Miró. Comentario de Interior holandés II (1928).
El Interior holandés II se basa en la pintura La lección de danza del gato (c. 1665-1668) de Jan Steen (1626-1679).
Fragmento de Jan Steen, La lección de danza del gato (c. 1665-1668, Rijksmuseum de Ámsterdam),
Interior holandés II (1928) o Intérieur hollandais II es
un óleo sobre tela (92 x
73) realizado en Mont-roig (VII a XII-1928) de col. Guggenheim Museum, Nueva York; Peggy Guggenheim
Collection, Venecia, 1976 [D 235. CRP 305].
La pintura está
relacionada con una postal[1] y siete apuntes previos.[2] Inspirada en La lección de
danza del gato (c. 1665-1668, Rijksmuseum
de Ámsterdam), de Jan Steen,
muestra una mayor libertad compositiva sobre el original, manteniendo empero su
alegría desenfrenada. En los dibujos previos se puede seguir el proceso de
supresión y estilización, estudiado por Gimferrer.[3]
Miró suprime al hombre que enseña a bailar al gato, el fumador de pipa levita
junto a él, la mujer que toca la flauta es arrastrada por un torrente azul, una
serpiente traspasa inesperadamente el vientre del perro y circunda la escena.
Algunos elementos son reducidos a su mínima expresión (la jarra, la servilleta,
el laúd y la silla), mientras que otros son magnificados (la cabeza del hombre
que ríe y el perro).
Sweeney (1941)
explica que Miró ha traspuesto de su modelo ‹‹elementos como la guitarra, el
perro y la cara del hombre mirando por la ventana››[4]
y Soby (1959) añade otros elementos, como el rostro sonriente de la izquierda,
los contornos de la mujer guitarrista e incluso un equivalente de su zapato.[5]
Dupin (1961, 1993)
explica la pieza como un ejercicio de completa metamorfosis de los elementos
originales, como se advierte en los dibujos previos:
‹‹El Interior
holandés II, de la Fundación Peggy Guggenheim de Venecia, procede
directamente de la Lección de baile del gato, de Jean Steen, que se
encuentra en el Rijksmuseum de Ámsterdam. Comparando las dos telas, observamos
que no hay de una a otra inspiración o interpretación, sino verdadera
transformación fantástica y escrupulosa de todos los elementos. Tenemos la
prueba de ello en toda una sucesión de dibujos preparatorios y estudios de
detalle que muestran claramente el tratamiento que el pintor aplica a cada
elemento y a cada objeto del cuadro holandés.››[6]
Los principales
elementos del cuadro referente son obvios, pero los secundarios han sido
extremadamente empequeñecidos o metamorfoseados, amén de incorporar nuevos
elementos tomados del propio imaginario mironiano:
‹‹En la tela de Miró
encontramos a la flautista sentada en la mesa, al hombre que hace bailar al
gato, al fumador de pipa y al personaje de la izquierda, cuya cabeza ha
conservado incluso la inclinación y la expresión riente del modelo. La cafetera
y la servilleta en la mesa, a la izquierda, se han hecho minúsculas, como la
silla y la estufa; la mandolina colgada de la pared se ha hispanizado hasta
convertirse en guitarra. Hay, pues, simplificación y metamorfosis, pero los
personajes y la escena subsisten. La recreación al modo fantástico provoca asimismo
la añadidura de elementos inventados. Así, por ejemplo, vemos cómo del vientre
del perro escapa una serpiente monstruosa que describe su inquietante orbita en
torno a los personajes. Es como el genio diabólico de la transformación, de la
mutación. No llegamos a reconocer al gato, convertido en esa minúscula
maquinaria del centro de la tela hacia la que convergen los gestos y las
miradas.››[7]
Dupin advierte sobre
el recurso de Miró de jugar con el tamaño de los elementos, sea para aumentarlo
o disminuirlo, según una personal preferencia en la simplificación, y,
finalmente, se centra en su principal recurso de deformación, el dibujo:
‹‹Disminuir o
agrandar un elemento del conjunto constituye uno de los procedimientos básicos
del plasticismo fantástico de Miró. La ventana a la que se asoma el hombre con
pendiente en el cuadro de Steen se convierte en el de Miró en un microscópico
rectángulo negro, sufriendo la silla idéntica reducción. La cabeza del
personaje de la izquierda, en cambio, es cinco veces más grande proporcionalmente,
así como el cuerpo del hombre que hace bailar al gato. Pero la verdadera
deformación es la del dibujo, siendo los esbozos muy instructivos al respecto,
pues podemos seguir todas las etapas de las deformaciones, todos los avatares
de los objetos antes de que encuentren su sitio justo y su forma definitiva. El
color posee, a su vez, una vida autónoma, no está puesto ni forzado; surge,
brota donde conviene, se extiende o se lanza por el espacio en forma de cintas
o entrelazados. Ahora hay una perfecta identificación entre la forma y el
color, sobre todo si comparamos, como ha hecho muy acertadamente J.J. Sweeney,
estos Interiores con el Carnaval de Arlequín, donde el empleo del
color resultaba todavía muy exterior a la forma. En ambos casos estamos en
presencia de una pintura descriptiva; pero en 1924, Miró seguía siendo esclavo
