La influencia de la pintura
renacentista y barroca en Miró.
Comento primero el arduo problema de los límites clasificatorios, con
unos pocos ejemplos: Fra Angélico es generalmente clasificado como un
renacentista inicial, pero a Miró le interesaba su faceta más gótica por lo que
no le menciono aquí; El Greco es un artista manierista, pero Miró le conocía solo
como renacentista, así que aquí le incluyo; y los pintores rococós Watteau o
Fragonard son para Miró barrocos.
Leonardo. La dama de armiño (h. 1490).
Mantegna y Rafael, como
Uccello y Leonardo, se inscriben en su interés por el Renacimiento. Miró le comenta
a Francis Lee en 1947: ‹‹El Renacimiento no tiene el mismo interés para mí [que
el arte rupestre y los primitivos, a los que se entiende como los flamencos del
siglo XV] Pero le tengo un gran respeto. En la obra de Leonardo da Vinci pienso
en el esprit de la pintura. Y en la obra
de Paolo Uccello me interesa la plasticidad y la estructura.›› [Lee, Francis. Interview with Miró (30-VI-1947). “Possibilities”, Nueva York, 1
(invierno 1947-1948) 66-67. cit. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 204. /
Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 225. / Rowell. Joan
Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 288.]
Mantegna. San Sebastián. Col. Louvre,
Andrea Mantegna
(1431-1516) es probablemente una influencia que le llega a través de Ricart,
que ha visto muchas de sus obras en su larga estancia anterior en Italia, y de
Galí, que le incluía entre los grandes maestros italianos. Miró declara en 1963: ‹‹En 1918, en arrivant
à Paris, j’aimais surtout Mantegna et Ingres. J’étais même allé voir ses desins
à Montauban. Aujourd’hui je préfère ça.›› [Schneider.
Au Louvre avec Miró. “Preuves”, 154 (XII-1963): 41.] Una de las obras que más les interesarían, como tiempo después a Dalí
para sus propias visiones cristianas, sería el Cristo muerto (1480) del
Museo del Prado, por su tratamiento revolucionario de la disposición del cuerpo
en escorzo o el realismo de las arrugas del paño que cubre el cuerpo sobre la mesa;
ya no interesan las heridas de Cristo sino que éste sirve de legítimo pretexto
para desafiar las leyes convencionales de la representación pictórica.
Rafael. Los desponsorios de la Virgen (1504).
Rafael (1483-1520) estaba
de moda desde mediados del siglo XIX, gracias a su revisión por los prerrafaelitas.
En la Barcelona de los años 10 y 20 era admirado por casi todo el círculo de Miró,
en especial por su maestro Galí y sus amigos Ricart y Junoy, que no dejarían de
hacerle sentir su influencia. El mismo Picasso toma en 1919 La embozada
de Rafael para pintar su ambigua parodia La italiana y cuando Miró llegó
a París en 1920 debió transmitirle su admiración, que coincidió además con las
exposiciones de celebración del cuarto centenario de su fallecimiento, por lo
que la prensa francesa le dedicó grandes espacios. [Green. Cubism and its enemies, 1987: 188. cit. Lubar.
Joan Miró Before The Farm, 1915‑1922: Catalan Nationalism and the Avant‑Garde.
1988: n. 55, p. 184.] Miró le escribe a Ràfols en julio de 1920 su admiración por el clasicismo rafaeliano:
‹‹David y Rafael, no Ingres (…) pasar de la abstracción a Rafael y David››
[Carta de Miró a Ràfols. Mont-roig (25-VII-1920)
BC. cit. Rowell. Joan
Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 74. / Rowell. Joan
Miró. Écrits et entretiens. 1995: 86. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones.
2002: 124. / Soberanas; Fontbona. Miró. Cartes a J.F. Ràfols, 1917/1958.
1993: 45. / cit. Umland. <Joan Miró>. Nueva York. MOMA (1992-1993): n. 116,
p. 348.].
Miró insiste en
noviembre: ‹‹Mi estado actual sólo permite la contemplación de un clásico Rafael››
[Carta de Miró a Ràfols. (18-XI-1920) BC. cit.
Rowell. Joan Miró. Selected
Writings and Interviews. 1986: 75. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995:
88. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 126. /
Soberanas; Fontbona. Miró. Cartes
a J.F. Ràfols, 1917/1958. 1993: 46-47.]. En cambio, en una carta de 1922, manifiesta que Picasso ha sustituido
a Rafael como su primer referente: ‹‹Un buen cuadro de Picasso es tan
clásico como uno de Rafael y se sostiene bien a su lado.›› [Carta
de Miró a Roland Tual, en París. Mont-roig (31-VII-1922). [Tual, D. Le
Temps dévoré. Fayard. París. 1980: 105-106, 203, completa en francés. / reprod. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews.
