El escritor español Joan Perucho (1920-2003) y su relación con
Joan Miró.
Joan Perucho i Gutiérrez (Barcelona, 7-XI-1920 a 28-XI-2003). Escritor polifacético, poeta y crítico de arte.
Hijo de Manuel Perucho, un comerciante bibliófilo de Barcelona y de Jesusa Gutiérrez, una castellana de Medina del Campo, viuda con dos hijos anteriores, Joan siempre bilingüe en catalán y castellano. De familia muy católica, se formó en la escuela de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de la Bonanova (popularmente conocidos como La Salle), fundada en 1889 y que tal vez era el mejor centro educativo de la ciudad. Comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Guerra Civil y fue soldado de vigilancia aérea en las filas republicanas. Se pasó a Derecho en 1940. Se licenció en Derecho en 1947 y ejerció la profesión de juez desde 1948 hasta su retiro en 1983-1984, un trabajo que pudo influir en su evolución hacia un moderado conservadurismo político.
Colegio de La Salle en Bonanova (Barcelona).
Joan Perucho i Gutiérrez (Barcelona, 7-XI-1920 a 28-XI-2003). Escritor polifacético, poeta y crítico de arte.
Hijo de Manuel Perucho, un comerciante bibliófilo de Barcelona y de Jesusa Gutiérrez, una castellana de Medina del Campo, viuda con dos hijos anteriores, Joan siempre bilingüe en catalán y castellano. De familia muy católica, se formó en la escuela de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de la Bonanova (popularmente conocidos como La Salle), fundada en 1889 y que tal vez era el mejor centro educativo de la ciudad. Comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Guerra Civil y fue soldado de vigilancia aérea en las filas republicanas. Se pasó a Derecho en 1940. Se licenció en Derecho en 1947 y ejerció la profesión de juez desde 1948 hasta su retiro en 1983-1984, un trabajo que pudo influir en su evolución hacia un moderado conservadurismo político.
Como prosista alternó al principio el castellano y el catalán, y como poeta escogió siempre en catalán. Como escritor en español comenzó a participar en las revistas falangistas "Alerta" (16 números en 1942-1943) y su sucesora “Estilo” (25 números en 1944-1946 y más esporádicos hasta su final en 1959) del Sindicato Español Universitario (SEU), junto a sus amigos Néstor Luján, Antoni Vilanova, Manuel Valls y otros jóvenes falangistas heterodoxos. Como escritor en catalán colaboró en las revistas "Poesía" (1944-1945) y “Ariel” (1946-1951) de su amigo Josep Palau i Fabre.
Publicó un centenar de libros y miles de artículos, de una miscelánea de temas, desde el arte a la gastronomía, lo que le permitirá escribir a medias con Néstor Luján El libro de la cocina española (1971), que fue traducido incluso al japonés. Hasta redactó en 1959 un ensayo legal sobre la mutualidad catalana de accidentes laborales.
Su prestigio como narrador se cimentó en 40 colecciones de prosa y novelas, la mayoría de tema fantástico, como Diana i la mar Morta (1953), Amb la tècnica de Lovecraft (1956, publicado por la revista “Papeles de Son Armadans” de Cela en su primer número), Llibre de cavalleries (1957), Les històries naturals (1960), Galería de espejos sin fondo (1963), Roses, diables i somriures (1965), Nicéforas y el grifo (1968), Botánica oculta o el falso Paracelso (1969), Historias secretas de balnearios (1972), Les aventures del cavaller Kosmas, (1981, ganadora de los premios Ramon Llull y Nacional de la Crítica en 1981 y del Joan Crexells en 1982), Los misterios de Barcelona (1988), Pamela (1983) o Un viatge amb espectres (1984). Su libro más famoso es Les històries naturals (1960), una novela de vampiros ambientada en las guerras carlistas del siglo XIX y que ha sido traducido a dos decenas de idiomas. Como memorialista alumbró Los jardines de la melancolía: Memorias (1993).
Su estética poética inicial era próxima al surrealismo y al simbolismo, y a la plástica más imaginativa de Tàpies y Ponç, y evolucionó en los años 50 hacia un pensamiento filosófico sobre la vida. Se refleja en 21 poemarios como Sota la sang (1947, con tres ilustraciones del artista prematuramente fallecido Ramon Rogent), Aurora per a vosaltres (1951, ilustrado por Maria Girona y Albert Ràfols-Casamada), El Mèdium (1954, con un retrato de Tàpies), El país de les meravelles (1956, con un dibujos de Joan-Josep Tharrats) o el último, Els morts (2000). Muy pronto, ya en 1947, alcanzó un sólido prestigio como poeta y apareció en muchas antologías.
Destacó después como crítico de arte entre 1961 y 1970 en el semanario “Destino” y desde 1962 hasta 2002 en el diario "La Vanguardia", al tiempo que ocasionalmente colabora en “Nueva Estafeta Literaria”, “ABC”, “Avui”, “Diario 16” y “Diari de Barcelona”. Entre sus escritos de arte destacan Gaudí, una arquitectura de emancipación (1967) y Joan Miró y Catalunya (1968; ed. catalana Joan Miró i Catalunya, 1970). Ganó por el conjunto de su obra el Premio de Periodismo Ramón Godó (1970), la Creu de Sant Jordi de la Generalitat (1991), el Premi Nacional de Literatura de la Generalitat (1995), el Premio Rosalía de Castro (1996), el Premio Nacional de las Letras de España (2002) y la Medalla de Oro al Mérito Cultural, Científico y Artístico del Ayuntamiento de Barcelona (2002). Murió poco después de recibir sus últimos galardones, por una cirrosis hepática.
Joan Perucho i Gutiérrez (Barcelona, 7-XI-1920 a 28-XI-2003). Escritor polifacético, poeta y crítico de arte.
Hijo de Manuel Perucho, un comerciante bibliófilo de Barcelona y de Jesusa Gutiérrez, una castellana de Medina del Campo, viuda con dos hijos anteriores, Joan siempre bilingüe en catalán y castellano. De familia muy católica, se formó en la escuela de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de la Bonanova (popularmente conocidos como La Salle), fundada en 1889 y que tal vez era el mejor centro educativo de la ciudad. Comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Guerra Civil y fue soldado de vigilancia aérea en las filas republicanas. Se pasó a Derecho en 1940. Se licenció en Derecho en 1947 y ejerció la profesión de juez desde 1948 hasta su retiro en 1983-1984, un trabajo que pudo influir en su evolución hacia un moderado conservadurismo político.
