El teólogo francés Jacques Maritain (1882-1973) y su influencia sobre el pensamiento católico
y estético de Joan Miró.
Este texto es una adaptación y actualización para blog del artículo de Boix Pons, Antonio. Jacques Maritain (1882-1973) y
su influencia sobre el pensamiento católico y estético de Joan Miró. “Octopus”
RDCS, nº 5 (V-2011) 78-105.
Abstract.
El artículo resume la biografía
intelectual del filósofo y teólogo francés Jacques Maritain, sobre todo en su relación
con Joan Miró y el tema del compromiso del artista.
L’article
résume la biographie intellectuelle du philosophe et théologue français Jacques
Maritain, en particulier dans
sa relation avec Joan Miró et la question de l’engagement de l’artiste.
The article summarizes the intellectual biography of French philosopher and
theologian Jacques Maritain, especially in his relationship with Joan Miró and the
issue of the commitment of the artist.
Jacques Maritain con su esposa Raïssa.
Vídeo de exposición: *<Les grandes amitiés de Jacques et Raïssa
Maritain>. 4 minutos.
El francés Jacques Maritain (París, 1882-Toulouse, 1973) fue un filósofo y teólogo cristiano de tendencia tomista. Aplicó las enseñanzas del filósofo escolástico medieval santo Tomás de Aquino
a los problemas de la vida moderna; y otras influencias fueron la filosofía de Bergson
(absorbida en la Sorbona), la biología de Driesch (aprendida en Heidelberg) y el
pensamiento religioso y social de su amigo Léon Bloy.
Nieto del famoso político
republicano Jules Favre, fue educado por su familia en la religión protestante
con un sentido liberal, cursó el Bachillerato en el Licée Henri V y luego estudió
en la Sorbona, donde conoció a la judía rusa Raïssa Oumankoff (1883-1960) en 1900,
con la que se casó en 1904. Poco después se convirtieron al catolicismo, gracias
a Léon Bloy, que los bautizó el 11 de junio de 1906 y en ese momento hicieron voto
perpetuo de castidad y se declararon prestos a «morir por un
libre rechazo si les era imposible vivir según la verdad» [Maritain, Raisa. Les
Grandes Amitiés. cit. en Enciclopaedia Universalis: 1873.].
Se trasladaron a
Heidelberg en 1907, donde él estudió biología y ciencias naturales bajo la dirección
de Hans Driesch, cuya teoría neovitalista era cercana a las ideas de Bergson. Durante
su estancia Raïssa enfermó y durante su convalecencia, su consejero espiritual,
el dominico Humbert Clérissac, la interesó por la obra de Tomás de Aquino, y ella
le pasó su nuevo interés a Jacques, que a partir de entonces se dedicó al estudio
y divulgación de la escolástica tomista, en buena medida a través de los escritos
del teólogo dominico portugués Juan de Santo Tomás (1589-1644), un destacado miembro
de la Escuela de Salamanca.
Maritain evolucionó
lentamente desde el conservadurismo de la Action Française en los años
10 y primeros 20 hasta el progresismo a partir de mediados de los años 20 y
sobre todo en los 30, cuando fustigó al fascismo y el bando franquista, como un
hombre comprometido, un “romántico de la justicia”.
Comenzó su carrera académica
como profesor en el Instituto Católico de París (1914-1933) y en el Instituto Pontificio
de Estudios Medievales de Toronto (1933-1945), fue profesor invitado en varias universidades
(Columbia, Chicago, Santander) y sobre todo la de Princeton (1948-1952). Fue embajador
de la IV República francesa ante la Santa Sede (1945-1948).
En 1960 regresó a Francia
y a la muerte de su esposa ese mismo año entró en un convento de Toulouse hasta
su fallecimiento.
Maritain influyó decisivamente
en la conversión al catolicismo de vanguardistas tan significados como Jean Cocteau,
Max Jacob, Pierre Reverdy... y mantuvo amistad (e influjo) con intelectuales y artistas
españoles como Joan Miró, J. V. Foix, J. F. Ràfols, Sebastià Gasch... Ejerció una notable influencia filosófica y estética sobre
Miró desde 1929, en un sentido progresista (paralelo al influjo del teólogo catalán
Carles Cardó) que equilibró la conservadora que había recibido en su juventud del
obispo Torras.
Maritain era un prolífico
escritor y conferenciante, y publicó numerosos libros de teología, filosofía y estética,
como Art et scolastique (1920) y Frontières de la poésie (1928), tal
vez los dos libros más influyentes en Gasch y Miró, o, mucho después, Creative
intuition in art and poetry. También escribió una monografía sobre Rouault,
amén de artículos sobre arte en varias revistas, como “Cahiers d’Art”.
Su ideología se basaba en
el ecumenismo, el pacifismo, la libertad del hombre individual lo que le lleva a
defender un humanismo liberal, el compromiso social, un arte y una cultura libres
puros y libres —la autonomía total del arte y su separación del mundo natural, que
ya no tiene que copiar—, e influyó en las ideas de Montini, futuro papa Paulo VI,
quien tradujo y prologó la edición italiana de Trois réformateus y tradujo
Humanisme intégral, la cual sería con el tiempo una de las fuentes de inspiración
de su encíclica Populorum progressio, texto fundamental de la teología posconciliar
y progresista; el último día de II Concilio Vaticano (8-XII-1965), cuando tenía
83 años, Maritain recibió del papa el mensaje de éste a los intelectuales; era un
gesto que reconocía su importancia como puente entre la Iglesia y los intelectuales.[1]
Maritain en los años 30, en la época de su amistad con Miró.
¿Cómo fue la relación entre Maritain y Miró? El pensador
admiraba sin recelos el arte de vanguardia, como lo demuestra su constante amistad
con Cocteau y su propia obra teórica desde Art et Scolastique (1920), y le
interesaría conocer al ya por entonces considerado “maestro” del surrealismo pictórico.
Por su parte, Miró la aprovecharía para clarificar su propio pensamiento, en una
línea de recuperación de la tradición católica en la que estaba involucrado desde
finales de los años 20.
Considero que la influencia
del pensamiento religioso y estético de Maritain fue fundamental en el desarrollo
de la estética mironiana de madurez, pero no varió apreciablemente sus ideas católicas,
sino que en todo caso legitimó la tesis de una radical independencia entre el arte
y la moral, tal como necesitaba él personalmente. El influjo se realiza gracias a dos instrumentos, el primero en el
tiempo son los encuentros personales y el segundo, más duradero, son las lecturas
de sus textos.
Sobre la relación personal Miró-Maritain hay muy pocas
referencias, debido a que se centró sobre todo en los escasos encuentros que sólo
pudieron darse durante las estancias de Miró en París, circunscritas a los primeros
semestres de cada año entre 1928 y 1931, puesto que cesan aparentemente a partir
del verano de 1931 y fueron imposibles desde 1933, cuando Maritain abandonó Francia
para marchar a Canadá hasta 1945.
La amistad parece que se inició a través de sus
amigos mutuos Ràfols[2] y Foix[3],
aunque a Miró le estimularía asimismo que Maritain tenía además una buena
relación con varios de sus mejores amigos parisinos, como
Jacob, Cocteau o Reverdy.
Maritain también era sin duda a mediados de los años
20 uno de los pensadores favoritos de Gasch, un católico habitualmente moderado
aunque con accesos puntuales de fervor, que le situaría en la relación de sus
prohombres admirados en el Manifest Groc de 1928[4], y a quien encantó la publicación en “Cahiers d’art”,
nº 3 (VI-1927) de un fragmento del Art et Scolastique (1920) de
Maritain.[5]
Fanés apunta que para Gasch la integración del concepto surrealista del
subconsciente con el concepto cristiano de alma vendría tanto de una fuente
local (Cardó) como de una personalidad internacional (Maritain), como re
refleja en su artículo ya comentado sobre Joan Miró
en “L’Amic de les Arts” (30-VI-1928), que se basaría sobre todo en Maritain, de quien, aparte del fragmento de Art et Scolastique había leído
recientemente su artículo Frontières de
la poésie en “Cahiers d’Art” (1928), que comentó en
un artículo.[6] Además, Gasch vuelve en 1929 a Maritain, citándole
en un artículo centrado en el arte primitivo.[7]
También en Madrid se difunden las tesis del
neotomista, volviendo de rebote a Barcelona, con el número que en parte le
dedica Ernesto Giménez Caballero en la revista madrileña “La Gaceta Literaria”,
nº 31 (1-IV-1928), en la que el filósofo, junto a fragmentos de su
correspondencia con Cocteau (su caso más famoso de conversión), declara en una
entrevista (Neo-tomismo. Una conversación con Jacques Maritain): ‹‹El
tomismo tiene un alto concepto de la actividad artística›› y defiende el arte
moderno de la incomprensión por parte de la crítica más conservadora. No cabe
empero apuntar una relación con Miró a través de Zervos y Tériade porque el
artista no perteneció a su círculo hasta 1930-1931.
