jueves, octubre 27, 2011

El escritor español Joan Perucho (1920-2003) y su relación con Joan Miró.

El escritor español Joan Perucho (1920-2003) y su relación con Joan Miró.



Joan Perucho i Gutiérrez (Barcelona, 7-XI-1920 a 28-XI-2003). Escritor polifacético, poeta y crítico de arte.
Hijo de Manuel Perucho, un comerciante bibliófilo de Barcelona y de Jesusa Gutiérrez, una castellana de Medina del Campo, viuda con dos hijos anteriores, Joan siempre bilingüe en catalán y castellano. De familia muy católica, se formó en la escuela de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de la Bonanova (popularmente conocidos como La Salle), fundada en 1889 y que tal vez era el mejor centro educativo de la ciudad. Comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Guerra Civil y fue soldado de vigilancia aérea en las filas republicanas. Se pasó a Derecho en 1940. Se licenció en Derecho en 1947 y ejerció la profesión de juez desde 1948 hasta su retiro en 1983-1984, un trabajo que pudo influir en su evolución hacia un moderado conservadurismo político. 


Colegio de La Salle en Bonanova (Barcelona).

Joan Perucho i Gutiérrez (Barcelona, 7-XI-1920 a 28-XI-2003). Escritor polifacético, poeta y crítico de arte.
Hijo de Manuel Perucho, un comerciante bibliófilo de Barcelona y de Jesusa Gutiérrez, una castellana de Medina del Campo, viuda con dos hijos anteriores, Joan siempre bilingüe en catalán y castellano. De familia muy católica, se formó en la escuela de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de la Bonanova (popularmente conocidos como La Salle), fundada en 1889 y que tal vez era el mejor centro educativo de la ciudad. Comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Guerra Civil y fue soldado de vigilancia aérea en las filas republicanas. Se pasó a Derecho en 1940. Se licenció en Derecho en 1947 y ejerció la profesión de juez desde 1948 hasta su retiro en 1983-1984, un trabajo que pudo influir en su evolución hacia un moderado conservadurismo político.
Como prosista alternó al principio el castellano y el catalán, y como poeta escogió siempre en catalán. Como escritor en español comenzó a participar en las revistas falangistas "Alerta" (16 números en 1942-1943) y su sucesora “Estilo” (25 números en 1944-1946 y más esporádicos hasta su final en 1959) del Sindicato Español Universitario (SEU), junto a sus amigos Néstor Luján, Antoni Vilanova, Manuel Valls y otros jóvenes falangistas heterodoxos. Como escritor en catalán colaboró en las revistas "Poesía" (1944-1945) y “Ariel” (1946-1951) de su amigo Josep Palau i Fabre.
Publicó un centenar de libros y miles de artículos, de una miscelánea de temas, desde el arte a la gastronomía, lo que le permitirá escribir a medias con Néstor Luján El libro de la cocina española (1971), que fue traducido incluso al japonés. Hasta redactó en 1959 un ensayo legal sobre la mutualidad catalana de accidentes laborales.
Su prestigio como narrador se cimentó en 40 colecciones de prosa y novelas, la mayoría de tema fantástico, como Diana i la mar Morta (1953), Amb la tècnica de Lovecraft (1956, publicado por la revista “Papeles de Son Armadans” de Cela en su primer número), Llibre de cavalleries (1957), Les històries naturals (1960), Galería de espejos sin fondo (1963), Roses, diables i somriures (1965), Nicéforas y el grifo (1968), Botánica oculta o el falso Paracelso (1969), Historias secretas de balnearios (1972), Les aventures del cavaller Kosmas, (1981, ganadora de los premios Ramon Llull y Nacional de la Crítica en 1981 y del Joan Crexells en 1982), Los misterios de Barcelona (1988), Pamela (1983) o Un viatge amb espectres (1984). Su libro más famoso es Les històries naturals (1960), una novela de vampiros ambientada en las guerras carlistas del siglo XIX y que ha sido traducido a dos decenas de idiomas. Como memorialista alumbró Los jardines de la melancolía: Memorias (1993).
Su estética poética inicial era próxima al surrealismo y al simbolismo, y a la plástica más imaginativa de Tàpies y Ponç, y evolucionó en los años 50 hacia un pensamiento filosófico sobre la vida. Se refleja en 21 poemarios como Sota la sang (1947, con tres ilustraciones del artista prematuramente fallecido Ramon Rogent), Aurora per a vosaltres (1951, ilustrado por Maria Girona y Albert Ràfols-Casamada), El Mèdium (1954, con un retrato de Tàpies), El país de les meravelles (1956, con un dibujos de Joan-Josep Tharrats) o el último, Els morts (2000). Muy pronto, ya en 1947, alcanzó un sólido prestigio como poeta y apareció en muchas antologías.
Destacó después como crítico de arte entre 1961 y 1970 en el semanario “Destino” y desde 1962 hasta 2002 en el diario "La Vanguardia", al tiempo que ocasionalmente colabora en “Nueva Estafeta Literaria”, “ABC”, “Avui”, “Diario 16” y “Diari de Barcelona”. Entre sus escritos de arte destacan Gaudí, una arquitectura de emancipación (1967) Joan Miró y Catalunya (1968; ed. catalana Joan Miró i Catalunya, 1970).  Ganó por el conjunto de su obra el Premio de Periodismo  Ramón Godó (1970), la Creu de Sant Jordi de la Generalitat (1991), el Premi Nacional de Literatura de la Generalitat (1995), el Premio Rosalía de Castro (1996), el Premio Nacional de las Letras de España (2002) y la Medalla de Oro al Mérito Cultural, Científico y Artístico del Ayuntamiento de Barcelona (2002). Murió poco después de recibir sus últimos galardones, por una cirrosis hepática.

Joan Perucho i Gutiérrez (Barcelona, 7-XI-1920 a 28-XI-2003). Escritor polifacético, poeta y crítico de arte.
Hijo de Manuel Perucho, un comerciante bibliófilo de Barcelona y de Jesusa Gutiérrez, una castellana de Medina del Campo, viuda con dos hijos anteriores, Joan siempre bilingüe en catalán y castellano. De familia muy católica, se formó en la escuela de los Hermanos de la Doctrina Cristiana de la Bonanova (popularmente conocidos como La Salle), fundada en 1889 y que tal vez era el mejor centro educativo de la ciudad. Comenzó a estudiar Filosofía y Letras en la Guerra Civil y fue soldado de vigilancia aérea en las filas republicanas. Se pasó a Derecho en 1940. Se licenció en Derecho en 1947 y ejerció la profesión de juez desde 1948 hasta su retiro en 1983-1984, un trabajo que pudo influir en su evolución hacia un moderado conservadurismo político.