La
relación de Perucho con Miró.
Hay varias versiones de cuándo y con quién
Perucho conoció a Miró, algo lógico porque los protagonistas del encuentro lo
recordaban muchos años después.
El propio Perucho (1961) databa su primer
encuentro hacia 1945 (“Vaig conèixer Miró cap a l’any 1945”).[1] Le presentó su
amigo, el poeta catalán Josep Palau i Fabre. Unos días después, Perucho, acompañado
por el hispanista francés Maurice Molho (un joven judío sefardí que, con su
adinerada familia, se refugió en Barcelona en 1940) y el eminente filólogo y
crítico suizo de lengua francesa Albert Béguin, recién llegado a Barcelona para
dar una conferencia en el Institut Francès el 27 de noviembre de 1944, fueron a
su estudio del Passatge del Crèdit y vieron sus obras. Joan Perucho (1993) rememora:
‹‹En
la primera página del número 13 de la revista Poesía (1944-1945)
apareció, teñida de rojo, las huella de la mano de Joan Miró. Aparecía
estampada sobre un texto de Arthur Rimbaud, como coloreada en sangre. No sé
exactamente la fecha porque no estaba consignada por decisión de su director y
editor. Antes (en el número 3 y en el número 6) habían salido dibujos de Joan
Miró y textos de nuestro grupo universitario así como de Maurice Molho, recién
llegado de un París ocupado por los alemanes. Lo comentaba hace unos días, en
esta ciudad, durante una conversación que tuve con mi querido amigo Maurice,
alejado ya, como yo mismo, de este mundo de recuerdos.
Josep
Palau i Fabre me presentó a Joan Miró. Días más tarde fui a visitarlo con
Albert Béguin (llegado asimismo de París), pues quería conocer las producciones
barcelonesas de Miró. Nos trasladamos a su piso del Passatge del Crèdit, en el
que nos recibió con su impecable cortesía, un poco mecánica. Disparaba las
sonrisas, cronometradas y rápidas. Avizoré una colección de “siurells” de
Mallorca, que me llamó la atención.
Nos
hizo pasar a una gran habitación, limpia (casi aséptica) en extremo. Depositó
encima de una mesa unas enormes carpetas de donde hacía salir muchas gouaches
recientes, que debían ser las Constelaciones. Miró las contemplaba como
si las viese por vez primera, fascinado, con ojo atento, crítico, concentrado.
Nosotros, después de agotar los adjetivos elogiosos, no sabíamos qué decir ante
su mutismo. Miró era lacónico, estricto, tendente al monosílabo. Nos
desconcertaba comprobar que, después de un comentario sobre la fuerza dramática
de un símbolo o de un signo, encontrásemos en el dorso del papel un título más
bien de carácter inocente, como Les enfants au soleil o Les
hirondelles.››[2]
Martí Rom (2015) sigue un recuerdo de Palau i
Fabre en la p. 50 de la "Cultura" (IV-1993) y lo data en noviembre
de 1944, en relación a una conferencia que dio Béguin en el Instituto Francés
de Barcelona el 27 de ese mes, pero no asegura el día del encuentro.
Altaió (2021) repite que fue Palau i Fabre
quien les presentó, y precisa más la fecha, justo al inicio de su brillante
estudio sobre la relación entre ambos: ‹‹Joan Perucho va conèixer Joan Miró el
27 de novembre de 1944. [con] Palau, i un parell de francesos [en referencia a Maurice
Molho, Philippe Rebeyrol y al franco-suizo Béguin]. Hi havia també [el escritor
catalán] Joan Triadú,››[3] Julià Guillamon
(2021) quita a Béguin e incluye a Triadú.[4]
Cuando volvió a casa, Perucho estaba en vena e
inmediatamente compuso un poema, A Joan Miró (1944), que
incluyó después en su primer poemario publicado, Sota la sang (1947).
‹‹Direm la vida, ardentment enyorada;
direm paraules
com un bleix llangorós en les cambres
somortes
o un llavi que deplora
o ventalls amorosos;
però la vida tristament manifesta
quan els homes retornen
a llurs mesquines ombres enfurides,
a llurs sexes visibles,
a llurs injúries.
Un riu, arbre només, sota la fèrtil ona,
oblidada memòria de la terra,
caldrien abatre
el somnàmbul enuig,
l’urc impietós dels morts sense ventura
o el llebrer de la ira que retorna.
Car l’esguard no perdona l’esguard
i rebroten violes a les mans ignorades
per qui la terra dóna l’orgullosa besada;
la besada que ens du formosament la
mort››.
Perucho
recordaba:
‹‹Llegué
a mi casa conmocionado. Palau se había marchado a París. Entretanto, se había
organizado la redacción de Ariel, revista en la que publiqué un artículo
fogoso sobre Miró. Después, escribí un poema que salió publicado en mi libro Sota la sang y que, lleno de admiración,
fui a ofrecerle al cabo de unos días, pues entonces era yo muy joven. Volvería,
por consiguiente, a atravesar muy pronto la luz subacuática del Pasaje de
Crédito, propia de un filme surrealista, encajonada en un lugar verdaderamente
irrepetible de mi ciudad. Miró, como de costumbre, me recibió cordial y con su
sonrisa automática. Quedó muy agradecido por mi poema, del que destacó
precisamente este trozo:
“Un
árbol sólo, o un río, bajo la ola fértil,
olvidada
memoria de la tierra,
sería
preciso para abatir
el
sonámbulo enojo,
la
vanagloria de los muertos sin piedad
o el
lebrel de la ira que regresa.”
Después
me enseñó el libro reciente de James Johnson Sweeney, del Museo de Arte Moderno
de Nueva York, fechado, me parece, en 1941. Me leyó unas frases concomitantes — según
él— con mi poema, que encuentro
reproducidas en el libro de Jacques Dupin: “Il est terre à terre. Nous
autres, Catalans, nous pensons qu’il faut avoir les pieds solidement plantés
dans le sol si l’on veut bondir dans les airs. Le fait que je redescends sur
terre de temps en temps me permet de sauter plus haut ensuite.”
