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viernes, noviembre 08, 2024

Joan Miró en 1931.

Joan Miró en 1931.
La vida de Joan Miró cambiará de manera profunda durante la II República y la Guerra Civil que le pone fin. Por ello debemos profundizar en varios aspectos de su contexto histórico.

El inicio de la II República.
En 1931 en España terminó de hundirse la monarquía. El go­bier­no del general Berenguer (enero 1930-febrero 1931) había reprimido con excesiva dureza el primer movimiento revoluciona­rio de diciembre de 1930, y fue sustituido por el almirante Az­nar (19 fe­brero-14 abril 1931), con la in­tención de fre­nar la agitación popular, con parti­ci­pa­ción de la Lliga Regionalista. Pero la repre­sión continuó y ello popularizó más la cau­sa republicana, que se ex­tendió con huel­gas y mani­festaciones de estu­dian­tes en marzo y ese mismo mes en Cataluña, al fundar Macià el partido Es­querra Repu­blica­na de Ca­ta­luña (ERC).
Las elecciones municipales del 12 de abril se convirtieron de hecho en un plebiscito sobre la monarquía y el triunfo en las ciu­da­des a la coalición ­re­publica­no-so­cia­lista llevó de in­mediato a la pro­clamación de la Repú­blica (14 de abril) en Ma­drid y Bar­celona (donde Macià proclamó “Estat català”) y a un ultimátum al rey para que abdicara. Entonces, los políticos monárquicos Romanones y Marañón, y los milita­res, aconsejaron a Al­fonso XIII que abandonase el país para evi­tar una guerra civil, lo que hizo, sin abdi­car, rumbo a Marsella; en noviembre es encausado por alta traición, pero ya no volverá.
La Segunda República nacía de un modo muy distinto al de la Primera en 1874. Ahora venía sostenida por un amplio movi­miento de la opinión pública y un gran consenso de la mayoría de los dirigentes políticos. El Ejército adoptó una actitud pasiva: el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, se puso de lado de la República el mismo 14 de abril. En cambio, una semana después, el general Franco, en cam­bio, publicó una carta en el “ABC” (21-IV-1931) declarando su leal­tad ‹‹a quienes hasta ayer encarnaron la representación de la nación en el régimen monárquico›› y el general Mola fue detenido y enjui­cia­do por sus servicios a la monarquía (absuelto, fue se­parado del ejército hasta 1934).

Comien­za un periodo de ex­traor­di­naria intensi­dad en la po­lítica y la cultu­ra. El Gobierno provisional republicano fue presidido por Alcalá Zamora y contaba con representantes de todas las tendencias: derecha, centro, izquierda republicana y socia­listas. Destacaban el republicano Azaña, ministro de la Gue­rra; el socialista Fernando de los Ríos, de Educación; y el con­servador Miquel Mau­ra, de Gober­nación. Pronto se hizo con el poder efectivo en las provin­cias, impuso su mando sobre el ejército y la Guardia Civil, convocó elecciones generales y enfrentó los primeros problemas de orden público­ e intranquilidad social: ame­na­zas de la dere­cha, la huel­ga de la CNT en Telefó­nica apoyada por una huelga general en Sevi­lla el 4 de julio. Los extre­mistas comen­zaron muy pronto a actuar, por lo que se promulgó la Ley de de­fen­sa de la Re­públi­ca.
El problema religioso envenenó la política durante todo el decenio. Desde el principio el anticlericalismo de los republicanos se enfrentó al monarquismo de la Iglesia. Había una pugna inso­luble entre los católi­cos integristas, que achacaban los pro­blemas del país a la ma­sone­ría (o sea, la izquierda), y los republi­canos laicos que culpa­bi­lizaban a la Iglesia de los pro­blemas­ históricos del país. El conflicto fue continuo, ya desde el principio, con la posi­ción antirrepublicana del carde­nal Segu­ra, que el 7 de mayo de 1931 alertaba en su carta pastoral contra la anarquía, los pe­ligros del comunis­mo y las graves conmocio­nes a las que España se veía expuesta: ‹‹Cuando los enemigos del rei­nado de Jesucris­to avan­zan resuel­tamente, ningún católico puede permane­cer inactivo››. El Gobier­no reac­cionó expulsándole de Espa­ña el 13 de junio, pero ya las masas se ade­lantaron el 10 y 11 de mayo con los incendios de igle­sias y conventos, destrucción de estatuas, persecución a clérigos y monjas...
Desde ese momento, y hasta el final de la guerra civil, la mayoría de los sa­cerdo­tes, sobre todo los más jóve­nes, se en­frenta­ron a la Repú­blica. Ya ese mismo mes de mayo el grupo surrealista promovió el manifiesto Au feu! (lo firman Breton, Alexandre, Aragon, Char, Crevel, Éluard, Malkine, Péret, Sadoul, Tanguy, Thirion y Unik) en el que se alaban los ataques a la Iglesia católica en España, lo que debió molestar a Miró, que los juzgaría demasiado fanáticos y peligrosos. La legislación anticlerical fue muy intensa y fue­ en­tendi­da en general no como una separación de Iglesia/Estado sino como una agre­sión a la Iglesia. La Cons­titu­ción de 1931 declaraba la no confe­siona­li­dad del Estado, y siguieron la disolución de la Compañía de Jesús (23-I-1932) y la con­fiscación de los bienes de los jesui­tas; las Leyes de matrimonio civil, de divorcio (26-II-1932) y de secularización de cementerios; la Ley de Congregaciones Religiosas (VI-1933) y la Ley de en­se­ñan­za (VI-1933), que eliminaba de la edu­cación a las órdenes reli­giosas.
Miró debió sufrir especialmente por esta situación, porque, aunque simpatizaba con los republicanos, tanto él como su familia eran católicos, aunque no hay constancia de quejas suyas por los excesos anticlericales.