Soberanas y Fontbona (1993) consideran que
la relación entre Miró y Maritain
fue intensa durante bastante tiempo, desde agosto de 1929:
‹‹La relació de Miró amb
Maritain, iniciada
gràcies a la recomanació de Ràfols, va tenir certa intensitat, i al filòsof li agradava molt l’oli primerenc
de Miró La riera de Montroig (segons Ràfols, Carnet d’art), que
podria ser Montroig. La rivière (1917), colAl desconeguda), pero potser també L’ornière
(1918, Nova York, colAl
Gustav Stern), originariament
conegut també com La Riera. Tot
i que ara Miró sembla que es proposa contactar amb Maritain, no ho faria com a
mínim fins a l’agost (vegeu la resposta de Ràfols a la carta núm. 53).››[8]
El proceso comienza cuando Ràfols le escribe a Miró en agosto de 1928:
‹‹Maritain em va comprobar, cara a cara, el seu afecte que m’havia
manifestat per cartes, i havent-li dit que vos sou un dels meus amics més íntims,
es va interessar férvidament per vós, que us seguiex devotament en les vostres
obres. Ell reb, especialment els diumenges a la tarde, els seus amics, a la
seva caseta de Meudon (10, rue du Parc); i, sempre que cregueu oportú, us hi
podreu presentar de part meva. Crec
que aquesta nova amistat us pot ésser ben útil i agradable.››[9]
Pero hay que precisar que no se informa aquí de un encuentro
y que Miró estaba entonces en Mont-roig (julio-diciembre) y tardaría bastante
en volver a París (a finales de diciembre)pero ya ha decidido acudir a verle,
como le contesta a Ràfols: ‹‹Molt honrat de l’interès que
en Maritain es pren
per la meva obra. És un home
que jo admiro i respecto moltíssim. Aquest hivern l’aniré a veure.››[10]
¿Cuándo y cómo se encuentran ambos por primera vez?
Es seguro que coincidieron en fiestas mundanas de París, pues pertenecían al
mismo amplio círculo social, pero en estas reuniones no había tiempo y
tranquilidad más que para superficiales contactos personales, como consta en una anotación de Maurice Sachs acerca de que los Maritain y
Miró estaban juntos en uno de esos encuentros hacia 1928-1929.[11]
Pero ambos necesitaban un encuentro en unas
condiciones de diálogo más reposado, lo que ocurre antes del 8 de marzo de
1929, probablemente durante la larga estancia de Miró en París en el primer
semestre. Miró le escribe a Ràfols ya el 19 de febrero de 1928 que, por consejo
de Ràfols, Cassanyes y Foix, quiere conocer a Maritain.[12]
Pero es sólo un año después, el 8 de marzo, cuando Ràfols le escribe a Gasch:
‹‹D’En
Miró he rebut darrerament dues cartes en les quals es manifesta la simpatia
mútua que ha nascut entre ell i Maritain d’ençà que personalment es coneixen.››[13] Por tanto se conocieron entre estas dos fechas y al
parecer se ven con alguna frecuencia, puesto que Miró le escribe a Ràfols en
abril de 1929: ‹‹He trobat també un mot molt amable
d’en Maritain, dient-me li dongui
dia per a anar-hi.››[14]Y el 27 de agosto del mismo año, Maritain le escribe a
Ràfols: ‹‹J’ai été trés hereux de faire la connaissance de Miró;
nous avons beaucoup de sympathie pour lui et d’admiration pour son art. Quand
vous le verrez, voulez-vous lui remettre la carte ci-jointe?››.[15] Apuntemos
que por estas fechas, entre febrero y junio de 1929, es cuando Miró se distancia
claramente de Breton y su grupo, y tal vez esto se deba en parte a los diálogos
con Maritain, que reforzarían su determinación de mantener la independencia
creativa.
La frecuencia de estos contactos se explicaría
porque probablemente Miró acudió en esos meses de marzo-junio de 1929 a alguna de las famosas
tertulias que Maritain y su esposa Raïssa organizaron entre
1923 y 1929 en su casa de Meudon,
10 de Rue du Parc. Lo llamaban “salón de conversión” (según Maurice Sachs, en Sabbat),
al que acudieron
habitualmente numerosos intelectuales y artistas de vanguardia, entre
los que destacan: Jean Cocteau[16],
Max Jacob, Berdiaev,
Charles du Bos, Emmanuel Mounier, Maurice Merleau-Ponty, Gabriel Marcel, Chagall, Julien Green… Influirá poderosamente en todos
ellos, gracias a su carisma personal y la fuerza de su argumentación, mucho más
poderosa en persona que en los escritos. Pero a partir de 1930 las reuniones
fueron mucho menos frecuentes, porque Maritain parece entrar en un periodo de
cierto aislamiento, tal vez para concentrarse en la escritura de su obra
teórica, y acabaron del todo en 1933 cuando él se marchó como profesor a
Toronto (Canadá) y no regresó hasta 1945, cuando reanudó muy brevemente sus
reuniones antes de marchar como embajador a Roma.
En suma, desde marzo de 1929 la amistad
Miró-Maritain está consolidada. Permanyer (2003) afirma, probablemente por
confidencias del artista, que fue una relación duradera y estrecha[17], y la
escasa correspondencia conservada confirma al menos su intimidad, puesto que Miró le escribe el 10 de marzo de 1930 a Ràfols sobre una
visita que ha cursado a los Maritain el domingo 9 y que a su vez el filósofo ha
acudido a la inauguración de su exposición en la Galerie Pierre el 7 de marzo:
‹‹Vàrem passar la tarda del diumenge a casa els nostres amics Maritain, i ell
va venir també al vernissage de la meva exposició. Ara és a Anglaterra i Irlanda a donar unes
conferències. Com és
natural, parlàrem molt de vós.››[18]
En febrero de 1931, Miró incluso asume el papel de
intermediario entre Maritain y Ràfols, cuya amistad tal vez comienza a
tambalearse por la posición cada vez más vanguardista y progresista del
primero, defensor de la República española, mientras que el segundo es
crecientemente conservador y le disgusta el anticlericalismo de algunos grupos
republicanos: ‹‹En Maritain acaba d’escriure’m queixant-se de que fa mesos no
ha rebut noves vostres ni del llibre que us envià.››[19]
Pocos días después Miró insiste: ‹‹Amb en Maritain hem parlat sovint de vós, i
el vostre silenci ens inquieta. Què esdeveniu?››[20]
Ràfols, al poco, se excusa alegando una
enfermedad y Miró lo acepta
y contesta: ‹‹An en Maritain
fa temps que no l’he vist, des de fa unes setmanes que ell i la seva muller ens
van honrar venint a casa. Escrigue-li un moment que tingue de
lleure, que n’estarà força content;
és un home que us estima molt.››[21]
Poco después parece que la relación directa de Miró
con Maritain mengua en intensidad, aunque seguramente el motivo inicial es
porque Miró vuelve a Mont-roig para pasar el verano: ‹‹Molt agraït dels mots
que per mi us dedica en Maritain; ja sereu amable de saludar-lo també de part
meva. Fa poc vaig escriure-li una postal.››[22]
Pero lo cierto es que desde entonces Maritain no volvió a aparecer en la
correspondencia de ambos[23],
algo bien difícil, por otro lado, porque también la relación
Miró-Ràfols
se espació hasta casi desaparecer,
excepto durante un breve revival en los años 40.
¿Por qué la amistad entre Miró y Maritain dejó tan
pocas huellas a partir de 1931? Es cierto que Miró jamás aparecerá entre los
artistas que Maritain cite en sus libros, pero esto no debe ser interpretado
como desdén, porque la relación de citados es muy corta y se circunscribe generalmente
a artistas ya fallecidos: el pensador francés parece que evita puntillosamente privilegiar
a unos artistas vivos sobre otros para no herir susceptibilidades. Se sabe
empero que Maritain le admiraba lo suficiente como para manifestar en su
correspondencia a Ràfols que seguía sus exposiciones —hemos visto su asistencia
al vernissage del 7 de marzo de
1930—, y llegó a comprar un cuadro de juventud de Miró, La Riera (1918).[24]
Una seria dificultad fue el alejamiento físico: Miró
abandonó París en el verano de 1931 y sólo volvió para breves visitas hasta
1936, mientras que Maritain vivió en Canadá, salvo algunas breves estancias en
Francia, la mayor parte del tiempo entre 1933 hasta 1945; entre 1945 y 1948 fue
embajador en el Vaticano; entre 1948 y 1952 fue profesor en Princeton; vivió
fuera de París entre 1952 y 1960; y desde 1960, a la muerte de su
esposa Raïssa, se recluyó en un convento de Toulouse hasta su muerte en 1973.
En suma, desde 1932 parece que tuvieron muy pocas
oportunidades de encontrarse. Pero es seguro que Miró y Maritain mantuvieron
todavía durante algún tiempo, más allá de su mutua relación con Ràfols, una
relación personal o epistolar episódica, pues aunque nos falta la
correspondencia desde 1931, sabemos que Miró le escribe a Zervos en 1934 que le
remita a Maritain unas fotos de La masía: ‹‹J’espère que vous avez pu
tirer parti de photos de La Ferme, que j’estime faudrait publier en pleine page. Vaudriez-vous être assez aimable de la rendre à Monsieur
Maritain, des que vous n’en aurez plus besoin.››[25] No
obstante, la correspondencia, si la hubo, debió ser bastante escasa porque
tanto el uno como el otro eran poco dados a escribirse con los que no veían con
cierta regularidad.
¿Qué le interesaba a Miró del pensamiento de
Maritain? Este manifiesta una sobresaliente modernidad, es dinámico, nada
rígido. Lee a Santo Tomás como un guía que abra caminos, aplicando y
modificando sus ideas de acuerdo y en atención a las
realidades cambiantes
del mundo. Entre los rasgos comunes en el pensamiento de Maritain y Miró, que
sugieren una posible influencia, destaco que[26]:
- Maritain defiende “trabajar en reconciliar el
mundo en la verdad”, aunque advierte contra los excesos de abrirse sin límites
al mundo y a la crítica. En su Carnet de Notes escribe:
‹‹sería absurdo decir
que la Iglesia está corrompida, que ella no está con Jesucristo. Para decir eso, haría falta a la vez afirmarse
cristiano (para creer en Jesucristo) y negarse cristiano (para condenar la Iglesia; pero si condenáis
la Iglesia no podéis creer en Jesucristo). (Es la miseria del
protestantismo!››[27]
Es una posición similar a la de Miró, que jamás atacará a su Iglesia, pero que
explora siempre la búsqueda de la verdad bajo las apariencias. No obstante,
Maritain rechaza la imagen de una “Iglesia-Fortaleza”, una organización cerrada y
excluyente que proteja al rebaño de los fieles contra el enemigo ideológico.