de una estructura y de un ritmo detallistas, la lectura seguía siendo lineal y
la comparación no era más que una conjunción armoniosa de figuras y elementos
particulares. La experiencia de un nuevo espacio le ha llevado, en esta vuelta
a la escena descriptiva, a organizar la superficie utilizando las posibilidades
rítmicas que ha descubierto. Ya no hay yuxtaposición de figuras, sino verdadero
nexo, un movimiento en espiral dentro de una continuidad espacial con una
irresistible fuerza de atracción.››[8]
Malet (1983) resume
que: ‹‹En el Interior holandés II, según La lección de danza del
gato, de Jan Steen, Miró ha seguido al pie de la letra el modelo inicial,
pero, al dejar volar su imaginación, ha introducido diversas variantes, como
la línea serpentina que parece como si quisiera enmarcar la composición, o ha
modificado considerablemente las dimensiones de personajes y objetos en
función del rango otorgado a cada uno de ellos.››[9]
Weelen (1984) señala
que la elección por Miró de una pintura de Jan Steen se explica por la
calculada ambigüedad de éste:
‹‹En prenant pour cible un
tableau de Jan Steen (Leyden 1625/1626‑1679), la Leçon de danse du chat,
Miró, ne pouvait pas mieux choisir. Ce peintre de genre de l’école hollandaise,
tenancier de taverne, aux intentions moralisatrices comme il convient à son
époque, est à la fois un artiste doué et un esprit hypocrite. Il a plu, il
plait à une société en uniforme, passant pour respectable qui, volontiers, se
donne pour modèle. S’il faut “assassiner la
peinture” c’est bien celle‑là, s’il faut lui en opposer une autre, c’est bien
celle des premiers âges, du temps des cavernes, quand l’homme était encore
capable d’exprimer sans détours ses pulsions fondamentales: le sexe, la faim,
la mort. Miró n’avait nullement l’intention de brûler les musées, comme
quelques‑uns de ses amis surréalistes harassés par le poids des conventions.
Plus de “ronrons” chatoyants, harmonieux et
confortables, plus de chansons à boire, mais des danses sauvages autour de la
poésie, la femme unique et fatale qu’il fallait arracher aux cendres.››[10]
Raillard (1989)
apunta que el tema principal es la danza:
‹‹Dans le tableau de Jan Steen
dont Miró s’est inspiré il y a une représentation de la danse du chat sur un
air de musique. Mais il manque ce qui devait être le point de départ de la
scène: la danse et la musique. Le réalisme ne peut que l’omettre. C’est cette
absence qui paraît à l’origine de cet Intérieur hollandais.
Le chien, motif extérieur chez
Jan Steen, éclate. Mais surtout il détermine, figuré, accentué par une flèche,
un mouvement de danse qui se répercute dans la toile entière, en anime les
figures. La femme au cornet est prise dans une arabesque. Les objets, repères
de la peinture hollandaise où ils représentent une possession, sans angoisse,
des choses, sont, eux, miniaturisés, minimisés. Par contre à partir du chat,
les formes souples —personnages,
chien— sont comme le rythme
et les reprises de la danse.
Le regardeur à la fenêtre est
éliminé. Le tableau n’est plus un spectacle à regarder, mais un rythme à
s’incorporer. C’est là la constance de Miró: passer du tableau arrêté en
spectacle au tableau “animé”. Faire danser un chat ce peut être
mettre en mouvement toutes les choses du monde, les tirer de leur inertie.››[11]
Nadia Siméon (2004) resume:
‹‹(...) Ici encore, une
transformation méticuleuse de l’oeuvre du XVIIe siècle, à travers la métamorphose
de tous les détails, dénote l’important travail de re-création effectué par
l’artiste. Pour témoins de ces recherches, une série de dessins préparatoires
conservés à la Fondation Joan Miró de Barcelone, montre comment il a commencé
par travailler chaque détail et quelles transformations il applique aux figures
d’origine. Mais dans ce deuxième Intérieur hollandais, la métamorphose
aboutit à un univers beaucoup plus tourmenté et moins festif que dans le
premier. Miró, dans une adaptation plus libre, ajoute aux figures d’origine des
éléments fantastiques et un peu inquiétants tel que le serpent qui sort du
ventre du chien pour se dérouler tout autour de la scène.››[12]
Jon Thompson (2006) comenta que a Miró le
seducen de cuadro de Steen sus elementos y los transforma en clave irónica con
un lenguaje moderno:
‹‹[en el cuadro de
Steen hay] tipos rústicos, instrumentos musicales, animales domésticos. La
transcripción que realiza Miró no permite que nada de esto escape a la atención
del espectador. Al contrario, todo está cuidadosamente re-representado en una
forma que le da más brío y un tono de gran comicidad. En el cuadro de Miró, por
ejemplo, el muchacho que Steen pinta riendo, con una cabeza demasiado grande
para su cuerpo, se convierte en una sola cabeza que pierde el tronco y las
extremidades. El perro ha desarrollado la parte posterior de una cabra, a la
que no le falta la ubre y una cola torpona, mientras que en el extremo superior
de la lengua le explota de la boca como una flor, brutal y monstruosamente roja.