El principal cometido del Gobierno provisional fue la convocatoria de elecciones para cons­tituir un Parlamento y preparar una Consti­tución. Las elecciones, celebradas en dos rondas el 28 de junio y el 5 de julio de 1931, dieron el triunfo a una coa­lición de izquierdas formada por los republicanos y los socia­listas. Los republicanos de diversas tendencias tenían 191 di­putados, los socialistas 117, los agrarios 21… y los monárquicos sólo uno (Romanones); ERC ganaba en Cataluña mientras la Lliga retrocedía al segundo puesto, con sólo tres diputados. Azaña pasó a ser jefe del go­bierno pro­vi­sio­nal el 14 de octubre (el 15 de noviembre con efectividad), continuan­do en el cargo hasta el 12 de diciembre de 1933, promoviendo refor­mas económicas, socia­les, culturales...
En los parti­dos y grupos sociales enfrentados a lo largo de la Repúbli­ca y más tarde en la Guerra Civil pode­mos dis­tin­guir dos grandes blo­ques, los prorre­publi­canos y los an­ti­rrepu­blicanos, que no coinciden exactamen­te con la iz­quier­da y la derecha, porque varios cam­biaron de posición o fueron de centro (radica­les).
Los prorrepublicanos eran partidarios unos de las reformas y otros de la revolución: son los socialistas, los comunistas, los anarquistas, los republicanos, los radicales y los nacionalistas / autonomistas.


 

Retrato de Juan Negrín.
Los socialistas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) fueron siempre la fuerza mayoritaria en la izquierda, gracias a su buena organización y su fuerza sindical (UGT). Esta­ba dividido en facciones (moderados y radicales, además de ir in­tegrando a los radical-socialistas y a otros grupos) y su progre­sivo extre­mismo fue uno de los fac­tores del fracaso repu­blica­no. Sus máximos di­rigen­tes fue­ron del sector moderado In­dale­cio Prie­to y Julián Bes­tei­ro, y del sector marxista radical (he­gemónico desde fe­brero de 1936) Fran­cis­co Largo Caballe­ro (secretario general de la UGT), lla­ma­do el “Lenin español”, pri­mer mi­nistro a princi­pios de la gue­rra ci­vil, y Juan Ne­grín, pri­mer ministro hasta el final de la guerra.

Los comunistas del Partido Comunista de España (PCE), di­rigido por José Díaz y Dolores Ibarruri la “Pasionaria”, re­pre­sentaban el sec­tor obrero de ideología mar­xis­ta-leninis­ta. Era muy minoritario du­rante la Repúbli­ca y al prin­cipio de la gue­rra civil, aunque aumentó mucho en militan­cia y poder durante esta, gra­cias a su excelen­te organización y el apoyo de la URSS.

Los anarquistas eran el sector más radicalizado, violento y apolítico. Encuadrados en las organizaciones CNT y la FAI, así como en el pequeño Partido Sindicalista de Ángel Pestaña (1933), fue­ron un so­porte básico de la República en las elec­ciones de 1931 y 1936. Su abs­tención en 1933 contribuyó a la derrota de la iz­quierda. En la guerra ci­vil su fuerza fue mayo­ritaria en Ca­ta­luña y Ara­gón, donde em­prendieron una revolución social y rea­lizaron una durí­sima re­presión antiburguesa, que afectó a Miró forzándole al exilio, además de asesinar a su cuñado Jaume Galobart.


Retrato de Manuel Azaña.

Los republicanos se organizaron en varios partidos, que eran grupos reducidos, mal organizados, alianzas de personali­dades destacadas con fines electorales. Destacó Acción Repu­blicana, de ideología izquierdista, el par­tido de los in­te­lec­tuales y pro­fesio­na­les liberales progre­sistas. Fue diri­gi­do por Manuel Aza­ña, abogado e in­te­lectual de presti­gio, re­for­mis­ta sin­ce­ro, minis­tro de Defen­sa, primer mi­nistro (1931-1933 y 1936) y, por fin, pre­siden­te de la Repú­blica (1936). Se fu­sio­nó con el par­tido radical-socialista de Marcelino Do­mingo y la Organi­zación Repu­blicana Gallega Autóno­ma (ORGA) de Casa­res Quiroga, forman­do el partido de Izquierda Republicana (abril de 1934), también diri­gido por Azaña.
Niceto Alcalá-Zamora (terrateniente y abogado católico andaluz), pri­mer presi­den­te de la Repú­bli­ca, fundó un partido republicano de centro, el Partido Progresista (sólo 6 diputados en 1931). Otro ­moderado, Miquel Mau­ra, creó el centris­ta Partido Repu­blicano Con­serva­dor. Otros pequeños partidos republicanos (al menos por su acepta­ción de la República, pero ambos estarán luego en el bando na­cio­nal) fueron el Par­ti­do Agrario (a­griculto­res medianos de Casti­lla y León) y el Par­ti­do Liberal-De­mócrata de Melquiades Alvárez (el sector financiero).
El partido radical, de ideología republicana de centro-derecha, fue dirigi­do por si líder histórico, Ale­jandro Le­rroux, muy populista, anticlerical y demago­go, tres veces pri­mer mi­nis­tro en 1933-35 con el apoyo de la CEDA de Gil Ro­bles. Este partido radical, siempre minoritario representaba los intereses del secto­r re­publicano de la pequeña burguesía. Se desmoronó entre 1934 (por la escisión izquierdista de Martínez Barrio) y 1935 (por los es­cándalos fi­nancieros de los casos Nonbela y es­tra­perlo), y la mayoría de sus miembros pasa­ron a otros par­ti­dos, en especial de la derecha, y apoyaron a Franco en la guerra.
Los partidos políti­cos nacionalistas y regionalistas de la periferia se movían a derecha e izquierda, aunque to­dos ellos coin­cidían en pedir un Estado fe­deral. Destacaban por su implantación en Cataluña la Lliga Regiona­lista (dirigida por Cambó, era un partido de centro-derecha, que acabó por unirse al bando nacional), el pequeño Partido Catalanista Republicano, y la mayori­ta­ria e izquierdista Esquerra Re­pu­bli­ca­na (dirigida por los su­cesivos presidentes de la Gene­ra­li­tat, Macià y Companys). En el País Vasco y Navarra estaba el Partido Nacio­na­lis­ta Vas­co, que evo­lu­cionó desde la derecha carlista hasta el pacto con la izquierda para con­se­guir la autono­mía; en Gali­cia la Organización Regional Gallega Autónoma (ORGA), de Casares Quiroga, que se unió a Azaña en Izquierda Republicana; en Andalucía el grupo regionalista de Blas In­fan­te; y en Valencia varios partidos regionalistas.