Entró su mujer, Pilar, y me la presentó
así como a su hija Dolores. Ambas iban de compras. El piso del
Passatge del Crèdit presentaba las paredes pintadas de color crema y un
embaldosado que contrastaba eficazmente. No producía la impresión de un
habitáculo perteneciente a un artista revolucionario, sino, al revés, a una
familia burguesa y ahorradora. Apenas sí había muebles. El Passatge del Crèdit
era (quizá lo sugería así su nombre, extrañamente ligado a las Finanzas y a la
Banca) un lugar imprevisible, no fácilmente accesible, pues habían unas puertas
con rejas a ambos lados. Al despedirme, Miró me hizo entrega de una gouache
que, dedicada, me hice enmarcar al día siguiente.››[5]
Perucho fue uno de los máximos defensores de Miró
en la Cataluña de la posguerra, al que ve como el enlace con la gran
cultura moderna de los años 30, y le consagró varios artículos, como Actualidad del surrealismo. Dalí y Miró,
en la revista falangista “Estilo”, nº 8 (XII-1944), del que Altaió (2021) cita: ‹‹Miró no
recurre a datos dispersos, a experiencias de archivo.››[6]
En catalán el primer artículo laudatorio de
Perucho es Joan Miró, en la revista impulsada por Palau i Fabre
“Ariel”, vol. 1, nº 5 (IX-1946). Tiene el
extraordinario valor de ser la primera gran reivindicación de Miró en Barcelona
después de la Guerra Civil, en un intento de acercarlo a las nuevas
generaciones como un puente a las vanguardias de entreguerras:
‹‹La
gran aventura no ha cessat. Calia doncs, una seductora confabulació per tal de
fer-nos acceptar allò que intimament rebutjàvem. La fallida, però, era
indefugible. Malgrat el trist panorama de la nostra pintura, morta pràcticament
l’any 1936, no hauríem pogut resignar-nos a creure, com a definitiu, en una
mena d’ordre excessivament dolorós pel nostre entusiasme.Pressentiem que, arreu
del món, en una lògica dispersió, hom continuava fidel a la realitat; que la
jerarquia d’alguns noms restava dreçada, amb llur prestigi; que, àdhuc,
ignoradament, entre nosaltres Joan Miró era un d’ells. Aquesta informulada
evidència creixia a mesura del temps, en secret gairebé, quand aquest artista
puríssim anava bastint el seu màgic univers, meravellosament intacte. Com a
única referència ens bastava. Ha calgut, però, el desenllaç polític per a posar
les coses en el seu lloc. L’obra de Joan Miró, podem dir-ho, ha esdevingut una
de les manifestacions més genuïnes de l’art d’aquest temps nostre torturat fins
a la folia, fins a l’angoixa més desesperada.
Per a
comprendre tot el sentit de l’obra de Miró, cal partir del que André Breton
anomenava la crise de l’objet, és a dir, la depreciativa postura de
l’home davant la realitat. L’artista no pot suportar la grisalla del món que el
circumda, la mesquinesa del comerç superficial dels homes, l’absència de valors
poètiques en la vida quotidiana. És tracta, doncs, d’un fet de vastíssimes
proporcions que implica un inconformisme gairebé social. D’un banda la
pintura-pintura que interessa escassament, després de tants segles en què
l’home es complau en el concret, en els rapports estrictes amb la
realitat, de l’altra, la lliure creació poètica ardentment enyorada. “El món és
incomprensible —deia Christian Zervos— si hom defuig el seu misteri. La nostra seguretat en ell prové del
fet de veure’l amb els nostres ulls, però hom pot tenir una visió diferent, o
tal volta oposada. Sols el misteri és gran i no pot desaparèixer.” És per
aquest motiu que Joan Miró cercarà d’introduir la poesia en els seus quadres.
Poesia que utilitza una concentració del color que antany el paroxisme o uns
arabescs turbadorament enigmàtics, però als quals una desviació d’un
mil·límetre llevaria l’encís. No es tracta, doncs, del mateix problema que hom
es planteja davant la pintura tradicional: en realitat, no pot parlar-se en
aquest cas de pintura. Salvador Dalí ens ha descrit els anys en els quals Joan
Miró volia asssassinar-la. Un desig evident d’acabar amb tot un estat de
coses que no convencen, es palesa en les recerques de l’artista. Cal retornar a
l’emoció primera de l’home davant les coses, davant el món: al balbuceig de
l’infant i l’home primitiu. Emoció sense prejudicis, puresa d’ànima. Puresa que
resta ofegada sota la saviesa de les civilitzacions o sota el gran sarcasme
dels convencionalismes. Cal abatre el sentit comú, enderrocar el mur de sang i
de luxuria que ens empresona a la terra. De fet, como deia Herbert Read, un
quadre de Miró és com una aventura en el país de les meravelles, com una de les
grans aventures d’Alice in Wonderland.
El
surrealisme, doncs, amb Joan Miró assoleix la màxima puresa. Un deliri
d’ascetisme, d’economia, informa les seves obres. Gradualment va despullant-se
de tot possible contngut sensorial, va destruint una a una les amarres que el
lliguen a la realitat. Si per a un fauve el principi de la màxima
intensitat amb el mínim esforç, representa un axioma fonamental, hom
sospita que Miró obeeix sempre al de la màxima emoció amb la mínima
sensació. El concret esdevé, d’acord amb la dogmàtica surrealista, concert
mental. Cap altre artista no ho ha assolit d’una manera tan absoluta i
tangible. Algú ha dit que Miró havia descobert els reflexos espirituals de la
cosa real. Però convé aclarir de seguida que aquesta descoberta és feta al
marge de tot procés de síntesi més o menys laboriós. Miró no raona: en té prou
amb la seva intuició meravellosa. D’ací que la puresa d’un quadre d’aquest
artista sigui producte de la seva puresa d’ànima, d’aquesta aspiració constant
vers l’absolut. I la qualitat més alta de Miró, la qui le permet de mantenir-se
com a valor universal, és aquest perfecte equilibri entre el somni i la vida.
Perquè és indubtable que una excessiva puresa, una absoluta evaporació del que
pot semblar adjectiu, condueix irremeiablement a l’esterelització del contingut
humà, premisa ineludible de tota obra estètica. En aquest cas podria donar-se
una obra d’art amb clau secreta, de perfecta comprensió per l’artista que crea,
però indesxifrable per a l’espectador millor dotat. A això se referia Carl
Einstein en parlar de l’obra del nostre artista. Aquest, però, coneix el límit
de les seves realitzacions.
