La estética de Miró. 11. Joan Miró y la fotografía.
La fotografía tuvo una gran importancia como
fuente de inspiración de Miró, lo mismo que ocurría con muchos otros artistas
vanguardistas de los siglos XIX y XX.
Miró entendió la reivindicación de la
fotografía por la estética surrealista y ello conllevó que su relación con ella
sea a menudo poética, como en Pintura-poema (“Foto. Este es el color de
mis sueños”) (1925), en la que defendería la valía de sus compañeros
fotógrafos surrealistas, de quienes admiraba su estética transgresora de las
convenciones tradicionales del cuerpo y el objeto.
Fanés (2007) resume que ‹‹(…) para aquella
generación, primero dadaísta después surrealista, la fotografía representaba la
imagen mecánica que había sustituido en los sistemas de representación
tradicionales a la pintura. Su despersonalización técnica se veía como una
característica esencial de lo moderno en oposición al subjetivismo decimonónico
representado por la pintura. La fotografía, por otra parte, se hallaba
estrechamente asociada a la expansión pública del surrealismo (…)››.[1]
Pero la mayoría de las veces Miró la usa de
un modo utilitarista, como técnica de reproducción de la realidad, facilitando
una iconografía, p.e. para los Interiores holandeses de 1928 o
los dibujos-collage de 1933-1934, llamando la atención que para inspirarse
nunca usase fotografías propias, sino tomadas en serie para tarjetas, álbumes,
libros, revistas... O en su correspondencia con marchantes, galeristas y
críticos, en la que es un tema recurrente las fotografías de las obras para
ilustrar los catálogos y artículos. Entre los primeros ejemplos de
petición de fotografías están, de un marchante, la carta de Léonce Rosenberg a
Miró a Passatge del Crèdit, 4. París (7-X-1922) FPJM, y de un crítico, la carta
de Gasch a Miró, en Mont-roig. Barcelona (26-IX-1925) FPJM.
Apunto también que en sus grandes
proyectos escultóricos de los años 60 y 70 Miró trabajó a menudo con
fotografías para simular el efecto de los volúmenes sobre el espacio
circundante, atendiendo probablemente los consejos de Josep Lluís Sert.
Otro aspecto a destacar es que Miró tuvo
siempre buen cuidado al escoger prestigiosos fotógrafos, de buena formación
técnica y con avanzado gusto estético, para que fotografíasen su labor y la
evolución de sus obras, amén de documentarlas para prevenir falsificaciones e
ilustrar los artículos de las revistas —uno de los principales empeños en su
correspondencia era el movimiento de fotografías de sus obras para controlar su
recepción por la crítica—. A continuación señalo algunos de estos fotógrafos
según el criterio de nacionalidad, comenzando por los norteamericanos Man Ray,
Lee Miller, Irving Penn, Wilhelm Maywald, Alexander Liberman...
Man Ray es uno de sus preferidos y sus
retratos de Miró son emblemáticos del espíritu vanguardista de los años
1925-1935, como la famosa fotografía del artista con una cuerda (c. 1934).
Fanés resume la historia de esta imagen, asociada a un hecho todavía poco
esclarecido (el intento de ahorcamiento de Miró que había realizado Max Ernst).
Fanés además comenta la excepcionalidad de este retrato de frente del pintor,
que apareció en el mosaico fotográfico L’Echiquier surréaliste (1930),
y que destaca justamente la ausencia de Miró de las anteriores fotografías
colectivas de los surrealistas, remarcando su difícil e irregular adscripción.[2]
Lee Miller, compañera de Man Ray a principios
de los años 30 y esposa desde 1947 de Roland Penrose, retrató a Miró en varias
ocasiones, gracias a que le conocía a través de ellos.
Irving Penn le fotografía en 1947 en Nueva
York y nuevamente en septiembre de 1948 en Mont-roig, dentro de su amplia serie
de imágenes de grandes artistas como Chagall, Chirico, Marcel Duchamp o Georgia
O’Keefe.
Wilhelm Maywald toma dos notables fotografías
de Miró en su casa de Barcelona en 1949, aparte de otras en un taller de
grabado.[3]
Alexander Liberman le fotografía en 1953
realizando grabados en el taller parisino de Mourlot.[4]
Brandt. Retrato de Miró (1966).