Los antirrepublicanos eran los grupos sociales y los partidos más conservadores y las orga­nizaciones de carácter fascista que aparecen en el lustro si­guiente a 1931, que se movilizan en estos años contra la República en defensa de los privilegios del Ejército, la monarquía, la unidad territo­rial del país, la propiedad de la tierra, la re­ligión ca­tólica y la familia. Son los militares, los eclesiásticos, los monárquicos (alfonsinos y carlistas), la CEDA y la Falange.

Los militares eran un grupo heterogéneo, al principio aproximadamente dividido en dos mitades, una a favor de la República, pero sin una pasión desbordante (Sanjur­jo), otra a favor de la monarquía (Franco fue el más significado). A lo largo del tiempo se redujo el primero y creció el bando antirrepublicano, pero sin unanimidad y así al inicio de la guerra civil muchos genera­les de di­vi­sión man­tuvieron su fide­li­dad a la Re­pública, mientras que la mayo­ría de los gene­rales de brigada y los jefes de regimiento y batallón se suble­va­ron.

El clero era abrumadoramente contrario a la República, pues rechazaba el carácter laico de las leyes de di­vorcio y de la ense­ñanza. Fue uno de los grupos sociales más atacados por la izquierda, y casi todos sus miembros, desde los obispos a los párrocos de las ciudades o del nivel más pobre del campo se fueron escorando hacia una solución golpista. En la Guerra Civil fueron en gran parte masacrados en la zona republicana.

Los monárquicos estaban divididos en dos bandos, alfonsi­nos y carlistas.
Los alfonsinos estaban divididos a su vez en dos gru­pos: Acción Española, dirigido por Ramiro de Maeztu. Renovación Española, el más importante. Creado el 3 de mayo de 1934, lo en­cabezó José Calvo So­telo, mi­nistro de la dic­ta­dura de Primo de Rive­ra, conserva­dor y antide­mócra­ta, lí­der de la coa­lición de dere­chas Bloque Nacio­nal Monárquico en 1936, que en su programa a­pela­ba al ejérci­to como ‹‹columna ver­te­bral de Espa­ña›› y propugnaba que ‹‹el poder debe ser conquis­tado por cualquier medio››, aunque no es seguro que conspirara para un golpe de estado. Su ase­sinato el 13 de julio de 1936 le­gi­timó el Al­za­mien­to para muchos conservadores. La importancia social del monarquismo alfonsino se evidenciará en que la ma­yoría de los altos mili­tares y de las clases pro­pie­tarias luchó en el bando nacio­nal pensando que lo hacía para la res­tau­ra­ción de la mo­narquía. El mismo Alfonso XIII mantuvo cordia­les re­lacio­nes con Franco y el príncipe Juan in­cluso se pre­sentó vo­lunta­rio (aunque Fran­co no lo aceptó).
Los carlistas (tradicionalistas) se organizaban en el partido carlista, que se denominaba Comunión tradicionalis­ta. De ideología clerical y foralista, defendía una monarquía conservado­ra. Tenía una amplia presencia en todo el país y era hegemó­nico en Navarra, donde se formaron los batallo­nes de re­que­tés que apoyaron a Mola en la guerra.

La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), organizada en 1933 por José María Gil Robles, fue la mayor fuer­za política parlamentaria de las derechas, con una amplia base agraria, clerical y militar (Franco la votó), forma­da a partir de la unión de Acción Popular (el partido cristiano de Gil Robles, con un pro­grama de polí­tica so­cial católica inspi­rado por el car­denal Herrera Oria), la Derecha Regional Valen­ciana (que defendía intereses agrarios conservadores) y otros partidos conservadores de ámbito local. Por ello, no era un partido homo­géneo (su ala más moderada, de ideo­logía social cristiana, con Manuel Giménez Fernández y Luis Lucia, era favo­rable a cier­tas reformas).
La estrategia de Gil Robles en el Bie­nio radi­cal-cedista pa­rece apun­tar a que pro­cura­ba el des­pres­tigio de las institucio­nes repu­blicanas y el des­gaste de sus aliados radica­les para preparar un golpe de esta­do fas­cis­ta, según un plan muy semejante al que había utilizado Hitler. En los actos se pro­cla­maba “Quere­mos todo el poder para el jefe y una cons­ti­tu­ción que abra los cauces de un Esta­do nue­vo”, mien­tras que las ju­ventu­des del partido adop­ta­ban la orga­niza­ción y los le­mas del fas­cismo.
Pero la CEDA no cumplió sus propó­sitos y resultó des­prestigiada junto a los radi­cales. Tras la de­rro­ta en las elec­ciones de 1936 acabó por unirse se unió al ban­do rebelde por orden de Gil Ro­bles, quien no consiguió que Franco le diera poder alguno. En cambio, algunos de sus prohombres, como Serrano Suñer, alcanzaron cargos importantes.