Postula una Iglesia abierta, acogedora, un cristianismo social, una sociedad
democrática y plural, una vida internacional organizada (en el mismo sentido
que la encíclica Gaudium et spes). Esto explica que ante la barbarie de
la guerra civil española Maritain levantase su protesta vehemente contra el
lema de la “Cruzada”,
de la “guerra santa”, pues no se puede recurrir a la violencia para imponer el
Reino de Cristo. Esto le valdrá furibundos ataques de los acólitos católicos
del franquismo. Miró, igualmente, considera que la Iglesia debe estar al
servicio de todos los hombres, y, pese a lamentar el asesinato de los
sacerdotes, se opone a la guerra civil porque considera que el bando legítimo
es el republicano.
- Maritain subraya que la realidad puede ser conocida
de muchas maneras —a través, por ejemplo, de la ciencia, la filosofía, el arte
o el misticismo— y que cada uno de estos modos aporta algo característico al
saber humano. Es una filosofía “realista trascendental” que sigue
el principio filosófico fundamental
del tomismo: que la realidad (la naturaleza) es inteligible por sí misma, ya
que posee una consistencia autónoma, independiente del mundo sobrenatural, y,
de acuerdo a la concepción tomista, el arte es una especie de sensibilidad
espiritual en contacto con la materia, sin que mundo natural
y sobrenatural se confunda.
Miró, artista que siempre se confiesa un realista, explora los caminos más
recónditos de esa naturaleza, explicando sus misterios mediante el arte, tal
como Maritain afirma que se puede hacer. Miró le cuenta a Ràfols en 1928:
‹‹Yo no hablo de pintura —nos ha dicho—, porque eso
no interesa. Si algún chispazo de ella tiene valor, es sólo como medio de
expresión del espíritu (subrayado: espíritu), que es lo único que debe
interesar. (…) Las virtudes pictóricas deben estar siempre
puestas al servicio del espíritu
(subrayado: espíritu). Puestas —como en Velázquez— al
servicio exclusivo de la pintura,
no me interesan.››[28]
Fanés enfatiza que en su artículo Frontières de la poésie, aparecido en “Cahiers
d’Art” (1928) y comentado por Gasch inmediatamente, Maritain rechaza por igual
el formalismo (emparentado con la abstracción) y el realismo (confundido con la
mímesis servil), para defender un arte que alcance y revele la sustancia oculta
de las cosas, la verdadera realidad a la que sólo se llega al descubrir lo
espiritual en lo sensible, manifestando en las obras artísticas ‹‹el mismo espíritu de donde proceden›› (las cosas), un espíritu que es el resultado de
la metamorfosis que sufre el universo al pasar por el alma del artista, que en
su trabajo ‹‹recompone un mundo más real que el real ofrecido a los sentidos››. Es lo que entendemos cuando Miró
le cuenta a Taillandier en 1959: ‹‹Para mí un objeto es algo vivo. Este cigarrillo, esta caja de
cerillas contienen una vida secreta mucho más intensa que ciertos seres
humanos. Cuando veo un árbol recibo un impacto, como si fuese alguien que
respira, que hablara. Un árbol también es algo humano.››[29]
Maritain propone un mundo surreal, de ‹‹parecido
espiritual›› al sensible; y con esto estamos ya ante el concepto más querido
por el surrealismo, bien integrado en la doctrina cristiana, tal como podía
satisfacer a Miró (y Gasch), que debía sufrir la tremenda tensión teórica entre
la vanguardia transgresora de su círculo parisino y el catolicismo de su
círculo barcelonés.[30] Y de este hilo conceptual procede el comentario de
Miró en 1951 a
Charbonnier de su respeto por la materia, sobre todo en su trabajo con la
escultura y la cerámica: ‹‹(…) Evidentemente, es necesario tener un gran
respeto por la materia. Es el punto de partida. Ella es la que dicta la obra,
la impone.›› y está de acuerdo con Max Ernst en que el artista ha de “interrogar”
la materia: ‹‹Desde luego, existe un diálogo; se establece un diálogo con la
materia. Cuando haces cerámica, es el barro el que dice lo que hay que hacer,
el que impone sus leyes.››[31] o cuando Miró le cuenta a
Taillandier en 1959: ‹‹La
materia, el instrumento, me dictan una técnica, un medio de dar vida a una
cosa. Si ataco una madera con una gubia, esto me pone en cierto estado de
espíritu. El encuentro de la materia y del instrumento produce un choque que es
algo vivo y que, según creo, repercutirá en el espectador.››[32]
Pero no es un asunto sólo teórico o referente a unas
artes concretas, pues de las propuestas de los teólogos más avanzados y sobre
todo desde Arte y escolástica (1920) de Maritain surge el movimiento
social de reivindicación de un arte sagrado moderno cuyos mejores frutos
encontramos en Francia hacia 1950 con obras de Rouault y Matisse o la abadía de
Ronchamp de Le Corbusier. Miró probará esta dirección, aunque por lo general resultará
frustrado, como vemos en el caso de Audincourt en 1950-1951 o de los vitrales
de la Seu de Palma de Mallorca en 1978-1979.
- Maritain reivindica el valor artístico de la fuente
de realidad más simple, los objetos cotidianos del arte y la vida del pueblo,
de modo que el artista no tiene el monopolio del arte. Un concepto que Miró
tomará desde finales de los años 20, aplicándolo a las Construcciones poco después y que repetirá más a menudo en su
pensamiento artístico de los años 60 y 70. Miró le cuenta a
Taillandier en 1959: ‹‹Las
cosas más simples me dan ideas. Un plato en el que un campesino come su sopa;
me gusta más esto que los platos ridículamente ricos de la gente rica. / El
arte popular me ha conmovido siempre. No hay en este arte ni engaño ni trucos.
Va directamente a su fin. Sorprende, a tal punto es rico en posibilidades.››[33] Fanés (2007) destaca que Maritain, en su artículo Frontières de la poésie, aparecido en “Cahiers
d’Art” (1928), advierte que la poesía (el arte) ‹‹no es privilegio de los poetas›› y ‹‹se encuentra
donde menos la esperáis››, en un ‹‹objeto usual o en un pedazo de cartón, en “pinturas
idiotas, sobrepuertas, decorados, telones para saltimbanquis, rótulos”››, que
transformados en poesía, aparecen como si ‹‹se tratase de obras maestras››.[34]
Es la misma idea que anida en Miró cuando acomete
sus series de collages de las Bailarinas
de 1928 y de los papier-collés de
1929. Fanés señala que Maritain había buscado a su vez como fuente a dos
vanguardistas (añadimos que admirados sobremanera por Miró), Rimbaud y
Apollinaire. Rimbaud fue quien primero, en Alchimie
du verbe, reivindicó lo bajo y lo vulgar como fuente de la poesía.[35] Apollinaire,
por su parte, en Zone escribe: ‹‹Tu
lis les prospectes, les catalogues, les affiches qui chantent tous haut / Voila
la poésie ce matin… [Lees los prospectos, los catálogos, los
carteles que cantan en voz alta. / He aquí la poesía esta mañana…]››[36] Nuevamente las fuentes de inspiración que laten en
los collages mironianos de 1928-1929 o incluso en pinturas anteriores, como Retrato de bailarina española (1921).
Tenemos pues una reivindicación neotomista de la validez de las obras más
rupturistas de Miró, lo que serviría a Gasch para legitimar su nuevo estilo del
“asesinato de la pintura”. Y más allá, le confiesa en 1951 a Charbonnier: ‹‹(…) El
pintor
principiante no puede liberarse
sin correr un gran riesgo; pero el artista debe superar la etapa individualista para esforzarse en
alcanzar la etapa colectiva. Debe distanciarse, abandonar y
rechazar la individualidad,
despojarse de ella para sumergirse en el anonimato››.[37]
- Maritain sostiene la idea, recogida por su
esposa Raïssa, de que la experiencia
poética (un conocimiento surgido del alma interior) y la experiencia mística
(un conocimiento recibido directamente de la divinidad) nacen una de la otra,
con una especie de simpatía mutua, pues Dios alumbra el alma individual.[38]
Esta es también una de las principales tesis de Miró, que a través de la poesía
accede al mundo místico que refleja por ejemplo en las obras oníricas de
1925-1927 y en las Constelaciones de 1940-1941. Es en este sentido que Miró le escribe a Pierre Loeb en
1926 que trabaja muy concentrado como los místicos: ‹‹Je
travaille beaucoup: très concentré —le métier très poussé et en poursuivant
toujours cette idée de purété et perfection des mystiques—.›› [39] Y se
relaciona con su idea más recurrente de la inspiración, como cuando explica a
Charbonnier en 1951 que cualquier
trazo involuntario o ajeno le es propicio para comenzar
la obra:
‹‹Sí, ese trazo impondrá una continuación. Si usted
comenzara a pintar, yo continuaría. Es la materia la que
lo dirige todo. Estoy en contra
de la búsqueda intelectual preconcebida y muerta. El pintor trabaja como el
poeta: la palabra viene primero, el pensamiento después. Un poeta no decide sin
más escribir sobre la bondad de los hombres. ¡Estaría apañado! Pongamos que
hace usted un garabato; para mí es un buen punto de partida, un choque. Le doy
mucha importancia a ese choque inicial.›› [40]
- Maritain cree que la
persona humana se
rige
por una ley propia, la ley natural.