Hem de
remarcar, finalment, l’òrbita de la gran tradició catalana en què es mou Joan
Miró. Orbita que informa una manera d’expressar-se directa, viva, on els colors
exulten lliurement, cosa que fa pensar tant en els frescs de les nostres
esglésies medievals com en la punyent clarividència dels il·lustradors del Beatus.››[7]
Poco después, un agradecido Miró le regaló
un dibujo, Sin título (1946).[8]
Miró también cedió un dibujo para ilustrar
un texto del poeta surrealista René Char, que apareció en el número 14 de
la revista "Ariel" (XII-1947).
Siguió una cierta cesura en su relación, que
explico porque Perucho acabó la carrera de Derecho y en 1947 comenzó a preparar
las exigentes oposiciones a juez, que le llevaron a Madrid y pronto, el verano
de 1948 consigue plaza. Inicia la carrera judicial en La Granadella (Les
Garrigues) y en 1949 se casa con Maria Lluïsa Cortés (1922-2023), con la que
tendrá cinco hijos: Montserrat,
Manel (falleció a los quince días de nacer), Oriol, Sofía y Eulàlia. Ejerció de juez en Banyoles desde 1951, aunque en esos
primeros años 50 pasaba bastante tiempo en su casa barcelonesa en la
calle de la República Argentina.
Altaió (2021) apunta, sugiriendo un distanciamiento
político, que la relación entre este y Miró se interrumpió en 1944 durante 15 años,
basándose en unos recuerdos del propio Perucho en 1961: ‹‹En l’article referit
de Destino, Perucho ens precisa un llarg silenci que seguí entre ells, d’uns
quinze anys. Desde la visita el 1944 fins al 1961: “Volví a la carga con Joan
Miró. Debí molestarse con exceso. No le he vuelto a ver hasta ayer en la
exposición de la Sala Gaspar”. O potser Miró en aquells anys de malfiances,
advertit per Prats, va prendre distància amb un jove escriptor que col·laborava
en una revista universitària falangista?››[9]
Es razonable que Miró y su círculo progresista desconfiasen de un juez,
presunto colaborador de una publicación del régimen, pero apunto que también
colaboraban en publicaciones promovidas por la organización falangista gente
tan abierta de espíritu como Juan-Eduardo Cirlot, Josep Maria Castellet, Joan
Ferraté, Gabrier Ferrater, Carlos Barral o Manuel Sacristán. Así, esas revistas
acostumbraban tener dos colores, el azul para las noticias falangistas y el
blanco para las colaboraciones de intelectuales.
El mismo Perucho (1993),
contradiciéndose con lo explicado tres decenios antes, contaba su relación cordial
durante la primera mitad de los años 50: «Els diumenges, quan la meva muller i
jo sortíem de missa de l’església dels Sants Just i Pastor (a tocar de la plaça
de Sant Jaume), algunes vegades trobàvem la família Miró. Era un barri que a mi
m’encantava, tot i que vivíem lluny, a la part alta de la ciutat... Doña Pilar
era molt afectuosa, i la seva filla també...»[10] Y en una versión-traducción solo un poco distinta Perucho recuerda: ‹‹Siempre me unió una buena relación con Joan Miró.
Los domingos, cuando mi mujer se empeñaba en ir a misa en la iglesia de los
Santos Justo y Pastor, algunas veces encontrábamos a la familia Miró, que salía
de paseo. Era un barrio que a mí me encantaba, aunque se hallase lejos de donde
vivíamos, encaramados en la parte alta de la ciudad. Se oía maravillosamente el
canto inaudible de la “áurea picuda”, ave de las Islas Encantadas. Doña Pilar
era muy afectuosa y la niña también.››[11]
En medio, en 1949 Perucho
fue requerido para colaborar en el número especial de “Cobalto” en ocasión de
la <Exposición-homenaje Joan Miró> en las Galerías Layetanas de
Barcelona (23 abril-6 mayo 1949), en cuya breve sección de Miró y los
críticos figura junto a Eugeni d’Ors, Sebastià Gasch, J. A. Gaya Nuño,
R. Santos Torroella y Joan-Josep Tharrats. El texto de Perucho es directo: ‹‹La incontaminada pureza de un cuadro de Joan Miró es un producto
de su pureza de alma, de esa aspiración constante hacia lo absoluto. (La incontaminada puresa d’un
quadre de Joan Miró és un producte de la seva puresa d’ànima, d’aquesta
aspiració constant cap a l’infinit)››
Cuatro años después, en 1953, la editorial
Atzavara editó un libro de narraciones poéticas, en parte autobiográficas de su
infancia, Diana i la mar Morta, ilustrado con dibujos de Francesc
Todó, que incluye el breve texto Joan Miró: «Va enfortint-se,
definint-se, damunt un fons blanc que violenta l’estructura de l’ull i apareix
en successives transformacions... amb una innocència d’infant una mica
pervertida i que us inquieta a causa de la seva absoluta concreció i astúcia.
Llavors s’esdevé, en aquest món diàfan, el descobriment d’una floració
encantada i matinal que us reclama a cada instant i gira amb aèria trajectòria,
s’ultrapassa i retrocedeix, apunta a una lluna blava o a una estrella roja i
periclita amb les arrels alçades, entorn del personatge de la mà negra...». Le
envió el libro a Miró, que se lo agradeció con una carta desde Barcelona
(5-V-1953) FJM: «A Joan Perucho. Agraint els vostres mots i el vostre
llibre».
Perucho consiguió en la primavera de 1955 una plaza
de juez en Gandesa (provincia de Tarragona), donde ejerció 14 años, de lunes a
viernes, viviendo en Barcelona los fines de semana. Le gustaba el juzgado de
Gandesa porque no había mucho trabajo y podía dedicar la mayor de su tiempo a
leer y escribir, así como a disfrutar de la comida y la bebida de los
restaurantes de la zona. En 1969 pasó al juzgado de Tortosa, donde se retiró hacia
1983-1984.