La relación de Perucho con Miró.
Hay varias versiones de cuándo y con quién Perucho conoció a Miró, algo lógico porque los protagonistas del encuentro lo recordaban muchos años después.
El propio Perucho (1961) databa su primer encuentro hacia 1945 (“Vaig conèixer Miró cap a l’any 1945”).[1] Le presentó su amigo, el poeta catalán Josep Palau i Fabre. Unos días después, Perucho, acompañado por el hispanista francés Maurice Molho (un joven judío sefardí que, con su adinerada familia, se refugió en Barcelona en 1940) y el eminente filólogo y crítico suizo de lengua francesa Albert Béguin, recién llegado a Barcelona para dar una conferencia en el Institut Francès el 27 de noviembre de 1944, fueron a su estudio del Passatge del Crèdit y vieron sus obras. Joan Perucho (1993) rememora:
‹‹En la primera página del número 13 de la revista Poesía (1944-1945) apareció, teñida de rojo, las huella de la mano de Joan Miró. Aparecía estampada sobre un texto de Arthur Rimbaud, como coloreada en sangre. No sé exactamente la fecha porque no estaba consignada por decisión de su director y editor. Antes (en el número 3 y en el número 6) habían salido dibujos de Joan Miró y textos de nuestro grupo universitario así como de Maurice Molho, recién llegado de un París ocupado por los alemanes. Lo comentaba hace unos días, en esta ciudad, durante una conversación que tuve con mi querido amigo Maurice, alejado ya, como yo mismo, de este mundo de recuerdos.
Josep Palau i Fabre me presentó a Joan Miró. Días más tarde fui a visitarlo con Albert Béguin (llegado asimismo de París), pues quería conocer las producciones barcelonesas de Miró. Nos trasladamos a su piso del Passatge del Crèdit, en el que nos recibió con su impecable cortesía, un poco mecánica. Disparaba las sonrisas, cronometradas y rápidas. Avizoré una colección de “siurells” de Mallorca, que me llamó la atención.
Nos hizo pasar a una gran habitación, limpia (casi aséptica) en extremo. Depositó encima de una mesa unas enormes carpetas de donde hacía salir muchas gouaches recientes, que debían ser las Constelaciones. Miró las contemplaba como si las viese por vez primera, fascinado, con ojo atento, crítico, concentrado. Nosotros, después de agotar los adjetivos elogiosos, no sabíamos qué decir ante su mutismo. Miró era lacónico, estricto, tendente al monosílabo. Nos desconcertaba comprobar que, después de un comentario sobre la fuerza dramática de un símbolo o de un signo, encontrásemos en el dorso del papel un título más bien de carácter inocente, como Les enfants au soleil o Les hirondelles.››[2]
Martí Rom (2015) sigue un recuerdo de Palau i Fabre en la p. 50 de la "Cultura" (IV-1993) y lo data en noviembre de 1944, en relación a una conferencia que dio Béguin en el Instituto Francés de Barcelona el 27 de ese mes, pero no asegura el día del encuentro. 
Altaió (2021) repite que fue Palau i Fabre quien les presentó, y precisa más la fecha, justo al inicio de su brillante estudio sobre la relación entre ambos: ‹‹Joan Perucho va conèixer Joan Miró el 27 de novembre de 1944. [con] Palau, i un parell de francesos [en referencia a Maurice Molho, Philippe Rebeyrol y al franco-suizo Béguin]. Hi havia també [el escritor catalán] Joan Triadú,››[3] Julià Guillamon (2021) quita a Béguin e incluye a Triadú.[4]
Cuando volvió a casa, Perucho estaba en vena e inmediatamente compuso un poema, A Joan Miró (1944), que incluyó después en su primer poemario publicado, Sota la sang (1947).
‹‹Direm la vida, ardentment enyorada; 
direm paraules 
com un bleix llangorós en les cambres somortes 
o un llavi que deplora 
o ventalls amorosos; 
però la vida tristament manifesta 
quan els homes retornen 
a llurs mesquines ombres enfurides, 
a llurs sexes visibles, 
a llurs injúries. 

Un riu, arbre només, sota la fèrtil ona, 
oblidada memòria de la terra, 
caldrien abatre 
el somnàmbul enuig, 
l’urc impietós dels morts sense ventura 
o el llebrer de la ira que retorna. 

Car l’esguard no perdona l’esguard 
i rebroten violes a les mans ignorades 
per qui la terra dóna l’orgullosa besada; 
la besada que ens du formosament la mort››. 

Perucho recordaba:
‹‹Llegué a mi casa conmocionado. Palau se había marchado a París. Entretanto, se había organizado la redacción de Ariel, revista en la que publiqué un artículo fogoso sobre Miró. Después, escribí un poema que salió publicado en mi libro Sota la sang y que, lleno de admiración, fui a ofrecerle al cabo de unos días, pues entonces era yo muy joven. Volvería, por consiguiente, a atravesar muy pronto la luz subacuática del Pasaje de Crédito, propia de un filme surrealista, encajonada en un lugar verdaderamente irrepetible de mi ciudad. Miró, como de costumbre, me recibió cordial y con su sonrisa automática. Quedó muy agradecido por mi poema, del que destacó precisamente este trozo:
“Un árbol sólo, o un río, bajo la ola fértil,
olvidada memoria de la tierra,
sería preciso para abatir
el sonámbulo enojo,
la vanagloria de los muertos sin piedad
o el lebrel de la ira que regresa.”