Proclama que existir es actuar y que la cooperación entre los hombres siempre
es posible cuando se persigue un bien común. Esto significa que debe sostenerse
un compromiso personal con las causas justas. Sobre todo, opina, el pensador
cristiano ha de dar siempre, ante todo, testimonio del espíritu, y ha de proclamar la primacía
de éste (La primauté du spirituel, 1928). Miró, por su parte, afirma que
el hombre debe seguir una ética de solidaridad, libertad, felicidad de los
pueblos... en suma, la ley natural. No obstante, es un compromiso de testimonio
más que de militancia callejera, como Miró le cuenta a Estivill en 1936: ‹‹El
artista es una antena; los estados de la masa los recibe y los traduce como a
individuo más sensible de la sociedad. (…)Yo estoy de acuerdo en que el artista
aliente y señale los grandes momentos de superación social.››[41] Miró considera así (la teoría del reflejo) que el
arte refleja el espíritu del artista y de su tiempo.
- Maritain considera que la voluntad propia del
hombre es perfectamente capaz de comprender, por la inteligencia, su propio
dinamismo, y dirigirse hacia las finalidades que le son específicas. Parte de una
concepción “personalista” del hombre y de la sociedad: ve al hombre como una “persona”,
que tiene en Dios su origen y su finalidad. Es una tesis individualista, en
cuanto cada hombre tiene una razón de ser independiente de la Humanidad, del
resto de los hombres. Miró, por su parte, gracias al ejercicio de su vocación
artística se “realiza” como hombre, en una tarea en la que se aúnan la voluntad
y la inteligencia, en la conocida “meditación” mironiana. Volviendo a la misma
entrevista que Miró le concede a Estivill en 1936: ‹‹(…) En las masas, en los
sectores populares y obreros se descubre siempre un campo virgen, puro, en el
que nos han influido las degeneraciones y los amaneramientos. Pero hay el
peligro de que una vez la sociedad y sus resortes en poder de esos sectores,
ellos se envilezcan, se degeneren y se pierdan este sentido de pureza. Hay el
peligro de que se aburguesen.››[42] Y la cura es mantener la independencia personal de
pensamiento, la búsqueda de su camino propio e individual.
- Maritain propone que en la cumbre de todo
conocimiento hay una visión del mundo, una sabiduría que está por encima de la
inteligencia, que la dirige y la ilumina: es el hecho de creer. Y establece una
subdivisión
entre el saber especulativo
y el saber práctico, y concede que la filosofía práctica ha de descender hasta
el límite extremo en que el conocimiento filosófico estimule la acción. Miró,
por su parte, cree igualmente que el misterio último del mundo se nos escapa y
renuncia a la tarea imposible de entenderlo. Es conocida la aversión mironiana
a las teorías, su aceptación, sin más, de lo que acorde con sus ideas ya
conocidas: la libertad del artista y del hombre, Dios, la tierra, la familia...
Miró le cuenta a Figueruelo
en 1964: ‹‹Yo no tengo
que decirle nada. Mi profesión no es explicar ni escribir, sino pintar. El que
la gente comprenda o deje de comprender mi pintura es más cuestión de cultura y
entrenamiento que otra cosa.››[43] Y proclama ante Amón en 1978: ‹‹La gente llana,
pura, no maleada, ni contaminada, ve mejor mi obra que los intelectuales. ¿Por
qué se empeñan éstos, como decimos en Cataluña, en buscar pelos a la rana?
La teoría es tan fría como la autopsia, aniquila la acción y la vida.›› y
prosigue ‹‹Y yo aún no estoy muerto. Si de algo estoy satisfecho es de que en
la bibliografía en torno a mi obra prepondera el acercamiento humano. (Los
teóricos no han podido conmigo! Me han comprendido los poetas y los humanistas, como Jacques
Dupin... o como usted. Póngalo así.››[44]
Miró se preocupa poco por el saber especulativo y
aprecia especialmente el saber práctico, el del artesano que conoce las
técnicas y explora la naturaleza. No medita por meditar, no es filósofo y ni
siquiera crítico de arte (esto lo repite a menudo), la suya es una meditación
con un fin inmediato: la acción.
- Maritain afirma la autonomía de las realidades
temporales. El hombre es “hombre de Cristo” por definición y ha de vivir tan
intensamente como pueda la vida espiritual en tanto que cristiano, pero al
mismo tiempo ha de ser hombre comprometido a fondo en la vida profana, en la
que, actuando como cristiano, ha de respetar tanto los valores propios del
mundo temporal como las exigencias fundamentales de su cristianismo. En el caso
de Miró huelga repetir las pruebas, porque toda su vida sigue las normas
cristianas del amor a la familia y la Humanidad, y se compromete con el mundo
(Cataluña, el progresismo).
- Maritain considera que la sociedad y el Estado tienen
un fin instrumental: son un conjunto de medios puestos al servicio de la
persona y del bien común de las personas. Es esencial, en este sentido, un
respeto integral a la dignidad y libertad de las personas,
lo que sólo se puede garantizar
con la democracia (Christianisme et démocratie, 1943). Aunque Maritain
nunca
participó en un partido político,
sí desarrolló una filosofía política, que cabe traducir en
acción: crear las condiciones
de vida favorables para el cumplimiento personal de cada hombre. Maritain es
un hombre influido decisivamente por el hegelianismo y considera como la pauta fundamental
de la Edad Contemporánea la conquista de la libertad, en el orden social y político,
«l'espérance centrale que caractérise l'idéal historique des deux dernières
siècles» [Principes d'une politique humaniste. 1944: 27] Aunque Maritain sostiene que ha sido bajo la inspiración evangélica
(a menudo ignorada o minusvalorada) que la consciencia profana ha comprendido que
son valores positivos, sin los cuales la sociedad se precipita en la barbarie, los
derechos del hombre: la igualdad natural de todos los seres humanos, la justicia,
la libertad, la participación en la elección de los gobernantes...
La influencia
de estas ideas es evidente en el catolicismo francés de izquierdas de los años
50, como vemos en la filosofía personalista de Emmanuel Mounier y su equipo de
la revista “Esprit”, que tanto influirá en los católicos progresistas españoles
y, más concretamente, los catalanes del círculo de la Abadía de Montserrat, e
incluso muy tempranamente en el teólogo Carles Cardó, todos ellos tan afines a
Miró, quien, a su vez, será algo escéptico respecto a las posibilidades de que
el Estado cumpla correctamente este fin. Esperanzado en la II República, muy
pesimista durante el franquismo, nuevamente optimista durante la Transición,
empero luchará siempre por una sociedad y un Estado que liberen al hombre de
sus ataduras; la libertad está siempre en su boca y en sus actos; y como
Maritain, nunca tendrá una militancia partidaria: la suya es una lucha
individual, realizada con el valor del mejor ejemplo personal.
- Maritain proclama que hay que abrirse a los hombres
que provienen de otros horizontes espirituales. El respeto ecuménico a las
culturas y sus religiones no empobrece el cristianismo sino que enriquece al
hombre al permitirle una mejora en sus realizaciones prácticas. Miró se
interesará por el budismo y las religiones primitivas, que ponen en contacto al
hombre con lo primigenio, lo más puro de su naturaleza espiritual, lo que se
proyecta al futuro, como Miró comenta en 1951 a Del Arco: ‹‹Tomando punto de partida en
las grandes civilizaciones muy remotas, salto al futuro desde aquel trampolín,
sin detenerme en el presente, por considerarlo anecdótico y pasajero y como
época transitoria››.[45] O cuando proclama en 1956 su interés
por el arte primitivo:
‹‹Les
primitifs. J’aime surtout l’art
des grandes civilisations, l’art egyptien, l’art aztèque. Parce que les
artistes de ces civilisations étaient en contact avec les éléments naturels et
avec la colectivité››.[46] Pero
hay límites, pues cada cultura tiene su propio arte y no debe mezclarse en vano,
como Miró le explica a Charbonnier en 1951: ‹‹(…) Que un mexicano no haga nada
por convertirse en francés. Que sea de pura raza, pero en un sentido
de plenitud, evidentemente.