(…)››[13]
Y apunta al
contenido musical-erótico de la pintura, tanto en Steen como en Miró:
‹‹(…) En la pintura
de Miró, el gato bailarín que muestra su blanco vientre ha desarrollado unos
pies como notas musicales y el vestido azul de la muchacha que toca el
instrumento la envuelve por completo. Ella se ha convertido en el sonido
límpido que ejecuta: una nota azul abstracta y solitaria, aunque intensamente
voluptuosa, que se eleva y flota en libertad. De hecho, los juegos
transformadores, los cambios de forma y escala de Miró encajan a la perfección
con la contracorriente erótica de La
lección de baile del gato de Jan Steen. La pintura holandesa trata de
cuerpos de “animales” y del modo en que estos se mueven o (para ser más
precisos) el modo en que la música es capaz de hacerlos mover.
La metáfora visual
fundamental subyace entre la mujer que toca el instrumento y el perro que ladra
descontrolado. Y la brillantez de la transcripción de Miró radica en el hecho
de que además de haber encontrado un equivalente pictórico moderno de la
vivaracha escena doméstica de Steen, el artista consigue ampliar el alcance de
su vocabulario de pinceladas hasta abarcar el reino del sonido.››[14]
Balsach (2007) considera que en este cuadro Miró expresa con ironía su
propio miromundo, simplificando
y metamorfoseando sus elementos, aunque manteniendo la fidelidad a la escena y la
concepción holandesa de la realidad:
‹‹percibimos la
ironía de Miró, su placer por situarnos en un terreno en que hará aparecer su
particular mundo creativo, su visión plástica. Ahí podemos ver el perro
representado por Steen; el niño de la izquierda —transformado en una cara
monstruosa—; los tres personajes convertidos en uno, dentro del azul, y el gato
que baila. Algunos objetos —la jarra y el laúd, la cafetera y el mantel, a la
derecha— son ahora minúsculos, al igual que la silla y la estufa. Hay, por
tanto, simplificación y metamorfosis, pero los personajes y la escena
subsisten. La ventana por donde asoma la cabeza el hombre con pendiente del
cuadro de Steen es, en Miró, un minúsculo rectángulo negro, y el rostro —que
mira hacia la escena— se ha convertido en una gran forma blanca que invade la
parte superior. En este interior, Miró ha incorporado formas sinuosas que
sobrevuelan y, en cierto modo, cierran la representación, a las que añade un
sexo femenino y un triángulo.
Centradas en la
parte superior del cuadro, vemos unas líneas que emergen de la visión del
personaje asomado a la ventana: es él quien contempla la escena, como muestran
los estudios preparatorios que Miró dibujó para esta obra. En lugar de un
rostro, Miró ha pintado una forma fálica con canales visuales que, al atravesar
el perro, convierten La lección de danza
de Steen en un único cuerpo agrupado en sus elementos más característicos. Es
una composición donde el todo fijado en los detalles se presenta como una
totalidad cerrada, abisal, al igual que el ojo del que habla Baudelaire, “fijo
y estático como la mirada animal”.››[15]
NOTAS.
[1]
Postal (13,9 x 8,9)
de la obra de Jan Steen (La lección de danza del gato) [D nº 20, p. 170.
/ Soby. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1959): p. 55. / Malet. Obra
de Joan Miró. 1988: fig. 406. / Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993:
fig. 234.]
