La estética de Miró. 01. Introducción.
LA
CUESTIÓN DEL PENSAMIENTO ESTÉTICO DE MIRÓ
*Esta entrada inicia una nueva serie de artículos, sobre el título enunciado.
La cuestión del
pensamiento estético de Miró se centra fundamentalmente en problemas
conceptuales sobre la condición del arte: la creación artística, el
vanguardismo, la modernidad y la posmodernidad, la artesanía, etc. Integrado
con su pensamiento estético hay un bloque de temas que por exceder la división
cronológica en periodos necesita una presentación unificada y separada pues
tratan: la esencia y evolución de las características más permanentes de su estilo
tanto en la pintura como en las otras artes: la inspiración y los métodos de
realización, la dicotomía de los estilos meditado y espontáneo, las causas
desencadenantes de la sucesión de los estilos, la selección de los títulos, el
transcurso del tiempo como factor de creación, el tratamiento del volumen y el
color, la composición de los elementos, la construcción o deconstrucción de la
perspectiva en el espacio, los motivos y signos...
El
problema de componer la compleja teoría estética de Miró.
Poner en su lugar
las piezas de una teoría estética mironiana a partir del estudio de las fuentes
es una empresa asaz difícil. Sobre las fuentes directas bastaría con citar al
propio artista, quien, en 1956, confiesa su aburrimiento en las conversaciones
intelectuales pues sólo le gusta hablar de sensaciones, y se define como
anti-teórico e incluso anti-intelectual [Redacción. Entrevista a Joan Miró. “Arts” (25-VII-1956)]. y veremos que en esto coincide con Picasso, Moore… Raillard (1977) opina: ‹‹Tengo
la sensación de que los juicios estrictamente estéticos le dejan helado, a él,
que precisamente tiene la ambición de crear un estado de turbación emotiva que
ninguna palabra previa pueda recoger.›› [Raillard. Conversaciones con Miró. 1993 (1977): 12.] Hay en su discurso una negación
de las interpretaciones o de los juicios de valor estético, pero sin embargo,
entre las frases y los silencios, se desliza su pensamiento estético.
El principal
problema es discernir lo permanente entre tantos cambios conceptuales, pues su
pensamiento aparece entre constantes contradicciones a lo largo de su
correspondencia y sus escritos, sus entrevistas y declaraciones, y sólo se integra
al final de su vida en un pensamiento relativamente coherente. Y es que se
nutre de influencias ideológicas tan diversas y muchas veces contradictorias
como la temprana del obispo catalán Torràs i Bages y la más tardía del teólogo
francés Maritain; de la de intelectuales laicos como Apollinaire, Reverdy,
Jacob, Breton, Leiris, Bataille o Tériade; de los artistas que admiraba, como
Picasso, Ozenfant, Le Corbusier, Klee o Kandinsky; y el más difuso influjo de
los mundos oriental y primitivo.
Y el problema no disminuye
al estudiar las fuentes indirectas de la historiografía y la crítica desde los
años 20 en Breton o Gasch ni las posteriores a la importante monografía de
Dupin (1961).
Entre los elementos
de su estética personal destaco los siguientes puntos:
- Su relación con
los debates ideológicos de la modernidad y las vanguardias de su juventud
mediante su contacto con los intelectuales vanguardistas franceses y catalanes
de su tiempo, destacando la importancia de la poesía como fuente de
inspiración, como advierten los estudios de Dupin, Krauss, Rowell, Lanchner y Lubar. En la madurez esto se liga con la estética
del expresionismo abstracto norteamericano, con su reivindicación del Yo y de
la libre gestualidad, en paralelo a los
debates estéticos
del aformalismo europeo. Este influjo será esencial desde los años 60, en los
que Miró madura la relación entre libertad y provocación.
- La aceptación del
tomismo en la versión de Maritain como estética y discurso político-social del
católico progresista que también fue Miró hasta el punto de seguir al pensador
francés hasta en mínimos detalles. Al mismo tiempo, en lo que no tiene de
contradictorio con el catolicismo, admira el pensamiento oriental, en concreto
el budismo Zen japonés y su filosofía quietista ante la naturaleza, el arte y
la sociedad.
- La relación
arte/artesanía como traslación de una “sabiduría del mundo” (en el sentido de
la Wissenschaft) en la que se reivindique el valor de la producción
artesanal, en lo que comporta de popular-funcional, como herencia verdadera de
lo primitivo, de lo esencial al hombre sincrónico.
- El pensamiento
estético-social de Miró se expresa en su postura ante el debate sobre la pureza
y el compromiso de los artistas, a través de la incidencia de Jacques Rousseau
y de los socialistas utópicos. No considero aplicable a Miró la idea
mecanicista del “reflejo”, pero sí cabe señalar que él, como tantos otros
artistas en su época, vivió intensamente el peligro de la doble interpretación
que las vanguardias decimonónicas hicieron de las tesis de Rousseau ante el
individuo y la sociedad, en donde Miró tomó partido por el individuo. Tres
aspectos destaco aquí:
- El compromiso “ideal”
con las causas del catalanismo y la democracia dentro de un pensamiento utópico
y moderno de que el arte puede y debe transformar al hombre y a la sociedad. En
este sentido Miró está inmerso en la dinámica “revolucionaria” de las primeras
vanguardias. Si acepto dos ideas tan difundidas como que el arte es la “autoexpresión”
del artista, una idea inequívocamente romántica, y de que el arte es “expresión
de la época” a través del artista, una idea ya posromántica, entonces la obra
de Miró es un excelente ejemplo de las dos. En él se percibe paralelamente la
autoexpresión de un artista con raíces catalanas y la expresión de la época de
las vanguardias en Cataluña.
- El no-compromiso “práctico”,
o sea, su independencia respecto a todo compromiso partidista. Miró se negará a
ser un miembro militante, lo que le granjeará el distanciamiento de Breton y de
los intelectuales más directamente engagés, sino que defenderá que el
artista debe rechazar el compromiso con la política “fáctica”, porque la única
verdadera e insoluble libertad es la creativa. Considera, en suma, que el único
papel revolucionario del artista es crear en libertad y, en concreto, demostrar
a sí mismo y al mundo que la esencia del hombre es ser un sujeto creador. Niega
el culto a los grupos y afirma la liberación de los individuos.
- La dualidad de su
pensamiento le lleva a una dialéctica vital muy inestable, que entronca con la
idea de unas alternantes oposición y religación del hombre y del artista, con
las que justificaba tanto sus tomas de posición a favor de los ideales
políticos como sus contadas obras claramente “políticas”, pues como “hombre político”
sí debía comprometerse en la acción en momentos excepcionales, en que el
aislamiento (entendido como una forma de nihilismo) era incompatible con la
dignidad humana (la condición de hombre libre). Pesimista y esperanzado a la
vez, como el Sísifo de Camus, Miró siempre intenta mover la roca, aun sabiendo
que jamás alcanzará y reposará en la cumbre. Este pensamiento suyo de doble “religación”
de las oposiciones idealismo/pragmatismo y compromiso/purismo es el que explica
la naturaleza de las obras más “políticas”, y su notable valor de ejemplo para
muchos otros artistas (como Tàpies) de cómo resolver una de las grandes
dicotomías del creador moderno: cómo se puede ser un hombre libre y
rigurosamente sujeto a los ideales humanistas y, a la vez, un artista libre y
fervorosamente entregado a la creación.
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