El artista y crítico de arte español Feliu Elias (Joan Sacs; Apa) (1878-1948) y
su relación con Joan Miró.
Feliu
Elias i Bracons (Barcelona, 9-X-1878 a 1948). Artista, crítico e historiador de
arte. Miembro del Cercle Artístic de Sant
Lluc, profesor de Historia del Arte en la Escola Superior. Se hizo famoso en Cataluña bajo dos pseudónimos, el crítico “Joan Sacs” y el dibujante “Apa”. Fue un contumaz defensor
de unas posiciones políticas muy progresistas y francófilas, en contradicción con sus gustos estéticos
conservadores y proalemanes. [Fontbona, F. El “Noucentisme” y otras corrientes postmodernistas, en Ainaud et al. Cataluña. 1978. Vol. II: 249-250.] Fundó junto a Gargallo, Nonell... la asociación "les Arts i els Artistes” (1910-1933).
Portada de "Apa" sobre la batalla de Verdún. Durante la Gran Guerra colaboró en la revista francófila "Iberia", financiada por el Ministerio de Asuntos Exteriores francés.
Fue partidario del realismo y de sus movimientos
herederos, el impresionismo y el posimpresionismo, y se escoró contra la
corriente conservadora de D'Ors, pero adoptó estéticamente una posición
contraria a las vanguardias europeas y sus seguidores en Cataluña, aunque no se
cerró a ocasionales colaboraciones en las revistas en las que participó e
incluso dirigió, como “Nova Revista” (1916) o “Vell i Nou” (desde 1918) o en
sus críticas de arte en “El Poble Català”, “La Publicitat” y “Revista de
Catalunya”.
Feliu Elias se mantuvo siempre fiel al realismo, como artista tanto
como crítico. Su gusto arcaico se refleja en la comparación de su El gerro
blau (El vaso azul, 1934, MNAC) y un anterior bodegón de influencia
cubista de Miró como Mesa con guante, en los cuales cierta similitud en
la disposición de los elementos destaca aún más la notable diferencia en la
perspectiva, la línea, el color...
En cambio, mucho más cercana a Miró era su
faceta de dibujante o mejor caricaturista como “Apa”, en la que sobresalió primero en
“Cucut!” y después en la revista “Papitu” (apareció el 25-XI-1908), que dirigió
en la etapa de 1908-1911, con colaboraciones gráficas del mismo Elias, Nonell,
Colom, Labarta, Josep M. Junoy, Humbert, Nogués, etc., y textos de Mario
Aguilar, Ramon Reventós y Francesc Pujols.
Su relación con Joan Miró.
El artista, crítico
e historiador de arte Feliu Elias (1878-1948) fue conocido con el alias ‘Joan Sacs’
en su faceta de crítico. Como tal y debido a su ideario realista, fue implacable
con Miró, a quien achacaba caer en deformaciones de la realidad. Cuando no le atacaba,
procuraba silenciar su obra en las revistas que dirigía, como ocurrió en “Nova
Revista” (1916) y más tarde en la catalanista “Revista de Catalunya”, en sus dos épocas, la más extensa en 1924-1932 y otra
muy breve en 1934, cuyos contenidos se amoldaban al pensamiento noucentista tardío. Influía además en otro
crítico (más conocido en su vertiente de ensayista filosófico) prestigioso, Francesc
Pujols (1882-1962), que guardó siempre un pétreo silencio sobre Miró, y en cambio
era un apologeta de Gaudí, Jujol, Dalí…
Sacs no tenía una inquina
especial contra Miró, pues atacó también y duramente a casi toda la joven generación
que comenzó a exhibir en 1910 [Miralles,
F. Llorens Artigas. Catàleg d’obra. 1992: n. 131, p. 90.].
En un artículo de
1917 escribía que a pesar de diversas experiencias —la Academia Galí, la Escola
de Bells Oficis, el colegio Mont-d’Or (donde enseñaba Torres García), la Escuela
de Mallol— la enseñanza del dibujo no había mejorado en Cataluña y ponía un ejemplo:
‹‹Al col·legi Mont-d’Or, Joaquim Torres-García no dóna més que pseudo-Rusiñols,
minsos Torres-García, Mirs magrisots i passats per aigua. (...) en 15 anys no
ha sortit un deixeble aprofitat d’aquestes ensenyances.›› [Sacs, J. La pedagogia del dibuix. “Vell i Nou”, v. 3,
nº 52 (X-1917).]
Artigas le respondió
con otro artículo en el que defendía la enseñanza de Galí y enumeraba los buenos
artistas que se habían formado con éste, como el mismo Artigas, Josep Aragay,
Rafael Benet, Marià Espinal, Goitia, Manuel Humbert, Joan Miró, Ignasi Mallol, Esteve
Monegal, Joan Mirambell, Enric C. Ricart, Francesc Vayreda... [Artigas, Llorens. La pedagogia del dibuix. “La Veu de Catalunya” (5-XI-1917).]