El británico Bill Brandt le retrata para
su serie de grandes artistas y el también británico Cecil Beaton toma
una extraordinaria fotografía de estudio de Miró para “Vogue” en 1966.[5]
Los franceses (o extranjeros instalados en
París) Henri Brassaï, Henri Cartier-Bresson, Robert Fréson, Roger Hauert, Tony
Saulnier, Michel Sima… El franco-húngaro Henri Brassaï le
fotografió a menudo; en el doble nº 5-6 de “Verve” (primavera 1939) ya
publicaba fotografías del taller de Miró, que apreciaba particularmente sus
imágenes de graffitis parisinos en los años 30. A Henri Cartier-Bresson
parece que le conoce pronto en el París de los años 30, e ilustra para él la
cubierta de su libro de fotografías Les européens (1955).
Roger Hauert le fotografía para el libro de André Verdet Joan Miró (1956).
Robert Fréson y Tony Saulnier le fotografían en varios reportajes
ilustrados. El polaco-francés Michel Sima, que gracias a Picasso le
fotografía para su libro 24 perfiles de artistas (Vergara.
Barcelona. 1961). El cubano Jesse Fernández, afincado en París desde finales de
los años 50, fotografíó a multitud de personajes, entre ellos Miró.
El alemán Ernst Scheidegger a quien conoce en
1949 en un encuentro fortuito con Aimé Maeght y Louis Clayeux en el “Deux
Magots” de París cuando el fotógrafo colaboraba con Giorgio di San Lazzaro en
la reedición de la revista de arte “XX Siècle” y Miró admira su
maqueta del libro de fotografías que hace para Giacometti, y acuerdan que le
hará uno en el verano, aunque sólo encontrará un editor en 1957 (Gesammelte
Schriften, Fotos, Zeichnungen, incluye la entrevista de Duthuit a Miró en
1936, ein Gespräch mit Joan Miró), revisada con nuevas imágenes en 1993 (Huellas
de un encuentro. Joan Miró a Catalunya) y que muestra trabajando su taller
de Barcelona, sobre todo en el de Mont-roig y anecdóticamente en el de grabado
en París.
Los catalanes (y algún mallorquín) Joaquim
Gomis, Francesc Català-Roca, Xavier Miserachs, Antoni Catany y Josep Planas
Muntanyà.
Gomis, un gran amigo desde los años 30 y que
al final tomó hasta 6.000 fotografías de Miró, en el verano de 1946 hará
un amplio reportaje fotográfico de su vida en Mont-roig, probablemente toma las
fotografías sobre las etapas del trabajo xilográfico de Miró para el libro de
Cabral de Melo Neto, Joan Miró (1950), y en los decenios
siguientes documentará sus obras para los Fotoscops editados por Prats, el
primero el de Sweeney, Atmósfera Miró (1959), el segundo el de
Taillandier, Creación Miró 1961 (1962), el tercero el de
Penrose, Creación en el espacio de Joan Miró (1966), el cuarto
el de Sweeney, Joan Miró (1970), compartiendo las fotografías con
Català-Roca.[6]
Autorretrato de Francesc Català-Roca.
Francesc Català-Roca, a quien conoce en 1953 a través de Bouchard y
que se convierte en amigo muy cercano, será tal vez el fotógrafo preferido de
sus últimos decenios, tomando por ejemplo las imágenes de la muestra
barcelonesa <Miró, otro> (1969), colaborará en los dos últimos
Fotoscops mironianos editados por Prats, el cuarto de Sweeney, Joan
Miró (1970), compartiendo las fotografías con Gomis, y el quinto de
Dupin, Miró escultor (1972). Saca en 1983 la gran serie Miró:
una vida de trabajo, que aparece después en la antológica <Mirar Miró>
en La Pedrera barcelonesa (23 abril-21 junio 1993), con más de un centenar de
fotografías entre 1953 y 1983.[7]
Xavier Miserachs fotografía varios eventos
mironianos, como la inmersión de la escultura La Diosa en
1968.[8]
Antoni Catany toma una serie de 23
fotografías del mural efímero en la muestra <Miró, otro> (1969)
del Colegio de Arquitectos de Barcelona.[9]
Josep Planas Muntanyà toma decenas de
fotografías en blanco y negro, y color de Miró en Mallorca, entre los primeros
años 60 y 1973.[10]
Fuentes.
[https://artcontemporanigeneral.blogspot.com.es/2014/11/el-fotografo-estadounidense-irving-penn.html]
Exposiciones.
*<Explosante-fixe.
Photographie et surréalisme>. París. MNAM (15 abril-15 junio 1985). Cat.