1986:
80. / Rowell. Joan Miró. Écrits
et entretiens. 1995: 92. / Rowell. Joan
Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 133.]
Rafael. La Fornarina (1518-1520).
El hilo conductor Rafael-Picasso lleva a Combalía (1998) a sugerir que la obra picassiana,
como la de otros coetáneos, fue uno de los influjos en el rappel à l’ordre
que experimenta Miró en estos años del realismo detallista. Y en fin, Miró mostrará
nuevamente su aprecio al retomar el tema de la Fornarina en 1929, después de admirar
el cuadro en el Louvre. [Raillard. Conversaciones con Miró. 1993:
216-217. La declaración es del
5-XII-1975.]
El Greco. Laocoonte (c. 1610).
En cuanto a El Greco
(1541-1614), Fernández Molina (2005) escribe que aunque Miró apenas recibe influencias
de los maestros del Museo del Prado, sí hay: ‹‹Algo de El Bosco y algún aspecto
soterrado de El Greco. El Greco le entusiasmaba y me habló de unos cuadros vistos
por él en un pueblo de Toledo.›› [Fernández Molina, Antonio. Recuerdos de
Miró, en Vientos en la veleta. 2005: 38-39.]
Zurbarán. San Serapio (1628).
Confiesa su interés por
Zurbarán (1598-1664) muy tardíamente, en una entrevista por Del Arco en 1968:
‹‹“(…) el mundo de
mañana es el que me interesa, basado en la experiencia del ayer que me ha enriquecido
y me da fuerza para encararme con el futuro. Pero de ninguna manera menospreciando
el ayer. Me interesa ver a Zurbarán, como hace unos años fui a ver a Velásquez”
y considera que comparte con él “El rigor
plástico, la sobriedad y la cosa racial y auténtica”››. [Del Arco, Manuel. Entrevista
a Miró. “Tele Expres” (14-XII-1968).]
Las meninas (1656).
Velázquez
(1599-1660) es un ejemplo de las contradicciones de los juicios estéticos de Miró.
Primero comenta que es un gigante en una carta a Ràfols en marzo de 1920. [Carta de Miró a Ràfols. París (III-1920). cit. Rowell. Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 71. / Rowell. Joan Miró.
Écrits et entretiens. 1995: 83. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones.
2002: 119.]. Y ocho años después,
y no es baladí que esté a punto de viajar a Holanda para admirar a los maestros
barrocos, le cuenta al mismo Ràfols ‹‹Detesto a Velázquez. Las virtudes
pictóricas deben estar siempre puestas al servicio del espíritu (subrayado: espíritu).
Puestas —como en Velázquez—al servicio exclusivo de la pintura, no me interesan.››
[Ràfols, J.F. Declaraciones de Miró. Joan Miró en Madrid. “La Gaceta
Literaria”, Madrid, año 2, nº 37 (1-VII-1928) 6.] Pero en 1951 comenta a Del
Arco que es un genio porque su
pintura es viva, produce un choque. [Del Arco, Manuel. Entrevista a Miró. Joan
Miró. “Destino” (III-1951) 6-7. Col. FPJM, v. III, p. 170-171.] Y acaba respondiendo
a Pizá en 1966: ‹‹Admiro
¡cómo no! la obra de Velázquez. Pero Velázquez no es toda la pintura, ni la última
palabra en pintura. Es la culminación, la máxima perfección de un modo de entender
la pintura.›› [Pizá, Antonio. Entrevista a Miró. “Baleares”
(13-III-1966).]
Poussin. Et in Arcadia ego (1630-1633, algunas fuentes en 1639).
Nicolas Poussin
(1594-1665) es un influjo relativamente menor y datado en su juventud, cuando hubo
varias exposiciones antológicas que le pusieron de moda como uno de los adalides
del clasicismo, por el rigor de la construcción compositiva, en lo que es un precursor
de David o Corot. Menciono dos citas del propio Miró, la primera en 1922 sobre
la dedicación compulsiva al trabajo: ‹‹Ahora me viene a la memoria la respuesta
de Poussin al interrogarlo por qué había llegado tan lejos: Je n’ai rien
négligé.›› [Carta de Miró a Ràfols. Mont-roig
(12-XI-1922). cit. Rowell.
Joan Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: no. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens.
1995: no. / Rowell. Joan Miró. Escritos y conversaciones. 2002: 135.] y la segunda de 1937 una consideración
acerca de que en un cuadro de Poussin lo que nos conmueve es ‹‹el prodigioso
ímpetu del pensamiento››. [Duthuit, Georges. Où allez-vous Miró?
“Cahiers d’art”, v. 11, nº 8-10 (1936) 261-266, texto en 261-264. cit. Rowell. Joan
Miró. Selected Writings and Interviews. 1986: 151. / Rowell. Joan Miró. Écrits et entretiens. 1995: 162. / Rowell. Joan Miró.
Escritos y conversaciones. 2002: 215.]
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