Después me enseñó el libro reciente de James Johnson Sweeney, del Museo de Arte Moderno de Nueva York, fechado, me parece, en 1941. Me leyó unas frases concomitantes según él con mi poema, que encuentro reproducidas en el libro de Jacques Dupin: “Il est terre à terre. Nous autres, Catalans, nous pensons qu’il faut avoir les pieds solidement plantés dans le sol si l’on veut bondir dans les airs. Le fait que je redescends sur terre de temps en temps me permet de sauter plus haut ensuite.
Entró su mujer, Pilar, y me la presentó así como a su hija Dolores. Ambas iban de compras. El piso del Passatge del Crèdit presentaba las paredes pintadas de color crema y un embaldosado que contrastaba eficazmente. No producía la impresión de un habitáculo perteneciente a un artista revolucionario, sino, al revés, a una familia burguesa y ahorradora. Apenas sí había muebles. El Passatge del Crèdit era (quizá lo sugería así su nombre, extrañamente ligado a las Finanzas y a la Banca) un lugar imprevisible, no fácilmente accesible, pues habían unas puertas con rejas a ambos lados. Al despedirme, Miró me hizo entrega de una gouache que, dedicada, me hice enmarcar al día siguiente.››[5]

Perucho fue uno de los máximos defensores de Miró en la Cataluña de la posguerra, al que ve como el enlace con la gran cultura moderna de los años 30, y le consagró varios artículos, como Actualidad del surrealismo. Dalí y Miró, en la revista falangista “Estilo”, nº 8 (XII-1944), del que Altaió (2021) cita: ‹‹Miró no recurre a datos dispersos, a experiencias de archivo.››[6]
En catalán el primer artículo laudatorio de Perucho es Joan Miró, en la revista impulsada por Palau i Fabre “Ariel”, vol. 1, nº 5 (IX-1946). Tiene el extraordinario valor de ser la primera gran reivindicación de Miró en Barcelona después de la Guerra Civil, en un intento de acercarlo a las nuevas generaciones como un puente a las vanguardias de entreguerras:
‹‹La gran aventura no ha cessat. Calia doncs, una seductora confabulació per tal de fer-nos acceptar allò que intimament rebutjàvem. La fallida, però, era indefugible. Malgrat el trist panorama de la nostra pintura, morta pràcticament l’any 1936, no hauríem pogut resignar-nos a creure, com a definitiu, en una mena d’ordre excessivament dolorós pel nostre entusiasme.Pressentiem que, arreu del món, en una lògica dispersió, hom continuava fidel a la realitat; que la jerarquia d’alguns noms restava dreçada, amb llur prestigi; que, àdhuc, ignoradament, entre nosaltres Joan Miró era un d’ells. Aquesta informulada evidència creixia a mesura del temps, en secret gairebé, quand aquest artista puríssim anava bastint el seu màgic univers, meravellosament intacte. Com a única referència ens bastava. Ha calgut, però, el desenllaç polític per a posar les coses en el seu lloc. L’obra de Joan Miró, podem dir-ho, ha esdevingut una de les manifestacions més genuïnes de l’art d’aquest temps nostre torturat fins a la folia, fins a l’angoixa més desesperada.
Per a comprendre tot el sentit de l’obra de Miró, cal partir del que André Breton anomenava la crise de l’objet, és a dir, la depreciativa postura de l’home davant la realitat. L’artista no pot suportar la grisalla del món que el circumda, la mesquinesa del comerç superficial dels homes, l’absència de valors poètiques en la vida quotidiana. És tracta, doncs, d’un fet de vastíssimes proporcions que implica un inconformisme gairebé social. D’un banda la pintura-pintura que interessa escassament, després de tants segles en què l’home es complau en el concret, en els rapports estrictes amb la realitat, de l’altra, la lliure creació poètica ardentment enyorada. “El món és incomprensible deia Christian Zervos si hom defuig el seu misteri. La nostra seguretat en ell prové del fet de veure’l amb els nostres ulls, però hom pot tenir una visió diferent, o tal volta oposada. Sols el misteri és gran i no pot desaparèixer.” És per aquest motiu que Joan Miró cercarà d’introduir la poesia en els seus quadres. Poesia que utilitza una concentració del color que antany el paroxisme o uns arabescs turbadorament enigmàtics, però als quals una desviació d’un mil·límetre llevaria l’encís. No es tracta, doncs, del mateix problema que hom es planteja davant la pintura tradicional: en realitat, no pot parlar-se en aquest cas de pintura. Salvador Dalí ens ha descrit els anys en els quals Joan Miró volia asssassinar-la. Un desig evident d’acabar amb tot un estat de coses que no convencen, es palesa en les recerques de l’artista. Cal retornar a l’emoció primera de l’home davant les coses, davant el món: al balbuceig de l’infant i l’home primitiu. Emoció sense prejudicis, puresa d’ànima. Puresa que resta ofegada sota la saviesa de les civilitzacions o sota el gran sarcasme dels convencionalismes. Cal abatre el sentit comú, enderrocar el mur de sang i de luxuria que ens empresona a la terra. De fet, como deia Herbert Read, un quadre de Miró és com una aventura en el país de les meravelles, com una de les grans aventures d’Alice in Wonderland.
El surrealisme, doncs, amb Joan Miró assoleix la màxima puresa. Un deliri d’ascetisme, d’economia, informa les seves obres. Gradualment va despullant-se de tot possible contngut sensorial, va destruint una a una les amarres que el lliguen a la realitat. Si per a un fauve el principi de la màxima intensitat amb el mínim esforç, representa un axioma fonamental, hom sospita que Miró obeeix sempre al de la màxima emoció amb la mínima sensació. El concret esdevé, d’acord amb la dogmàtica surrealista, concert mental. Cap altre artista no ho ha assolit d’una manera tan absoluta i tangible. Algú ha dit que Miró havia descobert els reflexos espirituals de la cosa real. Però convé aclarir de seguida que aquesta descoberta és feta al marge de tot procés de síntesi més o menys laboriós. Miró no raona: en té prou amb la seva intuició meravellosa. D’ací que la puresa d’un quadre d’aquest artista sigui producte de la seva puresa d’ànima, d’aquesta aspiració constant vers l’absolut. I la qualitat més alta de Miró, la qui le permet de mantenir-se com a valor universal, és aquest perfecte equilibri entre el somni i la vida. Perquè és indubtable que una excessiva puresa, una absoluta evaporació del que pot semblar adjectiu, condueix irremeiablement a l’esterelització del contingut humà, premisa ineludible de tota obra estètica. En aquest cas podria donar-se una obra d’art amb clau secreta, de perfecta comprensió per l’artista que crea, però indesxifrable per a l’espectador millor dotat. A això se referia Carl Einstein en parlar de l’obra del nostre artista. Aquest, però, coneix el límit de les seves realitzacions.
Hem de remarcar, finalment, l’òrbita de la gran tradició catalana en què es mou Joan Miró. Orbita que informa una manera d’expressar-se directa, viva, on els colors exulten lliurement, cosa que fa pensar tant en els frescs de les nostres esglésies medievals com en la punyent clarividència dels il·lustradors del Beatus.››[7]

Poco después, un agradecido Miró le regaló un dibujo, Sin título (1946).[8]
Miró también cedió un dibujo para ilustrar un texto del poeta surrealista René Char, que apareció en el número 14 de la revista "Ariel" (XII-1947).