La Falange Española, fundada el 29 de octubre de 1933 por José Antonio Primo de Rivera. Este publicó su primer artículo en la revista El Fascio (16-III-1932). En los años si­guientes fue englobando a diferentes movimientos fascistas. El 13-15 de febrero de 1934 se fusionó con las Juntas de Ofen­siva Nacional-Sindicalista en FE de las JONS, con un triunvira­to hasta sep­tiembre formado por Primo de Rivera (en octubre de 1934 jefe único, según el modelo fascista), Ledesma Ramos y Ruiz de Alda. Sus “27 puntos de las FE de las JONS”, redactados por Ledesma en noviembre de 1935 tenían un carácter izquierdi­sta en algu­nos puntos y provocaron una seria crisis interna, al alejarse los más conservadores y los financieros de dere­chas, por lo que se expulsó a Ledesma y su grupo el 16 de enero de 1936. El par­ti­do no ganó ningún escaño en 1936, pero de inmedia­to en­gro­só sus filas, de las que salie­ron decenas de miles de vo­lun­ta­rios en la Guerra Civil.

Se aprobó en noviembre la Consti­tu­ción de la República. En la discusión parlamentaria de la Constitución hubo des­de el principio dos grandes cuestiones polémicas: las relacio­nes Iglesia-Estado y la autonomía de las regiones. Triunfaron las tesis anticlericales, a pesar de la oposición de los mode­rados, por lo que dimitieron Alcalá-Zamora (que pasó el 9 de diciembre a ser Presidente de la Repú­blica) y Mi­guel Maura.
El 9 de diciembre se proclamaba la Constitución, que de­fendía una demo­cracia progresista: ‹‹España es una república de­mocráti­ca de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de libertad y de justicia. Los poderes de todos sus órganos ema­nan del pueblo. La República constituye un Estado integral, compa­tible con la autonomía de los municipios y de las regiones››. Los dere­chos de los ciu­dadanos eran ampliamente defendi­dos: expresión (‹‹Toda perso­na tiene dere­cho a emitir libremente sus ideas y opinio­nes››), reunión, asociación, petición, libre resi­dencia y circulación, profesión, inviolabilidad de domici­lio y corres­pondencia. Otras medidas fueron la supresión de la nobleza como título jurí­dico, la ex­tensión del voto a la mujer (antes que en Fran­cia y en mu­chos países europeos). El Presidente de la República, con poder moderador, era elegido, para un mandato de seis años, por dos grupos iguales de compromisarios, uno elegido por las Cortes y otro por sufra­gio universal; las Cortes quedaban constituidas como un único Congreso de diputados, elegidos para cuatro años por sufragio universal; y el Gobierno era responsa­ble ante el Parlamento.
El peor problema inmediato fue la crisis económico-social. La Gran Depresión iniciada en EE UU en 1929 tardó más en lle­gar a España que al resto de Europa y no tuvo la profundidad que alcanzó en las economías más industrializadas, pero también tuvo graves efectos por la caída de los mercados exteriores. Las exportaciones, que eran fundamentalmente agra­rias y mineras, en 1931 se redujeron a solo el 40% respecto a las de 1930 y en 1935 sólo eran el 25%. Los precios se hundieron: el precio del hectolitro de vino bajó de 61 a 16 pesetas.
Los distintos sectores económicos sufrieron las consecuencias de modo desigual.
El problema del campo era estructural. La mitad de la población vivía del campo, donde en 1930 el pro­blema del latifundismo era un mal muy gra­ve. 10.000 familias poseían la mitad de la tierra cultivable, tanta como los dos millones de pequeños y medianos propietarios. Dos millones de braceros no tenían ninguna pro­piedad y sus salarios eran un tercio del sa­lario medio nacio­nal. Desde la primavera de 1931 comenzaron las ocupaciones de latifundios por los jornaleros, sobre todo los de tendencias anarquistas. Con todo, las cosechas de cereales de 1932 y 1934 fue­ron exce­denta­rias y así la población campesina soportó bastante bien la crisis, pese a un au­mento de los jornaleros desocupados y a la reducción de los precios y de las exportaciones.
En la España urbana la situación fue peor, con un cierre lento pero continuo de empresas y el consecuente aumento del paro: la producción indus­trial había caído en 1933 al 81% de la de 1929. Los sectores más afectados fueron la minería y las indus­trias textil y siderúrgica. La indus­tria textil cata­lana in­clu­so au­mentó su pro­ducción al principio por el aumento de la demanda rural, pero desde 1933 sufrió al estancarse esta. La crisis fi­nanciera y bursá­til fue pro­funda desde 1930 en las pla­zas finan­cieras (el índice de la Bolsa de 100 en 1929 estaba en 63 en 1935). La inversión en obras públicas se es­tan­có (en Catalu­ña se redu­jo a la mitad respecto a los años 20), con lo que aumentó el desem­pleo en la construc­ción.
De resultas, la situación social en las ciudades se radicalizó, aunque el primer gobierno republicano procuró contentar a las masas urbanas en las que se apoyaba electoralmente, de modo que se promovieron reformas laborales progre­sistas; en los años 1931-1933 el ministro de Trabajo fue el socialista Largo Caballero, que bajó la semana laboral de 48 a 40 horas y reguló el derecho de huelga, la contratación laboral, los jurados mix­tos, los accidentes en la agricultura. Los sindicatos reforzaron su im­planta­ción y presión, con­siguiendo que los salarios subieran mientras que los pre­cios se mantu­vieron o bajaron, lo que aumentó el poder adquisi­tivo de los tra­bajado­res, pero afectó negativamente a muchas empresas. Por contra, el paro au­mentó año tras año en las ciu­da­des, pese al buen programa de obras públicas que el ministro de Fo­mento, Prieto, hizo en 1932-1933, y creció es­pecial­men­te con la generalización de la cri­sis en­tre 1933 y 1936, siendo un problema particularmente grave porque no había seguro de desempleo, debido al déficit presupuestario. Los em­presa­rios, por su parte, vieron como redu­cían sus bene­fi­cios y muchas empresas quebraban, por lo que se organiza­ron en pa­trona­les muy agresivas. Todo ello re­percu­tió en una conti­nua y grave con­flictivi­dad social, pro­mo­vida sobre todo por la CNT y en menor medida por la UGT, con huel­gas, y las patrona­les, con lock-outs. En la primera mitad de 1936 se agravó la situación, preparando la terrible pugna de la segunda mitad del año, cuando miles de em­presarios y dirigentes obreros fueron ejecutados en cada ban­do.