Pese a esto, al parecer
Sacs comparte y tal vez influye en algunas de las ideas mironianas de la época.
Por ejemplo, valora especialmente al neoclasicista David, como el primer pintor
que comprendió el valor de la realidad pura y se interesó por los primitivos
griegos: ‹‹Sigué en David el primer primitivista.›› [Sacs. La pintura francesa moderna fins al cubisme.
Edicions de la Revista. Barcelona. 1917: 42-43, cit. 43] Miró, a su vez, considerará a
David hacia 1920-1921, en los inicios de su vida en París, como uno de sus grandes
maestros.
Sacs en otro artículo
(1917) admira también a los impresionistas y a los postimpresionistas como Gauguin:
‹‹En Gauguin no pretenia altra cosa que inculcar l’esperit del primitivisme,
que és tot ell realisme pur, per oposició al verisme de la pintura contemporània
nostra i volia treure d’un cop totes les capes de convenció que han ocultat, durant
el curs de les edats, la pura realitat que els primers homes havien certament copçat,
a jutjar per les llurs obres.›› [Sacs. La
pintura francesa moderna fins al cubisme. 1917: 111.] Ya en 1914 le consideraba el
‹‹fundador de l’escola primitivista moderna›› [Sacs. Gauguin i el primitivisme. “Revista Nova”, Barcelona, 20 (20-VIII-1914)
4. Reprod. *<La generación del 14, entre el novecentismo y la vanguardia (1906-1926)>.
Madrid. Fundación Cultural Mapfre Vida (26 abril-16 junio 2002): 259-260, cit.
260.], el artista
que había abierto un fértil camino a los siguientes primitivistas. Y recordemos
que Miró es unos de estos seguidores de Gauguin, tanto por su cloisonismo como
por su primitivismo.
Sacs comparte con Miró
la opinión de que el Romanticismo realista de Delacroix pervivió en la obra realista
de Courbet y pasó un periodo de peligro con el Simbolismo (o Sintetismo), por
su facilidad para caer en una enfermiza fantasía. [Sacs. La pintura francesa moderna fins al cubisme.
1917: 113. Es notable la supervivencia del interés por Delacroix entre los
vanguardistas, como prueba el artículo de Paul Jamot. L’exposition Delacroix. “Documents” 5 (1930) 249-260.]
Sacs también considera
que el Sintetismo de principios del siglo XX es el Fauvismo: ‹‹Es la herència
d’En Gauguin atemperada en la seva irritació simbòlica pel concepte cezannià,
l’objectivisme furiós del qual és com el contrapès del subjectivisme exclusiu a
que devalla el Simbolisme››. [Sacs. La
pintura francesa moderna fins al cubisme. 1917: 114.] Empero, critica del fauvismo
su máxima de “la plus grande intensité avec le moindre effort” (que Miró hará
suya en su madurez), porque su exceso lleva a una engañosa simplicidad. Destaca
su estudio del cubismo, sobre el que había leído varios ensayos. [En su libro Sacs cita: Junoy, J.M. Arte y Artistas.
1912. Raynal,
M. Essai d’un définition de la peinture cubiste. “Correo de las Letras y de las Artes”, nº 2 (XII-1912).
Apollinaire,
G. La peinture cubiste. Editions Figuière. París. 1917. Gleizes, Albert;
Metzinger. Du Cubisme. Editions Figuière. París. 1917 (es una reed. de 1 de 1912).]
Se cubre respecto al
futuro, aceptando que tal vez tenga sus valores artísticos, pero con evidente desgana,
y “postrofa: ‹‹Potser que el Cubisme siga una escola de positiu valor pictòric,
malgrat la teorització deficient que l’anuncia i el defineix. (...) La pintura
cubista s’ens presenta
inintel·ligible i monstruosa.››
[Sacs. La pintura
francesa moderna fins al cubisme. 1917: 161.] Nos pone en guardia sobre la propensión cubista
a abandonar el realismo y caer, debido a la deformación de la realidad, en la fantasía.
Esta crítica seguramente fue la misma que hicieron Miró, Artigas y otros jóvenes
vanguardistas catalanes:
‹‹Al revés de la simplificació
i l’abstencionisme realistes, el Cubisme tendeix a la disgregació i a la prolixitat.