Perucho y su esposa María Lluïsa Cortés en el río Ebro, cerca de Gandesa, en los años 50.

Siguió una cierta cesura en su relación, que explico porque Perucho acabó la carrera de Derecho y en 1947 comenzó a preparar las exigentes oposiciones a juez, que le llevaron a Madrid y pronto, el verano de 1948 consigue plaza. Inicia la carrera judicial en La Granadella (Les Garrigues) y en 1949 se casa con Maria Lluïsa Cortés (1922-2023), con la que tendrá cinco hijos: Montserrat, Manel (falleció a los quince días de nacer), Oriol, Sofía y Eulàlia. Ejerció de juez en Banyoles desde 1951, aunque en esos primeros años 50 pasaba bastante tiempo en su casa barcelonesa en la calle de la República Argentina.
Altaió (2021) apunta, sugiriendo un distanciamiento político, que la relación entre este y Miró se interrumpió en 1944 durante 15 años, basándose en unos recuerdos del propio Perucho en 1961: ‹‹En l’article referit de Destino, Perucho ens precisa un llarg silenci que seguí entre ells, d’uns quinze anys. Desde la visita el 1944 fins al 1961: “Volví a la carga con Joan Miró. Debí molestarse con exceso. No le he vuelto a ver hasta ayer en la exposición de la Sala Gaspar”. O potser Miró en aquells anys de malfiances, advertit per Prats, va prendre distància amb un jove escriptor que col·laborava en una revista universitària falangista?››[9] Es razonable que Miró y su círculo progresista desconfiasen de un juez, presunto colaborador de una publicación del régimen, pero apunto que también colaboraban en publicaciones promovidas por la organización falangista gente tan abierta de espíritu como Juan-Eduardo Cirlot, Josep Maria Castellet, Joan Ferraté, Gabrier Ferrater, Carlos Barral o Manuel Sacristán. Así, esas revistas acostumbraban tener dos colores, el azul para las noticias falangistas y el blanco para las colaboraciones de intelectuales.
El mismo Perucho (1993), contradiciéndose con lo explicado tres decenios antes, contaba su relación cordial durante la primera mitad de los años 50: «Els diumenges, quan la meva muller i jo sortíem de missa de l’església dels Sants Just i Pastor (a tocar de la plaça de Sant Jaume), algunes vegades trobàvem la família Miró. Era un barri que a mi m’encantava, tot i que vivíem lluny, a la part alta de la ciutat... Doña Pilar era molt afectuosa, i la seva filla també...»[10] Y en una versión-traducción solo un poco distinta Perucho recuerda: ‹‹Siempre me unió una buena relación con Joan Miró. Los domingos, cuando mi mujer se empeñaba en ir a misa en la iglesia de los Santos Justo y Pastor, algunas veces encontrábamos a la familia Miró, que salía de paseo. Era un barrio que a mí me encantaba, aunque se hallase lejos de donde vivíamos, encaramados en la parte alta de la ciudad. Se oía maravillosamente el canto inaudible de la “áurea picuda”, ave de las Islas Encantadas. Doña Pilar era muy afectuosa y la niña también.››[11] 
En medio, en 1949 Perucho fue requerido para colaborar en el número especial de “Co­bal­to” en ocasión de la <Exposición-homenaje Joan Miró> en las Galerías Layetanas de Barcelona (23 abril-6 mayo 1949), en cuya breve sección de Miró y los críticos figura junto a Eugeni d’Ors, Sebastià Gasch, J. A. Gaya Nuño, R. Santos Torroella y Joan-Josep Tharrats. El texto de Perucho es directo: ‹‹La incontaminada pureza de un cuadro de Joan Miró es un producto de su pureza de alma, de esa aspiración constante hacia lo absoluto. (La incontaminada puresa d’un quadre de Joan Miró és un producte de la seva puresa d’ànima, d’aquesta aspiració constant cap a l’infinit)››
Cuatro años después, en 1953, la editorial Atzavara editó un libro de narraciones poéticas, en parte autobiográficas de su infancia, Diana i la mar Morta, ilustrado con dibujos de Francesc Todó, que incluye el breve texto Joan Miró: «Va enfortint-se, definint-se, damunt un fons blanc que violenta l’estructura de l’ull i apareix en successives transformacions... amb una innocència d’infant una mica pervertida i que us inquieta a causa de la seva absoluta concreció i astúcia. Llavors s’esdevé, en aquest món diàfan, el descobriment d’una floració encantada i matinal que us reclama a cada instant i gira amb aèria trajectòria, s’ultrapassa i retrocedeix, apunta a una lluna blava o a una estrella roja i periclita amb les arrels alçades, entorn del personatge de la mà negra...». Le envió el libro a Miró, que se lo agradeció con una carta desde Barcelona (5-V-1953) FJM: «A Joan Perucho. Agraint els vostres mots i el vostre llibre». 
Perucho consiguió en la primavera de 1955 una plaza de juez en Gandesa (provincia de Tarragona), donde ejerció 14 años, de lunes a viernes, viviendo en Barcelona los fines de semana. Le gustaba el juzgado de Gandesa porque no había mucho trabajo y podía dedicar la mayor de su tiempo a leer y escribir, así como a disfrutar de la comida y la bebida de los restaurantes de la zona. En 1969 pasó al juzgado de Tortosa, donde se retiró hacia 1983-1984.
En ese largo tiempo, pese a sus compromisos profesionales como juez y a que la familia Miró se marchó a Palma en 1956, Perucho siguió en contacto con Miró, aunque solo durante los regulares veraneos de este en Mont-roig, que está en la ruta desde Gandesa a Barcelona. Perucho recuerda: ‹‹Pasaron los años. Publiqué [1960] mi novela Las historias naturales, la acción de la cual se desenvolvía por las comarcas meridionales de Tarragona, lugares muy frecuentados por mí, en razón de mi trabajo. De vez en cuando, me llegaba a visitar a Miró en su masía de Montroig, pueblo que me venía de paso. Recuerdo que una vez regalé a doña Pilar un cubrecama de ganchillo antiguo que había comprado a la anticuaria de Alcañiz, Lola Veléncia [este inusual apellido parece un error de transcripción] (a quien llamaban la “Lela”, cariñosamente), amiga mía, que vivía acompañada de cinco o seis perros y poseedora de diversos almacenes atestados de muebles y cerámicas.››[12] 
