bages en el Cercle Artístic de Sant Lluc: un model estètic de catalanisme cristià, 21-26, en <Cercle Artístic de Sant Lluc 1893-1993. Cent anys>. Barcelona. Pia Almoina (abril-junio 1993); comprende una lista de obras de estética de Bages en p. 22. También Valentí, Eduard. El programa antimodernista de Torras i Bages, en Els clàssics i la literatura moderna. Barcelona. 1972: 152-187; y El primer modernismo literario catalán y sus fundamentos ideológicos, 1973: 243-265. No hemos consultado el libro de Carles Cardó. Doctrina estètica del Dr. Torras i Bages. Barcelona. 1919. El pensamiento estético deTorras i Bages se encuentra sobre todo en: De la fruïció artística (primera conferencia al Círcol Artístic de Sant Lluc, 1-III-1894), en Obres completes. v. II, 1986, 216-256. De l’infinit i del límit en l’art (segunda conferencia al Círcol Artístic de Sant Lluc, V-1896), en op. cit. 257-293. Del verb artístic (tercera conferencia al Círcol Artístic de Sant Lluc, IV-1897), en op. cit. 293-333. Llei d’art (conferencia al Círcol Artístic de Sant Lluc, XI-1905), en op. cit. 333-372. Ofici espiritual de l’art (discurso en sesión inaugural del Primer Congrés d’Art Cristià a Catalunya, Palau de Belles Arts de Barcelona, 1913), en op. cit. 373-403. La Glorificació de l’art del pagès (¿hacia 1895?), en op. cit. 404-406. La belleza en la vida social (discurso de entrada en la Acadèmica Provincial de Belles Arts de Barcelona, 27-XII-1896), en op. cit. 406-425. Notes dart (inéditas, pub. en Estètiques, Barcelona, 1936), en op. cit. 425-491.
[31] Torras. Notes d’art. en Obres Completes: II. 452. Les Notes d’art aparecieron póstumamente en 1936.
[32] Colomer, Oriol. Josep Torras i Bages en el Cercle Artístic de Sant Lluc: un model estètic de catalanisme cristià, en <Cercle Artístic de Sant Lluc 1893-1993. Cent anys>. Barcelona. Pia Almoina (abril-junio 1993): 22.
[33] Torras. De la fruïció artística (1894), en Obres completes. v. II, 1986: 217-218.
[34] Torras. De la fruïció artística (1894), en Obres completes. v. II, 1986: 221-222.
[35] Torras. De l’infinit i del límit en l’art (1896), en Obres completes. v. II, 1986: 288.
[36] Torras. De l’infinit i del límit en l’art (1896), en Obres completes. v. II, 1986: 266.
[37] Permanyer, Lluís. Revelaciones de Miró. Entrevistas hasta 1981. Especial “La Vanguardia” Miró 100 años (IV-1993) 4-5.
[38] Torras. De la fruïció artística (1894), en Obres completes. v. II, 1986: 222.
[39] Torras. Llei d’art (1905), en Obres completes. v. II, 1986: 344.
[40] Torras. De la fruïció artística (1894), en Obres completes. v. II, 1986: 252. También: ‹‹L’elevació de l’home, el progrés de l’home, és el fi de l’Art››: op. cit. 254.
[41] Torras. Del verb artístic (1897), en Obres completes. v. II, 1986: 293-294.
[42] Torras. Del verb artístic (1897), en Obres completes. v. II, 1986: 295-296.
[43] Torras. Del verb artístic (1897), en Obres completes. v. II, 1986: 306.
[44] Torras. Del verb artístic (1897), en Obres completes. v. II, 1986: 306-313.
[45] Torras. Del verb artístic (1897), en Obres completes. v. II, 1986: 313-317.
[46] Torras. Del verb artístic (1897), en Obres completes. v. II, 1986: 318-333.
[47] Torras. Llei d’art (1905), en Obres completes. v. II, 1986: 364. Otra reflexión semejante: ‹‹debido tributo al Arte y a la civilización helénicos, que en el orden natural son quizá el factor más importante en la génesis de la civilización cristiana››.Torras. La belleza en la vida social (1896), en Obres completes. v. II, 1986: 413.
[48] Torras. La Glorificació de l’art del pagès (¿hacia 1895?), en Obres completes. 1986. v. II: 404-406.
[49] Referencias a Dante en Torras. Obres completes. v. II, 1986: 258, 259, 381, 432... Su estima al poeta italiano equivalía a la que le profesaban los poetas y filólogos de la Renaixença y del 1900 (como Pompeu Fabra), que admiraban su calidad de referente fundacional de la poesía italiana, y de primer defensor de las “lenguas vulgares” en De vulgari eloquentia, lo que reivindicaba de la altura intelectual de la propia lengua catalana.
[50] Por ejemplo, el escultor Jeroni Suñol (Barcelona, 1839-Madrid, 1902) realiza un bronce realista Dante (1864), que Miró pudo admirar en el MNAC de Barcelona.
[51] Torras. Ofici espiritual de l’art (1913), en Obres completes. v. II, 1986: 381.
[52] Torras. Nòtules d’art agnòstic, en Notes d’art (inéditas, 1936), en Obres completes. v. II, 1986: 463.
[53] Torras. Nòtules d’art agnòstic, en Notes d’art (inéditas, 1936), en Obres completes. v. II, 1986: 464.
[54] Carner. La deixa (1916), en Carner, Josep. Poesia. 1992: 142.  
[55] Sobre su concepción más doctrinal del tema de la lengua véase Torras. La tradició catalana. 1981 (1892, 1906): 42-57.
[56] Torras. La tradició catalana. 1981 (1892): 81. Parece que la fuente es un sermón referente a los nombres impuestos a los recién nacidos.

Fuentes.
Internet.

Libros.


Torras i Bages, J. Obres completes. Ed. Abadia de Montserrat. Col. Abad Oliva, nº 36, 39, 50. Barcelona. 1984, 1986, 1987. 3 vols. 718, 714, 776 pp. Destaca su libro La tradició catalana (1892, 1906; reed. 1981).
Colomer i Carles, Oriol. El pensament de Torras i Bages. Ed. Claret. Barcelona. 1991. 180 pp.

Artículos.
Anónimo. Sobre el 150º aniversario de Josep Torras i Bages. “El País” Quadern, nº 706, Barcelona, (12-IX-1996).

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