En ese largo tiempo, pese a sus compromisos
profesionales como juez y a que la familia Miró se marchó a Palma en 1956,
Perucho siguió en contacto con Miró, aunque solo durante los regulares veraneos
de este en Mont-roig, que está en la ruta desde Gandesa a Barcelona. Perucho recuerda: ‹‹Pasaron los años. Publiqué [1960] mi novela Las historias naturales, la acción de la
cual se desenvolvía por las comarcas meridionales de Tarragona, lugares muy
frecuentados por mí, en razón de mi trabajo. De vez en cuando, me llegaba a
visitar a Miró en su masía de Montroig, pueblo que me venía de paso. Recuerdo
que una vez regalé a doña Pilar un cubrecama de ganchillo antiguo que había
comprado a la anticuaria de Alcañiz, Lola Veléncia [este inusual apellido
parece un error de transcripción] (a quien llamaban la “Lela”, cariñosamente),
amiga mía, que vivía acompañada de cinco o seis perros y poseedora de diversos
almacenes atestados de muebles y cerámicas.››[12]
Prueba su amistosa relación la correspondencia, en
parte reproducida por Martí Rom, como una carta de Joan Miró desde Palma de
Mallorca (13-II-1961): «Amic Perucho: És amb emoció que us escric aquests mots
després d’haver llegit el vostre article a "Destino". Si jo
personalment me’n sento honrat, és amb doble emoció que veig com el nostre
poble ha canviat. No per haver-ho fet envers mi, sino perquè hi veig el
despertar d’unes possibilitats que molts de nosaltres, pessimistes, teníem ja
mortes per sempre. Al meu pròxim viatge a Barcelona tindré molt goig en
poder-vos saludar. Rebeu una forta estreta de mà». Sigue una carta de Miró
desde Palma de Mallorca (5-V-1961): «Amic Perucho: Incloc una tarja per a la
projecció de les meves darreres obres... crec que podrà ser-vos de gran
utilitat per l’article que penseu escriure, com així mateix podré suggerir-vos
i donar idees per fotos que necessitareu...». Prosigue en otra carta de
Miró a Perucho (27-II-1962), desde Palma de Mallorca: «Amic Perucho: Molt
precís i molt net el poema en que m’haveu honorat...». Rom apunta que debe
correspondee a «Petita suite» («A Joan Miró»). De «Darrers poemes
(1956-1973): «I Astre. Terra. Flama. Primavera secreta. Oculta font. II
Home. Dona. Sang. Primavera secreta. Fúria amagada. III Palet de riera. Infant
que dansa. Arrel que dansa. IV Dansa la Primavera. El desig i la sang».
En 1962 Perucho es miembro del jurado del primer
Premi de Dibuix Joan Miró. Después colaboró con un texto en el catálogo
de <Miró. Álbum 19> en la Sala
Gaspar de Barcelona (1963). Una misiva de Miró a Joan Prats
[(11-VII-1965) FJM] apunta que tiene una cita con Perucho en Barcelona el
domingo 18 de julio a las 7 de la tarde, sin mencionar el asunto a tratar, pero
es muy probable que sea el libro que Perucho prepara sobre él. Poco después, en
una nota enviada a Pierre Matisse [carpeta PML, PMG B 19, 26] Miró
incluye a Perucho entre los amigos de Europa a los que enviar el catálogo
de <Miró: Cartons 1959-1965>. Nueva York. Pierre Matisse Gallery
(26 octubre-20 noviembre 1965). Una carta de Miró a Perucho, desde Palma
de Mallorca (22-XI-1967) dice: «Estimat amic... encantat en que es reprodueixi
la guaixa meva en la coberta del vostre llibre...», mención a un dibujo que
Miró le había regalado en 1946, Personatges amb lluna i estrella, y
que Perucho usó con permiso previo del artista para la portada de
la versión castellana de Les històries naturals (Ediciones
Marte, 1968).
Con el tiempo Perucho alcanzaría cierto éxito
como director de colecciones editoriales, entre las que destaca entre 1966 y
1971 la Biblioteca de Arte Hispánico de la editorial Polígrafa de Manuel Muga, lo
que facilita que se publiquen sus dos libros sobre Gaudí y Miró, y en la que
hará que se publiquen monografías sobre Nonell y el arte visigodo y
paleocristiano en España, y él mismo prepara carpetas de litografías de Miró,
Tàpies y Clavé. También en esa época fue director literario de varias
colecciones, sobre todo de novela fantástica, de la editorial Tàber, para la
que también dirigió una gastronómica con obras de sus amigos Néstor Luján y
Álvaro Cunqueiro.
El próximo hito es el libro de Perucho que
remarca las raíces catalanistas mironianas, Joan Miró y Cataluña (1968,
versión catalana en 1970).[13] Reproduce
numerosas pinturas de tema catalán y que proclama el compromiso personal y
artístico del artista con su tierra; tuvo una amplia repercusión en los
círculos nacionalistas y progresistas catalanes. Miró, de vuelta a
Barcelona después de su veraneo en Mont-roig, celebra el 10 de noviembre de
1968 la presentación del libro, que irá junto a una exposición que
recorrerá varias ciudades, como Milán. Perucho, en su faceta de crítico de
arte, prosigue su firme defensa de Miró, con el que en esta época la crítica de
la prensa española es todavía reticente: en Madrid sólo le defiende a fondo
Moreno Galván, en Valencia está Aguilera Cerni y en Barcelona hay un pequeño
grupo favorable encabezado por Cirici, Perucho, Teixidor y su compañero Tàpies.
Los demás son relativamente tibios.
También publica un libro de artista, Les
essències de la terra
(Editorial Polígrafa, 1968), con litografías de Miró. Era una antología de
textos catalanes antiguos, prologado por el poema A Joan Miró de 1944, que se había publicado en Sota la sang (1947).