Prueba su amistosa relación la correspondencia, en parte reproducida por Martí Rom, como una carta de Joan Miró desde Palma de Mallorca (13-II-1961): «Amic Perucho: És amb emoció que us escric aquests mots després d’haver llegit el vostre article a "Destino". Si jo personalment me’n sento honrat, és amb doble emoció que veig com el nostre poble ha canviat. No per haver-ho fet envers mi, sino perquè hi veig el despertar d’unes possibilitats que molts de nosaltres, pessimistes, teníem ja mortes per sempre. Al meu pròxim viatge a Barcelona tindré molt goig en poder-vos saludar. Rebeu una forta estreta de mà». Sigue una carta de Miró desde Palma de Mallorca (5-V-1961): «Amic Perucho: Incloc una tarja per a la projecció de les meves darreres obres... crec que podrà ser-vos de gran utilitat per l’article que penseu escriure, com així mateix podré suggerir-vos i donar idees per fotos que necessitareu...». Prosigue en otra carta de Miró a Perucho (27-II-1962), desde Palma de Mallorca: «Amic Perucho: Molt precís i molt net el poema en que m’haveu honorat...». Rom apunta que debe correspondee a «Petita suite» («A Joan Miró»). De «Darrers poemes (1956-1973): «I Astre. Terra. Flama. Primavera secreta. Oculta font. II Home. Dona. Sang. Primavera secreta. Fúria amagada. III Palet de riera. Infant que dansa. Arrel que dansa. IV Dansa la Primavera. El desig i la sang». 
En 1962 Perucho es miembro del jurado del primer Premi de Dibuix Joan Miró. Después colaboró con un texto en el catálogo de <Miró. Álbum 19> en la Sala Gaspar de Barcelona (1963). Una misiva de Miró a Joan Prats [(11-VII-1965) FJM] apunta que tiene una cita con Perucho en Barcelona el domingo 18 de julio a las 7 de la tarde, sin mencionar el asunto a tratar, pero es muy probable que sea el libro que Perucho prepara sobre él. Poco después, en una nota enviada a Pierre Matisse [carpeta PML, PMG B 19, 26] Miró incluye a Perucho entre los amigos de Europa a los que enviar el catálogo de <Miró: Cartons 1959-1965>. Nueva York. Pierre Matisse Gallery (26 octubre-20 noviembre 1965). Una carta de Miró a Perucho, desde Palma de Mallorca (22-XI-1967) dice: «Estimat amic... encantat en que es reprodueixi la guaixa meva en la coberta del vostre llibre...», mención a un dibujo que Miró le había regalado en 1946, Personatges amb lluna i estrella, y que Perucho usó con permiso previo del artista para la portada de la versión castellana de Les històries naturals (Ediciones Marte, 1968). 
Con el tiempo Perucho alcanzaría cierto éxito como director de colecciones editoriales, entre las que destaca entre 1966 y 1971 la Biblioteca de Arte Hispánico de la editorial Polígrafa de Manuel Muga, lo que facilita que se publiquen sus dos libros sobre Gaudí y Miró, y en la que hará que se publiquen monografías sobre Nonell y el arte visigodo y paleocristiano en España, y él mismo prepara carpetas de litografías de Miró, Tàpies y Clavé. También en esa época fue director literario de varias colecciones, sobre todo de novela fantástica, de la editorial Tàber, para la que también dirigió una gastronómica con obras de sus amigos Néstor Luján y Álvaro Cunqueiro.
El próximo hito es el libro de Perucho que remarca las raíces catalanistas mironianas, Joan Miró y Cataluña (1968, versión catalana en 1970).[13] Reproduce numerosas pinturas de tema catalán y que proclama el compromiso personal y artístico del artista con su tierra; tuvo una amplia repercusión en los círculos nacionalistas y progresistas catalanes. Miró, de vuelta a Barcelona después de su veraneo en Mont-roig, celebra el 10 de noviembre de 1968 la presentación del libro, que irá junto a una exposición que recorrerá varias ciudades, como Milán. Perucho, en su faceta de crítico de arte, prosigue su firme defensa de Miró, con el que en esta época la crítica de la prensa española es todavía reticente: en Madrid sólo le defiende a fondo Moreno Galván, en Valencia está Aguilera Cerni y en Barcelona hay un pequeño grupo favorable encabezado por Cirici, Perucho, Teixidor y su compañero Tàpies. Los demás son relativamente tibios. 
También publica un libro de artista, Les essències de la terra (Editorial Polígrafa, 1968), con litografías de Miró. Era una antología de textos catalanes antiguos, prologado por el poema A Joan Miró de 1944, que se había publicado en Sota la sang (1947).
En esos años finales del decenio de los 60 Perucho y Miró se ilusionaron con la idea de abrir un museo dedicado a Miró en el pueblecito de El Vendrell en el Bajo Ampurdán tarraconense, que desde 1965 promovía el alcalde Casimiro Coll, pero se frustró según Perucho por el desinterés del resto de los concejales, que desconocían al artista. No hemos de imaginar que la actual FJM hoy estaría allí, porque la idea era tener solo una pequeña pero representativa parte de su obra, ya que el objetivo principal era Barcelona, pero el primero en moverse fue este alcalde, que, introducido por Joan Perucho, le visitó en Mallorca (probablemente a mediados de octubre de 1967) y le ofreció construir en su pueblo un Museo-Fundación Miró, justo al lado del que se preparaba para Pau Casals. Pero Miró y Prats concordaron en que era mejor intentarlo primero en Barcelona porque apenas tenía relación personal con ese pueblo.[14]