L’objecte no’s posa pas en evidència i no’s revel·la, ai! no’s revel·la als cubistes,
que el diversifiquen i el barregen, amb caràcter de comparsa, amb totes les fantasies
i equívocs de la imaginació desbridada. L’objecte en sí no té pels cubistes valor
plàstic propi, sinó un valor secundari de provocació, de suggestió, pels fins subjectivistes,
fins que tal vegada seràn fèrtils en simfonies i cantates però que anorrearàn tota
pintura, tota escultura que s’en refii exclusivament.›› [Sacs. La pintura francesa moderna
fins al cubisme. 1917: 148.]
Buena parte de estas
ideas críticas respecto al cubismo y las vanguardias son las mismas que Miró defiende
en estos mismos años 1917-1922.
A Sacs se debería en parte tal vez que Miró superase la atracción
del cubismo para comenzar en el verano de 1918 su particular “retorno al orden”,
su “retorno a la tierra”. Pero, durante su caminar había evolucionado, había comprendido
las aportaciones plásticas del cubismo, como antes lo había hecho con las de los
movimientos postimpresionista, fauvista, etc. Su eclecticismo de esta época es una
necesaria etapa previa a la forja de un estilo propio, transgresor y vanguardista.
Además, Sacs, con su
famoso alias de Apa, era un caricaturista excelente, innovador en las formas (con
una tendencia a la simplicidad que le llevaba incluso a la deformación figurativa)
y agresivo en los mensajes, y esta parte de su obra pudo repercutir destacadamente
en Miró, como apunta Fanés en los tres apartados de un libro en el que explora
la influencia del mundo icónico de la historieta, especialmente la catalana, sobre
el Miró transgresor de los años 20 [Fanés. Pintura, collage,
cultura de masas. Joan Miró, 1919-1934. 2007: 165-167].
Nos encontramos pues
ante una situación sorprendente. Miró creía y había hecho suyas gran parte de
las ideas de Sacs, pero no enteramente y esto Sacs no podía aceptarlo. En el fondo,
éste era un hegeliano y creía que el estadio del arte puro, el realista, ya se
había alcanzado. Miró, por su parte, quería ir más allá, no copiar simplemente el
arte aceptado oficialmente por el noucentismo. Su incapacidad de rendirse le
llevó al enfrentamiento, y finalmente a dejar atrás sus intentos de convivir con
Sacs y el noucentismo. En cambio, Artigas, Ricart, Ràfols y otros artistas catalanes,
se entregaron mansamente durante los años 20, su evolución acabó y se anquilosaron
en un post-noucentismo estéril. Miró se convirtió en un artista “universal”, y
sus coetáneos se quedaron en artistas “locales”.
No obstante, Miró jamás
se libró de parte de las ideas estéticas de Sacs y los noucentistas. Siempre guardó
la convicción de que, en el fondo, el arte debía ser realista, y que la imaginación
desbocada era peligrosa y debía ser refrenada, conducida, controlada. Su lucha
por lograr un equilibrio entre realidad e imaginación, una empresa casi imposible,
le llevó toda la vida y en ese conflicto cuajaron sus mejores cualidades de creador,
su genio artístico.
Fuentes.
Internet.
Exposiciones.
*<Picasso, Miró, Dalí y los orígenes
del Arte Contemporáneo en España>. Frankfort. Schirn Kuntshalle (1991):
biografía p. 158, obra p. 159.
<Feliu Elias “Apa”>.
Barcelona. Museu d’Art Modern (28 mayo-20 julio 1986). Cat. 260 pp.
Libros.
Antolín Paz, M. (dir.). Diccionario de
pintores y escultores españoles del siglo XX. 1994: 1076.
Bénézit, E. Dictionnaire
des peintres, sculpteurs, désignateurs et graveurs. Gründ. París. 1976. 10 vs. Reed.
Jacques Busse (dir.). 1999. 14 vs. Vol. 5, p.
92.
Bozal. Pintura y escultura españolas
del siglo XX (1900-1939). 1992: 120-125.
Artículos.
Artigas, E. El senyor Elias s’ha enfadat. “La Veu de Catalunya” (11-III-1918).
Reprod. Josep Llorens Artigas: Escrits
d’art. 1993: 28-32. Artigas ensalzaba
en un artículo las facetas de Elias como caricaturista y crítico de arte, pero
rebajaba a solo regular su talento de pintor, presentándolo como un “germanófilo”
de estilo fotográfico. Elias se revolvió contra Artigas y este le replica en
este artículo; un intercambio que muestra las pasiones del mundillo artístico catalán
de la época.
Tal vez debería decirse que la primera exposición individual de Joan Miró en las Galerías Dalmau de Barcelona mereció, de parte de J. Sacs en La Publicidad, una crítica tan dura como esta: «Un novato propenso al amaneramiento, magnífico atrevido, detestable colorista.» Por suerte, en "Vell i Nou", Pere Oliver auguró que estaba ante "un futuro gran pintor".
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