En esos años finales del decenio de los 60
Perucho y Miró se ilusionaron con la idea de abrir un museo dedicado a Miró en el
pueblecito de El Vendrell en el Bajo Ampurdán tarraconense, que desde 1965 promovía
el alcalde Casimiro Coll, pero se frustró según Perucho por el
desinterés del resto de los concejales, que desconocían al artista. No hemos de
imaginar que la actual FJM hoy estaría allí, porque la idea era tener solo una
pequeña pero representativa parte de su obra, ya que el objetivo principal era
Barcelona, pero el primero en moverse fue este
alcalde, que, introducido por Joan Perucho, le visitó en Mallorca
(probablemente a mediados de octubre de 1967) y le ofreció construir en su
pueblo un Museo-Fundación Miró, justo al lado del que se preparaba para Pau
Casals. Pero Miró y Prats concordaron en que era mejor intentarlo primero en
Barcelona porque apenas tenía relación personal con ese pueblo.[14]
Perucho (1968) resume sus ideas sobre que
el arte de Miró vive un difícil equilibrio entre imaginación y realidad:
‹‹(...) El arte de este artista representa lo
imaginativo vinculado a la realidad física de una tierra, de un paisaje. Hace
poco me he referido a esta vinculación, señalando que el propio Miró se
complace en decir que en su pintura existe el espacio, la tierra, el fuego y el
agua, y no sólo es Montroig los que le inspira, pues este último elemento —el
agua— deriva de sus años infantiles cuando contemplaba el surtidor
maravilloso de la barcelonesa Plaza Real. (...) Joan Miró, efectivamente, es un
poeta que cruza los dilatados espacios de su imaginación, poblándolos con seres
embrionarios, ferozmente expresivos, lúcidos, inquietantes. El acto creador de
Miró presupone siempre un espacio inicial vacío, detenido en la espera de un
impulso cósmico irresistible, que habrá de llegar de un momento a otro y
procurará extrañas mutaciones y signos. Este espacio, que ningún accidente
delimita, encierra ya los gérmenes de aquello que deberá tener futura
significación. Estos gérmenes son, por un lado, las fuerzas ocultas y fatales
de la naturaleza, presentes en la entraña del Cosmos, y, por otro,
complementándose con éstas, las que surgen concretamente del instinto y mueven
tanto a los hombres como a los animales. La exaltación, la ira y el sexo juegan
aquí un papel de primer orden y nos recuerdan, constante y burlonamente,
nuestra servidumbre, tantas veces olvidada con vanidosa altivez.
En ocasiones, una gozosa embriaguez se desata en
este magma pululante de reminiscencias y larvas, y todo deviene aéreo y
danzante, frágil como el deseo, el sueño y la sonrisa. Aparecen entonces
estrellas y lunas, fosforescencias benignas, ríos de aurora a través de las
constelaciones del cielo. Cuando esto ocurre, tenemos la impresión de que algo
es creado por vez primera y que todo tiene una posibilidad en su devenir, una
alternativa de luz y juego, de tiniebla y horror. El universo, sin embargo, se
tiñe con las tintas del amanecer, benignamente dispensado por la sonrisa de
Miró.
Naturalmente, este proceso creador nos infunde
en el acto una conciencia muy precisa de lo prerracional, de lo biológico. Es
la desnudez de lo que surge con el temblor de la vida, apenas desgajado del
caos, y que se impone con una fuerza ciega hacia delante. El origen de la
expresión de este mundo lo hallaremos tanto en los “grafittis” primitivos,
inscritos en los muros de nuestras ciudades, como en los dibujos de los niños.
En ellos hay una pureza de expresión que deriva directamente de las fuentes del
instinto y un deseo de veracidad, de ir al fondo de las cosas. Este vigoroso
vocabulario es usado por Joan Miró con un gran poder de concentración y de
síntesis, y los esquemas resultantes son tan puros y diáfanos que recuerdan el
valor del signo, del símbolo.
De nada serviría, sin embargo la
referencia a los valores incisivos, caligráficos de Miró si no aludiéramos a
otro elemento decisivo, sin el cual no sería posible comprender esta obra
extraordinaria: el color. El color se produce en Miró como una explosión
fulgurante, directa y bellísima, pero prodigiosamente sabia en sus efectos. El
sentido cromático de Miró es único en el arte contemporáneo. Nadie como Miró sabe
sacar partido del impacto psicológico que produce el color usado con una rara
intensidad, y los ojos del espectador quedan prendidos, deslumbrados, ante las
incitaciones, alegres o turbulentas, que le solicitan irresistiblemente. En
este sentido, los cuadros de Miró son inconfundibles, y podemos reconocerles en
cualquier momento, solicitados y atraídos por sus superficies exaltadas y
penetrantes. (...)››.[15]
En otro artículo del mismo año, Perucho cambia
su diapasón muy levemente, para remarcar la importancia de la realidad:
‹‹Realidad en tanto que perfil exacto de lo que
nos circunda (...) Miró no duda ante la realidad y sabe que ella es lo único
seguro. Sin embargo, otro factor que interviene en la eclosión del talante de
Miró es la imaginación. Lo imaginado es lo contrario de lo real (...) lo que
sabemos que no existe y deviene por un acto de la mente de orden creador. Pero
(...) la imaginación no es nada sin elementos reales con lo que imaginar (...)
Miró ha sabido en todo momento que en la base de la imaginación está siempre la
realidad.››[16]
Fuentes.
Internet.
[www.martirom.cat] Martí Rom. Joan Miró i Joan Perucho. 2015.
pp. 110-138.
[https://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/perucho/cronologia/cronologia_01.htm]
Una cronología muy completa, pero con contradicciones respecto a otras.
[https://cultura.gencat.cat/web/.content/ilc/05-comunicacio/01-sala-premsa/arxius/Dossier-de-Premsa-Perucho.pdf]
Otra cronología contradictoria.
Blogs.
La revista española “Ariel” (1946-1951) y Joan
Miró.*
Exposiciones.
<Exposición-homenaje Joan Miró>.
Barcelona. Galerías Layetanas (23 abril-6 mayo 1949). Antológica. 57 obras
provenientes de colecciones de Barcelona. Cat. en nº especial de “Cobalto”.
Textos: Miró y los poetas (1 p. Vicente Aleixandre, Paul
Eluard, J. vol. Foix, Raymond Queneau, Adriano del Valle, Vicente Huidobro,
J.-E. Cirlot, Joan Brossa), Miró y los críticos (1p. Eugeni
d’Ors, Sebastià Gasch, J. A. Gaya Nuño, R. Santos Torroella, Joan Perucho,
Joan-Josep Tharrats), declaraciones de Miró (1 p. de “La Publicitat”, 1928; y
“Ahora”, 1931). 9 pp.
<Miró. Álbum 19>. Barcelona. Sala
Gaspar (26 octubre-15 noviembre 1963). Álbum 19, con 19
litografías; se expusieron otras siete, hasta un total de 26. Cartel anunciador.
Cat. Texto de Joan Perucho y poema de Raymond Queneau. 6 litografías en color.
1.250 ejemplares sin numerar. 100 ejemplares numerados.
<Joan Miró i Catalunya. Les essències de
la terra>. Barcelona. Sala Gaspar (3-30 octubre 1968). Presentación del
libro de Perucho Joan Miró i Catalunya, y de carpeta Essències
de la terra, de litografías y dibujos, con textos seleccionados por Joan
Perucho. Cartel anunciador.
<Miró>. Milán. Galleria Il Milione
(29 mayo-28 junio 1969). Presentación de libro de Perucho Miró y
carpeta Les essències de la terra. Cartel anunciador.