Perucho (1968) resume sus ideas sobre que el arte de Miró vive un difícil equilibrio entre imaginación y realidad:
‹‹(...) El arte de este artista representa lo imaginativo vinculado a la realidad física de una tierra, de un paisaje. Hace poco me he referido a esta vinculación, señalando que el propio Miró se complace en decir que en su pintura existe el espacio, la tierra, el fuego y el agua, y no sólo es Montroig los que le inspira, pues este último elemento —el agua— deriva de sus años infantiles cuando contemplaba el surtidor maravilloso de la barcelonesa Plaza Real. (...) Joan Miró, efectivamente, es un poeta que cruza los dilatados espacios de su imaginación, poblándolos con seres embrionarios, ferozmente expresivos, lúcidos, inquietantes. El acto creador de Miró presupone siempre un espacio inicial vacío, detenido en la espera de un impulso cósmico irresistible, que habrá de llegar de un momento a otro y procurará extrañas mutaciones y signos. Este espacio, que ningún accidente delimita, encierra ya los gérmenes de aquello que deberá tener futura significación. Estos gérmenes son, por un lado, las fuerzas ocultas y fatales de la naturaleza, presentes en la entraña del Cosmos, y, por otro, complementándose con éstas, las que surgen concretamente del instinto y mueven tanto a los hombres como a los animales. La exaltación, la ira y el sexo juegan aquí un papel de primer orden y nos recuerdan, constante y burlonamente, nuestra servidumbre, tantas veces olvidada con vanidosa altivez.
En ocasiones, una gozosa embriaguez se desata en este magma pululante de reminiscencias y larvas, y todo deviene aéreo y danzante, frágil como el deseo, el sueño y la sonrisa. Aparecen entonces estrellas y lunas, fosforescencias benignas, ríos de aurora a través de las constelaciones del cielo. Cuando esto ocurre, tenemos la impresión de que algo es creado por vez primera y que todo tiene una posibilidad en su devenir, una alternativa de luz y juego, de tiniebla y horror. El universo, sin embargo, se tiñe con las tintas del amanecer, benignamente dispensado por la sonrisa de Miró.
Naturalmente, este proceso creador nos infunde en el acto una conciencia muy precisa de lo prerracional, de lo biológico. Es la desnudez de lo que surge con el temblor de la vida, apenas desgajado del caos, y que se impone con una fuerza ciega hacia delante. El origen de la expresión de este mundo lo hallaremos tanto en los “grafittis” primitivos, inscritos en los muros de nuestras ciudades, como en los dibujos de los niños. En ellos hay una pureza de expresión que deriva directamente de las fuentes del instinto y un deseo de veracidad, de ir al fondo de las cosas. Este vigoroso vocabulario es usado por Joan Miró con un gran poder de concentración y de síntesis, y los esquemas resultantes son tan puros y diáfanos que recuerdan el valor del signo, del símbolo.
 De nada serviría, sin embargo la referencia a los valores incisivos, caligráficos de Miró si no aludiéramos a otro elemento decisivo, sin el cual no sería posible comprender esta obra extraordinaria: el color. El color se produce en Miró como una explosión fulgurante, directa y bellísima, pero prodigiosamente sabia en sus efectos. El sentido cromático de Miró es único en el arte contemporáneo. Nadie como Miró sabe sacar partido del impacto psicológico que produce el color usado con una rara intensidad, y los ojos del espectador quedan prendidos, deslumbrados, ante las incitaciones, alegres o turbulentas, que le solicitan irresistiblemente. En este sentido, los cuadros de Miró son inconfundibles, y podemos reconocerles en cualquier momento, solicitados y atraídos por sus superficies exaltadas y penetrantes. (...)››.[15]
En otro artículo del mismo año, Perucho cambia su diapasón muy levemente, para remarcar la importancia de la realidad:
‹‹Realidad en tanto que perfil exacto de lo que nos circunda (...) Miró no duda ante la realidad y sabe que ella es lo único seguro. Sin embargo, otro factor que interviene en la eclosión del talante de Miró es la imaginación. Lo imaginado es lo contrario de lo real (...) lo que sabemos que no existe y deviene por un acto de la mente de orden creador. Pero (...) la imaginación no es nada sin elementos reales con lo que imaginar (...) Miró ha sabido en todo momento que en la base de la imaginación está siempre la realidad.››[16]

Fuentes.
Internet.
[www.martirom.cat] Martí Rom. Joan Miró i Joan Perucho. 2015. pp. 110-138. 
[https://cvc.cervantes.es/literatura/escritores/perucho/cronologia/cronologia_01.htm] Una cronología muy completa, pero con contradicciones respecto a otras.