En un sentido universal.››[47]
A continuación profundizo en una de las cuestiones centrales
de la filosofía y de la estética de Maritan: el compromiso del artista, estrechamente
ligada a los puntos anteriores, y en la que vemos estrechos paralelismos con el
pensamiento mironiano. ¿Cuál es la responsabilidad del artista frente a los otros
y a sí mismo? y, como corolario, ¿mientras que tiende a la perfección de su obra,
le es posible la perfección de su alma? El texto fundamental es La responsabilité
de l’artiste, editado en 1961, que recoge seis conferencias pronunciadas en
la Universidad de Princeton, en 1951 y que, a su vez, desarrollan las teorías esbozadas
por Maritain en sus encuentros y en sus obras de los años 20 y 30, por lo que Miró
pudo conocerlas perfectamente entonces, lo que deducimos de la semejanza de sus
opiniones (y su aplicación en su obra) a lo largo de toda su vida. Los puntos fundamentales
del pensamiento del pensador francés respecto al compromiso —y su relación con Miró—
son:
- Parte de las ideas de Aristóteles y Tomás de
Aquino, que proclaman que Arte y Moralidad son dos mundos autónomos, sin subordinación
del uno por la otra, y su relación es indirecta, pues se unen en la ‹‹unité du
sujet humain››.[48]
El Arte es una virtud del Intelecto Práctico, que concierne a la creación de
objetos. El Arte no es, pues, una virtud intelectual-filosófica, sino
esencialmente práctica: la reflexión estética no le es consustancial; sí lo es,
en cambio, el acto creador práctico. Miró, por su parte, desdeña la reflexión
sobre el arte, busca el valor del acto creativo primario y que siempre creerá
en la radical independencia del arte respecto a la política y la moral. Como
opinaba Aquino: ‹‹El arte no presupone la rectitud›› así como para Maritain
‹‹Le bien que l’art pursuit n’est pas le bien de la volonté humaine, mais le
bien de la chose elle-même produite››.[49]
Maritain afirmará tajante, en una serie de aforismos —que Miró repetirá con
escasas variaciones argumentales hasta el final de su vida— que: ‹‹El artista
es un hombre que hace uso del arte. (...) La primera responsabilidad del
artista es hacia su obra››.[50]
El arte, como emanación divina, exige del artista una entrega abrumadora de
todo su ser en esta vida terrenal. Es la clase de abandono al que Miró era
feliz de darse por entero: ‹‹Remarcamos aquí que estando al servicio de la
belleza y al servicio de la poesía, el artista sirve un absoluto, ama un
absoluto, es cautivo del absoluto con un amor que exige todo su ser, en carne y
espíritu››.[51]
- En el dominio espiritual de la Moralidad,
totalmente ajeno al Arte, el hombre busca el equilibrio de otras facetas de su
personalidad, la búsqueda del bien. ‹‹Le bien moral est une sorte de bien qui
est particulière à l’homme et à la vie humaine, et à l’exercice de la volonté
humaine. Cette sorte de bien qui fait qu’un homme est bon,
purement et simplement bon››.[52]
Nuevamente es otro rasgo
mironiano, la búsqueda de la bondad pura y simple, ajena a las consideraciones
teológico-filosóficas, realizada en los actos cotidianos del individuo, en la
sencillez y la modestia, y, ocasionalmente —no como tarea diaria que exige la
renuncia a la vida propia y libre—, en el compromiso con las causas justas:
‹‹Ce qui fait qu’un homme est purement et simplement bon est la bonté de ses
actes selon qu’ils expriment sa volonté; c’est l’acte qui accomplit son être et
émane de lui en tant même qu’homme, c’est-à-dire en tant que personne maîtresse
d’elle même et capable de prendre en main son propre destinée ou en tant
qu’agent libre››.[53]
- El hombre íntimamente libre, incapaz de hacer daño
a sabiendas, ese es el hombre bueno. Es la definición que Miró se aplica constantemente.
Es la idea de que el acto bueno es también bello, de que la bondad es
espiritualmente bella, según el concepto griego, kalokagathos (bello y
bueno), en el que se unía indisolublemente la belleza y la bondad. ‹‹Todo
hombre que, en un acto primordial de libertad bastante profundo para
comprometer toda su personalidad, escoge hacer el bien por amor al bien, escoge
a Dios, consciente o inconscientemente, como su bien supremo; ama a Dios más
que a sí mismo, incluso si él no tiene un conocimiento conceptual de Dios››[54].
Es evidente que Miró era un fiel cristiano según esta concepción de generosidad
hacia el otro, y así proclama en 1979: ‹‹Que quan un artista parli en un entorn
on la llibertat és difícil, converteixi cada una de les seves obres en una
negació de les negacions, en un deslligament de totes les opressions, tots els
prejudicis i totes les falses valors establertes.››[55]
- Maritain interpreta que Dios es el Primer Poeta,
no la Poesía misma, apoyándose en una conocida frase del final del Orfeo
de Cocteau: ‹‹Parce que la poésie, mon Dieu, c’est vous››.[56]
y el filósofo añade ‹‹El absoluto hacia el cual el arte y la poesía son
dirigidos es un bien supremo y un fin último en un orden dado, en el
orden de la creatividad del espíritu, no el fin absolutamente último. (...) Si
el artista ama a Dios por encima de todo, es tanto que el artista es hombre, no
en tanto que él es artista››.[57]
- Los verdaderos artistas (ejemplos son Rouault y
Cézanne) jamás transigirán en hacer un arte distinto al que creen auténtico,
para ganar premios o dinero, pues ello sería traicionar su conciencia
artística, pues, siguiendo el principio socrático, el hombre-artista no puede
querer ser malo contra su voluntad: ‹‹sa conscience artistique l’oblige à ne
pas pëcher contre son art, su simple fait que ce sera mal dans la sphrère des
valeurs artistiques››.[58]
Más aun, el artista que rompe su compromiso con el arte rompe asimismo con su
conciencia moral: ‹‹et dans cette mesure blesse la conscience morale
elle-même››.[59]
Es la misma posición que vemos en la correspondencia
de Miró con Ràfols y Gasch, o cuando Miró comenta en 1947 que ‹‹procura reencontrar
el camino único del arte››, del cual a veces se desvían los artistas, por
cansancio o fracaso, ya que el arte se debe encaminar a su fuente, pues ‹‹Todas
las épocas del arte se caracterizan por un regreso a su fuente eterna —una
emoción sincera del hombre››.[60]
- Maritain considera que, entre las virtudes morales
cardinales (Prudencia, Justicia, Fuerza, Temperancia), la Prudencia es la
reina de las virtudes, pues se relaciona con el intelecto y con la decisión, de
los cuales dependen nuestras acciones. Así, el hombre prudente es el más
virtuoso y el artista se escinde entre dos compromisos: respecto al Arte, en
relación a su obra; respecto a la Prudencia, en relación a sí mismo como
hombre. Si considerase la obra como su fin último, sería simplemente un
idólatra, alguien que adora los artefacta. Es un terrible desgarro: el artista
se siente responsable sólo respecto a su obra, si atiende sólo al Arte; pero
desde el punto de vista de la moral, defender que lo que se escribe o se crea
no tiene consecuencias es un engaño a sí mismo, ‹‹se duper soi-même››.[61]
Por lo tanto, el artista es responsable en el mundo de sus obras, por las
consecuencias de estas en el dominio humano, no ya artístico. ‹‹Ainsi ce que nous constatons c’est une inévitable
tension, parfois un conflict inévitable, entre deux mondes autonomes, chacun
souverain dans sa propre sphère››. Y aunque son mundos autónomos, independientes cada uno
en su propia esfera, no pueden ignorarse y despreciarse el uno del otro, pues
el hombre pertenece a ambos mundos, a la vez como creador intelectual y como
agente moral, hacedor de actos que comprometen su destino. ‹‹Y porque el
artista es un hombre antes que un artista, el mundo autónomo de la moralidad es
pura y simplemente superior al mundo autónomo del arte (y más inclusivo que
él). / (...) El Arte está indirecta y extrínsecamente subordinado a la Moral››.[62]
Este es el cierre más adecuado al artista cristiano. El reino del arte es
autónomo y el artista debe y puede ser libre, pero el artista es también hombre
y a tal naturaleza, superior y comprensiva de la de artista, no puede renunciar
impunemente, pues el consagrar la obra sobre la vida conlleva el remordimiento,
el vacío final, como canta un poema de Yeats, The Choice.[63]
El egoísmo es el enemigo natural de la actividad poética, siguiendo la opinión
del poeta Shelley, de que el poeta había de huir del vil deseo. No en el
sentido de buscar la pureza, sino de entrega y generosidad absoluta hacia la
obra, hacia la creación.
Es la moral que late en las palabras de Miró, cuando
proclama en 1951 que es sincero: ‹‹Absolutamente; y es la sinceridad lo que da
la fuerza a un hombre››.[64] Y en 1968 manifiesta que ‹‹Estoy orgulloso de vivir
hoy. No me interesa mi felicidad personal; pienso en el mañana como etapa nueva
en el mundo››, prosigue con ‹‹No estoy encerrado en mi pintura, ni en una torre
de marfil; el contacto humano es capital para mí›› y acaba: ‹‹Como hombre no me
defraudo, porque me doy cuenta que obré honradamente››.[65]
- Maritain aborda el problema de la responsabilidad
moral del artista respecto a los demás hombres y ataca la tesis de l’Art
pour l’Art, de Arnold, según el cual la poesía podía salvar al mundo
asumiendo, al nivel de expresión, las tareas de todas las otras funciones del
espíritu, o de Rimbaud, con su vida que fue una demostración práctica de tal
compromiso. Jacques Rivière escribía en 1924: ‹‹El escritor ha devenido
sacerdote (...) Toda la literatura del siglo XIX es una vasta incautación
dirigida hacia el milagro››.[66]
Pero también juzga débil la tesis de los defensores de l’Art pour la
communauté, que atraídos por consideraciones sociológicas o políticas,
defienden l’Art pour le peuple[67]
porque cree que así se
encuentra sólo un arte aceptado por el presente, no un arte para el futuro. El
artista ha de comprometerse antes con el mundo futuro, crear el arte que abra
nuevos caminos.