El contexto internacional.
En el extranjero los efectos de la Gran Depresión se extienden en 1931 por Francia y el merca­do del arte se hunde hasta sumirse en la postración, afectando a numerosos artistas, aunque Miró aguanta todavía un año más antes de volver a Barcelona.
En el arte destaca que Dalí publica su método crítico-paranoico y nace el grupo Abstraction-Création.

La vida de los Miró en 1930.
En este inquieto 1931 la familia Miró, con la compañía de una criada mallorquina que será su fiel ayuda doméstica en los decenios siguientes, vuelve a París, donde reside entre enero y junio, en su domicilio de la rue Fran­çois-Mouthon.[1] Esta temporada será la última que pasarán en París hasta el exilio de 1936, probablemente porque sufren crecientes dificultades económicas debido a la crisis mundial. Esto reduce su productividad artística. Se queja el 17 de enero a Gasch: ‹‹(...) Aquí hi ha una crisi terrible que no sé pas quan s’acaba­rà; els que hi entenen diuen que és possible que fins pel bon temps duri aquesta enutjosa situació. / Jo m’he pogut arreglar amb en Pierre, si no d’una manera brillant, al menys per poguer aguantar el cop durant aquesta dura temporada. / He estat de sort perquè casi tots els de la meva genera­ció s’han trencat el coll. (...)››[2] Miró concede en París una entrevista a Francisco Melgar, publicada el 24 de enero de 1931 en “Ahora” (Madrid), en la que admite ciertas divergencias con los surrealistas (grupo de Breton) y critica el convencionalismo de la pintura tradicional, afirmando así su tesis del “asesinato de la pintura”. Y le cuenta sobre su actividad: ‹‹Siempre trabajo, salvo cuando estoy de viaje. Trabajo aquí en este taller que usted ve, y en España, donde paso va­rios meses cada año, en una finquita que tenemos en Mont-roig, en la provincia de Tarragona. Allá, en el retiro del campo, medito y pinto; y luego traigo mis obras aquí para venderlas. (...)››[3]
Visita la exposición de su amigo Torres García en la galería de Jeanne Bucher (30 enero-14 febrero)[4], y parece que poco después es invitado[5] por éste a ingresar en el grupo Abstraction-Création, que forman amigos suyos como el anterior, Calder y Arp; se niega, aduciendo que su obra es realista porque corresponde a una representación concreta de su espíritu. Sin embargo, justo durante estos meses trabaja[6] en obras muy cercanas a la abstracción, como la serie de Pinturas sobre papel Ingres (sobre dibujos preparatorios de 1930), en la que utiliza disolvente sobre el papel, y al mismo tiempo trabaja en otras de una poética transgresora y original, de la que es fruto en marzo Hombre y mujer, primera de su serie de pinturas-objeto (1931-1932); en mayo termina la pintura Cabeza humana, a la que ha añadido alambres, una rodaja de madera y dos discos de papel de lija cosidos directamente en la tela.
Probablemente visita el 27 de abril la muestra de su amigo Calder <Alexander Calder: Volumes-Vecteurs-Densités; Dessins-Portraits> en la Galerie Percier de París, entre cuyos retratos de alambre figura uno de Miró.[7]
En junio Miró probablemente visita la muestra <Oeuvres récentes de Salvador Dalí> en la Galerie Pierre Colle (3-15 junio), pues conservará su catálogo.[8]
El matrimonio Miró retorna en ju­nio a Barcelona[9] y pasa probablemente la primera quincena de julio en Palma[10] —no coincidirá con el matrimonio Alexander y Louisa Calder, que viajarán a Mallorca más tarde, donde les atenderán los Juncosa—. Pasa la temporada de agos­to-noviembre en Mont-roig[11], donde recibe la visita de Douglas Cooper antes del 29 de agosto[12], y también de Gasch y Prats el 27 de septiembre.[13]
Miró comienza la serie de Pinturas sobre papel Ingres[14], entre ellas Mujer sentada. Ejecuta unas esculturas-objetos, que llama Objetos, ensamblando materiales encontrados y dispuestos primero al azar, en los que destaca los aspectos matéricos (en contraste con los aspectos ilusionistas del collage y del objeto surrealistas); una, Personaje con paraguas, es re­pro­ducida en la p. 38 del nº3 de “Le Surréalisme au service de la ré­vo­lution”.[15] Es la única colaboración con esta revista, editada por Breton en París, y de la que aparecieron 6 números entre VII-1930 y V-1933, pasando entonces el testigo a “Minotaure” (publicitada destacadamente en el nº 6). Esta menor aportación de Miró respecto a “La Révolution Surréaliste” se explica porque ya estaba claramente apartado del grupo.
Gasch describe una visita a Miró en Mont-roig en el verano de 1931 —Miró consideraba que para comprender plenamente a un pintor hay que ir a su país de origen, como él fue a A¡Ámsterdam para conocer a los maestros holandeses—. Menciona a Miró confesar estar sin dinero: ‹‹Sense cap cèntim a les butxaques››, y puntualiza que, además de sus dos horas diarias de deporte trabaja cada día seis horas: ‹‹treballa actualment sense cap idea preconcebuda ni cap intenció preestablerta››, con el deseo de realizar un arte rompedor: ‹‹Vull produir la mateixa sensació d’una martellada al cervell›› y admira la acumulación de objetos raros en el taller de Mont-roig, que le servirán para sus futuras esculturas-objeto: ‹‹Objectes estrafolaris que serviran a Miró per a muntar les seves construccions plàstiques. (…) Però no ens precipitem. Miró, cosa que no havia fet mai, efectuarà aviat a Barcelona una exhibició privada de les seves ultimes obres. Ja tindrem aleshores locasió de parlar-ne llargament.››[16]   Miró crea entonces objetos y gouaches como explica Zervos (1934): ‹‹Lété de cett même année 1932 [1931], pendant les vacances, Miró utilise toutes sortes dobjets pour créer des événements poétiques. A la même époque, il réalise une série de gouaches où lon devine un esprit libéré des contraintes habituelles, mais inquiet et à la recherche dun monde nouveau.››[17] El 27 de noviembre parece que muestra sus obras del verano a sus amigos, incluidos Foix y Ràfols, en una reunión celebrada en su casa del Passatge del Crèdit.[18]