Textos de Rosalind Krauss. La photographie au service su surréalisme
(15-54). Corpus delicti (57-112). Jane Livingston. Man Ray et la
photographie surréaliste (115-152). Dawn Ades. La photographie et le
texte surréaliste (155-192). Winifred Schiffman. Biografías
y bibliografías (192-237). 243 pp.
*<L’invention d’un art>. París. MNAM (1989). Reseñada en Roegiers,
Patrick. Consécration d’un art impur “L’invention
d’un art”, au Musée national d’art moderne, montre comme la photographie a
accompagné l’histoire de l’art au XXe siècle. “Le Monde” (4-XI-1989).
*<Los cuerpos perdidos. Fotografía y
surrealistas>. Madrid. Fundació La Caixa (24 noviembre 1995-14 enero
1996). <Els cossos perduts. Fotografía i surrealistes>. Barcelona.
Fundació La Caixa (21 febrero-14 abril 1996). Cat. Textos de Estrella de Diego.
Los cuerpos perdidos (13-23). Ángel González García. Sobre la creciente
imposibilidad de la fotografía surrealista (25-33). Christine de Naeyer. La
fotografía surrealista en Bélgica (35-41). Georges Didi-Huberman. El antropomorfismo
desgarrado según Georges Bataille (43-48). 222 pp.
*<La Révolution surréaliste>. París. MNAM (6 marzo-24 junio
2002). Sayag, Alain. La
photographie surréaliste: un art anonyme?: 376-379.
Libros.
Jaguer,
edoard. Les mystères de la cambre noire: Le Surréalisme et la Photographie.
Flammarion. París. 1982. 223 pp.
Scharf, Aaron. Arte
y fotografía. Alianza Forma. Madrid. 1994 (inglés 1968). 419 pp. El
libro generalista de referencia.
Spector. Arte y escritura surrealistas (1919-1939). El oro del tiempo. 2003 (1997): 271-276, sobre la relación de la fotografía con la pintura en el surrealismo.
NOTAS.
[1] Fanés. Pintura, collage, cultura de masas. Joan Miró, 1919-1934. 2007: cit. 88-89. Para el comentario de esta pintura en relación con la fotografía surrealista véanse las pp. 86-89. Sigue el apartado Usos de la fotografía (89-91) para el ideario surrealista sobre la fotografía, particularmente su uso intensivo en la revista “La Révolution surréaliste” tomando como modelo una famosa revista científica, “La Nature”, y la desconexión entre la imagen y el texto de pie de ésta. Apunto que esto mismo encontramos en muchos artículos de la revista de Zervos “Cahiers d’Art”, cuyas fotografías de acompañamiento no guardan relación alguna, hasta sugerir que su relación es precisamente su total oposición temática.
[2] Fanés. Pintura, collage, cultura de masas. Joan Miró, 1919-1934. 2007: 83-85.
[3] Maywald, Wilhelm. Artistes chez eux vus par Maywald. “L’Architecture d’aujourd’hui” (1949) 26-27. Reseña en Redacción. Pariser Künstler in ihren Ateliers. “Hessische Nachritten”, Kassel (15-VI-1949). Col. FPJM, t. III, p. 60. Fotografías de Miró (en taller de grabado), Picasso…
[4] Liberman selecciona estas tomas de Miró en 1953 junto a las de otros 23 artistas de la Escuela de París en *<The Artist in His Studio>. Nueva York. MoMA (29 octubre 1959-13 enero 1960).
[5] Lyon, Ninette. Pilar and Joan Miró: A Second Fame: Good Food. “Vogue” (1-III-1966) 188-190.
[6] Giralt-Miracle, Daniel. Joaquim Gomis. Joan Miró. Fotografías 1941-1981. Gustavo Gili. Barcelona. 1994. 160 pp.
[7] Català-Roca, Francesc. Miró. Noventa años. Colección de 148 fotografías, con textos de Lluís Permanyer (colab.). Edicions 62. Barcelona. 1984. 182 pp. Eds. español y catalán. Miró: ninety years. Macdonald. Londres. 1986.
[8] Miserachs, Xavier. De la mano de Miró Venus vuelve al mar. “Triunfo”, 324 (17-VIII-1968) 12-13.
[9] La serie de Antoni Catany aparece en el artículo de Llena, Antoni. ¿Miró, efímero? “El Guía”, 22 (octubre-noviembre 1993) 58-61.
[10] Josep Planas Muntanyà. <Joan Miró i el seu món>. Palma de Mallorca. Centro de Cultura Sa Nostra (11 diciembre 1990-15 enero 1991).
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