Al respecto, Miró contesta a Duthuit en 1939: ‹‹El
mundo exterior, el mundo de los acontecimientos contemporáneos, siempre tiene
una influencia en el pintor, aún sin que éste lo diga. Si en el juego de líneas
y colores no expone su drama interior de creador, entonces no es nada más que
un entretenimiento burgués. (…)›› [68] y proclama en 1979: ‹‹(…) entenc que un artista és
algú que, entre el silenci dels altres, fa servir la seva veu per a dir alguna
cosa, i que té obligació que aquesta cosa no sigui quelcom d’inútil sinó
quelcom que faci servei als homes.››[69]
Maritain ve que si un arte comprometido con el
presente acepta las reglas que se imponen al engendramiento de la obra, pierde
su libertad. Si l’Art pour l’Art
olvida que el artista es un hombre, l’Art pour le peuple olvida la
dimensión creadora del artista: ‹‹méconnaît purement
et simplement le monde l’art lui-même, et les valeurs de l’intellect créateur,
et le fait qu’un artiste est un artiste.››[70] El
artista asume un serio riesgo al obedecer a una idea o una pasión exteriores al
arte, pues son un factor exterior al arte, que puede suplantarlo[71]
y parasitarlo, e incluso ‹‹de ordinario es una desgracia para el poeta el
convertirse en poeta nacional››[72]
pero sólo será válido el arte político que sea asumido, integrado,
interiorizado, transmutado en el alma del creador. El artista ha de evitar caer
en l’art pour le groupe social, devenido fatalmente en arte de
propaganda. Al respecto, Miró comenta a Duthuit en 1939: ‹‹(…) Las formas
expresadas por un individuo que es parte de la sociedad deben revelar el
movimiento del espíritu intentando escapar de la realidad del presente, la cual
es particularmente innoble hoy, para hacer nacer nuevas realidades, ofrecer a
otros hombres la posibilidad de cambiar el presente››.[73]
Maritain califica al arte comprometido (según la definición existencialista)
de arte “enrolado” o “reclutado”: ‹‹Ce que la mode existencialiste appelle aujourd’hui “art
engagé” —nous pourrions dire aussi bien l’art enrôle, ou recruté— es fatalement
de l’art de la propagande, à des fins morales ou antimorales, sociales, politiques,
philosophiques, religieuses ou religieuses. Un artiste qui cède à cette rage d’être
enrégimenté manque du même coup à ses dons, à sa vocation et à sa vertu propre.[74] Al
respecto, Miró confiesa en 1947: ‹‹(…) ‹‹Se habla mucho de pintura social. No
sé lo que es eso. Sólo me interesa lo que es humano, sólo lo humano importa››.[75]
Maritain rechaza para el arte, en un mismo plano,
las ideologías, sean el existencialismo, el marxismo, la moralidad tradicional,
el realismo, el idealismo político o la filantropía. Es cierto que nutren al
hombre de una necesaria espiritualidad, pues el hombre es un animal que se
nutre de “trascendentales”. Esta radical y necesaria separación entre ideología
y arte la fundamenta en el mismo Platón, que ya advertía en contra de la poesía,
pues nunca estaría al servicio del Estado. Hitler y Stalin han demostrado este
apetito del Estado por domesticar al artista. ‹‹L’homme ne peut pas vivre une
authentique vie humaine sinon en participant dans une certaine mesure à la vie
supra-humaine de l’esprit, ou de ce qui est éternel en lui››.[76]
Maritain,
en su libro La responsabilidad del artista, en la que refundía sus tesis
ya de los años 20, escribe: «Por su verdadero sentido del bien común, se entiende
que el arte y la poesía, aunque o mejor dicho porque se refieren a un objeto independiente
en sí mismo de las reglas y normas de la vida y de la comunidad humanas, desempeñan
un papel esencial e indispensable en la existencia de la humanidad. (...) El hombre
no puede vivir una auténtica vida humana sino participando en alguna medida en
la vida suprahumana del espíritu o de lo que es eterno en él. (...) Necesita desesperadamente
a los poetas y la poesía, por cuanto éstos lo apartan de los sucios negocios y
reglas para conducción y conservación del animal racional y dan testimonio de
la libertad del espíritu. (...) Precisamente en la medida en que la poesía es inútil
y no comprometida es necesaria, por cuanto ella ofrece a los hombres una visión
de la realidad que está más allá de la realidad, una experiencia de las significaciones
secretas de las cosas, una confusa penetración en el universo de la belleza, sin
la cual los hombres no podrían vivor ni moror moralmente». Por tanto, el arte y
la poesía: «se refieren a un objeto independiente en sí mismo de las reglas y normas
de la vida y de la comunidad humana». Están más allá de la realidad y del compromiso
con la vida mundana, unidos sólo a la libertad del espíritu. Esta visión de Maritain,
que coincidía fundamentalmente con la de Miró, fue rechazada por la gran mayoría
de los miembros de las segundas vanguardias y esto explica en gran parte el parcial
alejamiento que Miró sufrió por parte de la crítica en los años 60, hasta que a
partir de 1968 su renovado compromiso le volvió a colocar en el meollo de la lucha
y le rescató por completo del desdén de la crítica más comprometida.
- Maritain afronta a continuación la relación entre
poesía, vida y compromiso. Teresa de Avila (tan estimada por Miró y Maritain)
decía que la vida no sería tolerable sin la poesía. Maritain sigue, como en
otras ocasiones a Shelley, en su Defensa de la poesía: ‹‹los más grandes
poetas han sido los hombres de más intacta virtud››. Ya hemos visto que Miró y
la estética cristiana del siglo XX siguen muchas de las tesis de los teóricos
románticos. Cita como poetas convertidos al cristianismo ‹‹à Dieu›› a T. S. Eliot,
Bernanos, Julien Green, Mauriac, Max Jacob (recordemos que un buen amigo de
Miró), que han sabido combinar su compromiso con la fe junto a su compromiso
con la obra. Max Jacob, en su Art Poètique, aseguraba que las virtudes
estéticas requeridas para un artista moderno son de naturaleza evangélica: ‹‹La
pauvreté volontaire est une vertu esthétique. La sobrieté est une vertu
esthétique. La chasteté est une vertu esthétique›› y ‹‹La force, le renouncement, l’obéissance, l’ordre, l’humilité››
son virtudes estéticas en el dominio del arte.[77]
Lo mismo pensaba Miró, quien comenta en 1947 que el
artista sólo precisa ser sincero consigo mismo y la vida, sin preocuparse por
lo material: ‹‹(…) El arte no puede prenderse a subordinación alguna [se
refiere a la económica, política, religiosa, etc.]. Pero el verdadero artista
ya tiene dentro de sí el desasosiego de todos los problemas humanos y, por
tanto, su obra será siempre el reflejo de su mundo. Ese reflejo representará
las instancias de sí mismo o surgirá naturalmente, sin subordinación de
conveniencias momentáneas››.[78] De este modo, vivir como un perfecto cristiano
comprometido era el mejor camino del auténtico artista moderno, pues, aunque
como Maritain insiste, la Bondad y la Poesía son dos absolutos que requieren
una donación absoluta del propio ser y que no pueden sufrir el compartirse,
resulta que “con Dios” se pueden asumir a la vez ambos absolutos, ‹‹deux fois
en même temps››, primero a Dios y secundariamente a alguna cosa que es un
reflejo de Dios.[79]
Un crítico amigo de Miró, Aguilera Cerni, se opone en 1963 a la visión de Maritain
de la poesía y el arte como vías de liberación para el hombre respecto a una realidad
desasosegante. Al contrario, Aguilera considera que el arte ha de estrechar sus
relaciones con la realidad, con la vida [Aguilera Cerni, Vicente. Arte y libertad. en Manifiesto sobre Arte y Libertad. Las Américas
Publishing Company. Nueva York. 1963. Artículo recogido en Aguilera Cerni,
Vicente. Textos, pretextos y notas. Escritos escogidos 1953-1987. 1987.
v. I. p. 127.].
Como corolario de sus opiniones comunes respecto al
compromiso político, tanto Maritain como Miró mantendrán siempre puentes de
diálogo con los independientes más radicales o los comunistas, y será célebre
su oposición al bando franquista durante la guerra civil y al fascismo en
general. Maritain se opone a las sociedades “que secretan la miseria” y
califica el capitalismo salvaje de nuestro tiempo de “desorden consustancial” (Lettre
sur l’indépendence, 1935) o “desorden radical” (Humanisme intégral,
1936), y proclama que sólo “la justicia social alimenta el orden y que la
injusticia causa siempre el peor desorden” (Christianisme et démocratie,
1943). Dado este pensamiento de “acción”, su compromiso no partidista lo
manifiesta en su rechazo a la Action Française en 1925, contra el clima de
guerra civil que desbordaba Francia en 1934, contra la agresión italiana a
Etiopía en 1935, contra la Cruzada franquista en 1937, a favor de la “paz
civil” en España en 1938, a
favor de la Francia Libre desde 1940. Después de 1945 acepta ser embajador de
Francia ante la Santa Sede. Un compromiso que no desmiente ni altera su
vocación de filósofo, de pensador contemplativo. Su arma es la palabra libre.