Foto de Man Ray de la exposición surrealista en Galerie Pierre Colle (1933). Se distinguen dos obras de Miró colgadas en la pared, la pintura Cabeza humana (1931) [CRP 353], y Escultura-objeto (1931) [CRE 21], detrás de una escultura inencontrable de Giacometti, un maniquí con cabeza de violín.[Foundation Giacometti]. Reprod. en: Fernández Miró. E; Ortega, P. Miró Sculptures (2006): 40. / [https://www.swissinfo.ch/spa/cultura/escultura_resucitan-en-parís-obras-perdidas-de-giacometti/45662820].

Vuelve a finales de noviembre o principios de di­ciem­bre de 1931 a París, con estas obras recientes, que presenta como esculturas.[19] Visita la exposición de Serge Brignoni en la Galerie Jeanne Bucher (27 noviembre-12 diciembre)[20]; encuentra a Calder y le invita a asistir a su exposición <Joan Miró. Sculptures> en la Galerie Pierre, que comienza el 18 de diciembre[21]; Kochno y Massine asisten entonces y se interesan por su nuevo estilo para decorar su próximo ballet, Jeux d’enfants. Probablemente Miró asiste a una fiesta en casa de Gertrude Stein en la que conoce al escritor norteamericano Paul Bowles, que recuerda (1972):
‹‹Enseguida entablé conversación con un catalán menudo y simpático; conocía y admiraba su obra, pero a él no lo había visto nunca. Era Joan Miró. [conversan sobre los Boscos del Museo del Prado] Me dio su dirección por si iba alguna vez a Barcelona. También tenía un mas en Mallorca [parece un error de comprensión entre ambos], y, como un auténtico español, me dijo que allí tenía mi casa cuando quisiera. Luego me pidió una hoja de papel y un lápiz y me hizo un mapa de España que parecía uno de sus dibujos. (…)››[22]
Harry Dunham, un amigo de Bowles, compra entonces dos de sus objetos a Pierre Loeb.[23] Bowles señala al respecto que Dunham, nada más llegar a París y después de alquilar un estudio: ‹‹Lo primero que hizo en cuanto firmó el contrato [de alquiler] fue ir a la Galerie Pierre, donde había una exposición de obras de Miró en un medio nuevo, montajes tridimensionales, y compró tres para que alegraran las paredes de seis metros de altura del salón.››[24] Y poco tiempo después, después de sufrir daños cuando su casero los tiró al sótano pensando que eran unos viejos trozos de leña sin valor, Dunham los llevó a la galería para que los arreglaran y ‹‹Lo hizo el propio Miró y volvieron a adornar las paredes del estudio.››[25]
Hacia ­el 20, aproximadamente, retorna a Barcelona.[26] Esto se infiere de un fragmento de una carta de Miró a Foix de 9 de diciembre, en la que se refiere al libro KRTU, que ha ilustrado —en 1927 había dado otro dibujo para su libro Gertrudis—: ‹‹Seré de retorn a Barcelona per les vigílies de Nadal. Ja us veuré a llavors per a donar-vos unes adreçes interessants a on puguer enviar butlletins de suscripció del nou llibre vostre [KRTU]; també podria ésser interessant enviar uns quants exemplars aquí en dipòsit, ja que si bé no comprendran el texte, però el meu dibuix —progecte per a un futur obgecte— coincidirà amb la meva exposició d’obgectes...››[27]; esto es, Miró se plantea su primera exposición sin pinturas, en ruptura radical con su época anterior.

¿Qué leía Miró entonces y, de resultas, cuáles eran las nuevas aportaciones a sus ideas estéticas? Nos faltan estudios solventes al respecto, pero apuntemos, por su correspondencia y escasas declaraciones, que interioriza las ideas de Maritain y que su prioridad es establecer un pensamiento coherente sobre el arte y la misión del artista. Sabemos que hacia 1931 escribe un interesante apunte bibliográfico sobre sus lecturas en el que destaca la presencia de todos los libros de Freud, de textos filosóficos de Kant y Ramon Llull, y de obras literarias y ensayos de arte de sus amigos Dalí, Arp, Hemingway, Cocteau..., así como, siendo siempre lector atento de temas cristianos, de las Confesiones de san Agustín (un libro que su madre leía a menudo y que él parece que tendrá siempre en su biblioteca más íntima):
‹‹Char­les Cross. Le grand jeu de Péret et toute son oeuvre. Arp (Liv­re sur les “Ism”). Hemingway, L’adieu aux arms (NRF). Dalí (L’a­mour et la Mémoire) (Chez Corti: 7 francs). Kant. Ramon Llull, Lli­bre de Meravelles (Els nostres clàssics). Cocteau, L’essai de critique indirecte (Grasset). Confessions St. Agustí (en català). Le serpent à plumes, D.H. Lawrence (Stock ed.). Alice au Pays des Mervei­llesTraversée du miroir (ed. Denoël et Stalle), Lewis Carol. Les mille et une nuitsL’Enfant. Dr. Victor Pauchet (Oliver ed.). Histoire du Dadaïsme, per Ribemont Dessaignes. Deux volu­mes de la NRF parus je crois en mai-juin. La Femme visible, Salvador Dalí et les éditions surréalistes chez Corti. Thomas Hardy. Tot Freud. En RadeLà bas. Huysmans. Villon.››[28]