Blogs.
La revista española “Ariel” (1946-1951) y Joan Miró.*

Exposiciones.
<Exposición-homenaje Joan Miró>. Barcelona. Galerías Layetanas (23 abril-6 mayo 1949). Antológica. 57 obras provenientes de colecciones de Barcelona. Cat. en nº especial de “Co­bal­to”. Textos: Miró y los poetas (1 p. Vicente Aleixandre, Paul Eluard, J. vol. Foix, Raymond Queneau, Adriano del Valle, Vicente Huidobro, J.-E. Cirlot, Joan Brossa), Miró y los críticos (1p. Eugeni d’Ors, Sebastià Gasch, J. A. Gaya Nuño, R. Santos Torroella, Joan Perucho, Joan-Josep Tharrats), declaraciones de Miró (1 p. de “La Publicitat”, 1928; y “Ahora”, 1931). 9 pp.
<Miró. Álbum 19>. Barcelona. Sala Gaspar (26 octubre-15 noviembre 1963). Álbum 19, con 19 litografías; se expusieron otras siete, hasta un total de 26. Cartel anunciador. Cat. Texto de Joan Perucho y poema­ de Raymond Queneau. 6 litografías en color. 1.250 ejemplares sin numerar. 100 ejemplares numerados.
<Joan Miró i Catalunya. Les essències de la terra>. Barcelona. Sala Gaspar (3-30 octubre 1968). Presentación del libro de Perucho Joan Miró i Catalunya, y de carpeta Essències de la terra, de litografías y dibujos, con textos seleccionados por Joan Perucho. Cartel anunciador.
<Miró>. Milán. Galleria Il Milione (29 mayo-28 junio 1969). Presentación de libro de Perucho Miró y carpeta Les essències de la terra. Cartel anunciador.
*<Tapisserie en Espagne aujourd’hui>. Tournai. Cathédrale / Église Saint-Nicolas / Maison de la Culture (1985). Obras de Miró (4 ilus. en pp. 46-52, texto en 47 y 52), Maria Teresa Codia, Raúl Comba, Josep Grau-Garriga, Aurelia Muñoz, Lluisa Ramos, Lisa Rehsteiner, Ana Roquero, Julián Ruesga, Mariona Sanahuja, Angels Sans, Marga Ximénez. Textos de Pilar Parcerisas (comisaria). La Tapisserie actuellement: son identité – l’apport espagnol (10-20; Miró en 16), Juan Perucho. Aux sources de la culture espagnole (21-24). 110 pp.
<Joan Miró>. Sao Paulo. Museu de Arte (agosto-septiembre 1988). Rio de Janeiro. Palacio Imperial (16 septiembre-9 octubre). 14 pinturas, 18 esculturas, 6 cerámicas, 20 aguafuertes, 4 carteles, 2 tapices. Cat. Texto de J. Perucho. [Fernández Miró; Ortega. Miró Sculptures. 2006: 374 la titulan <Joan Miró: Pintura, escultura, tapiz, cerámica, obra gráfica, cartazes>.]
*<J. vol. Foix, investigador en poesia i amic de les arts>. Barcelona. Sala Sant Jaume de Fundació La Caixa (4 febrero-3 abril 1994). Exposición bibliográfica, en homenaje al centenario de su nacimiento. Incluye obras ilustradas por Miró: Gertrudis (1927) y KRTU (1932), un dibu­jo iné­dito de Miró (1932) y Combalía selecciona frag­mentos de cartas inéditas entre Miró y Foix. Cat. Textos de comisarios Vicenç Altaió (Espacio KRTU), Ferran Bach, Manuel Guerrero, Carmen Sobrevilla; y de especialistas: Joan Francesc Ainaud Escudero, Manuel Carbonell, Victòria Combalia —L’amistat entre Foix i Miró (102-108, texto de KRTU en 109 y cartas ilustradas y obras de Miró en 110-113)—, José Corredor-Matheos —L’Amic de les Arts: tradició i avantguarda (82-90)—, Francesc Fontbona, Pere Gimferrer, Enric Granell Trias —Mots i maons o a cascú el seu (116-120)—, Joan M. Minguet Batllori —Foix i les revistes: l'activitat expansiva del poeta (66-79)—, Joaquim Molas, Vinyet Panyella, Joan Perucho, Oriol Pi de Cabanyes —Diürn per a Perejaume (164-166)—, Glòria Picazo —Amat: postal a J. vol. Foix (160-162)—, Arnau Puig, Rafael Santos Torroella, Jaume Vallcorba. 175 pp.
*<El món de Joan Perucho. L’art de tancar els ulls>. Barcelona. Centre d’Art Santa Mònica (23 noviembre 1998-enero 1999). Obras de Miró, Moisès Villèlia, Tàpies, Cuixart, Subirats, Saura, Wols, Artigau, Enric Sió, Zush, Salvador Aulèstia... Catálogo. Textos de Perucho, Julià Guillamon (comisario) y Martín de Riquer, y la colaboración artística de Daniel Giralt-Miracle y de fotos de Leopoldo Pomés. Editorial Lunwerg. 168 pp. Reseña de Serra, Catalina. Una exposición recrea el mundo de fantasía, literatura y arte del escritor Joan Perucho. “El País” (1998).

Libros de arte de Perucho.
Perucho, Joan. El arte en las artes. Danae. 1964. 256 pp.
Perucho, Joan. Gaudí, una arquitectura de emancipación. Polígrafa. Barcelona. 1967. 219 pp. Fotos de Leopoldo Pomés.
Perucho, Joan. La cultura y el mundo visual. Tàber. 1968. 258 pp.


Portada de Joan Miró y Cataluña.

Perucho, Joan. Joan Miró y Cataluña. Polígrafa. Barcelona. 1968. 214 pp. Joan Miró i Catalunya. 1970. Reedición revisada en 1987. 273 pp. 107 ilus. color, 177 b/n. Textos: español, inglés, francés y alemán.
Perucho, Joan. Una semàntica visual. Plaza y Janés. 1986. 226 pp.
Perucho, Joan. Crítica d’art. Vol. VII de Obres completes. Clàssics Catalans del segle XX. Edicions 62. 1993. 512 pp.

Libros de otros.
Altaió, Vicenç. Miró i els poetes catalans. Univers. 2021. 331 pp. Joan Perucho (159-189). Un texto de referencia sobre su relación.
Guillamon, Julià. Joan Perucho, cendres i diamants. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 724 pp. Reseña en catalán de Vidal-Folch, Ignacio. Tots els fantasmas de Perucho. “El País” Quadern 1.597 (2-VII-2015) 6.
Juncosa, Pilar; et al. Estel fulgurant. Homenatge a la senyora Pilar Juncosa en els seus noranta anys. FPJM. Palma de Mallorca. 1994. 74 pp. Entrevista a Pilar Juncosa por Emili Fernández Miró y Fernando González. Monòlegs d’una bella memòria (15-28). Textos de Lluís Juncosa. Apunts per a un petita biografia (29-42); Francesc Català-Roca (45-46); Joan Brossa (47); Eduardo Chillida (48), Eduard Castellet (49-50), Rosa Maria Malet (51-52), Joan Gardy Artigas (53-56), Joan Perucho (57-60), Daniel Lelong (61-62), Lluís Permanyer (63-64), Pere A. Serra (65-66), Joan Punyet Miró (67-70), Cesáreo Rodríguez Aguilera (71-73), Antoni Tàpies (74). Reed. Juncosa, Pilar; Juncosa, Lluís; et al. Estel. FPJM. Palma de Mallorca. 2000. 42 pp. Declaraciones autobiográficas de los familiares de Miró, con declaraciones de Pilar Juncosa en 3-38).
Tricàs i Preckler, Mercedes. J. V. Foix i el surrealisme. Prefacio de Joan Perucho. Edicions Anglo-Catalanes. Barcelona. 1986. 231 pp.