Miró, por su parte, es artista y su compromiso se
plasma en el arma de su obra libre. En una de sus últimas entrevistas, en 1978,
se autodefine así: ‹‹Joan Miró es una persona de su tiempo, preocupada por el
entorno, que aguarda, esperanzado, como la mayoría de los españoles, a que en
este país sea posible el diálogo. Que está en contra de la explotación del
hombre por el hombre, en contra de la injusticia, en contra de todas las
manipulaciones a que constantemente está sometido el ser humano››.[80]
[2]
La amistad de Ràfols y Maritain se documenta según Soberanas y Fontbona en los
manuscritos 2.004-V de la Biblioteca de Catalunya, en cuyos números 711-725 hay
cartas de Maritain a Ràfols, y en 726-729 de Raïssa Maritain, entre 1926 y
1932. [Amadeu Soberanas y Francesc Fontbona. en Soberanas; Fontbona. Joan Miró. Cartes a J.F. Ràfols,
1917/1958. 1993: 83, n.2.] Pero mientras Ràfols era relativamente antivanguardista,
en cambio Maritain defendía la vanguardia, lo que se demuestra en su sincera
defensa de Max Jacob frente a Ràfols, quien le había atacado en “El Matí”. Una fuente
es la correspondencia de Gasch y Ràfols. Una carta de Gash a Ràfols (12-VI-1926)
[Barenys, N.; Portell, S. (eds.). Epistolari Sebastià Gasch-Josep Francesc
Ràfols. Barcelona. 2002: 57; también 50, n. 14 para un resumen de la admiración
de Gasch, Ràfols y Miró por Maritain] explica su interés por la conversión de
Cocteau al catolicismo gracias a Maritain y se vislumbra el interés de Gasch (un
católico más moderado que Ràfols) por las ideas estéticas del filósofo.Un ejemplo de una visita de Ràfols
en carta de Ràfols a Gasch. Barcelona (21-X-1929). [Gasch, S.;
Ràfols, J.-F. Epistolari Sebastià Gasch - Josep Francesc Ràfols (1921-1954).
2002: 165. Una descripción del contenido de esa visita en Ràfols. Visita a Maritain. “El Matí” (2-XI-1929),
en op. cit. 172, n. 3. Y una queja de Maritain en una carta el 23-XI-1929 de
las confidencias sobre Cocteau que Ràfols había hecho en el artículo, en op.
cit. 172, n. 4.]
[3]
Sobre Maritain hay en la Biblioteca de Cataluña, en Barcelona, una magnífica y
casi completa colección de sus obras y folletos así como una interesante
correspondencia con J.V. Foix, que fue su mejor amigo y corresponsal en España
desde los años 20 hasta su muerte. Al parecer, fue a través de él como se relacionó
con Ràfols, Miró y otros artistas e intelectuales católicos catalanes.
[4] Fanés.
Pintura, collage, cultura de masas. Joan
Miró, 1919-1934. 2007: 128 y en 239, n. 31, informa que Gasch debió superar
la oposición de Dalí, que replicó en cuanto pudo: ‹‹Odio en especial el neotomismo›› [Dalí. Enquesta sobre la juventut. “La Publicitat”
(12-XII-1928).] y que le escribe a Josep
Pla: ‹‹Lo que más ha contribuido a la actual confusión han sido las teorías
estéticas de Maritain (el gran cerdo). No es necesario advertir que soy
profundamente antirreligioso y que odio sin reservas el putrefacto
neo-tomismo›› [Carta de Dalí a Pla. (7-XII-1928), en <Josep Pla, “la diabòlica mania d’escriure”>. Girona (1998)
100-101.]
[19]
Carta de Miró a Ràfols. París (13-II-1931) BC, Ms. 3.366, f . 84. Según
Soberanas y Fontbona el libro sería Religion et Culture, aparecido en
1930 en la colección Questions disputées que dirigían Maritain y Charles
Journet. Barenys y Portell sugieren que hubo un alejamiento por motivos
políticos de Ràfols respecto a Maritain y Gasch —y es fácil extenderlo a Miró y
otros— [Gasch,
S.; Ràfols, J.-F. Epistolari Sebastià Gasch - Josep Francesc Ràfols (1921-1954).
2002: 205.]
[24]
Amadeu Soberanas y Francesc Fontbona, en Joan
Miró. Cartes a J.F. Ràfols, 1917/1958. 1993: carta 45, p. 83, n. 2,
indican que le gustaba, mientras que Lafuente Ferrari. Miró o la pintura en
libertad. 1957, en De Trajano a Picasso. 1962: 473, indica
correctamente que era el propietario del cuadro pero lo fecha por error en
1919. La pintura La riera (1918) o L’Ornière [DL 63], fue vendida
finalmente por Maritain al coleccionista noeyorquino Gustav Stern,
probablemente poco después de 1954.
[31] Charbonnier, G. Entrevista radiofónica a Joan Miró, para Radio Nacional de Francia
(1951). ed. Le
Monologue du Peintre. Julliard. París (VII-1960). Rep. en “El País”
Semanal nº 1.097 (5-X-1997) 138-142.
[32] Taillandier, Yvon. Miró: Je
travaille comme un jardinier... Propos recueillis par Yvon Tallandier. “XX
Siècle” 1 (16-II-1959) 4-6, 15. Trad. en Miró. Yo trabajo como un hortelano. AA.VV. Joan Miró. “Los Cuadernos del Norte”, Oviedo, v. 4, nº
18 (marzo-abril 1983): 22-27.
[33] Taillandier, Yvon. Miró: Je
travaille comme un jardinier... Propos recueillis par Yvon Tallandier. “XX
Siècle” 1 (16-II-1959) 4-6, 15. Trad. en Miró. Yo trabajo como un hortelano. AA.VV. Joan Miró. “Los Cuadernos del Norte”, Oviedo, v. 4, nº
18 (marzo-abril 1983): 22-27.
[35] Rimbaud. L’alchimie du verbe, en Une saison en enfer (1873).
Reprod. Rimbaud.. Œuvres complètes.
v. 1, p. 106. Breton cita esta frase de Rimbaud en su artículo Guillaume Apollinaire, pub. en Les Pas perdus (1924), reprod. en
Breton. Œuvres
complètes.
v. 1, p. 208, y la frase de que la poesía es un camino que “debe llevar a
alguna parte” aparece en Les Chants de
Maldoror (1920), pub. en Les Pas
perdus (1924), reprod. en Breton. Œuvres complètes. v. 1, p. 208. [Fanés. Pintura, collage, cultura de masas. Joan Miró, 1919-1934. 2007:
239, n. 36.]
[36] Apollinaire. Zone. cit. Fanés. Pintura, collage, cultura de masas. Joan
Miró, 1919-1934. 2007: 129.
[37] Charbonnier, G. Entrevista radiofónica a Joan Miró,
para Radio Nacional de Francia (1951). ed. Le Monologue du Peintre. Julliard. París (VII-1960). Rep. en “El País” Semanal nº 1.097
(5-X-1997) 138-142.
[39] Carta de Miró a Pierre Loeb. San Hilario Sacalm (3-VIII-1926). Archives Albert
Loeb. [Laugier, Beaumelle, Merly. Chronologie. <Joan
Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004): 328, 329. / Lax; Bordoy. Cronología, en AA.VV. Miró. Fundació
Pilar i Joan Miró a Mallorca. 2005: 516, n. 277.].
[40] Charbonnier, G. Entrevista radiofónica a Joan Miró,
para Radio Nacional de Francia (1951). ed. Le Monologue du Peintre. Julliard. París (VII-1960). Rep. en “El País” Semanal nº 1.097
(5-X-1997) 138-142.
[41] Estivill, Ángel. Joan Miró, el pintor puro.
“La Noche”, Madrid, v. 13, nº 3.218 (18-II-1936) 17-18.
[42] Estivill, Ángel. Joan Miró, el pintor puro.
“La Noche”, Madrid, v. 13, nº 3.218 (18-II-1936) 17-18.
[43] Figueruelo, Antonio. Joan Miró: el hortelano de
la pintura.
“Diario de Mallorca” (19-XII-1964).
[45] Del Arco, Manuel. Entrevista a Miró. Joan Miró.
“Destino” (III-1951) 6-7. Col. FPJM, v. III, p. 170-171.
[47] Charbonnier, G. Entrevista radiofónica a Joan Miró,
para Radio Nacional de Francia (1951). ed. Le Monologue du Peintre.
Julliard. París (VII-1960). Rep. en “El País” Semanal nº 1.097 (5-X-1997)
138-142.
[55] Lliçó introductòria sobre la concepció cívica de l’artista, en Acto Inaugural del Curso 1979-1980 Universidad
de Barcelona (2-X-1979), en Miró, Mompou, Vilar, Doctors Honoris Causa de
la Universitat de Barcelona. “Serra d’Or”,
any XXI, nº 242 (XI-1979) 8-11.
‹‹The intellect of man is forced to
choose
Perfection of the life, or of the
work,
And if it take the second must refuse
A Heavenly mansion, raging in the
dark.
When all that story’s finished, what’s
the news?
In luck or out the toil has left its
mark:
That old perplexity an empty purse,
Or the day’s vanity, the night’s
remorse.››
Cit. Maritain. La responsabilité de l’artiste. 1961:
41-42.
[64] Del Arco, Manuel. Entrevista a Miró. Joan Miró.
“Destino” (III-1951) 6-7. Col. FPJM, v. III, p. 170-171.
[67] Maritain. La responsabilité de l’artiste. 1961: 67.
[68] Duthuit, Georges. Enquête.
Texte de Miró (o Réponse à l’enquête sur l’influence de l’Histoire sur l’acte créateur). “Cahiers d’art”, París, v. 14, nº 1-4 (1939) 65-74.
[73] Duthuit, Georges. Enquête.
Texte de Miró (o Réponse à l’enquête sur l’influence de l’Histoire sur l’acte créateur). “Cahiers
d’art”, París, v. 14,
nº 1-4 (1939) 65-74.
[75] Anónimo. Joan Miró... atravessa Lisboa a caminho
da America. Diario “O Seculo”, Lisboa (9-II-1947). Col. FPJM, v.
II, p. 173.
Fuentes:
Internet.
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Una bibliografía bastante completa en varios idiomas.
Selección de bibliografía.
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1961 (1930, A
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C.; Gilson, E.; Maritain, J. St. Augustine and St. Thomas Aquinas; Martindale,
C.C.; Przywara, E.; Reeves, J.; Roland-Gosselin, B.; Watkin, E. I.
