LAS
PRIMERAS RELACIONES DE FORMACIÓN.
En este capítulo se inician los apartados
que ilustran sobre las cuestiones de la modernidad y la vanguardia en Barcelona
durante la juventud de Miró, y, sobre todo, el desarrollo de una progresiva fusión
de influencias de otros artistas sobre él.
Modernidad
y vanguardia en la Cataluña de principios del siglo XX.
Las corrientes de la
modernidad llegan a Cataluña a finales del siglo XIX, mientras que las vanguardias
lo hacen a principios del siglo XX, y en la capital catalana se mezclan varias
corrientes, unas tradicionales y otras novedosas, originando una tendencia hacia
la síntesis ecléctica que se notará en Miró.
Se vislumbran por sus
afinidades estéticas, sociales y políticas hasta cuatro grandes corrientes plásticas
en Cataluña en 1900-1914 (que en gran medida perviven en 1914-1936), una clasificación
tomada sobre todo de Arnau Puig (1979), Francesc Fontbona (1985) y Valeriano Bozal
(1992).
Se vislumbran por sus
afinidades estéticas, sociales y políticas hasta cuatro grandes corrientes plásticas
en Cataluña en 1900-1914 (que en gran medida perviven en 1914-1936), una clasificación
tomada sobre todo de Arnau Puig (1979), Francesc Fontbona (1985) y Valeriano Bozal
(1992).[1]
Arnau Puig.
Francesc Fontbona.
La primera corriente
es antimoderna, la segunda y la tercera son modernas, y la cuarta es vanguardista.
Primera, la de los artistas
academicistas, influidos por el neoclasicismo, el romanticismo el realismo, que
cultivan los géneros del paisaje, el folklore y la historia, y, que en general,
entienden la actividad artística como un medio narrativo. Es la corriente más
tradicional, centralista y conservadora, ligada a la burguesía catalana del fin de siècle reacia al cambio.
Segunda, la de los artistas
postimpresionistas y modernistas, que aceptan las aportaciones del impresionismo
y entienden la pintura como una entidad cromática autónoma —aunque sin salir jamás
del naturalismo— y no como soporte que posibilite la ilustración de una anécdota.
Es la corriente más cercana a la burguesía centralista, pero que acepta la inevitabilidad
del cambio, aun con riesgos, y que en su componente modernista también se vincula
a buena parte de la burguesía catalanista más bienestante y moderada.
Tercera, la de los artistas
nacionalistas que se engloban en el noucentismo y que beben del academicismo, el
postimpresionismo y el modernismo, que entienden el arte como un medio de crear
una imagen nacional catalana. Muchos serán clasificados como mediterraneístas al
buscar sus raíces en el clasicismo grecorromano y el Renacimiento italiano, en
la naturaleza mediterránea de la tierra catalana y en el espíritu de la Cataluña
medieval. Es la corriente cercana a la burguesía conservadora que pretende una
Cataluña autónoma y poderosa. Pero no es un movimiento homogéneo, y así Lubar distingue
tres corrientes estéticas en el noucentismo catalán: la clasicista de D'Ors, que
defiende el neoclasicismo de Torres García; la nacionalista de Maragall, espontánea
y romántica, que se refleja en la pintura mediterránea de Sunyer; y la ecléctica
de Junoy, que cultiva a la vez el clasicismo mediterraneísta y la novedosa apertura
al cubismo y el futurismo, con exponentes tan dispares como Torres García, Sunyer
o Manolo Hugué. [2]
Y cuarta, la de los artistas
vanguardistas, sobre todo los rupturistas que parten del cubismo para servirse
de la pintura como un medio especulativo independiente que les permita realizar
sus inquietudes formales. Cabe añadir algunos que se embeben de los maestros
más avanzados del s. XIX, como Courbet, ejemplo de compromiso para sus sucesores.
Es la corriente más desligada de la burguesía y la forman pequeños grupos, independientes
entre sí aunque comparten intereses cosmopolitas e internacionalistas, y que pretenden
cambiarlo todo, abolir el pasado. La capital de la corriente vanguardista catalana,
empero, no será tanto Barcelona como París, donde se desenvuelven en distintas
épocas Picasso, Miró y Dalí, y de donde los jóvenes artistas toman las incesantes
novedades europeas: el fauvismo en 1904-1905, el cubismo en 1907, el futurismo en
1909, la abstracción en 1910-1911, el collage en 1912...
El punto de corte llega
en 1904-1905, cuando aparecen las comúnmente llamadas vanguardias: en 1904 Picasso
se establece definitivamente en París, siguiendo la estela de tantos otros artistas
españoles de vanguardia; los fauves se muestran en París, iniciando uno
de los movimientos más apreciados por Miró en su juventud; y el Salon d’Automne
muestra retrospectivas de Redon, Renoir, Toulouse-Lautrec y Cézanne, cuatro artistas
que influirán en distinto grado en Miró. Al año siguiente, en 1905, el Salon
d’Automne de París (18 octubre-24 noviembre), presidido por Auguste Renoir y Eugène
Carrière, muestra dos antológicas de Ingres y Manet —ambos apreciados por Miró en
los años 10 y los primeros 20—, y por primera vez a los fauves (Matisse,
Manguin, Derain, Guérin, Valtat, Puy, Vlaminck), provocando el escándalo de la
crítica y el público, y el correspondiente interés de los jóvenes pintores; al
mismo tiempo, en Dresde se forma el grupo Die Brücke (El Puente) con Ernst Ludwig
Kirchner, Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluff y Fritz Bleyl, pero cuya pincelada
dramática de intenso colorido le será a Miró más lejana. A partir de 1906 se suceden
los movimientos en rapidísima sucesión y de casi todos ellos bebe Miró en un momento
u otro: cubismo, futurismo, cubofuturismo, abstracción, retorno al neoclasicismo...
NOTAS.
[1] Las referencias son: Puig. La pintura i l’escultura a Catalunya (1914-1936). “L’Avenç”, 19 (IX-1979): 30-31. Puig acepta que esta división en cuatro tendencias no obsta para que muchos artistas se sitúen en dos o más de ellas a lo largo de su evolución personal y que en muchos casos se mantengan rasgos de varias. / Fontbona, F. Del Modernisme al Noucentisme, 1888-1917. 280 pp. v. VII. en Història de l’Art Català. Edicions 62. Barcelona. 1985. / Bozal, V. Pintura y escultura españolas del siglo XX (1900-1939). Espasa Calpe. Colección Summa Artis, XXXVI. Madrid. 1992. 700 pp.
[2] Un resumen de esta clasificación de Lubar en Combalía. Miró surrealista. Rebelde en Barcelona, callado en París, en Solana, G; et al. El Surrealismo y sus imágenes. 2002: 106.
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