*<Tapisserie en
Espagne aujourd’hui>. Tournai. Cathédrale / Église Saint-Nicolas /
Maison de la Culture (1985). Obras de Miró (4 ilus. en pp. 46-52, texto en 47 y
52), Maria Teresa Codia, Raúl Comba, Josep Grau-Garriga, Aurelia Muñoz, Lluisa
Ramos, Lisa Rehsteiner, Ana Roquero, Julián Ruesga, Mariona Sanahuja, Angels
Sans, Marga Ximénez. Textos de Pilar Parcerisas (comisaria). La
Tapisserie actuellement: son identité – l’apport espagnol (10-20; Miró
en 16), Juan Perucho. Aux sources de la culture espagnole (21-24). 110 pp.
<Joan Miró>. Sao Paulo. Museu de
Arte (agosto-septiembre 1988). Rio de Janeiro. Palacio Imperial (16
septiembre-9 octubre). 14 pinturas, 18 esculturas, 6 cerámicas, 20 aguafuertes,
4 carteles, 2 tapices. Cat. Texto de J. Perucho. [Fernández Miró; Ortega. Miró
Sculptures. 2006: 374 la titulan <Joan Miró: Pintura, escultura,
tapiz, cerámica, obra gráfica, cartazes>.]
*<J. vol. Foix, investigador en poesia i
amic de les arts>. Barcelona. Sala Sant Jaume de Fundació La Caixa (4
febrero-3 abril 1994). Exposición bibliográfica, en homenaje al centenario de
su nacimiento. Incluye obras ilustradas por Miró: Gertrudis (1927)
y KRTU (1932), un dibujo inédito de Miró (1932) y Combalía
selecciona fragmentos de cartas inéditas entre Miró y Foix. Cat. Textos de
comisarios Vicenç Altaió (Espacio KRTU), Ferran Bach, Manuel Guerrero, Carmen
Sobrevilla; y de especialistas: Joan Francesc Ainaud Escudero, Manuel
Carbonell, Victòria Combalia —L’amistat entre Foix i Miró (102-108,
texto de KRTU en 109 y cartas ilustradas y obras de Miró en
110-113)—, José Corredor-Matheos —L’Amic de les Arts: tradició i avantguarda (82-90)—,
Francesc Fontbona, Pere Gimferrer, Enric Granell Trias —Mots i maons o a cascú
el seu (116-120)—, Joan M. Minguet Batllori —Foix i les revistes:
l'activitat expansiva del poeta (66-79)—, Joaquim Molas, Vinyet
Panyella, Joan Perucho, Oriol Pi de Cabanyes —Diürn per a Perejaume (164-166)—,
Glòria Picazo —Amat: postal a J. vol. Foix (160-162)—, Arnau Puig,
Rafael Santos Torroella, Jaume Vallcorba. 175 pp.
*<El
món de Joan Perucho. L’art de tancar els ulls>. Barcelona. Centre d’Art
Santa Mònica (23 noviembre 1998-enero 1999). Obras de Miró, Moisès Villèlia, Tàpies,
Cuixart, Subirats, Saura, Wols, Artigau, Enric Sió, Zush, Salvador
Aulèstia... Catálogo. Textos de Perucho, Julià
Guillamon (comisario) y Martín de Riquer, y la colaboración artística de Daniel
Giralt-Miracle y de fotos de Leopoldo Pomés. Editorial Lunwerg. 168 pp. Reseña
de Serra, Catalina. Una
exposición recrea el mundo de fantasía, literatura y arte del escritor Joan
Perucho. “El País” (1998).
Libros de arte de Perucho.
Perucho, Joan. El arte en las artes. Danae. 1964. 256 pp.
Perucho, Joan. Gaudí, una arquitectura de emancipación. Polígrafa.
Barcelona. 1967. 219 pp. Fotos de Leopoldo Pomés.
Perucho, Joan. La cultura y el mundo visual. Tàber. 1968. 258 pp.
Perucho, Joan. Joan Miró y Cataluña.
Polígrafa. Barcelona. 1968. 214 pp. Joan Miró i Catalunya. 1970. Reedición
revisada en 1987. 273 pp. 107 ilus. color, 177 b/n. Textos: español, inglés,
francés y alemán.
Perucho, Joan. Una semàntica visual. Plaza y Janés. 1986. 226 pp.
Perucho, Joan. Crítica d’art. Vol. VII de Obres
completes. Clàssics Catalans del segle XX. Edicions 62. 1993. 512 pp.
Libros de otros.
Altaió, Vicenç. Miró i els poetes catalans. Univers.
2021. 331 pp. Joan Perucho (159-189). Un texto de referencia sobre su relación.
Guillamon, Julià. Joan Perucho, cendres
i diamants. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 724 pp. Reseña en catalán de
Vidal-Folch, Ignacio. Tots els fantasmas de Perucho. “El País”
Quadern 1.597 (2-VII-2015) 6.
Juncosa, Pilar; et
al. Estel fulgurant. Homenatge a la senyora Pilar Juncosa en els seus
noranta anys. FPJM. Palma de Mallorca. 1994. 74 pp. Entrevista a Pilar Juncosa por
Emili Fernández Miró y Fernando González. Monòlegs d’una bella memòria (15-28).
Textos de Lluís Juncosa. Apunts per a un petita biografia (29-42);
Francesc Català-Roca (45-46); Joan Brossa (47); Eduardo Chillida (48), Eduard
Castellet (49-50), Rosa Maria Malet (51-52), Joan Gardy Artigas (53-56), Joan
Perucho (57-60), Daniel Lelong (61-62), Lluís Permanyer (63-64), Pere A. Serra
(65-66), Joan Punyet Miró (67-70), Cesáreo Rodríguez Aguilera (71-73), Antoni
Tàpies (74). Reed. Juncosa, Pilar; Juncosa, Lluís; et al. Estel.
FPJM. Palma de Mallorca. 2000. 42 pp. Declaraciones autobiográficas de los
familiares de Miró, con declaraciones de Pilar Juncosa en 3-38).
Tricàs i Preckler, Mercedes. J.
V. Foix i el surrealisme. Prefacio de Joan Perucho. Edicions
Anglo-Catalanes. Barcelona. 1986. 231 pp.
Artículos de Perucho sobre Miró.
Perucho, J. Actualidad del surrealismo. Dalí y Miró. “Estilo” (XII-1944).