Fanés, Fèlix. Pintura, collage, cultura de masas. Joan Miró,
1919-1934. Alianza Forma. Madrid. 2007. 256 pp.
Gasch, Sebastià. Revista de la premsa artística. “La Veu de Catalunya” (12-II-1928).
Gasch, S.; Ràfols, J.-F. Epistolari Sebastià Gasch - Josep Francesc Ràfols
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Maritain, J. Distinguer pour unir, ou Les Degrés du savoir. Desclée
de Brouwer. París. 1932. 919 pp. Un libro de la biblioteca personal de Foix, en BC (Foi-8-4089). En la primera parte aborda los
grados del saber racional, y en la segunda parte los grados del saber supraracional.
Esta segunda es la que afecta más a Miró y cuenta con tres capítulos: VI. Expérience mystique et Philosophie
(489-576). VII. De la Sagesse augustinienne (577-614). VIII. Saint Jean de La Croix praticien de la contemplation (615-700). Surgen
aquí dos de los autores cristianos que más leyó Miró a lo largo de su vida, Agustín
y Juan de la Cruz. Juan de la Cruz es el Doctor del supremo saber incomunicable,
mientras que Tomás de Aquino es el Doctor del supremo saber comunicable, del saber
cristiano sistematizado [616]. Es el amor, el amor divino, el motor del conocimiento,
de la perfección del espíritu [693].
Maritain, J. Primauté du spirituel. Plon. París. 1927. 314 pp.
Maritain, J. Sort de l’homme. Ed. de la Baconnière. Neuchâtell.
1943. 155 pp. Un libro de la
biblioteca personal de Foix, en BC (Foi-8-2261). Son cuatro ensayos sobre: I.
L'immortalité de l'homme (9-34). II. De quelques tendances religieuses contemporaines
(35-70). III. L'humanisme de Saint Thomas d'Aquin (71-96). IV. La fin du machiavélisme
(97-150). El concepto de filosofía de Maritain es una fusión entre
razón y fe. Si Barth consideraba que la razón debía ceder ante la fe, y los racionalistas
(Kant, Hegel y otros) que la filosofía debía separarse de la fe, por contra Maritain
propone que la razón alcanza su plenitud en la fe [55].
Maritain, J. Principes
d'une politique humaniste. Ed. de la Maison Française. Nueva York. 1944. 232 pp. Un libro de la biblioteca personal de
Foix, den BC (Foi-8-2812). Son cinco ensayos, escritos entre 1939 y 1941, al principio
de la II Guerra Mundial, refugiado en EE UU. I. La Conquête de la liberté
(13-44). II. Démocratie et Authorité
(45-94). III. L'Egalité humaine (95-136). IV. Qui est mon Prochain? (137-172).
V. La fin du Machievalisme (173-232). El anhelo de libertad en Maritain, será también
la ambición de Miró : «En vertu d'une dialectique interne inévitable, la divinisation
sociale de l'individu, inaugurée par le libéralisme bourgeois, condui à la divinisation
sociale de l'Etat, et de la masse anonyme incarnée dans un Maître qui n'est pas
un chef normal mais une sorte de monstre inhumain dond la toute-puissance repose
sur le mythe et le mensonge; et en même temps le libéralisme bourgeois fait place
au totalitarisme révolutionnaore» [29-30]. Opone una
verdadera libertad (“teocéntrica”) a la falsa libertad (“antropocéntrica”), una
verdadera “cité des droits humains” a una falsa. El hombre adquiere la verdadera
libertad si se libera de la naturaleza material [30], en un régimen de libertades
formal y verdaderamente respetadas, con capacidad de elección [31].
Maritain, J. Cuatro
ensayos sobre el espíritu en su condición carnal. Dedebec. Buenos Aires. 1947. 197 pp.
Maritain, J. La responsabilité de l’artiste. Librairie Arthème Fayard.
París. 1961. 121 pp. Seis conferencias
en la Universidad de Princeton, en 1951. En este libro, dividido en cuatro
capítulos, Maritain aborda: I. Art e Moralité (13-40). II. L'Art pour l'Art (41-64). III. L'Art pour le peuple
(65-92). IV. La Poésie et la Perfection de la vie humaine (93-121).
Maritain, J. De la grâce et de l’humanité de Jésus. Desclée
de Brouwer. París. 1967. 153 pp.
Maritain, J. Filosofía
moral. Examen histórico-crítico de los grandes sistemas. Pról. de J. López Aranguren. Morata. Madrid. 1962. 599
pp. La Philosophie morale: examen historique et critique des grandes systèmes.
Gallimard.
París. 1960. 588 pp.
Maritain, J.; Maritain,
Raïssa. Situación de la poesía. Dedebec. Buenos Aires. 1946 (Situation de la Poésie. París.
Desclée De Brower). 194 pp.
Sachs. París canalla.
Diario de un joven burgués en tiempos de prosperidad (14 de julio de 1919-30 de
octubre de 1929). Trama. Madrid. 2001: 132. Miró y Maritain en p. 132.
Soberanas, Amadeu J.; Fontbona, Francesc (eds.). Joan Miró. Cartes a J. F. Ràfols,
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279 (1-XII-1982) 33-34.
Bibliografía ampliada de Maritain.
El centro
Jacques Maritain, creado en 1958 en la Universidad de Notre Dame, promueve la investigación
y el estudio de la filosofía de Maritain, muy influente y polémica en su dimensión
teológica, enfocada desde ópticas liberales y democráticas. Sus obras completas
(comenzadas a editar en 1982, en francés) se calcula que sumarán 15 volúmenes
de más de mil páginas cada uno.
Entre sus más de sesenta libros se encuentran: La Philosophie bergsonienne:
études critiques (1914), Art et escolastique (Arte y escolástica,
1920), Réflexions sur l'intelligence et sur sa vie propre (1924), Sept
leçons sur l'être (1924), Réponse a Jacques Cocteau (1926), Quelques
pages sur Léon Bloy (1927), Primauté du spirituel (1927), Distinguer
pour unir, ou Les degrés du savoir (Los grados del saber, 1932), Del
régimen temporal y de la libertad (1933), De la philosophie chrétienne
(1933), Frontières de la poésie et autres essais (1935), La poesía y el
arte (1935), L'humanisme intégral (1936), Sort de l'homme
(1843), Cristianismo y Democracia (1943), Principes d'une politique humaniste
(1944), De Bergson à Thomas d'Aquin (1944), Situation de la Poésie
(con Raïsa Maritain, 1946), Court Traité de l'existence et de l'existant
(De la existencia y lo existente, 1947), Cuatro ensayos sobre el
espíritu en su condición carnal (1947), Creative Intuition in Art and
Poetry (1955), La Philosophie morale: examen historique et critique des
grandes systèmes (Filosofía moral, 1960), La responsabilité de
l'artiste (1961), Le Paysan de la Garonne (1967), De la grâce et
de l'humanité de Jésus (1967). Se editó en 1982 su correspondencia
con Julien Green: Une grande amitié: correspondance, 1926-1972.
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Una bibliografía bastante completa en varios idiomas.
Boix Pons, Antonio. Jacques Maritain (1882-1973) y su influencia
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D’Arcy, M. C.; et al. Saint
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1961 (1930, A
Monument to Saint Augustine). 367 pp. Autores: A’Arcy, M.C.; Blondel, M.; Dawson,
C.; Gilson, E.; Maritain, J. St. Augustine and St. Thomas Aquinas; Martindale,
C.C.; Przywara, E.; Reeves, J.; Roland-Gosselin, B.; Watkin, E. I.
Fanés, Fèlix. Pintura, collage, cultura de masas. Joan Miró,
1919-1934. Alianza Forma. Madrid. 2007. 256 pp.
Gasch, S.; Ràfols, J.-F. Epistolari Sebastià Gasch - Josep Francesc
Ràfols (1921-1954). Pub. Abadia de Montserrat. Barcelona.
2002. 213 pp. Prólogo y anotaciones de Natalia Barenys y Susana Portell.
Giró i París, Jordi. El pensament polític de Carles Cardó i de Jacques
Maritain. Institut d’Estudis Catalans. Barcelona. 1995. 504 pp. Reproduce
la correspondencia Cardó-Maritain (487-494).
Green, Julien; Maritain,
Jacques. Une grande amitié: correspondance, 1926-1972. Gallimard. París.
1982. 345 pp. Texto y notas por Henry Bars y Eric Jourdain.
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Maritain, J. Art et scolastique. Librairie de l'Art
Catholique. París. 1920. Se revisó y amplió en
diversas ediciones, la primera en 1927. Arte y escolástica, Buenos Aires
1958. (OEC, I: 615-788).
Maritain, J. Théonas
ou les entretiens d’un sage et de deux philosophes sur diverses matières inégalement
actuelles. Nouvelle librairie nationale. París. 1921. (OEC, II:
765-921).
Maritain, J. Antimoderne.
Édition de la Revue des Jeunes. París.
1922. (OEC, II: 923-1136).
Maritain, Jacques. Réflexions sur l’intelligence et sur sa vie propre.
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Rousseau, avec six portraits. Plon. París. 1925. Tres Reformadores,
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à Jean
Cocteau. Librairie Stock. París. 1926.
Maritain, J. Le Sens
de la condamnation. 1926. (OEC, III: 1223-1267).
Maritain, J. Une opinion
sur Charles Maurras et le devoir des catholiques.
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temporel et de la liberté. DDB. París. 1933. (OEC, V: 323-515).
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Se advierte que en principio todas las obras citadas tienen derechos de copyright, pertenecientes a las citadas instituciones y editoriales.
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