NOTAS.
[1] Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 328, n. 400, basada en Carta de Miró a Böske Antheil. Mont-roig (15-X-1930). / Carta de Miró a Gasch. Mont-roig (19-X-1930) FJM. Su estancia hasta junio se colige de Postal de Miró a Gasch. París (6-V-1931) FJM. ‹‹(...) Vindrem primers de juny.››
[2] Carta de Miró a Gasch. París (17-I-1931) FJM. Cit. Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 328, n. 401.
[3] Melgar, F. Entrevista a Miró. “Ahora” Ma­drid (24-I-1931). Cit. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 117. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 128. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 177. / Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 328-329, n. 402.
[4] Miró firmó el libro de visitas de la Galerie Bucher. [Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 405.]
[5] Duthuit. Entrevista a Miró. Où allez‑vous Miró. “Cahiers d’Art” 8-10 (1936). Cit. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 150-151. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 161. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 214.
[6] Carta de Miró a Ràfols. París, Rue François-Mout­hon, 3 (5-II-1931), en la que informa que está trabajando muy duro y con un ánimo innovador. [Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 406.]
[7] Behrends. Chronology: The Intersecting Lives of Alexander Calder and Joan Miró. *<Joan Miró - Alexander Calder>. Basilea. Galerie Beyeler (2004): 280. / Lax; Bordoy. Cronología, en AA.VV. Miró. Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca. 2005: 523, n. 451.
[8] Laugier, Beaumelle, Merly. Chronologie. <Joan Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004): 355.
[9] Explica esta intención en carta de Miró a Gasch. París (6-IV-1931) FJM. [Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 411.] Se confirma su presencia al menos desde el 9 de junio en tarjeta postal de Miró a Ràfols. Passatge del Crèdit, Barcelona (9-VI-1931) BC. [Soberanas; Fontbona. Miró. Cartes a J.F. Ràfols, 1917/1958. 1993: 119.], en la que le manifiesta que quiere visitarle en su Academia.
[10] Postal de Miró a Ràfols. Palma, Villa Enriqueta, Son Armadans (1-VII-1931). / Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 26, sugiere que estuvo en Palma todo el mes de julio. / Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 412, considera que no hay fuentes fehacientes de dónde estuvo hasta una carta de Miró a Ràfols en Mont-roig del 26-VIII-1931. / Anónimo (¿J.F. Ràfols?). Joan Miró. “El Matí”, Barcelona (21-VI-1931). Col. FPJM, v. I, p. 169. Explica que ‹‹Joan Miró passa uns dies entre nosaltres. De Barcelona se’n va cap a Mallorca, on hi romandrà poc temps; i de Mallorca al seu mas de Montroig —voltat de ceps, de garrofers i d’oliveres—, a fer-hi l’acostumat estiueig, apte al concentrament per a intensificar la producció plàstico-gràfica. Hem pogut repondre, cor a cor, la nostra vella amistat, prop del dolç saltironeig dels onze mesos de la seva pubilleta.›› / Por el contrario, Gasch informa que Miró ha llegado de París y pasa unos días en Barcelona antes de ir a Mont-roig, y que ha visitado con Gasch el distrito 5 de Barcelona, asistiendo a actuaciones de la bailarina gitana “Carmencita”, y a bailes de una barriada de Barcelona, proclamando Miró que ‹‹ni a París ni enlloc no ha trobat aquesta intensitat, aquesta vitalitat, que es respiren a Barcelona.›› [Gasch, S. (sin firma). Miró en Barcelona. “L’Opinió”, Barcelona (3-VII-1931). Col. FPJM, v. I, p. 170.]
[11] Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 26, data la estancia en Mont-roig en agosto-octubre. / Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 413, da una datación más amplia desde mediados o finales de julio hasta últimos de noviembre, basándose en la carta de Miró a Ràfols. Mont-roig (26-VIII-1931), y en que tres de las pinturas sobre papel Ingres están fechadas en julio de 1931 [Carta de Ariane Lelong-Mainaud a Umland (19-III-1993)], lo que sugiere que estaba ya entonces en su masía. La partida de Mont-roig sería en noviembre, de acuerdo a la carta de Miró a Ràfols. Mont-roig (2-X-1931), en la que informa que piensa dejar Mont-roig en noviembre. Lo confirma una carta de Miró a Gasch. Mont-roig (25-X-1931) FJM. ‹‹(...) Nosaltres molt rebé, jo acabant els objectes, i conside­rant com acabada aquesta tongada d’activitat una vegada lles­tos; emprendré després uns dies de repòs, que tinc ben meres­cut, i ens en vindrem després a Barcelona. (...)››. En cuanto a las pinturas citadas, en julio hay cinco en el último catálogo razonado: Mujer sentada, Cabeza de hombre, Cabeza de hombre, El guitarrista y Mujer con un perro, respectivamente D 304-306 (las tres ya mencionadas) y CRP 362-366 (que incluye dos novedades en 365-366).
[12] Postal de Douglas Cooper a Miró, en Mont-roig. Alicante (29-VIII-1931) FPJM. [Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 416.] Le manifiesta su alegría por haber visto sus nuevos gouaches, término con el que se refiere a sus pinturas sobre papel Ingres, tal como prefiere llamarlas Dupin. Miró. 1962: 245-246.
[13] Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 417, basándose en una carta de Miró a Ràfols. Mont-roig (2-X-1931), en la que informa que piensa dejar Mont-roig en noviembre y ha recibido la visita de Gasch y Prats el 27 de septiembre.