[2]
Dibujo
preparatorio para Interior holandés II (1928). Lápiz grafito sobre papel (18 x
13,6) de col. FJM (797). [Malet. Obra de Joan Miró. 1988: fig. 407. /
Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 235.]. Dibujo preparatorio
para Interior holandés II (1928). Lápiz grafito sobre papel (21,8 x 16,8)
de col. FJM (798). [Malet. Obra de Joan Miró. 1988: fig. 408. /
Gimferrer. Las raíces de
Miró. 1993: fig. 236. /
<Joan Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004):
nº 132.]. Dibujo preparatorio para Interior holandés II (1928). Lápiz
grafito sobre papel (21,8 x 16,8) de col. FJM (799). [D nº 22, p. 170
(fragmento de perro y silla). / Malet. Obra de Joan Miró. 1988: fig. 409. / Gimferrer. Las
raíces de Miró. 1993: fig. 237.]. Dibujo preparatorio para Interior
holandés II (1928). Lápiz
grafito sobre papel (21,8 x 16,8) de col. FJM (800). [D nº 23, p. 170. / Malet.
Obra de Joan
Miró. 1988:
fig. 410. / Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 238. / Weelen. Joan
Miró. 1984: 82, fig. 94. / Dupin. Miró. 1993: fig. 146.] Dibujo
preparatorio para Interior holandés II (1928). Lápiz grafito sobre papel
(21,8 x 16,8) de col. FJM (801). [D nº 21, p. 170. / Weelen. Joan Miró.
1984: 82, fig. 94. / Malet. Obra de Joan Miró. 1988: fig. 411. /
Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 239. / Dupin. Miró.
1993: fig. 145.]. Dibujo preparatorio para Interior holandés II (1928).
Lápiz grafito sobre papel (61,6 x 47,5) de col. FJM (802). [D nº 24, p. 171. /
Malet. Obra de Joan Miró. 1988: fig. 412. / Dupin. Miró.
1993: fig. 147. / Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 240. / <Joan
Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004): nº
133.] Interior holandés III (1928) o Intérieur hollandais III
es un óleo sobre tela
(128,9 x 96,2) realizado en Mont-roig (VII a XII-1928) de col. MET,
Nueva York.[2]
[D 236. CRP 306. / Soby. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1959): p. 56. / Weelen. Joan Miró.
1984: 82, fig. 98. / Dupin. Miró. 1993: fig. 150. / Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 246. / <Joan
Miró>. MoMA (1993-1994): fig. 79. / Malet; Montaner. CD-rom. Joan Miró. 1998. / *<Painters
in Paris. 1895-1950>. Nueva York. MET (2000): 101. / <Joan Miró
1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004): nº 137.]
Está relacionada con
cuatro dibujos previos.[2] Dibujo preparatorio
para Interior holandés III (1928). Lápiz grafito
sobre papel (27,3 x 21,1) de col. FJM (795). [Weelen. Joan Miró. 1984:
82, fig. 97. / Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 242.]. Dibujo
preparatorio para Interior holandés III (1928). Lápiz grafito sobre papel
(18 x 13,6) de col. FJM (793). [Weelen. Joan Miró. 1984: 82, fig. 99. /
Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 243.]. Dibujo preparatorio
para Interior holandés III (1928). Lápiz grafito sobre papel (21,8 x 16,8)
de col. FJM (794). [Malet. Obra de Joan Miró. 1988: fig.
413. / Weelen. Joan
Miró. 1984: 82,
fig. 100. / Gimferrer. Las raíces de Miró. 1993: fig. 244. / <Joan
Miró 1917-1934: la naissance du monde>. París. MNAM (2004): nº 135.]. Dibujo
preparatorio para Interior holandés III (1928). Lápiz grafito sobre papel
(61,5 x 47,5) de col. FJM (796). [Malet. Obra de Joan Miró. 1988: fig.
414. / Weelen. Joan Miró. 1984: 82, fig. 101. / Gimferrer. Las
raíces de Miró. 1993: fig. 245. / <Joan Miró 1917-1934: la naissance
du monde>. París. MNAM (2004): nº 136.]
[3] Gimferrer. Las raíces
de Miró. 1993: 130-134.
[4] Sweeney, J.J. Miró.
“Art News annual”, v. 23 (1954) 71.
[5] Soby. <Joan Miró>. Nueva York. MoMA (1959): 55.
[6] Dupin. Miró.
1993: 141, 143.
[7] Dupin. Miró.
1993: 143.
[8] Dupin. Miró.
1993: 143-144.
[9] Malet. Joan Miró.
1983: 13.
[10] Weelen. Joan
Miró. 1984: 82.
[11] Raillard. Miró.
1989: 88.
[12] Siméon, N. Miró face
aux maîtres anciens. Intérieurs hollandais et Portraits imaginaires, en
AA.VV. Miró. Exposition au Centre Pompidou. “Dossier de l’Art”, hors-série. 2004:
52.
[13]
Thompson. Cómo leer la pintura moderna.
2007 (2006 inglés): 180.
[14]
Thompson. Cómo leer la pintura moderna.
2007 (2006 inglés): 180-181.
[15]
Balsach. Joan Miró. Cosmogonías de un mundo
originario (1918-1939). 2007: 166-167.
No hay comentarios:
Publicar un comentario