Perucho, Joan. Joan
Miró. “Ariel”, Barcelona, vol. 1, nº 5 (IX-1946).
Perucho, J. Joan Miró. “Destino”
nº 1227 (11-II-1961). FPJM, vol. VIII, p. 130. Sobre la presentación del
mural de Harvard en Sala Gaspar y un recuerdo de su primer encuentro con Miró en
el contexto de Barcelona en 1944-1945.
Perucho, J. Joan Prats, coleccionista y
promotor de las Artes. “Destino” (10-VI-1961). FPJM H-3217.
Perucho, J. “Minotaure” o la
actualización del surrealismo. “Destino” (21-VII-1961) 34. FPJM H-3222 y
3322b.
Perucho, J. Juan Eduardo Cirlot y su
último libro. “Destino” (27-I-1962) 39. FPJM H-3223.
Perucho, J. Un gran libro sobre Joan
Miró. “Destino” (30-VI-1962) 42. FPJM H-3330.
Perucho, J. La crítica de arte de Juan
Teixidor. “Destino” (25-VIII-1962) 33. FPJM H-3334. Con foto de Joan
Teixidor, Miró y Artigas en Gallifa.
Perucho, J. Miró y el amor a Tarragona.
“La Vanguardia” (17-II-1963) 37 (obra), 41 (texto).
Perucho, J. Joan Miró en Barcelona.
“Destino” (2-XI-1963) 37.
Perucho, J. Les Cartons de Miró. “XX
Siècle” 25 (VI-1965) 67-72.
Perucho, J. Joan Miró en el origen de lo
creado. “Destino” (27-VII-1966).
Perucho, J. La fidelidad de Joan Miró.
Serie de artículos sobre Cataluña y sus hombres. “La Vanguardia”
(20-XI-1966) 15. FPJM H-3435.
Perucho, J. Joan Miró en
Saint-Paul-de-Vence. “Destino” 1609 (3-VIII-1968) 36-38. FPJM H-3489.
Perucho, J. El juego y el futuro.
“La Vanguardia” (8-IX-1968) 9.
Perucho, J. Miró y su tierra.
Especial 1968: Año Miró. “Destino”, 1.625 (23-XI-1968) 37.
Perucho, J. Joan Miró, 50 años de
creación. “Mundo” nº 1491 (30-XI-1968) 56-61. FPJM H-3521.
Perucho, J. El ‘genius loci’ de Joan Miró, “Cultura”, 44 (IV-1993).
En catalán.
Perucho, J. El ‘genius loci’ de Joan
Miró. “ABC” (7-V-1993). En español.
Entrevistas y declaraciones de Perucho sobre Miró.
Redacción. Polémica. Miró. ¿Los
escobazos deben desaparecer? “Tele-Exprés” (9-V-1969) 2. PML, PMG B
19, 36. Recoge declaraciones de Luis Clotet, Alexandre Cirici, José Luis
Sicart, Llorens Artigas, Joan Perucho, Oscar Tusquets y Miquel Gaspar.
Artículos de otros.
Guillamon, Julià. El
món de Joan Perucho: l’art de tancar els ulls. “LletrA”. Texto de 1998. [lletra.uoc.edu/ca/autor/joan-perucho/detall]
Guillamon, Julià. Albert
Béguin contra Franco. "La Vanguardia" (14-I-2021). Menciona el
primer encuentro de Perucho con Miró.
Cia, Blanca. Al rescate de las criaturas
fantásticas de Joan Perucho. “El País” Cataluña (31-X-2014) 12. Se publica
la antología de narrativa corta De lo maravilloso y lo real.
NOTAS.
[1] Perucho, J. Joan Miró. “Destino”
nº 1227 (11-II-1961). La fecha de 1945 para el encuentro con Miró,
menos probable que 1944, sigue en la cronología del oficial ‘Any Perucho’ en
2020.
[2] Perucho. El ‘genius loci’ de
Joan Miró. “ABC” (7-V-1993).
[3] Altaió. Miró i els poetes catalans. 2021:
159-160.
[4] Guillamon, Julià. Albert Béguin contra Franco. "La
Vanguardia" (14-I-2021).
[5] Perucho. El ‘genius loci’ de
Joan Miró. “ABC” (7-V-1993).
[6] Altaió. Miró i els
poetes catalans. 2021: 162. Cita la revista como “Alerta”.
[7]
Perucho, Joan. Joan Miró. “Ariel”, Barcelona, v. 1, nº 5 (IX-1946).
Reprod. Calvo Serraller. España. Medio siglo de arte de vanguardia. 1939-1985. 1985. v. I:
200-201.
[8] Sin título (1946).
Gouache y pastel sobre papel (39 x 25,5). Realizada (XI-1946). Inscripción “A
l’amic Perucho, afectuosament, Miró”. Col. particular. [DDL 1079].
[9] Altaió. Miró i els
poetes catalans. 2021: 161. Altaió sigue la misma línea de advertir un
distanciamiento de Miró hacia Perucho en los años 50 del ensayo de Guillamón Joan Perucho, cendre i diamants (2015).
[10] Perucho. El ‘genius loci’ de Joan Miró, “Cultura”, 44
(IV-1993).
[11] Perucho. El ‘genius loci’ de
Joan Miró. “ABC” (7-V-1993).
[12] Perucho. El ‘genius loci’ de
Joan Miró. “ABC” (7-V-1993).
[13] Sempronio (Andreu-Avel·lí Artís i Tomàs). Un libro sobre Miró. “Tele-Exprés” (16-VII-1968). FPJM
H-3623. / Redacción. Homenaje bibliográfico a Juan Miró. “ABC”
(4-X-1968) 67.
[14] Perucho, en Juncosa, Pilar; Juncosa, Lluís;
et al. Estel. 2000: 57-58. Casimiro Coll, alcalde en 1964-1972 de El
Vendrell, y sus sucesores, insistieron en su ambición y consiguieron
sucesivamente el Museo de Pau Casals (1972, abierto en 1976), la Casa-Museo del
dramaturgo Àngel Guimerà (1974) y la sede de la Fundación Apel ·les Fenosa (2002).
[15] Perucho, Joan. Joan Miró en Sain-Paul-de-Vence. “Destino”
(3-VIII-1968) 36-38. Cito aquí la p. 36. Gran foto en portada titulada Joan
Miró y su “mujer 1968”.
[16] Perucho, Joan. Especial Joan Miró, 50
años de creación. “Mundo”, 1491 (30-XI-1968).