[14] La serie de Pinturas sobre papel Ingres se extiende desde julio de 1931 a 1933. Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 414.
[15] En la p. siguiente figuraba La bola suspendida de Giacometti. Dupin. Miró. 1962: 248, sugiere que Personaje con paraguas fue realizado en el verano de 1931 en Mont-roig. / Rubin. <Miró in the collection of The Museum of Modern Art>. Nue­va York. MoMA (1973-1974): 54, idem. / Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 415, lo acepta igualmente. Una carta de Miró a Gasch. Mont-roig (25-X-1931) FJM informa ‹‹(...) jo acabant els objectes (...)›› [Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329.]
[16] Gasch, S. Joan Miró a Montroig. “Mi­rador”, 140 (8-X-1931) 7. Col. FPJM, v. I, p. 174. Reprod. parcial Pérez Miró. La recepción crítica de la obra de Joan Miró en Francia, 1930-1950. 2003: 38.
[17] Christian Zervos. Joan Miró. “Cahiers d’Art”, v. 9, nº 1-4 (1934): 14.
[18] Carta de Miró a F.V. Foix, en Barcelona. Passatge (25-)XI?-1931) FJM. El mes es ilegible, con dos signos, el segundo de los cuales es una raya vertical, lo que apunta a noviembre o diciembre, y teniendo en cuenta que en este mes Miró ya estaba en París sólo queda noviembre. Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 418 y 419, se decanta por lo mismo, apuntando que Ràfols asistió, y publicó sus impresiones en un artículo titulado Carnet d’art: Les recents creacions de Miró. “El Ma­tí”, Bar­celo­na, v. 3, nº 788 (2-XII-1931) 7. col. FPJM, v. I, p. 179. En el texto Ràfols se refiere a que la visita fue el viernes anterior, resultando así el 27-XI, y destaca las ‹‹corpòries realitzacions›› de estas obras desnudas en formas y colorido.
iró escribe a Foix: ‹‹Volgut amic; La meva muller i jo tin­drem un gran goig en què divendres vinent a les 10 nit vin­guéu amb la vostra esposa a casa i a l’ensems jo tinc molt d’interès en mostrar-vos obres recents. / Em permetre recomanar-vos un poc de puntualitat, car hi haurà també altres amics als que mostraré també les pintures i pintures-objectes que he portat de Mont-roig. / Amb el meu homenatge a la vostra muller soc ben amic vos­tre, Miró.›› Por su parte, Ràfols había lamentado en una tarjeta postal a Gasch del 30-IX-1931 desde Barcelona no haber podido ir a Mont-roig y le pedía que le avisara cuando Miró volviera a Barcelona, para poder ir a ver su obra. [Gasch, S.; Ràfols, J.-F. Epistolari Sebastià Gasch - Josep Francesc Ràfols (1921-1954). 2002: 178.]
[19] Fabra. El pintor Joan Miró. “La Vanguardia”, Barcelona (11-XII-1931). Col. FPJM, v. I, p. 179. Cita con fecha 10 de diciembre que Miró ‹‹acaba de llegar a París para preparar una Exposición de escultura›› que se inaugurará el 18 de diciembre en la Galerie Pierre.
[20] Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 421, basándose en el nombre de Miró en el libro de visitas de la galería.
[21] Behrends. Chronology: The Intersecting Lives of Alexander Calder and Joan Miró. *<Joan Miró - Alexander Calder>. Basilea. Galerie Beyeler (2004): 281. / Lax; Bordoy. Cronología, en AA.VV. Miró. Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca. 2005: 524, n. 462.
[22] Bowles, Paul. Memorias de un nómada. 2006 (1972 inglés): 151.
[23] Postal de Paul F. Bowles a Miró, en Passatge. Claviè­res, Italia (20-I-1932) FPJM. Escribe que estaba en Ingla­te­rra duran­te la expo­sición de Miró, y ahora está en Italia, don­de ha caí­do en­fermo. Su compa­ñero [Harry Dunham, con el que Bowles tenía una relación homose­xual] de piso en París ha com­prado dos obras para deco­rar el apartamen­to. Finaliza la misiva deseando verle pron­to en la casa de Gertrude Stein. / Sawyer-Lauçanno, Christopher. An Invisible Spectator: A Biography of Paul Bowles. Weidenfeld & Nicholson. Nueva York. 1989: 120-121, 124. / Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 424.
[24] Bowles, Paul. Memorias de un nómada. 2006 (1972 inglés): 152.
[25] Bowles, Paul. Memorias de un nómada. 2006 (1972 inglés): 156-157, cita en 157.
[26] Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329, n. 425, apunta antes del 24-XII, en base a carta de Miró a Foix. París, Rue François Mouthon (9-XII-1931) FJM.
[27] Carta de Miró a Foix, en Barcelona. París (9-XII-1931). Arxiu Foix. [Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1993-1994): 329. / Combalía. L’amistat entre Foix i Miró. *<J.V. Foix, investigador en poesia i amic de les arts>. Barcelona. Fundació La Caixa (1994): 105.]
[28] Miró. Apunte en hoja por las dos caras. Hacia 1931. Col. FJM doc. 1463a 1463. Probablemente es de 1931, por el contexto cronológico de las ediciones, la mayoría de finales de los años 20, pero algunas de 1930, como La Femme visible, y de 1931, como L’a­mour et la Mémoire, ambos de Dalí (con quien romperá poco después) y por la presencia de un li­bro de cuidado de niños (tiene a su hija en 1930). / Balsach. Joan Miró. Cosmogonías de un mundo originario (1918-1939). 2007: en 29-30 apunta que ‹‹La influencia de Llull sobre la obra de Miró la hallaremos en su búsqueda del origen, en su pasión por la síntesis y la unidad.››

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