Artículos de Perucho sobre Miró.
Perucho, J. Actualidad del surrealismo. Dalí y Miró. “Estilo” (XII-1944).
Perucho, Joan. Joan Miró“Ariel”, Barcelona, vol. 1, nº 5 (IX-1946).
Perucho, J. Joan Miró. “Destino” nº 1227 (11-II-1961). FPJM, vol. VIII, p. 130. Sobre la presentación del mural de Harvard en Sala Gaspar y un recuerdo de su primer encuentro con Miró en el contexto de Barcelona en 1944-1945.
Perucho, J. Joan Prats, coleccionista y promotor de las Artes. “Destino” (10-VI-1961). FPJM H-3217.
Perucho, J. “Minotaure” o la actualización del surrealismo. “Destino” (21-VII-1961) 34. FPJM H-3222 y 3322b.
Perucho, J. Juan Eduardo Cirlot y su último libro. “Destino” (27-I-1962) 39. FPJM H-3223.
Perucho, J. Un gran libro sobre Joan Miró. “Destino” (30-VI-1962) 42. FPJM H-3330.
Perucho, J. La crítica de arte de Juan Teixidor. “Destino” (25-VIII-1962) 33. FPJM H-3334. Con foto de Joan Teixidor, Miró y Artigas en Gallifa.
Perucho, J. Miró y el amor a Tarragona. “La Vanguardia” (17-II-1963) 37 (obra), 41 (texto).
Perucho, J. Joan Miró en Barcelona. “Destino” (2-XI-1963) 37.
Perucho, J. Les Cartons de Miró. “XX Siècle” 25 (VI-1965) 67-72.
Perucho, J. Joan Miró en el origen de lo creado. “Destino” (27-VII-1966).
Perucho, J. La fidelidad de Joan Miró. Serie de artículos sobre Cataluña y sus hombres. “La Vanguardia” (20-XI-1966) 15. FPJM H-3435.
Perucho, J. Joan Miró en Saint-Paul-de-Vence. “Destino” 1609 (3-VIII-1968) 36-38. FPJM H-3489.
Perucho, J. El juego y el futuro. “La Vanguardia” (8-IX-1968) 9.
Perucho, J. Miró y su tierra. Especial 1968: Año Miró. “Destino”, 1.625 (23-XI-1968) 37.
Perucho, J. Joan Miró, 50 años de creación. “Mundo” nº 1491 (30-XI-1968) 56-61. FPJM H-3521.
Perucho, J. El ‘genius loci’ de Joan Miró, “Cultura”, 44 (IV-1993). En catalán.
Perucho, J. El ‘genius loci’ de Joan Miró. “ABC” (7-V-1993). En español.

Entrevistas y declaraciones de Perucho sobre Miró.
Redacción. Polémica. Miró. ¿Los escobazos deben desaparecer? “Tele-Exprés” (9-V-1969) 2. PML, PMG B 19, 36. Recoge declaraciones de Luis Clotet, Alexandre Cirici, José Luis Sicart, Llorens Artigas, Joan Perucho, Oscar Tusquets y Miquel Gaspar.

Artículos de otros.
Guillamon, Julià. El món de Joan Perucho: l’art de tancar els ullsLletrA. Texto de 1998. [lletra.uoc.edu/ca/autor/joan-perucho/detall]
Guillamon, Julià. Albert Béguin contra Franco. "La Vanguardia" (14-I-2021). Menciona el primer encuentro de Perucho con Miró.
Cia, Blanca. Al rescate de las criaturas fantásticas de Joan Perucho. “El País” Cataluña (31-X-2014) 12. Se publica la antología de narrativa corta De lo maravilloso y lo real.

NOTAS.
[1] Perucho, J. Joan Miró. “Destino” nº 1227 (11-II-1961). La fecha de 1945 para el encuentro con Miró, menos probable que 1944, sigue en la cronología del oficial ‘Any Perucho’ en 2020.
[2] Perucho. El ‘genius loci’ de Joan Miró“ABC” (7-V-1993).
[3] Altaió. Miró i els poetes catalans. 2021: 159-160.
[4] Guillamon, Julià. Albert Béguin contra Franco. "La Vanguardia" (14-I-2021). 
[5] Perucho. El ‘genius loci’ de Joan Miró“ABC” (7-V-1993).
[6] Altaió. Miró i els poetes catalans. 2021: 162. Cita la revista como “Alerta”.
[7] Perucho, Joan. Joan Miró. “Ariel”, Barcelona, v. 1, nº 5 (IX-1946). Reprod. Calvo Serraller. España. Medio siglo de arte de vanguardia. 1939-1985. 1985. v. I: 200-201.
[8] Sin título (1946). Gouache y pastel sobre papel (39 x 25,5). Realizada (XI-1946). Inscripción “A l’amic Perucho, afectuosament, Miró”. Col. particular. [DDL 1079].
[9] Altaió. Miró i els poetes catalans. 2021: 161. Altaió sigue la misma línea de advertir un distanciamiento de Miró hacia Perucho en los años 50 del ensayo de Guillamón Joan Perucho, cendre i diamants (2015).
[10] Perucho. El ‘genius loci’ de Joan Miró, “Cultura”, 44 (IV-1993).
[11] Perucho. El ‘genius loci’ de Joan Miró“ABC” (7-V-1993).
[12] Perucho. El ‘genius loci’ de Joan Miró“ABC” (7-V-1993).
[13] Sempronio (Andreu-Avel·lí Artís i Tomàs). Un libro sobre Miró. “Tele-Exprés” (16-VII-1968). FPJM H-3623. / Redacción. Homenaje bibliográfico a Juan Miró. “ABC” (4-X-1968) 67.
[14] Perucho, en Juncosa, Pilar; Juncosa, Lluís; et al. Estel. 2000: 57-58. Casimiro Coll, alcalde en 1964-1972 de El Vendrell, y sus sucesores, insistieron en su ambición y consiguieron sucesivamente el Museo de Pau Casals (1972, abierto en 1976), la Casa-Museo del dramaturgo Àngel Guimerà (1974) y la sede de la Fundación Apel·les Fenosa (2002).
[15] Perucho, Joan. Joan Miró en Sain-Paul-de-Vence. “Destino” (3-VIII-1968) 36-38. Cito aquí la p. 36. Gran foto en portada titulada Joan Miró y su “mujer 1968”.
[16] Perucho, Joan. Especial Joan Miró, 50 años de creación. “Mundo”, 1491 (30-XI-1968).

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